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Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

martes, 11 de agosto de 2020

REFLEXIONES EN EL CANTO DE LA COCHA: A LA COMUNIDAD LORETANA

 A LA COMUNIDAD LORETANA:

"REFLEXIONES EN EL CANTO DE LA                                     COCHA"
Las actuales generaciones amazónicas tenemos la gran responsabilidad social de encarar reflexivamente nuestra realidad, en sus características y sus problemas. Reflexiones que deben hacerse a partir de su más profundo conocimiento, en la medida en que vayamos corriendo los velos que impiden vernos tal y como somos.

Reflexiones que tienen que hacerse sobre nuestro pasado y presente para poder encaminar nuestros pasos hacia el futuro, atribuyéndoles un significado a nuestras decisiones.

Para eso ha sido escrito este libro: motivar una profunda reflexión sobre nosotros mismos y entender el por qué y para qué de nuestra presencia en esta región. Para que nuestra vida no sea un simple caminar perdidos en el bosque o lo que quede de él.


Con estas palabras hacemos entrega de este libro para su libre análisis y apreciación.
Muchas gracias.
                                    Profesor GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA
Iquitos, 08 de agosto del 2020.

La imagen puede contener: planta y texto

¿QUÉ ES "REFLEXIONES EN EL CANTO DE LA COCHA?"

 

 La imagen puede contener: Gabel Daniel Sotil García                                        

Es una obra centrada en la realidad amazónica, en personal enfoque del autor.

Parte de la premisa de que nos es necesario hacer esfuerzos reflexivos para entender nuestra realidad, comprender nuestra misión como región con su propia personalidad y crearnos una ruta coherente  de desarrollo a partir de nuestras potencialidades. Es decir, construirnos un camino coherente con las potencialidades físicas, sociales y espirituales que poseemos. Todo ello con la finalidad de superar nuestra condición colonial que nos ha fijado  el Gobierno Central, papel que venimos desarrollando por el lapso de medio milenio, y que se expresa en el fiel acatamiento de cuanta disposición emane de dicho poder, aunque atente contra nuestra integridad o viole nuestra personalidad.

Por cierto que dicha superación implica que nos decidamos socialmente a asumir un rol activo en dicha gesta, dejando de lado nuestro conformismo, pasividad, resignación y milagrismo.

Son diversos los temas que sometemos a un análisis para caracterizar su actual situación, tanto en el contexto interno  como nacional.

Este procesamiento intelectual nos permite acercarnos a dicha situación y proponer una reflexión, como un intento de involucramiento social para asumir la tarea de búsqueda de las soluciones planteadas por nosotros mismos, teniendo en cuenta los acontecimientos de mayor trascendencia de nuestra región para tomar plena conciencia de dicha realidad.

Por cierto que los temas abordados no son los únicos que deben ser sometidos al ejercicio de la razón. La complejidad de nuestra realidad nos invita a seguir encontrando nuevos temas que se vienen construyendo en los actuales momentos, para darle forma a una vida social esencialmente amazónica, en el marco del desarrollo humano, que garantice la continuidad de los ejes que dieran sustento a las diversas culturas que se han venido desarrollando en nuestra selva.

En resumen, proponemos la reflexión social como instrumento central de cuanta decisión se desee tomar para garantizar una dinámica social coherente con nuestras características regionales: la forestalidad y la multiculturalidad, en el marco del reconocimiento igualitario de  nuestra selva en el concierto nacional.

                                                             Prof. Gabel Daniel Sotil García

viernes, 3 de julio de 2020

IMÁGENES CON LAS QUE ACTUAMOS EN NUESTRA REGIÓN



                                           Prof. Gabel Daniel Sotil García






Hurgar en el inconsciente colectivo para acercarnos a las imágenes que tenemos formadas acerca de nuestra región es de suma importancia para entender nuestra actuación social a través del tiempo.

Haciendo un ensayo de exégesis, nos vamos a atrever a  hacer este intento.

Comportamientos tradicionales consolidados en el
actuar colectivo
Una primera imagen,  que podríamos puntualizar, es consecuencia de los factores que han incidido en la forma en que hemos aprendido a verla y aceptarla como un territorio libre para ser conquistado, tal y como la percibió el primigenio conquistador europeo. El misionero, el evangelizador, llegaban a conquistar la selva, venían a captar adeptos para su idioma o para su religión. Igual en la época republicana, en que se venía a captar adeptos para los sistemas políticos y administrativos. Siempre, entonces, la selva ha sido un territorio de conquistas, un territorio de libre disposición. César Arias Ochoa, escritor poeta, la ha calificado como “la casa sin puerta”. Yo creo que la metáfora es plenamente válida. Esa es la visión que hay en el país y en nosotros los amazónicos, sin temor a equivocarnos. Observemos el comportamiento de las autoridades políticas, administrativas, religiosas y veremos cómo la gente   viene a conquistar la selva, a hacerla suya o hacerla parte de sus sistemas conceptuales o de sus sistemas de decisión. Es decir, nuestra región ha sido y es considerada escenario propicio para la extrapolación de modelos, de sistemas, de doctrinas, etc. de origen foráneo, incompatibles con nuestra realidad, en un vano intento por adecuarla a ellos, como ya fuera dicho.

