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Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

viernes, 30 de marzo de 2012

REGIONALISMOS LINGÜÍSTICOS AMAZÓNICOS (6)



Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP


Quebrada: Riachuelo. Río de poco caudal.

Las QUIRUMAS o tocones de
árboles cortados para hacer chacra
Quiruma: Tocón. Parte deltronco de un árbol que aún permanece en pie luego de derribarlo.

Raizal: Lugar en el que predominan las raíces deplantas.
Regatón: Comercianteribereño que se desplaza en un bote, vendiendo y comprando en los caseríos.
Renacal: Lugar en el que abunda el renaco. El renacoes un árbol muy frondoso con características muy especiales.
Restinga: Terreno elevado que no se inunda en época de creciente, aunque excepcionalmente, pueda quedar bajo las aguas en crecientes grandes.


El ribereño amazónico
es inseparable de su canoa.









Ribereño:Morador de las riberas de ríos y cochas. Por extensión,todo poblador del campo.


RONSOCOS en proceso de domesticación




Ronsoco:(Hydrochaeris hydrochaeris) Roedor silvestre que alcanza gran tamaño. Su hábitat son las orillas de ríos y cochas.

jueves, 29 de marzo de 2012

UNA NECESARIA CULTURA AMBIENTAL


Prog. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP 
                   
Niñita en afectuoso abrazo a  un
majás domesticado
Uno de los aspectos más descuidados en la educación de nuestros niños es el que se refiere a sus relaciones con el medio ambiente.

Muy poca importancia hemos dado en los Jardines de Niños, Escuelas y Colegios al tema del ambiente en el que vivimos.

Prácticamente nuestros niños se forman insensibles ante los diversos mensajes que su ambiente les presenta.

Y, bueno sería entonces, que nos preocupemos por propiciar un mayor contacto de nuestros niños con la naturaleza.

Pero, un contacto formativo.

No se trata de que nuestros niños vayan al campo en actitud de agresores.

Ellos deben saber que a la naturaleza se la debe respetar.

Que ella merece un acercamiento inteligente.

Que ella no es un lugar para la diversión festiva y bullanguera.

Que las plantas y animales que en ella habitan merecen nuestra reverencia.

Acercarnos a ellos es oportunidad para desarrollar nuestras capacidades de observación. Para aprender a concentrarnos. Para aprender a guardar silencio. Para aprender a mirar nuestro interior.

Para aprender a disfrutar su belleza.

Niños en clase en contacto con la naturaleza
Para ponernos en contacto con lo trascendente.

Enseñemos a nuestros niños a disfrutar del vuelo de las mariposas, de las avecillas. De sus cantos y trinos deleitosos.

A gozar de la sombra de los árboles. De la belleza del paisaje. De las flores. De la brisa forestal.

Que aprendan a sentirse parte de la naturaleza.

Así, cada salida al campo, al río, a la playa, tendrá un verdadero efecto educativo en nuestra niñez.

Pero el contacto cercano y permanente de nuestros niños con su ambiente no debe ser sólo para que aprenda a disfrutar de su belleza. De todo lo hermoso que en él hay. Lo que ya es bastante.

Niños en faena de pesca aprovechando
los recursos de una cocha
Sin embargo, en nuestro medio amazónico, no es suficiente el logro de esta finalidad.

Es necesario que nuestros niños miren el otro lado de la cuestión. El lado de los problemas que afectan a nuestro ambiente,  problemas que no son originados en las leyes propias que lo gobiernan, sino en comportamientos inadecuados vigentes en nuestra actual sociedad de donde ellos, los niños, los aprenden en forma espontánea, por efecto de mostración social.Nuestros educandos deben formarse no sólo en el disfrute de esa belleza, de la que es un venero inagotable nuestra selva sino, también, deben ser sensibles a los problemas que se generan en esos comportamientos inadecuados.

En el marco de la educación formal, nuestros educandos deben formarse en el análisis de tales comportamientos, que son los que causan la contaminación de las aguas de ríos y cochas, la tala indiscriminada de nuestros árboles, la defertilización de nuestro suelo, el irracional uso de nuestros recursos naturales, etc.

