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Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

viernes, 29 de diciembre de 2017

LA FORMACIÓN MAGISTERIAL EN LA FCEH DE LA UNAP (*)

En nuestro 56° Aniversario
Local central de la FACULTAD  DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
Y HUMANIDADES   DE LA UNAP.

             Gabel Daniel Sotil García

Considero que el avance creativo de las instituciones está en función a la mirada crítica que se dé a su interior. Es decir, que los auténticos cambios cualitativos no vienen de afuera: se generan en la interioridad institucional. Sin mirada crítica, por efectos de inercia, continuará en su misma ruta, dado que haciendo siempre lo mismo y de la misma forma, se obtienen los mismos resultados.

Por lo tanto, se hace indispensable un mínimo de actitud crítica si es que pretendemos mejorar la calidad de una institución como lo es esta Facultad.

Precisamente, esta exposición tiene este carácter:  ser un ejercicio crítico y propositivo, para generar un escenario de cuestionamiento para intentar elevar nuestros estándares de calidad, en búsqueda de una formación magisterial que responda a nuestras características, necesidades y aspiraciones, teniendo en cuenta que nuestra región posee características propias y diferenciales dentro de nuestro país.

En este sentido, debemos precisar que el ámbito de acción de nuestra universidad comprende tres escenarios mutuamente complementarios: la actividad académica, la investigación científica y la responsabilidad social, lo que podríamos llamar el trípode de nuestra dinámica universitaria.

La teoría de responsabilidad social nos dice que la universidad debe estimular la elevación de las cualidades intelectuales de la comunidad, proponer y generar orientaciones o corrientes de opinión, debe ofrecer alternativas a la solución de los problemas sociales, ambientales, compromisos actitudinales, movilizar a la comunidad, tanto interna como externa, a la búsqueda de mejores condiciones de vida.

Es decir, la Universidad no puede ser un ente para sí mismo, enclaustrado en sus propias dimensiones. El rol de la universidad, y con ello, nuestra Facultad, no es funcionar solamente, sino funcionar movilizando a la sociedad de su entorno. Generar movimiento creativo.

Esto nos lleva al primer punto de análisis: la formación de nuestros estudiantes.

Decano (e) de la FCEH, Dr. JUAN DE DIOS JARA IBARRA,
presidiendo la ceremonia celebratoria.
Lo primero que tengo que decir es que no hemos hecho los suficientes esfuerzos para dar personalidad diferencial a la formación de quienes han optado por el MAGISTERIO en nuestra institución.

Nos hemos dejado llevar por lo que la sede central dispone  a partir de los fundamentos y percepciones que ella tiene, es decir: que la selva es una región de poca importancia para los destinos del país, es solo emporio de recurso naturales, sin mayor presencia humana, con sucesos sin ningún significado formativo para sus nuevas generaciones, con culturas que deben desaparecer si es que queremos lograr nuestro desarrollo regional, etc. Es decir, una visión prejuiciosa, sesgada de nuestra región.

¿Cómo se comprueba esta afirmación?: Simplemente por la poca o nula presencia de contenidos relativos a la realidad histórica y actual de nuestra Amazonía en el espectro formativo curricular de nuestros estudiantes universitarios.
El autor de la nota, en el desarrollo de su  disertación.
Es decir, hace falta un núcleo sólido y común para todos los estudiantes relacionado con lo que somos, con lo que tenemos, con nuestros problemas, con nuestras perspectivas. Nos falta REALIDAD AMAZÓNICA en la mente de nuestros estudiantes

En lo relativo a nuestro país, el Perú no conoce su Amazonía. Para efectos educativos, el Perú es un país  sin selva. Prácticamente, somos una región clandestina en nuestro país. Cuando se habla de la selva, la imagen que evocamos dista muchísimo de lo que somos.

Ahora bien, esta ausencia de Amazonía entre los elementos formativos e informativos de nuestros estudiantes, tiene una grave consecuencia para la educación en nuestra región: su incapacidad para realizar la necesaria DIVERSIFICACIÓN CURRICULAR.

A este respecto, siempre hemos venido pensando que en esta tarea tenemos un rol secundario, subsidiario.