Por lo tanto, siempre signados por el fracaso.

Una segunda imagen característica en la percepción de  nuestra Amazonía es considerarla como poblada por personas incapaces para buscar y encontrar soluciones a sus problemas, por lo tanto, hay que decidir por ellas. El tutelaje ejercido sobre nosotros  a través de la presencia controlista del estado y el asistencialismo practicado por los gobiernos de turno e instituciones, no expresan sino este prejuicio que, al final, le sirve para justificar el centralismo político-administrativo, del cual somos víctimas. Según esta percepción, sea por nuestro atraso o por nuestra  condición cultural no merecemos confianza en que vamos a tomar adecuadas decisiones,  por lo tanto, deciden por nosotros. Recordemos, hasta hace poco, la designación de las autoridades políticas y tendrán  la evidencia más contundente de aquello que estamos puntualizando en estos momentos. Para la visión del gobernante, incluso para nosotros mismos respecto a otros segmentos poblaciones y a las otras culturas, también somos incapaces de encontrar soluciones. Se nos percibe y a la vez percibimos a los demás como personas minusvaloradas.


Eso no es sino la expresión de que tenemos tremendos prejuicios  sobre nuestras culturas indígenas.

Otra visión que tenemos de la Amazonía, que incluso es parte de nosotros los amazónicos, como consecuencia de uno de los mitos que ya mencionamos, es  que no somos sino una región abastecedora de materias primas. No pasamos de ese rol. No tenemos más qué reclamarle al país sino esa ubicación: ser la despensa que tiene que darle al Perú  lo que necesita. Esa es nuestra ubicación que se nos ha dado lógicamente: proveedores de recursos, y que nosotros hemos aceptado, entre otros, vía la educación formal.

Centro del poder político-administrativo, Iquitos
              represente el conjunto de los intereses de nuestra
capital nacional.

Una siguiente visión que tenemos de la Amazonía, de la cual también nosotros somos víctimas, es que consideramos que nuestra región es un escenario propiedad de los mestizos, un escenario para la hegemonía excluyente de la cultura mestiza y de quienes pertenecemos a ella. No reconocemos ninguna participación de los pueblos indígenas. Algunos científicos sociales vienen insistiendo en la necesidad de tener en cuenta a los miembros de estos pueblos indígenas en cualquier decisión que tomemos respecto a nuestra región, pues ellos tienen que decir muchísimo; pero, nuestra percepción es que nuestra Amazonía es propiedad del blanco, del mestizo, del wiracocha o wiracucha (como se nos designa en algunos pueblos), de la cultura dominante  y los nativos no tienen nada que decir, los pueblos indígenas no tienen nada que ver. En la elaboración de los planes de desarrollo amazónico, es muy poco lo que se tiene en cuenta. ¿Quién representaba los intereses amazónicos concordantes con sus características y necesidades? ¿Por qué no los tenemos en cuenta?  En realidad casi no existen para nosotros en nuestra mente. Aceptamos como natural, desde nuestro racismo heredado culturalmente, una relación jerárquica con las demás culturas de nuestra región. Por ello llamamos “tribus” a los Pueblos Indígenas, calificamos de “dialecto” a sus sistemas lingüísticos y los calificamos con palabras despectivas a su núcleo étnico.

Finalmente debemos decir que, tanto para fines de política nacional como de referente psicológico en la mente de los peruanos, somos percibidos como una región sin importancia. Miren que al Perú se le define como país andino y Uds. saben que la mayor parte del Perú está ocupada por la Amazonía; las dos terceras partes son amazónicas ecológicamente y, sin embargo, el Perú es considerado un país andino. A nadie se le ocurre que el Perú es un país amazónico o, en todo caso, amazónico-andino; pero no, la designación termina con andino y punto. Las dos terceras partes que son amazónicas no tienen importancia para el país.

Y eso tiene otra  consecuencia: que en la educación nacional no está presente tampoco la realidad amazónica. Nadie estudia nada de la Amazonía ni acá mismo, como ya lo acabamos de decir. No merecemos estar presentes en el currículo de estudio nacional. La Amazonía sigue siendo una gran ignorada porque no tiene importancia. Pareciera que el Perú carece de región amazónica.

Ahora bien, si analizamos la actuación de personas e instituciones referida a la solución de los problemas que afectan a nuestra región, encontraremos que esta actuación está definitivamente determinada por la forma en que es percibida esta región, por la imagen que tenemos de ella. Es decir, cada persona e institución, define su rol dentro de nuestra región en función a la concepción  que tenga de ella. No es un componente psicológico pasivo y neutro. Al contrario, es actuante en y desde  nuestra interioridad. Dicho de otro modo: esa concepción es fuente de decisiones respecto a qué hacer y qué no hacer en y con la Amazonía. Es evidente, entonces, que detrás de las decisiones  políticas, administrativas, organizacionales, culturales, científicas, prácticas, etc., que se toman respecto a nuestra región, tanto por personas como por instituciones, está presente una forma de percibirla en su dinámica histórica, actual y en cuanto a su significado que, incluso, implica una pre-visión de su futuro.