Glorioso amanecer  en el río Amazonas, que 
debe ser utilizado para educar la sensibilidad
de los niños amazónicos.
Esta toma de conciencia posibilitará que nuestros educandos se incorporen a los agentes entre quienes radica la solución de tales problemas. Es decir, asuma responsabilidades individuales y sociales en la conservación de un ambiente propicio para nuestro desarrollo social.Sensibilizar a nuestra niñez y juventud en la problemática ambiental debe ser componente fundamental de su formación como parte de la estrategia para que devengan en activos promotores de la conservación de su ambiente, a partir de la práctica de comportamientos positivos para tal fin.

jueves, 22 de marzo de 2012

TRISTE AVECILLA


    Prof. Gabel Daniel Sotil García


Piando, piando
La pasa llorando,
La triste avecilla
Sus crías buscando.

Un niño travieso
El nido encontró,
Tejido en las ramas
Al suelo arrojó.

Ilustraciones del artista plástico
 J. Choclote


No llores, no llores
Pajarito cantor,
Mi alma se angustia
Al ver tu dolor.

Desde hoy te prometo
Ayudarte a cuidar
Tus nidos, tus crías,
Tu dulce cantar.



lunes, 19 de marzo de 2012

EN TORNO A LAS INNOVACIONES EDUCACIONALES EN NUESTRA REGIÓN (*)


Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH – UNAP

En nuestra  región la educación debe fundamen-
tarse en las características del niño amazónico
Foto: Prof. Julio Trigoso
Uno de los aspectos al que casi no le damos mayor importancia en la dinámica educacional en nuestra región es el relacionado con las innovaciones, debido al centralismo impositivo  y excluyente que viene ejerciendo el Ministerio de Educación en nuestro país, cuya consecuencia más grave es que la educación en nuestra región amazónica se desenvuelva con absoluta obediencia a las normas que de él emanan y, por lo tanto, en absoluta, también, impertinencia con nuestra realidad social, ecológica y psicocultural.

Superar esta situación es una de las urgencias que debemos atender todos quienes estamos involucrados en la construcción de una educación que de verdad, no sólo declarativamente, sea instrumento para nuestro desarrollo; para lo cual debemos reconocer que no ha sido una preocupación prioritaria para nosotros los maestros y maestras, incluyendo las autoridades del sector, la búsqueda de respuestas educacionales pertinentes; es decir, no hemos querido, consciente o inconscientemente, asumir la responsabilidad de hacer innovaciones propias en nuestro quehacer, fundamentalmente pedagógico.

Esta niñita de la etnia Shawi espera
ser educada en su propia cultura.

Foto: Prof.  Julio Trigoso M.
En este sentido es necesario que tengamos claramente conceptuado que las innovaciones no deben ser impuestas sino promovidas por un órgano rector en concordancia con nuestras necesidades regionales. Su referente debe ser la búsqueda de soluciones a nuestros propios problemas y, por lo tanto, deben contribuir con la elevación de la calidad de nuestra vida individual y social.

Copiar o imponer las innovaciones desde un centro de poder, en actitud colonizadora, como lo viene haciendo el Ministerio de Educación, con la complicidad de las autoridades regionales, no es el camino que debemos seguir.

Por lo tanto y dadas las graves consecuencias socio-culturales de dicha actitud, que cada vez se hacen más trágicamente evidentes, no sólo en los niveles cualitativos de los aprendizajes de nuestros educandos sino en toda la percepción que a nivel nacional tenemos de la Amazonía, debemos cambiarla y asumir plenamente, maestros y autoridades, con todo lo que de ello se deriva, la responsabilidad de construirnos la educación que necesitamos y merecemos como una región con sus peculiaridades sociales, culturales, psicológicas, económicas y ecológicas, dentro de nuestro país.

Con toda seguridad que tenemos las capacidades que dicha tarea requiere; sólo que no se nos ha dado la oportunidad de ejercitarlas (aunque, debemos admitirlo, no la hemos reclamado con la contundencia que deberíamos haberlo hecho), debido a la actitud excluyente y minusvalorante que nuestro órgano rector nacional- el MED- viene demostrando con quienes trabajamos  en las áreas provincianas.