Yo pienso que no es así. En este aspecto, nosotros somos los protagonistas. Es decir, es esta Facultad la que debe generar la diversificación, orientarla, estimularla, etc. Es aquí en donde se debe poner las bases para concretar la pertinencia curricular, tan necesarias para hacer de la educación el verdadero instrumento de desarrollo.

Nuestra Facultad debe generar propuestas, hasta ahora ausentes. Nos hemos adaptado a las exigencias planteadas por el MINEDU,  no hemos querido ser sino el furgón de cola, desperdiciando la oportunidad de encabezar todo un movimiento de renovación de la educación en nuestro país, desconociendo que SOMOS UNA REGIÓN DISTINTA, CON SUS PROPIAS CARACTERÍSTICAS, NECESIDADES Y PERSPECTIVAS DE DESARROLLO CONCORDANTES CON LAS MISMAS. Tenemos legítimo derecho a pensar autónoma y diferencialmente en nosotros, reconociendo que somos parte del Perú.

Sin embargo, no la hemos asumido en su carácter diferencial sino como una prolongación de las demás regiones de nuestro país.

Siendo que aquí deben germinar las acciones conducentes a la diversificación de nuestro currículo regional.

Con mis alumnas de la Especialidad de Lengua y Comunicaciones
de la FCEH.
¿En dónde hay maestros de mayor nivel? ¿Investigadores con mayor experiencia? ¿Profesionales con especial sensibilidad a los problemas que nos aquejan físico-geográficamente, socioculturalmente, políticoeconómicamente, etc.? ¿No se supone que en nuestra Facultad?

En consecuencia, podríamos decir que esta es una deuda que tiene la Facultad con nuestra región.

Siempre hemos esperado que sea el magisterio en servicio el que genere las propuestas. Pero ese magisterio, mayoritariamente egresado de la UNAP, no ha sido preparado para dicha labor en el ámbito de la acción académica.

Cuando nuestro egresado se incorpora a su labor profesional, por cierto que lo hace en la única forma en que aprendió: Es decir, un desempeño aplicativo, acrítico, sumiso, obediente, irreflexivo. Comprometido sólo consigo mismo. Sin entorno de referencia. En las nubes. Sin problemas que le exijan responsabilidades de acción, salvo las de “hacer mis clases”, sin preguntarse  el para qué trascendente de ellas.

No le pusimos, o en todo caso, es muy poco lo que pusimos de cuestionamiento o criticidad en sus actitudes frente a su propia labor. Por lo tanto, no está capacitado para hacer una labor de crítica, de reflexión. Las condiciones que el propio MINEDU va creando con su normatividad, no propicia reflexión y creatividad necesarias para hacer dicha labor de diversificación. Para el MINEDU, la labor del maestro se debe restringir a dar cumplimiento a la normatividad que provee al sistema. No le interesa incentivar la creatividad, el cuestionamiento. No le interesa generar un maestro crítico sino cumplidor de las disposiciones.

Entonces, las bases cognitivas, actitudinales deben ser puestas en el proceso formativo que nosotros conducimos para que germinen en la época de servicio.

Inducir una actitud cuestionadora, crítica en nuestros alumnos. Que se preocupen no solo del hacer clase sino de pensar antes de hacer la clase.


(*) Resumen de la disertación desarrollada con motivo de celebrarse el 56° Aniversario de la  Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades, 28-12-17.

lunes, 18 de diciembre de 2017

¿HACIA DÓNDE LA FORMACIÓN MAGISTERIAL?

Reflexiones en su 56° Aniversario

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y HUMANIDADES

Frontis de nuestro local institucional
Gabel Daniel Sotil García

Bien sabemos que el tiempo institucional es el que menos se evidencia en nuestra experiencia interna. Sin embargo, es el factor más importante para medir los avances y dificultades que vamos experimentando, a condición de hacerlo escenario para el análisis, la reflexión y las propuestas. Cuando lo dejamos que discurra diluido en el espacio, nos lleva con él.

Un ejercicio en este sentido es el que deseamos hacer con ocasión de este nuevo aniversario de nuestra Facultad.

¿Por dónde comenzar?

Felizmente, tenemos diversos puntos de acceso que nos han de llevar a aquello que deseamos: expresar nuestros puntos de vista acerca de algunos de los aspectos más importantes de su dinámica.