Por ello es que es de suma importancia el que seamos conscientes de estas percepciones o imágenes vigentes en el imaginario nacional y regional.

Iquitos y otras ciudades amazónicas  cumplen
                 la función de engarce de los intereses extractivistas
                  capitalinos frente a los recursos naturales
                 de los pueblos amazónicos.
Pues no debemos olvidar que Marc Dourojeanni, en su libro “Amazonía, ¿Qué hacer?”, dice, lapidariamente: “Es así como la Amazonía  continúa siendo, hoy como en el pasado, inspiración para las más disparatadas opiniones y fantasías”.

        En el caso de la Amazonía, si bien los indígenas no sufrieron las consecuencias de las Encomiendas, sí sufrieron las de las Reducciones, en un primer momento y, luego, las de las diversas formas de explotación inventadas por los invasores de sus territorios y arrebatadores de sus recursos en la época republicana. En todo este proceso, los nativos vieron conculcados sus derechos como personas y como Pueblos, ante lo cual, por cierto que se rebelaron férreamente. (Ver “Panorama histórico de la Amazonía, una visión desde la selva)

        En los últimos años la sociedad nacional ha venido madurando por influjo de ideas y doctrinas que han hecho cambiar su forma de percibir a los indígenas, cambiando sus actitudes hacia ellos, todo lo cual se ha expresado en leyes o normas jurídicas protectoras de dichos derechos, que tampoco se han hecho realidades plenas, no pasando de ser sólo buenas intenciones expresadas en papel.

        Sin embargo, es interesante hacer notar el sentido y la naturaleza de este proceso de cambios de percepción de los indígenas por la sociedad nacional.








viernes, 5 de junio de 2020

EL AMBIENTE Y LAS PANDEMIAS


Por el día mundial del medio ambiente – 05 de junio, 2020

 EL AMBIENTE Y LAS PANDEMIAS
 ¿ESTAMOS SOBREPASANDO LOS LÍMITES DE TOLERANCIA DE NUESTRO PLANETA?
                                                                                    Gabel Daniel Sotil García

Como bien sabemos, la nuestra, la especie a la que pertenecemos, la HUMANA, es la que más diversidad de necesidades posee. Es a impulso de dichas necesidades, que actúa sobre su medio ambiente, modificándolo de acuerdo con intereses propios de una época, lugar, clase social, etc. determinados. Es esta acción de alteración de su entorno la que viene adquiriendo caracteres destructivos en algunos sectores de la humanidad, a tal punto que viene significando inminente peligro para la supervivencia de nuestra especie, pues, al parecer de eminentes investigadores, las alteraciones que venimos causando a los diversos entornos ambientales, vienen liberando fuerzas o factores que aún no estamos en condiciones de controlar, y que se transforman  en causas de muy diversos  perjuicios  para las condiciones sanitarias de nuestras sociedades.

Hoy, en este DÍA DEL MEDIO AMBIENTE, celebrado en condiciones muy especiales por la pandemia de la que somos víctimas a nivel mundial, debemos hacerlo propicio para seguir esclareciendo y tomando conciencia del rol que, como especie, tenemos: la obligación de asumir el conocimiento cada vez más profundo del fragmento de suelo en nuestro planeta TIERRA, en el que hacemos nuestra vida individual  y social. Pero no solo conocimiento sino, también, afecto, amor a esta porción de superficie que compartimos con los demás seres humanos, a cuyo cuidado debemos abocarnos para que siga siendo nuestra eterna morada en esta maravillosa inmensidad cósmica.  

Debemos tener presente y tomar plena conciencia de que esta pandemia causada por el CORONAVIRUS (COVID 19) no es solo una alteración parcial de los estados sanitarios de nuestra sociedad (regional, nacional y mundial), sino  un tema pendiente, uno de los grandes temas a los que tenemos que, finalmente, darle la máxima importancia e incluirlo en la agenda de nuestros planes de gobierno nacional y regional, pero no para que se quede en simple, pasiva y tímida referencia, como hasta ahora, sino objeto de decisiones inmediatas en los programas de acción con énfasis prioritario, para que no vuelva a sorprendernos como lo ha hecho esta pandemia en las  actuales circunstancia, a elevadísimos costos sociales y humanos.

Es bien cierto que, por efectos de la educación tradicional, en nuestra mente carecemos de un imaginario que se correlacione con nuestra realidad, tanto en cuanto a conocimientos como en cuanto a valores y actitudes relacionados con nuestro ambiente; sin embargo, el daño que venimos causándole directamente nos obliga, en todas las dimensiones, a incorporarlo como referente de urgentes decisiones individuales e institucionales dirigidas a su conocimiento, comprensión, valoración y preservación.