Siendo docentes que tenemos el conocimiento más profundo de nuestras respectivas realidades, que participamos de un mensaje espiritual con nuestras comunidades, que sentimos, disfrutamos y sufrimos vivencias cotidianas con un extraordinario mensaje formativo, somos quienes nos encontramos en mejores condiciones para imprimir a la educación de los conocimientos, valores, actitudes que expresen nuestra autenticidad como personas y pueblos, que nos permita  construir nuestro futuro con alegría, con decisión, con optimismo y con realismo.
Un ambiente tan peculiar como el amazónico
requiere de una educación con pertinencia 
cultural, psicológica y ecológica.
Foto: Prof. Julio Trigoso M.

Una gesta formativa de esta naturaleza requiere de un férreo cuestionamiento a las actuales condiciones en que desarrollamos nuestras tareas magisteriales, impuestas  por una visión inválida por externa, equívoca y tergiversada de lo que somos como región.  

Ello implica que, como Maestros y Maestras, hagamos una profunda reflexión sobre el proceso de innovaciones en el campo educacional en nuestra región, fortalezcamos la necesidad de elaborar una política regional sobre innovaciones educacionales, prioritariamente válidas para nuestra región, generar las condiciones reales y científico-tecnológicas dentro de las que deben realizarse e identificar los aspectos en donde debe acentuarse el proceso innovador en la educación amazónica.

Las innovaciones en la Amazonía deben surgir 
de las convicciones de los propios maestros.
Foto: Programa FE Y ALEGRÍA
De lo cual se desprende que tenemos necesidad de tener claramente conceptuada y diseñada una política de innovaciones educacionales en nuestra región, que se fundamente en el reconocimiento de que una  innovación significa no sólo incorporar algo nuevo sino algo nuevo para solucionar,  o solucionar mejor, un problema; por lo tanto, significa cambiar el modo de percibir y actuar sobre nuestra realidad, por lo que requiere de nuevos paradigmas en la dinámica sociocultural de una comunidad.

Las innovaciones educacionales deben ser el fruto no de mandatos, sino de las convicciones que vayamos logrando para tener una educación al servicio de los intereses de nuestra región.

Es decir, construir una educación con pertinencia psicológica, social, cultural y ecológica para nuestra región
                    




(*) Artículo publicado en KANATARI, 18-03 -12, www.ceta.org.pe/kanatari


domingo, 18 de marzo de 2012

LA DIVERSIDAD CULTURAL EN NUESTRA REGIÓN

Conscientes del valor de sus culturas, los Pueblos
Indígenas nos muestran todos sus logros espiri-
tuales y reclaman su derecho a ser respetados.

 Prof.  Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP

En la sociedad peruana y, en especial, en la amazónica es evidente que se vienen produciendo cambios sustantivos en su estructura y en su dinámica.Y no nos estamos refiriendo a los cambios que vienen generando los avances científicos y tecnológicos.

 Nos referimos al aspecto psicológico y cultural de dichas sociedades.

En primer lugar, es fácil constatar (si así lo queremos) que, aunque lentamente, los Pueblos Indígenas de nuestra región y país vienen asumiendo un mayor protagonismo, una mayor presencia, en el conjunto de la sociedad, como consecuencia de sus luchas, de su decisión de recuperar el espacio del que han sido desplazados por la agresividad de la cultura oficial y dominante desde el Siglo XVI en el Perú.

El íntimo y permanente contacto con el río ha condicionado
una forma de ser muy peculiar
La recuperación, en segundo lugar, de la convicción del valor de sus respectivas culturas que se viene operando en cada Pueblo Indígena amazónico; la toma de conciencia de su situación marginal en la sociedad peruana, el convencimiento de que aisladamente son más  vulnerables al avance destructor de la cultura mestiza, la reflexión sistemática acerca de sí mismos, etc. vienen teniendo como consecuencia una mayor organización en su lucha reivindicativa y una mayor lucidez en los planteamientos de su proyecto de desarrollo.

