domingo, 17 de junio de 2012

EDUCAR EN EL ESCENARIO COMUNAL



Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP

Caserío ribereño con todo un potencial formativo
para los niños, que debe incorporarse en el desarrollo
curricular.
Que nuestra compleja y diversa realidad regional no está presente en el material didáctico (libros, enciclopedias) elaborado por el Ministerio de Educación y disponible actualmente en las instituciones educativas urbanas y rurales, mestizas e indígenas, de nuestra región amazónica, es una contundente y dolorosa constatación.

Ella, con su grandiosa riqueza, viene siendo marginada de la intencionalidad formativa del sistema educativo nacional, obedeciendo a anacrónicos prejuicios sobre nuestra región, que hemos heredado de la época colonial. Inconcebiblemente mantenidos por el centralismo educacional, impuesto por el ente rector nacional, tales prejuicios son los que posibilitan una serie de omisiones y tergiversaciones que hoy podemos encontrar en el material impreso que proviene de dicha entidad, que encarga su elaboración a personas con muy poca cercanía cognoscitiva y afectiva, víctimas de prejuicios sobre la realidad amazónica y dudoso compromiso con la construcción de una nueva sociedad nacional.

La dinámica sociocultural del pueblo debe ser
aprovechada para fines formativos.
Por ello es que, estando ya avanzado el nuevo año escolar y a un año de iniciado el nuevo gobierno nacional nos preocupa que no se hayan dado sino indicios de que dicho ministerio va a seguir insistiendo en su actitud excluyente respecto a nuestra región, exclusión incomprensiblemente tolerada, a estas alturas de los tiempos, por las autoridades regionales, quienes, es evidente, no dan mayor importancia al conocimiento de nuestra realidad regional  como soporte básico para la construcción de la educación que requerimos y merecemos los amazónicos.

En este sentido, queremos insistir en la trascendencia formativa que tiene para los educandos el conocimiento de su comunidad para la toma de conciencia plena, analítica, crítica y constructiva, que les permita su ubicación consciente y progresiva en su entorno inmediato (en concordancia con su edad), que les posibilite su incorporación participativa en el desarrollo de su comunidad, como escenario central en el que hacen su vida  cotidiana.

Como bien sabemos, este conocimiento puede ser logrado por dos vías no excluyentes y complementarias: libros o documentos escritos y virtuales y la observación sistemática del entorno socio-ecológico y cultural, en sus diversas dimensiones (local o comunal, distrital, provincial, etc.).

Pero, es el caso que, por las razones ya puntualizadas, es escaso o nulo el material impreso con informaciones referidas a nuestra realidad regional y, mucho peor, a las comunidades ribereñas (indígenas y mestizas), que son los escenarios de acción magisterial predominantes en nuestra región.

La diversidad de elementos presentes en cada
comunidad debe ser transformada en
contenido curricular.
Por lo tanto, el magisterio regional debe enfrentar constructivamente el reto de suplir esta carencia para imprimir a su labor la trascendencia y significatividad que requieren las actuales circunstancias de marginación y trato injusto de las que somos víctimas nuestra región y las personas y pueblos que en ella habitamos.

Reconociendo, entonces, que carecemos de material impreso formal, cuyo contenido se refiera a nuestra compleja realidad, sin embargo, tenemos a la propia REALIDAD que nos rodea y es el escenario privilegiado de nuestro actuar docente.

Por lo tanto, no debemos desaprovechar dicha ventaja haciendo de ella, en óptima expresión de nuestro compromiso con los destinos superiores de nuestra región,  el MEJOR E INSUPERABLE LIBRO EDUCATIVO, pues cotidiana y permanentemente está abierto y disponible para nuestros afanes formativos.

La relación de los humanos con su entorno
encierra un excelente potencial formativo.
Por cierto que esto requiere de la asunción y práctica de un paradigma insuficientemente activado hasta hoy: educar en el escenario comunal, que encierra tanta o más potencialidad formativa como el educar en el aula, que es el paradigma que excluyentemente hemos venido poniendo en práctica. Dado que el uno no se contrapone con el otro, y, al contrario, encierran una mutua complementariedad, es nuestro deber poner en práctica ambos  recursos para nuestros propósitos educativos.

Debemos tener muy presente que en la educación tradicional dicho material impreso, en sus diferentes  modalidades, no era sino portador de una realidad que la asumíamos como objeto de nuestros esfuerzos cognoscitivos; sólo que era una realidad lejana, extraña, parte de nuestro mundo grande pero no del pequeño, cercano y vivencial respecto a nuestros educandos.

En consecuencia, todo lo que tenemos que hacer es agregar una dimensión más, pero en categoría privilegiada, a nuestros esfuerzos de educadores: LA REALIDAD COMUNAL INMEDIATA, como fuente y referente de nuestra labor profesional.

Sólo así estaremos dando inicio a la más auténtica regionalización de nuestra educación.





NOTA: Artículo publicado en el semanario KANATARI, 17-06-12 (www.ceta.org.pe)

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