Esta decisión es mucho más urgente ahora que tenemos mayores y contundentes evidencias de que las graves agresiones que le inferimos, finalmente repercuten mucho más gravemente sobre los seres, humanos y no humanos, de nuestra región, país y planeta en  que vivimos; consecuencias del progresivo agravamiento hasta límites incontrolables si no tomamos las decisiones adecuadas oportunamente. Aunque, a estar por los informes de las instituciones del nivel mundial, interesadas en el tema ambiental, ya estamos sobrepasando, si no lo hemos hecho ya, los límites de  tolerancia de nuestro planeta.

De aquí que sea de prioritaria importancia inducir en nuestros educando las imágenes mentales adecuadas para garantizar una actuación coherente con el entorno externo, pues de la calidad de ellas depende la calidad de nuestra actuación ambiental.

Actuación que aún viene siendo regida por los efectos de la educación cuyos propósitos, dinámica,  organización y contenidos no han sido diseñados para el mundo forestal que nos alberga en esta región, razón por la cual la indiferencia, el miedo o el rechazo son sus características básicas  en quienes pertenecemos a la cultura mestiza.

Por esta razón, los niños que ingresan al sistema educativo formal, acumulan sentimientos negativos, actitudes despectivas frente a nuestro excepcionalmente hermoso ambiente, belleza que pasa inadvertida la mayor de las veces, pues no hemos sido capacitados mentalmente para valorarla, para disfrutarla, para enriquecernos con ella, al igual que su riqueza material, frente a la cual sólo se nos ocurre extraerla para comercializarla hasta el exterminio.

Es así, pues, cómo la actual educación trasunta el total desconocimiento de quienes la diseñaron en otras realidades y, por lo tanto, viene construyendo una negativa imagen mental de nuestro ambiente, sea por omisión o por tergiversación, a partir de la cual los educando de hoy y los ciudadanos del mañana, definen su posición existencial frente a nuestra región.

Consideramos, pues, que debemos hacer un gran esfuerzo para replantear los mensajes que vamos instalando en la mente de nuestros niños, si es que los queremos practicantes de nuevos comportamientos protectores de nuestra riqueza ambiental, e impida la repetición de sucesos, cuya dolorosa vivencia nos castiga en la mayor  profundidad de nuestro ser.
  
Mientras este trabajo, delicadísimo por cierto, no se realice, no tendremos ninguna garantía de recuperar la convivencia armónica con nuestro ambiente, lección que hemos olvidado de los Pueblos Originarios de nuestra región y del mundo entero.

Pero, con ser necesaria esta condición, no es suficiente, pues, mientras vamos educando de una nueva manera a las nuevas generaciones bajo el lema “AMOR AL MEDIO AMBIENTE”, las instituciones públicas y privadas, existentes hoy, cuyas responsabilidades tienen que ver con el medio ambiente, deben desarrollar una acción más decidida en defensa de este patrimonio de la

humanidad; en especial, en nuestra región en donde se viene infiriendo gravísimas heridas a nuestro bosque ante la pasividad de las mismas, pasividad que llega a los límites de la complicidad con las empresas y agentes del extractivismo comercial, a quienes sólo les importa aprovechar nuestros recursos naturales, al margen de las consecuencias ambientales, culturales y sociales, que de ello pudieran derivarse.



lunes, 2 de marzo de 2020

REFLEXIONES EN EL CANTO DE LA COCHA - INTRODUCCIÓN



REFLEXIONES EN EL CANTO DE LA COCHA  (*)

INTRODUCCIÓN 

Las actuales generaciones amazónicas tenemos la gran responsabilidad social de encarar reflexivamente nuestra realidad, en sus características y sus problemas. Reflexiones que deben hacerse a partir de su más profundo conocimiento, en la medida en que vayamos corriendo los velos que impiden vernos tal y como somos.

No nos parece responsable hacer este encaramiento como si fuera una trocha ya hecha, que sólo tenemos que recorrer. Sería una tremenda irresponsabilidad afrontarla en actitud ingenua, pasiva, de conformismo, milagrista y de resignación. De ser así, sólo nos quedará replicar el rol que hemos cumplido en estos últimos quinientos años: esperar que las soluciones nos vengan de afuera.

Y por cierto que nunca llegaron, ni tampoco llegarán.

Entonces, ante una evidencia tan contundente como es la que nos proporciona la historia de este último medio milenio, debemos cambiar de actitud, a partir de una profunda autocrítica, la misma que debemos también dirigir a los problemas que nos afectan y cuya proyección claramente nos indica que continuarán agravándose.

Análisis, crítica, reflexión sobre nuestros problemas para construir las soluciones pertinentes, a partir de una visión integral, tanto en tiempo como en espacio, más allá de nuestras experiencias inmediatas, para crear caminos socio – cultural, política y ecológicamente viables, para hacer que el tercer milenio en nuestra región tenga el libreto que nosotros escribamos.