Por cierto que, sin ser el único, uno de ellos es el relativo a nuestra direccionalidad institucional, acerca de la cual, considero, no le hemos dado ninguna preeminencia.
Factores a partir de los cuales debemos diseñar
nuestra formación magisterial.

¿Hacia dónde vamos, en la formación de nuestros estudiantes, teniendo en cuenta nuestra ubicación en la región más grande del Perú, con una contundente vocación forestal, con una prodigiosa etnodiversidad, con una insoslayable ruralidad, con una dinámica socioecológicocultural con características propias, con una dotación demográfica mayormente adaptada a sus características, con una imponente  ruralidad?

¿Hacia dónde vamos en nuestro proceso formativo de profesionales, en el marco de una despectiva ignorancia de su ser tanto en el ámbito nacional como regional; con un proceso de depredación de sus recursos, lento pero indetenible; con una incoherente administración de dichos recursos, tanto materiales como inmateriales, que se expresa en una deficiente gestión social de los mismos, que hace que prefiramos venderlos antes que transformarlos para darles valor agregado y una mayor rentabilidad social?

En este sentido,  no podemos dejar de expresar nuestra disconformidad  dado que, hasta el momento, no tenemos mayores evidencias de que hayamos hecho una profunda reflexión para incorporar dichos elementos como factores determinantes de las decisiones relacionadas con el quehacer de nuestra Facultad. Con la formación de los futuros profesionales del magisterio.
Mitos,  leyendas regionales deben  ser
componentes de la formación magisterial.

La tónica prevalente en estos 56 años de funcionamiento, ha sido la de diseñar el proceso formativo de nuestros profesionales en concomitancia con  las normas que nos vienen, a través de múltiples vías,  desde la sede central del sistema educativo peruano, que nos ha dado suficientes y contundentes evidencias de no tomar en cuenta, para nada, nuestra presencia, nuestras realidades, necesidades, problemas, aspiraciones sociales, etc.

Es decir, lo que hemos sido, lo que somos y queremos ser regionalmente no ha tenido ninguna importancia en el momento de elaborar nuestra propuesta formativa de los futuros docentes para nuestra región. Como si realmente no existiéramos.

Hemos pensado en función a los parámetros fijados por dicha sede central y no en función a nuestra realidad regional, a sabiendas que tenemos características, condiciones propias y diferenciales, sustentos más que suficientes para elaborar todo un proyecto de desarrollo autógeno, sustentable, participativo e intercultural, si bien integrante de nuestra nacionalidad peruana, pero con la necesaria pertinencia regional.

Entonces, cabe que nos preguntemos: ¿para qué formamos a nuestros futuros maestros?
Una respuesta fácil sería: para mantener en acción el servicio educativo.

El conocimiento y afecto por nuestras
características geográficas deben ser parte de los propósitos
de la formación magisterial.
Y, en verdad, es eso lo que venimos haciendo: formar maestros para mantener el servicio educativo, tal y como es diseñado muy lejos de acá. Muy lejos de nuestra realidad, muy ajeno a nuestras necesidades,  muy contradictorio  a nuestras aspiraciones sociales, al ser regional, a nuestra cosmovisión holística, a nuestra esencia existencial.
.
Podríamos decir, con certeza, que estamos formando profesionales para satisfacer las necesidades de imposición del sistema central. Para consolidar al centralismo.

Para consolidar el rol homogeneizante de la educación, al servicio de la imposición cultural e ideológica mestiza en nuestro país.

La heterogeneización cultural, a cuya consolidación deberíamos contribuir desde la praxis educativa sobre la base del fortalecimiento de la actual diversidad cultural; la profundización de nuestra forestalidad, racionalmente administrada; la prodigiosa abundancia de aguas fluviales; los innúmeros núcleos demográficos rurales, cuyas formas de vida deberíamos estudiar y aprovechar con miras a fortalecer su presencia en los espacios amazónicos, no nos merecen casi ninguna atención.

Incluso, dejamos de lado la trascendente importancia que los bosques  vienen adquiriendo a nivel planetario por los efectos del calentamiento global y el cambio climático consecuente. Razón por la cual los seguimos talando irracionalmente frente a la mirada complaciente de las autoridades judiciales,  políticas y administrativas.