Después de un largo, secular, período de lucha sorda, resistencia pasiva y respuestas camufladas, hoy los Pueblos Indígenas amazónicos se organizan y plantean exigencias a la sociedad mestiza peruana que, aunque lentamente, va tomando conciencia de la condición multiétnica de nuestro país.

Consideramos que es éste el logro más significativo que se viene operando en nuestro país y región.

La aceptación, aunque sea a regañadientes, de nuestra multiculturalidad que viene operándose en la conciencia de quienes pertenecemos al ámbito de la cultura mestiza, es un asunto de la mayor trascendencia en la región amazónica.

Desde sus casas-balsas el poblador  amazónico
expresa su peculiar forma de hacer su vida.
Aceptación que, fundamentalmente, es un derecho conquistado por la lucha que los Pueblos Indígenas han emprendido para recuperar su presencia protagónica en la sociedad nacional.

Protagonismo que implica el tener derecho a ser aceptado y valorado como diferente, tener su propia historia, su propio presente y su propio futuro.

Por otro lado, es también evidente que la propia cultura llamada occidental y cristiana, viene asumiendo una actitud menos dogmática, más abierta a la comprensión del valor de las culturas indígenas a escala mundial.
           
En la medida en que las investigaciones científicas vienen proporcionando mayores y mejores conocimientos acerca de la naturaleza de los logros culturales de los Pueblos Indígenas, en esa misma medida se viene abriendo paso una actitud de revaloración de dichos logros.

Ceramio de la etnia Shipibo, en el cual se
expresa toda una cosmovisión propia.
Más aún cuando se viene haciendo cada vez más evidente que, como consecuencia del comportamiento social generado en algunos aspectos de la cultura occidental, se producen graves problemas cuya solución sólo puede ser encontrada en el marco de la visión de los Pueblos Indígenas, tal y como sucede con los problemas ambientales, con los modelos de desarrollo económico, la ética interindividual, el desarrollo espiritual, etc.

Es decir, la misma cultura arrogante e impositiva, destructora del legado indígena, hoy reconoce, vía la reflexión de sus mentes más lúcidas, que es un deber moral y un mecanismo de supervivencia humana el respetar la diversidad cultural que hasta hoy hemos logrado.

Respeto que se viene expresando en un corpus jurídico establecido en reuniones del mayor nivel internacional y la recurrencia, cada vez mayor, a los saberes indígenas para la solución de muchos de los problemas que afronta la sociedad mundial  actual.

EL AMBIENTE: UN BIEN COMÚN


La convivencia del ser humano con las
condiciones circundantes asegura su
 supervivencia.
Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH – UNAP

Para nuestra subsistencia todos los seres vivientes requerimos de un conjunto de condiciones y elementos: el aire, la luz, el espacio, el calor, el paisaje, las frutas, las flores, los animales, el agua, y un extenso etc. que no agota la inmensidad de elementos que nos son indispensables para vivir.

Plantas, animales y especie humana requerimos de ese conjunto de  condiciones materiales e inmateriales que son las que constituyen nuestro ambiente.

Pero, en el caso de nuestra especie, para que nuestra vida sea saludable psíquica y corporalmente, esas condiciones deben ser de lo mejor. Nuestra salud biológica y nuestro equilibrio psicológico dependen de la calidad del conjunto de esas condiciones; es decir, de nuestro ambiente.

Es que hombres y mujeres somos seres hechos a la medida de nuestro ambiente. Nuestras posibilidades de supervivencia como especie están determinadas por este ambiente, conformado como producto de un larguísimo proceso de acondicionamientos en nuestro planeta que, finalmente, posibilitó nuestra vida, a condición de que respetemos las características fundamentales del escenario propicio.

En concordancia con los recursos disponibles, los
pueblos amazónicos crean sus modos de vida.
 
Si estas características son sustancialmente alteradas, entonces  nuestra vida se ve, también, influida negativamente, sea en nuestro aspecto orgánico o sea en nuestro aspecto psicológico, generándose las diversas enfermedades   que nos afectan con diversos grados de gravedad.