Esta obra, que expresa, estrictamente, la visión personal del autor, está conformada por artículos de reciente construcción al calor de algunos de los problemas que nos afectan y quiere ser un aporte para esa reflexión regional, con la intención de contribuir con la creación de nuestra propia ruta cultural, en cuanto a búsqueda de soluciones.

Búsqueda que todos, personas e instituciones, debemos emprender, pues la persistencia y agravamiento de nuestros problemas, debe ser motivo más que suficiente para abocarnos a la construcción de un futuro propio, original y que sea el producto de nuestro esfuerzo colectivo. 

Única manera de aprender a reflexionar socialmente para crear nuestras propias soluciones, como una particularidad dentro de nuestro país.

De lo contrario, en nuestra dinámica seguiremos dependiendo exclusivamente del aporte foráneo.

                                                                Prof. Gabel Daniel Sotil García

 (*) Libro de pronta presentación en nuestra ciudad. 



viernes, 14 de febrero de 2020

LA AMAZONÍA RECLAMA SUS DERECHOS


 A propósito de un parque

LA AMAZONÍA RECLAMA SUS DERECHOS

Gabel Daniel Sotil García

¿Cuánto tiempo somos capaces de seguir escuchando y obedeciendo como región lo que otros deciden sobre nosotros?

Desde hace algún tiempo, en varios medios de comunicación de nuestra ciudad, se viene hablando de un PARQUE, el cual sería denominado BICENTENARIO, no sé por voluntad o decisión de quién. Pero, el hecho es que ya, muy subliminalmente, se nos viene acondicionando psicológicamente, para que los loretanos aceptemos dicha denominación, sin habernos consultado; es decir, sin el más mínimo respeto por nuestros derechos culturales.

¿Por qué dar esa denominación de BICENTENARIO a una obra (el parque) que debería expresar mejores significados simbólicos relacionados con nuestra cultura, o nuestra gesta histórica, o nuestras características geoecológicas, etc.?

Al parecer, los mismos mecanismos que siempre nos marginaron en diversos aspectos de nuestra dinámica  sociocultural y política, se vienen movilizando para que, una vez más, aceptemos lo que se decide sobre nosotros. Este suceso no expresa sino una larga historia en que a los loretanos se nos ha venido despojando de un elemental derecho a decidir, haciéndonos simples objetos o destinatarios de decisiones que se toman muy lejos de nosotros, por gente que apenas conoce y peor ama a nuestra Amazonía.

Veamos, si no, esta pequeña historia: Ya en 1542, don Francisco de Orellana se ha de encontrar con una inmensidad acuática, cuyo nombre era Paranaguasú, Paranatinga, Tungurahua, Parón Ewá, de acuerdo al sector de su recorrido, frecuentado milenariamente por los indígenas. Como ninguno de esos nombres fue del agrado de los españoles, pues le pusieron el nombre que quisieron: Amazonas. Es decir, ninguno de los anteriores.

Es así que, durante toda la época colonial, los topónimos (nombres de los lugares) a donde llegaban los conquistadores, fueron cambiados, eliminando los originarios y puestos bajo la advocación de un símbolo cultural (político, religioso, etc.). Ya en el periodo republicano, bajo un sistema centralista férreo, la tónica siguió el mismo patrón de comportamiento respecto a nuestra Amazonía. Era Lima de donde procedía la iconografía nominativa para monumentos, calles, plazas, lugares, etc.

Hasta hoy, ese es un comportamiento consolidado: yo decido por ti y tú acatas.

Así se han definido los roles, por cierto que con la complacencia de quienes tienen el poder político-administrativo y económico

El caso actual, que analizamos, se refiere al denominado PARQUE BICENTENARIO, cuya denominación se nos quiere imponer y sobre lo que ya se viene trabajando subliminalmente para que aceptemos tal decisión, con lo cual se nos arrebata, una vez más, un elemental derecho: el de decidir sobre el nombre que deseamos darle a nuestros símbolos culturales.

Por ello es que debemos preguntarnos, quienes vivimos y amamos a esta región, y tenemos el deber moral de defenderla, ¿qué significado tiene para nosotros el BICENTENARIO, no como palabra sino como lapso histórico?

Por lo menos hagamos un recuento de los sucesos de mayor trascendencia para nuestra región acaecidos en el periodo que va del 1821 proyectándonos al 2021 (El Bicentenario), para ver si efectivamente merece que alguna expresión material o inmaterial de nuestra región tenga dicha denominación. Y que no sea solo para complacer al poder central.

Empecemos por el aspecto territorial: hacia 1810, al término de la época colonial y ad portas de la época republicana, nuestro país tenía una extensión algo mayor a dos millones de km²; sin embargo, en los actuales momentos nuestra extensión es de 1 285 215 km², habiendo perdido, en estos doscientos años, en mesas diplomáticas, más de 633 721 km², quedando reducida nuestra extensión selvática a 775 000 km², con la complacencia del centralismo limeño.