¿Y la idiosincrasia del poblador loretano?
Huelga, entonces, decir que requerimos de una profunda reingeniería de nuestro proceso de formación de nuestros estudiantes. De lo contrario, seguiremos haciendo de la educación el mayor instrumento de depredación de nuestra Amazonía y el más eficaz impedimento para mejorar sus condiciones de vida.

Si bien es verdad que la estructura del sistema no permitiría modificaciones que lo alteren, sin embargo, nuestra propuesta es que incorporemos, al universo de contenidos formativos de nuestros estudiantes de formación magisterial, un amplio y sólido  espectro de componentes de nuestra realidad pasada y presente, que cubra todas las dimensiones de la formación integral, para ejercer un magisterio de real significatividad para nuestra región.

¡FELIZ 56° ANIVERSARIO, FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y HUMANIDADES!


lunes, 11 de diciembre de 2017

¿Y PARA CUÁNDO LAS REFLEXIONES SOBRE LA EDUCACIÓN AMAZÓNICA?

Pensando nuestra educación

Prof. Gabel Daniel Sotil García

Por  razones históricas, nuestra educación, hasta hoy, no ha sido objeto de una profunda reflexión, para comprenderla en su esencia y trascendencia, para identificar sus características más íntimas, para darle la esencial instrumentalidad que debe tener para nuestro desarrollo regional, entendido éste como proceso permanente de elevación de la calidad de nuestras vidas individuales y sociales. Para hacer que nuestra Amazonía siga siendo el emporio de diversidad biológica y sociocultural.

Hasta hoy  solo hemos asumido un rol meramente ejecutor de las decisiones adoptadas desde la lejanía del centralismo nacional, aproximándonos a ella con todos los prejuicios  tejidos respecto a nuestra región, prejuicios que no nos hemos atrevido a desmontar sistemáticamente con propuestas nacidas de nuestra interioridad.

Hasta hoy no hemos sentido la necesidad de pensar a nuestra educación  desde la intimidad misma del bosque amazónico, desde nuestra propia y esencial realidad, permitiendo que los enfoques foráneos, sesgados por la influencia de antiguas percepciones de nuestra realidad, alcancen preeminencia y tergiversen un pensar coherente que pudiéramos elaborar.

Y es que, también, nos hemos eximido de la responsabilidad de hacer de nuestra región amazónica el objeto de nuestras preocupaciones intelectuales. La tónica que hemos asumido es solo tratar de aprovechar sus recursos de la forma más productiva para las empresas y más desastrosa para nosotros, indígenas y mestizos.

Hasta hoy hemos dejado que otros piensen por nosotros. Que nos digan qué y cómo debemos hacer las cosas. Que nos digan qué rutas seguir. Es decir, hemos aceptado que otros decidan por nosotros, que nos digan qué debemos consumir, cómo alegrarnos, cómo entristecernos. Si hasta hemos aceptado quitarle a nuestra vida la alegría de vivir en el Bosque.

Nos ha resultado más cómodo dejar esa responsabilidad a quienes no viven en nuestra región, a quienes no la conocen, a quienes no la aman.

¿Qué resultados hemos logrado?

Carencia de una idea clara de qué queremos hacer con nuestra Amazonía.

¿Hay, acaso, un consenso social acerca de ello? No, no ha entrado al interés colectivo ni de un grupo de personas o instituciones.

Por lo tanto, ni sabemos qué queremos hacer con nuestra Amazonía, para qué queremos formar a las nuevas generaciones, qué responsabilidades debemos asumir el magisterio, la sociedad civil y los alumnos; qué actitudes deben desarrollar, qué conocimientos deben tener nuestros estudiantes, qué valores deben regir su vida individual y social.

Adheridos a los enfoques de una nacionalidad etérea, impuestos por el interés de fortalecer y asegurar la continuidad de los mecanismos de imposición ideológico-política desde el centro del poder republicano, nos hemos dejado guiar, conducir hacia la construcción de un país que nos ignora de mil y una formas; que nos desconoce en cuanto a toma de decisiones para  estimular un desarrollo basado en nuestras ingentes potencialidades y riquezas materiales y espirituales.

En la dinámica socioeconómica y cultural solo contamos con servicios sociales con objetivos y operatividad incongruentes con nuestras características amazónicas.

¿Y en educación?