Por esta razón es que todos los que conformamos la sociedad,  debemos sentirnos involucrados en la conservación de nuestro ambiente en las mejores condiciones posibles. Pero, para lograr este objetivo, debemos ser educados, debemos ser formados, tanto en el seno del hogar como en la escuela, para asumir responsabilidades en la conservación de un ambiente sano.

Nuestros niños deben ser formados para sentirse responsables de su ambiente y, consecuentemente, adoptar comportamientos saludables en su actuación social. Sólo así garantizaremos que, cuando ya sean adultos, su actuación social sea respetuosa con su entorno y, por lo tanto, contribuirá con la salud de todo el grupo humano.

El asumir responsabilidades desde muy temprano en nuestras vidas es de suma importancia para instalar en cada uno de nosotros los mecanismos indispensables para sentirnos comprometidos con los propósitos sociales. Más aún cuando venimos constatando que nuestro bosque, que es nuestro entorno o ambiente en el nivel regional, viene sufriendo gravísimas agresiones cuyas consecuencias van a tenernos como víctimas a corto o largo plazo.

Los recursos circundantes influyen en las caracte-
rísticas de los tipos de viviendas
Es, pues, de suma urgencia que cambiemos la percepción de que son los demás quienes tienen la responsabilidad de luchar por tener un ambiente saludable y la reemplacemos por  una visión de co - responsabilidad. Todos debemos sentirnos involucrados en esta tarea, de manera que, en grandes o en pequeñas acciones, busquemos no atentar contra el equilibrio ecológico. Equilibrio que significa salud para todos. Es decir, salud social.






domingo, 11 de marzo de 2012

LA HISTORIA DE NUESTRO AMBIENTE REGIONAL (*)


Reflexiones sobre nuestro ambiente

                                                                                              Prof. Gabel Daniel Sotil García

Un componente de nuestra realidad que muy poco a poco se está haciendo presente en nuestras preocupaciones sociales es nuestro ambiente. Las decisiones de política de los sectores respectivos y la educación  que desarrollamos en nuestra región, no  dan mayor importancia  al conocimiento de nuestro bosque y menos al desarrollo de actitudes que favorezcan comportamientos positivos, pertinentes a su defensa y preservación.

Hoy en día, y por los efectos de nuestra actuación individual y social, sabemos lo frágil y vulnerable que es, así como también lo desastroso que puede ser para toda nuestra especie y todas las especies, si no nos esmeramos en el establecimiento de adecuadas, racionales, relaciones con nuestro bosque.

Por ello es necesario que brindemos la mayor atención posible a su conocimiento,  comprensión y  preservación, dedicándole un especial esfuerzo reflexivo para instalar en cada uno de nosotros el equipamiento psicológico apropiado a su revaloración, que se exprese en una actuación individual y social que impida su destrucción, pues, como bien sabemos, el fenómeno del calentamiento global y el consecuente cambio climático a nivel planetario son las más graves consecuencias de la depredación de nuestro bosque.

Es en este sentido que deseamos compartir algunas de nuestras reflexiones respecto a este tema, de la mayor importancia para nosotros los amazónicos.

Es necesario que partamos del reconocimiento de que toda comunidad establece una intensa dinámica de relaciones con su entorno  ambiental. Es todo un universo de interrelaciones que se establece entre ambos componentes, generado por una serie de factores,  del cual depende la forma en que los seres humanos perciben y actúan sobre su ambiente.

En el caso de nuestra región, podemos afirmar que nuestro ambiente no ha sido percibido siempre de la misma forma: los conceptos, los valores y actitudes, los  instrumentos han venido variando y, por lo tanto, nuestra actuación respecto al mismo ha variado en consonancia con tales elementos psicológicos.