Además de ello, desde la declaratoria de la Independencia, nuestra región no mereció sino el olvido, la indiferencia de la clase gobernante, a tal punto que fue Dn. Ramón  Castilla, cuarenta años después, que se dio cuenta de nuestra falta de presencia en los ríos amazónicos, por lo que ordenó la construcción de los barcos que empezarían a llegar a partir de 1864.

Luego, el olvido nuevamente, la distancia, hasta la llegada, en  la década de los ochenta del Siglo XIX, de la denominada época del caucho, periodo durante el cual se debilitan aún más los nexos con el resto del Perú, pasando la selva a ser una colonia abastecedora de Europa para satisfacer las demandas inglesas de caucho (Hevea brasilensis).

Reforzada la “foraneidad” de nuestra región respecto al resto del país, el Perú dejó que, durante casi cuarenta años (1880-1915), tuviera como eje de referencia para todo efecto a Europa, manteniendo una relación formal de mínima influencia, que luego continuaría durante todo el periodo de reforzamiento del extractivismo, periodo durante el cual la selva, nuestra selva, sería mirada con ojos despectivos, como si estuviera habitada por gente de ínfima categoría, incapaz de decidir por sí misma, carente de los criterios para tomar decisiones, pero sí con inmerecidos grandiosos recursos naturales. Como hasta ahora se la percibe.

Concepciones que no expresaban sino los prejuicios heredados de la época colonial.

El palo rosa y resinas, las maderas, las pieles, los peces ornamentales, las aves silvestres, el oro, el gas, el petróleo, etc., tendrían sus respectivas épocas de auge en lo que va hasta el presente, pero todo al servicio de los intereses foráneos y sin mayor respeto por los intereses de los pueblos regionales, cuyos territorios quedaban depredados hasta el agotamiento.

Hoy, en estos momentos, sigue en pleno auge el proceso destructivo de nuestra integridad. Las aguas de los ríos y cochas siguen convirtiéndose en veneno para todo ser viviente, incluidas las comunidades ribereñas. En el tratamiento de las enfermedades, los pueblos amazónicos tienen la última prioridad, pues los servicios de salud llegan tarde o nunca. Las condiciones físico-sanitarias de los núcleos demográficos no garantizan la salud de sus habitantes, etc.

Miremos, entonces, el panorama selvático y nos daremos cuenta de la vacuidad del término BICENTENARIO para nosotros como periodo histórico.

¿Qué hemos ganado en estos dos siglos?: tala ilegal, narcotráfico, extracción depredante  de oro, degradación del suelo, cambio de uso del suelo, expoliaciones de territorios indígenas, epidemias y pandemias en las comunidades indígenas, carencias de servicios de salud, locales escolares mayoritariamente deficientes, etc.; todos ellos no son sino las lacras inferidas bajo la complacencia de la clase con poder económico y político del poder central.

Esa ha sido la tónica de siempre: decidir afuera e imponer adentro.

Es decir, nuestra región siempre como destinataria de acuerdos o decisiones, tomados por personas con muy poco interés por velar por su integridad, sin mayores lazos afectivos con su ser esencial, solo con lazos burocráticos y mercantiles.

El BICENTENARIO es, pues, para nosotros, una palabra hueca, un sinsentido, pues en estos dos siglos solo hemos sido objetos de la indiferencia, aunque sí la despensa pletórica de recursos para ofrecer al mercantilismo internacional.

Ha sido y es una palabra plena de un significado peyorativo por el trato que sufrimos en todos los aspectos por parte de nuestro país.

¿Qué podemos rescatar de este lapso?: Solo nuestro gran e incomprendido amor a la nación que, apenas si nos prodiga obligaciones múltiples, expoliaciones dolorosas, dado que, tanto pobladores originarios como mestizos, vemos el flujo imparable de nuestros recursos que salen en un viaje sin retorno, dejándonos un territorio maltrecho, dolorosamente reconocido como nuestro.

¿Es eso lo que queremos celebrar, con orgullo de pueblo castigado, marginado, minusvalorado, bajo la designación de PARQUE BICENTENARIO?

En este sentido, pido a las organizaciones sociales, sindicales, deportivas, de gobierno, etc., que hagamos algo para detener este atropello a nuestra dignidad de región multicultural, región de elevados niveles de espiritualidad alcanzados por los pueblos originarios. Busquemos, en nuestras creaciones cultural-espirituales, una denominación que debería tener dicho parque, que exprese nuestras intenciones, nuestros propósitos, nuestra idiosincrasia.

Planteemos esta celebración  como un conjunto orgánico de proyectos a desarrollar en nuestro futuro colectivo a corto, mediano y largo plazo, para  tener rutas tentativas que nos orienten en el NUEVO CENTENARIO QUE DEBEMOS DAR INICIO EN 2021.

De una vez por todas, hagámonos respetar.