Una educación incompatible con las características y necesidades de nuestra región, que hasta hoy no es fuente y objeto de preocupaciones trascendentes, salvo para administrarla con criterios también foráneos.

Todo ello es una deuda acumulada, una factura pendiente de pago, salvo que queramos ignorarla haciéndole trampa a nuestra región.

Por lo tanto:

Moralmente estamos obligados a hacer esfuerzos colectivos, socialmente compartidos, para encontrar fórmulas de construcción  de la educación que requerimos; asumir la responsabilidad de recrearla desde la interculturalidad, su forestalidad, su ruralidad y su condición trifronteriza.

Convencernos colectivamente de que las soluciones que requiere nuestra educación tienen que ser buscadas y generadas por quienes mejor conocemos y amamos a la Amazonía: NOSOTROS.

En consecuencia, tenemos que asumir la actitud de considerar que la calidad de la educación amazónica tiene que ser nuestra obra, nuestra creación colectiva. No de quienes solo asumen un compromiso burocrático con su administración.

Tenemos que reconocer que somos cómplices de las omisiones que hasta hoy hemos cometido, tanto el país como nosotros mismos.

Si la sociedad en general y autoridades no lo han hecho, nosotros sí teníamos y tenemos la obligación de orientar el proceso de reflexión de nuestra educación.

De no hacerlo con prontitud, estaremos condenando a nuestra región a dejar de ser la fuente creadora de una cosmovisión que es esencial para la conservación de nuestro Planeta: la cosmovisión de los Pueblos Originarios.


Sí, esa forma de ver el mundo desde la unidad sustancial entre naturaleza y hombre es la única que garantiza la supervivencia de nuestra especie en este Planeta, que se ha construido para ser nuestra morada.










jueves, 30 de noviembre de 2017

¿PARA QUÉ LA EDUCACIÓN EN LORETO?

Reflexiones sobre nuestra educación
Prof. Gabel Daniel Sotil García
 
Como bien lo sabemos, la EDUCACIÓN  es un instrumento al servicio de los intereses ideológicos y políticos de quienes la organizan. No existe educación neutra.

En el caso nuestro, tenemos que hacer el esfuerzo para que nuestra EDUCACIÓN, se ponga al servicio de NUESTRA REGIÓN,  de sus Pueblos, de sus Culturas, de su diversidad ecológica, de su esencia forestal, etc. y no al servicio de los grupos de poder (de cualquier naturaleza) que dominan y que quieren perpetuar su dominio (político, económico, cultural, ideológico,  religioso, etc.) aprovechándose de sus grandiosos recursos.

En primer lugar, la EDUCACIÓN  debe ser INSTRUMENTO DE INTERCULTURALIDAD, pues nuestra diversidad cultural, que es nuestra mayor riqueza espiritual, debe ser preservada a partir de una educación que nos forme respetuosos de la cultura de los pueblos con quienes compartimos este espacio llamado Amazonía. Esta maravillosa riqueza, constituida por nuestra diversidad cultural y lingüística, ya no debe seguir siendo agredida, en los hechos, bajo pretextos etnocéntricos o ideologicos, pues el valor que tiene en sí esta diversidad cultural, debe merecer nuestros esfuerzos para conservarla.
 
La educación encuentra varios desafíos en este principio de siglo, entre ellos está el de promover el respeto a las diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, raciales, de género y de condiciones sociales que propicie la inminencia de una democracia plural, asentada en el reconocimiento del otro en su alteridad, lo que posibilitará la formación de un ciudadano participativo, libre y consciente de su importancia y su papel en la sociedad. En este sentido, una educación que elabore una propuesta que contribuya a la inclusión social es sumamente importante y esencial para minimizar las exclusiones sociales, propiciando, así, una práctica pedagógica fundamentada en una pedagogía fomentadora de las libertades individuales y colectivas de cada sujeto social en su identidad y en su diversidad cultural”. Tomado de: Educación intercultural: encuentro entre culturas, diálogo de saberes. Patrícia Cristina de Aragão Araújo. Universidad Federal de Paraíba. Dirección de Investigaciones. Serie Interculturalidad  N° 1, Lima – Perú 2005

Además de ello, la educación debe, en estos momentos históricos, ser explícitamente INSTRUMENTO DE DESMITIFICACIÓN, para destruir los mitos ideológicos que hoy envenenan nuestras mentes haciéndonos ver una falsa realidad, falsedad que sólo sirve, como ya lo hemos dicho, a los intereses de quienes quieren seguir teniendo a nuestra región como espacio de  libre disposición. Falsedades como la de hacernos creer que los Pueblos Indígenas solo pueden contribuir con el desarrollo del país a condición de “modernizarse”; o la creencia de que, dada la gran fertilidad de nuestro suelo, se debe incentivar y expandir la práctica de la agricultura y la ganadería; el desprecio por el bosque y todas sus manifestaciones,  etc.