Podríamos decir que, hasta este momento del devenir de nuestra historia, hemos pasado por dos momentos claramente distinguibles en cuanto al equipamiento psicológico con el cual  hemos percibido y actuado frente a nuestro ambiente.
Un primer momento correspondería a la época en que los Pueblos Indígenas originarios tuvieron plena autonomía conceptual y comportamental frente a su ambiente. En términos generales podríamos caracterizar a este período como  de una relación armónica, respetuosa, de equilibrio racional entre el pueblo y su ambiente. Período extenso, multimilenario, durante el cual el grupo humano percibe reverencialmente a su entorno, asignándole un carácter sagrado, que posibilitó una  práctica de uso de sus recursos dentro de lo que hoy venimos denominando el Desarrollo Sostenible.

Un segundo momento podríamos ubicarlo a partir de la denominada conquista o invasión al complejo cultural nativo, período en el cual los pueblos originarios ven interferidos y alterados sus valores, actitudes y formas de actuar primigenios por la imposición de todo un equipamiento psicológico agresivo, destructivo, conflictuante e irracional respecto al ambiente invadido y, por lo tanto, minusvalorado y carente de significado. Este período, de casi quinientos años, viene teniendo como secuela un proceso depredante tanto de las culturas de los pueblos nativos como del ambiente mismo, en el marco de  una profunda tergiversación de las milenarias relaciones armoniosas. Podríamos tomar como referente cronológico del inicio de este período el 1542, año  a partir del cual se inicia la presencia de la cultura europea en el ámbito amazónico, y que tiene su expresión más contundente y destructiva en el sistema o modelo extractivo-mercantilista de carácter exportador, que hasta hoy signa nuestra actividad económica, como consecuencia de percibir a nuestro bosque y cada uno de sus componentes como una simple mercancía, pasible de ser aprovechada hasta su destrucción.

Sin embargo, a los anteriores podríamos agregar un tercer período, que necesitamos construir socialmente, para lo cual se requiere de la participación consciente, racional, comprometida de las nuevas generaciones, para superar las actuales condiciones en que nos encontramos en relación al bosque amazónico. Este período, que bien podríamos llamar de reencuentro feliz con nuestro ambiente o de relaciones racionales,  es el que debemos construir responsablemente para promover,  a nivel social, una nueva percepción y actuación frente a NUESTRO AMBIENTE; en la medida en que venimos tomando conciencia de que cuanto mejor es nuestro ambiente, es mejor  nuestra vida social e individual.

Es decir, a mayor calidad de ambiente, mayor calidad de nuestra vida. Y mayor calidad de ambiente quiere decir aire más puro, sin polvos pululantes, sin humos ni ruidos destructores; quiere decir agua limpia, sin impurezas, segura para nuestra salud; quiere decir calles sin basura, sin excretas, sin malos olores; quiere decir árboles frondosos, respetados, llenos de vida, albergues de las avecillas, con frutos respetados hasta su maduración, bien ubicados en las calles, bien podados; quiere decir pajaritos silvestres bien protegidos, cuyos nidos son respetados, cuyos trinos son escuchados y disfrutados; quiere decir ríos, cochas y quebradas con aguas que dan vida a los peces, a las plantas, a los animales; quiere decir uso racional y pleno de nuestros recursos, en el marco doctrinal del Desarrollo Sostenible.

Mayor calidad de ambiente, entonces, quiere decir muchas cosas que los humanos debemos aprender a lograr a partir de una adecuada formación, que debemos lograr en el marco de una educación forestal pertinente.

 (*) Artículo publicado en revista ARTERIA CULTURAL, marzo 2012: 
          http//issuu.com/arteriacultural/docs


Nota: Ilustraciones del artista plástico Jaime Choclote




sábado, 10 de marzo de 2012

EDUCÁNDONOS EN EL RESPETO A LA NATURALEZA

Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP

Atardecer en el río Napo, belleza que 
enriquece el espíritu.
Tenemos que tener muy presente que la MADRE NATURALEZA no es algo puesto como al descuido en el camino de la especie humana; algo pasivo y a la espera de las ocurrencias comportamentales de los hombres y mujeres que conforman los diversos Pueblos del planeta.

La naturaleza está regida por leyes que fueron establecidas mucho, muchísimo antes que nuestra especie y todas las otras especies fueran apareciendo como consecuencia, precisamente, de esas leyes.