Hagamos saber a nuestro país que en esta región vivimos también personas, que no solo hay recursos naturales.

Digamos a nuestro país que merecemos respeto de personas pensantes.

Digámosle, finalmente, que la palabra BICENTENARIO no nos dice nada, que no tiene ninguna trascendencia significativa, pues en ese lapso histórico hemos sido, y seguimos siéndolo, una región injustamente minusvalorada y en proceso de destrucción a causa de una política de gobierno que aún no tiene conciencia de su presencia en el territorio nacional.


viernes, 18 de octubre de 2019

REFLEXIONES EN TORNO A LA GLOBALIZACIÓN

Un ensayo interpretativo
 Gabel Daniel Sotil García
EL GRAN COSMOS, la casa grande
de nuestro planeta


La TIERRA es el planeta en el cual vivimos, compartiéndolo con las demás especies y  ocupando el tercer lugar dentro de nuestro  Sistema Solar. Según los cálculos científicos, actualmente vigentes, su formación habría comenzado hace unos 5 000 millones de años, pero la vida comenzó a germinar en ella hace unos 3 500 millones. Se estima que en estos momentos existen unos 6 millones de especies distintas, de las cuales un millón corresponden al denominado reino animal, dentro del cual se ubica la especie humana, cuyo proceso de formación se habría iniciado, según últimos estimados, hace unos seis a siete millones de años, en sus formas más  primitivas (homínidos), razón por la que podemos afirmar que somos una especie apenas nacida.

Pero, nuestro planeta no es homogéneo y nos ofrece diversidad de ambientes o ecosistemas particulares (ya identificados y clasificados), que han generado, también, diversas especies vivientes, que hoy son agrupadas en cinco grandes reinos.

La nuestra, la ESPECIE HUMANA, a diferencia de las demás especies, está distribuida en todo el planeta: desde las zonas más cálidas a las más frías, desde las más húmedas a las más secas, conservando siempre sus características básicas; en cambio, las demás especies  tienen hábitats específicos con los cuales establecen relaciones determinantes de sus características, a tal punto que fuera de ellos  disminuyen grandemente sus posibilidades de supervivencia.

Sin embargo, nuestra especie no tiene estas limitaciones, pues frente a la diversidad de ambientes que nos ofrece nuestro planeta responde  creando CULTURAS diferentes, que es su manera de adaptarse creativamente al entorno particular, generando así, lo que se llama  la DIVERSIDAD CULTURAL, pero conservando su unidad como especie. Las CULTURAS son el resultado de la interacción de los GRUPOS HUMANOS  con ambientes específicos, razón por la cual son diferentes entre sí. En estos momentos se estima que existen cerca de tres mil culturas en todo nuestro planeta, con diferentes cantidades de integrantes; unas con millones y otras con apenas decenas o centenares de miembros; culturas que diferencian a un grupo humano de otro, pero teniendo el mismo valor. La CULTURA no jerarquiza ni a las personas ni a los Pueblos.

Ahora bien, cada GRUPO HUMANO está integrado por personas o individuos que comparten la base común que  les brinda la cultura de su respectivo grupo, pero que se construyen en forma peculiar, propia. Se estima que en estos momentos existen unos seis mil millones de seres humanos conformantes de los diversos grupos humanos en que se ha dividido  nuestra especie.

Con lo dicho hasta aquí, podemos afirmar sustentadamente que el proceso de diferenciación  cultural e individual de NUESTRA ESPECIE es consustancial a ella. Es una de sus vocaciones dominantes. Es esta diferenciación la respuesta que nuestra especie da a la diversidad de ambientes que conforman nuestro planeta. Pero, ratificamos, con esta diferenciación o diversificación no se pierde lo esencial de nuestra especie: al contrario, se reafirma. Pero, este proceso de diferenciación de ninguna manera implica jerarquización de la PERSONAS y los PUEBLOS, pues conservamos nuestra esencial naturaleza, demostrada con la presencia única de la carga genética (Genoma Humano), en cualquier persona, independientemente de su raza, cultura y proceso de construcción individual.

Pero, la ESPECIE HUMANA ha dado otro paso hacia su diferenciación, que se concreta con la aparición de los PAÍSES, que en estos momentos se estima que existen en una cantidad cercana a los doscientos. En la mayoría de ellos coexisten diversas naciones, como en el caso peruano, conformando un país plurinacional (por su diversidad de culturas), entre las cuales se establecen diversos tipos  de relaciones, infelizmente no siempre armónicas, como es nuestro caso. Además, internamente en cada país se generan estratos sociales, económicos, religiosos, políticos, etc. y diversas formas de diferenciación jerarquizante, que son fuentes permanentes de conflictos y enfrentamientos que afecta la calidad de vida social y, externamente, se han establecido y se vienen estableciendo relaciones sumamente irracionales, injustas, de explotación de  unos países sobre otros, que profundizan los conflictos dentro de nuestra especie; que, por lo demás, es la única que los tiene.

Aupados en este bólido, los humanos 
recorremos el espacio inconmensurable.
Este proceso de diferenciación en países ha llevado a que cada uno adquiera su propia dinámica de desenvolvimiento, haciendo que surjan diversidad de intereses, con lo cual, también, han hecho su aparición los conflictos de intereses de un país respecto a otro, lo cual ha propiciado el surgimiento de la actitud imperialista en lo político, económico, militar, ideológico, científico, etc., expresión máxima de la irracionalidad de nuestras relaciones internacionales (realmente, interpaíses). Sin embargo,  es innegable que, a pesar de este marco conflictivo de relaciones entre países, venimos tomando, cada vez con mayor claridad, conciencia de nuestra interdependencia. Es decir, que todos necesitamos de todos para el logro de nuestros propósitos sociales como sociedad, en una u otra medida y en uno u otro aspecto de nuestro complejo universo de necesidades. Se viene consolidando, de esta manera, la necesaria mutua dependencia.

Es esta toma progresiva de conciencia de nuestra interdependencia, por parte de la humanidad, el marco circunstancial  dentro del que se consolida la GLOBALIZACIÓN, proceso que indudablemente se ha iniciado ante la constatación de la natural diversidad cultural de nuestra especie y la existencia de diversos intereses en el desarrollo de cada país,  que han generado innumerables experiencias traumáticas por los conflictos de tales intereses y la constatación de las irracionales relaciones entre las sociedades humanas, que deseamos superar. Pero, fundamentalmente, así lo consideramos, a partir del reconocimiento de la superioridad de los intereses de la especie humana respecto a los intereses de países, naciones, grupos, clases, empresas, etc.

De esta manera, la GLOBALIZACIÓN deviene en una respuesta racional, inteligente, que da la humanidad a su propio proceso de diferenciación consustancial a ella misma, transformándose en el mecanismo de nuestra especie para buscar el entendimiento entre Pueblos. Es, por lo tanto, un estado superior de su desarrollo, que no implica la desaparición de nuestra diversidad, sino, al contrario, el reconocimiento pleno de la vocación natural de nuestra especie hacia su  diferenciación cultural e individual.

Históricamente hablando, consideramos que la GLOBALIZACIÓN es un proceso que se encuentra en uno de los estadíos de su desarrollo, proceso que comenzó, evidentemente, hace ya mucho tiempo, pero del cual hace poco nos hemos dado cuenta. Sin embargo, nos es evidente también, que existe un claro propósito de los países y sociedades hegemónicas para tergiversarlo y manipularlo a favor de sus intereses, particulares y subalternos,  de dominio mundial: económico, político, militar, ideológico, financiero, etc.
A nuestro entender, el proceso de GLOBALIZACIÓN, actualmente en curso, implica, por un lado, un profundo cuestionamiento a nuestra actual manera de  interrelacionarnos entre países y naciones; es decir, cuestiona  nuestra actual manera de actuar como humanos; cuestiona la irracionalidad de  nuestras relaciones, etc., pero, por otro, entraña un profundo optimismo respecto a nosotros mismos, pues implica que se reconoce la existencia  de una gran potencialidad de ser mejores humanos aún no desarrollada plenamente por nuestra especie y que podríamos poner a caminar con la GLOBALIZACIÓN.

La burbuja en la que hacemos nuestra vida
Reafirmaríamos, finalmente, que la  GLOBALIZACIÓN es un proceso en plena construcción por nosotros los seres humanos, que significa un avance cualitativo hacia la concertación para lograr, en forma conjunta, mejores niveles de calidad de vida humana: para que la humanidad se haga más humana. Por lo tanto, es un desafío para construirla en beneficio de toda la humanidad, no sólo de los países dominantes, para lo cual debemos superar el carácter economicista que se le quiere dar interesadamente, con lo cual se lo tergiversa totalmente, pues ello nos llevaría a una homogeneización cultural, contraria a la vocación de la humanidad, que es su diversificación.

En el marco de este proceso, tenemos que asumir responsabilidades individuales y sociales, tales como la de contribuir a consolidar su significado de mecanismo al servicio de toda la humanidad, pues está en pleno proceso de concreción (no es algo ya acabado); concebirla como debe ser: un instrumento para la búsqueda de la equidad entre las  sociedades humanas. No permitir que se transforme en un arma imperialista en manos de los países hoy poderosos,   para imponernos condiciones a través  de sus instituciones, empresas transnacionales y fuerzas armadas, con lo cual estaremos luchando para superar la irracionalidad delas actuales relaciones entre países, naciones y culturas. No permitir que se la utilice para destruir nuestras respectivas culturas, pues ella debe estar al servicio del ser humano, los pueblos y las culturas.

En resumen, a la GLOBALIZACIÓN debemos entenderla y asumirla como el proceso para hacer de nuestra TIERRA un PLANETA  para el pleno desarrollo con equidad de todos los PUEBLOS con quienes lo compartimos.