Por lo tanto, nada en ella es improvisado, ni ocurrencia caprichosa, ni veleidosa imprevisión. Su dinámica obedece a un patrón inexorable, de curso obligatorio en sus diversas manifestaciones, por ser parte de la maravilla cósmica.

Naturaleza mostrando su excelsa belleza.
Los humanos, inteligentes como somos, debemos justificar esa capacidad, de la que la misma naturaleza nos ha dotado seguramente que pensando en que debemos usarla para el bien de ella también, expresando en nuestros comportamientos un respetuoso reconocimiento a su dinámica, sin llegar a los límites del violentamiento.

Para quienes vivimos en esta parte de la región amazónica llamada selva baja o región OMAGUA (“región de las aguas dulces”), esta verdad debería tener un carácter axiomático, es decir, de un principio inviolable en lo referente a nuestra actuación social frente a las leyes de la dinámica de las aguas. Su no observancia, el olvidarnos de su invariabilidad, sea por ignorancia o sea por irresponsable capricho, nos acarrea graves consecuencias, entre las cuales se incluyen el dolor, las pérdidas de vidas, la intranquilidad familiar, el malestar social, las pérdidas económicas, la insalubridad ambiental, etc., tal y como lo acabamos de constatar contundente, aunque dolorosamente, en todo este gran sector del llano amazónico.

Por ello es que es necesario que dediquemos más que algunos momentos a la reflexión sobre este asunto, pues, al parecer, la falta de respeto a la naturaleza se viene profundizando y las consecuencias sociales a causa de ello, van a ser cada vez más graves.
Canoas en deleite contemplativo frente al río.
Por más que lleguemos con ayuda material, consistente en medicinas, alimentos o implementos de necesidad inmediata, ello no nos lleva a la solución del problema, pues uno o más años después, el drama se hará presente, de repente multiplicado en sus consecuencias. Entonces, no habrá ayuda material que sea suficiente para paliar el dolor y la desgracia, pues la política de respuestas inmediatistas es onerosa a largo plazo, aunque en el presente nos brinde éxitos aparentes.

Entonces, se hace necesario que afrontemos responsablemente esta situación desde el único ángulo que, a nuestro entender,  nos podría permitir una solución duradera: la educación, es decir, la formación actitudinal y valorativa de la población amazónica, por cierto que la mestiza, en el pleno respeto a la naturaleza. Respeto que lo hemos perdido desde el momento mismo en que la tradicional escala de valores creada por los Pueblos Indígenas de esta región, fuera desplazada  y remplazada por un universo axiológico muy ajeno a nuestro mundo ecológico.
Balsero mostrando habilidades propias de
un ribereño.
Aceptar esta forma de solucionar tales problemas implica abandonar viejos y sólidos paradigmas que han imperado en el campo educacional de nuestro país y región, que nos llevaron a dar vida a una educación indiferente a nuestros problemas, marginal a nuestra realidad, descontextuada para todo efecto formativo de la niñez y juventud amazónicas. Implica, por lo tanto,  replantear nuestra educación para darle pleno significado de servicio a nuestra región, es decir, retomar aquellos valores que tradicionalmente nos permitieron adoptar comportamientos sociales e individuales en plena consonancia con nuestra forestalidad.

Pero, no tenemos otro camino que tomar, desde nuestro punto de vista. Tenemos que reconocer que, si parte grande del problema involucra a la educación, gran parte de la solución también pasa por el  terreno de la educación. Es desde ella que tenemos que abocarnos a inducir en las nuevas generaciones actitudes de respeto y valoración de la naturaleza en sus diversas manifestaciones, para saber los límites dentro de los cuales podemos movernos sin atentar contra nuestra propia integridad individual y social.

Requerimos, pues, educarnos para saber establecer relaciones armoniosas con nuestra bella y pródiga naturaleza, que también sabe ser muy severa cuando sobrepasamos esos límites.


Aprendamos a respetarla para que ella nos respete.
















MARZO EN LA REGIÓN OMAGUA

Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP

LA CRECIENTE INCONTENIBLE
Marzo  se sitúa en plena época de creciente.
Sombrío y pluvioso amanecer, frecuente
en el mes de marzo.
Es el mes en que las aguas de los ríos están llegando a su máximo nivel, pues tanto las lluvias de nuestra propia región como las que se están produciendo con gran frecuencia e intensidad en los Andes, incrementan el nivel de las aguas, alagando gran parte del llano amazónico y haciendo menos caluroso el ambiente.

Las aguas ya se han expandido en forma incontenible y han desbordado los cauces de los ríos, llevando sedimentos con su carga de nutrientes, que se están  depositando en los bajiales que,  luego, unos meses más adelante, comenzarán a ser hermosos y promisorios campos de cultivo.

Caserío ribereño con las aguas crecidas,
próximas a sus viviendas.
El viviente ribereño tiene ya inundados sus caseríos y cultivos y, aun los que están en alturas, ven  el borde de las aguas muy cerca a sus viviendas.

Los locales escolares de las zonas más bajas han sido ya inundados, haciendo imposible cualquier actividad con los niños, que tendrán que esperar el inicio de la vaciante para llenar las aulas con sus juegos y alegrías.

Tahuampas y  cochas siguen recibiendo las aguas de los ríos y  las lluvias, a las que muestran su alborozo y complacencia regalándoles los cánticos felices de las aves que disfrutan del ramaje y la bonanza natural. 

En la intimidad de los aguajales hierve la vida.

Los peces están engordándose entre la hojarasca y los raizales, obligando al ribereño  a recurrir a su larga experiencia e ingenio para pescarlos, en cauta y silenciosa faena, haciendo uso de trampas, espiñeles y cordeles.

Venados y sachavacas, huanganas y majases, añujes y sajinos han buscado refugio en las restingas más altas, en donde se han puesto a salvo de las aguas que se han posesionado de las partes bajas del bosque.

Anuncios de tempestad en pleno Amazonas.
En pocos días, marzo volará envuelto en las hojas que arranquemos de los calendarios, dejando en cada uno de nosotros un especial mensaje en nuestras almas, pero, para ese entonces, ya habrá cumplido la misión que la sabia naturaleza le ha encargado en este mundo forestal.

Mundo en el cual las leyes, establecidas desde hace millones de años, se cumplen bajo el más estricto ordenamiento.

Esa es la ley de la selva.

Es esta la naturaleza que viene inspirando a músicos, pintores, poetas, novelistas, etc. para cantar su hermosura.

Naturaleza que también debe ser estudiada para conocerla y comprenderla, pues ha servido de hábitat milenario a grandes pueblos que hoy esperan nuestra comprensión, el entendimiento de que ellos también tienen derecho a su propia forma de vivir, a su propio desarrollo y a la oportunidad para demostrarnos que podemos convivir en armonía, para hacer de la selva el escenario de la más bella diversidad cultural.

Ríos y  cochas pletóricos de agua son el medio
natural del ribereño amazónico.
Nuestra selva también debe ser amada y conocida por las nuevas generaciones para entenderla y disfrutar el canto de las aves, el bullicioso vuelo del pihuicho, del loro y del guacamayo, el graznar del urcututu y el  quejumbroso canto del ayaymama.

Es éste, pues, nuestro marzo, con su sol ardiente, sus lluvias refrescantes, su calor intenso, su frescura anhelada y sus atardeceres esplendorosos, que nos invitan a deleitarnos con los mensajes de la naturaleza efervescente, que nos llegan flotando en las aguas de esta creciente en progresión.


 TUYUYO,  ave integrante de la
biodiversidad amazónica.
 Mes de bandadas de loros, pihuichos, guacamayos. Y también de sui suis, picaflores y golondrinas que alegran el amanecer.

Mes de madrigales este marzo que  se va. Madrigales  que cantan las aves al paso de las nubes y que entonan las gotas de las lluvias al caer en las hojas de las amasisas, inclinadas en los bordes de los ríos.


Dulces cantos de las golondrinas inspirados en las horas del amanecer y del melodioso aleteo del picaflor intentando llegar a la flor encendida que parece el sol al reflejarse en la quieta superficie de las aguas.