El desmontaje de estos mitos sólo puede hacerse a partir de la incentivación del pleno conocimiento científico de nuestra diversa y compleja realidad, en todos sus aspectos. Un nuevo currículo deberá ser diseñado para propiciar este conocimiento, transformando en contenido educativo toda la información científica que venimos logrando, todo ello complementado con la incentivación de nuevos valores que hagan factibles nuevos comportamientos sociales e individuales para generar amor por nuestras riquezas y el compromiso con su defensa.


Otra función que debe asumir nuestra educación es la de ponerse al servicio de nuestro desarrollo; es decir, ser verdaderamente INSTRUMENTO DEL DESARROLLO HUMANO Y SUSTENTABLE, formando en nuestros educandos las actitudes y destrezas operativas y proporcionándoles los conocimientos científicos y técnicos necesarios para incorporarse a la dinámica productiva de cada una de las comunidades a partir del uso racional de nuestros recursos naturales o materias primas, sin cuyo requisito nos será imposible lograr el desarrollo autónomo o autógeno que requerimos. Haciendo que las nuevas generaciones aprendan a transformar nuestras materias primas en bienes para satisfacer nuestras necesidades sociales, haremos de la educación un instrumento para producir riqueza material al servicio de nuestro bienestar social. Es decir, superar el extractivismo mercantilista que hoy predomina en el uso de nuestros recursos.

Un rol nuevo que debe asumir la nueva educación es el de ser INSTRUMENTO PARA FORTALECER LA IDENTIDAD CULTURAL de cada uno de los pueblos amazónicos. Identidad que, como ya hemos visto, ha venido siendo debilitada en un lento proceso de alienación, lo cual nos hace presas fáciles de la admiración de lo exógeno y desprecio por lo endógeno, lo regnícola. En este proceso de pérdida de identidad la educación tradicional ha tenido un rol preponderante al ignorar el valor de nuestras conquistas culturales, tanto  indígenas como mestizas y excluirlas del universo formativo de los contenidos curriculares.

 “Para muchísimas personas (sean profesionales o no), e instituciones (sean oficiales o privadas: empresariales, sindicales, recreacionales, etc.), tanto el ribereño como el indígena viven en un mundo de ignorancia del cual tenemos la obligación de sacarlos. Para ellas, las palabras “ribereño”, “chacarero”, “indio”, etc. se asocian con suma facilidad con la palabra “ignorante”, “primitivo” “atrasado”.  “El indio es un ignorante” o “El ribereño es ignorante”, son expresiones que traducen una “realidad fácilmente comprobable” para sus esquemas mentales y, por lo tanto, suenan de la forma más natural, para ellas. Para su percepción, el poblador nativo, es carente de todo conocimiento válido, a quien  hay que enseñar a vivir en su ambiente.”

“Este prejuicio nos ha llevado a desconocer el valor de las grandes conquistas de los pueblos indígenas, como por ejemplo la relación armoniosa, de equilibrio, que supo establecer con la naturaleza; el percibirse como parte consustancial de ella, su cosmovisión forestal, la curación de enfermedades a partir del uso de infinidad de plantas, la domesticación de animales y plantas, el descubrimiento de técnicas agrícolas (policultivo, rotación en el uso del suelo, etc.), el conocimiento de las propiedades de las plantas (alimenticias, medicinales, psicotrópicas, ornamentales, etc.), uso agrícola adecuado de los suelos de acuerdo a sus propiedades, uso racional de los recursos forestales, etc. Con lo que quedaría demostrado que la tal ignorancia no es real, sino supuesta, atribuida interesadamente para justificar nuestras acciones (agresiones) respecto de ellos.”


domingo, 26 de noviembre de 2017

LA REFLEXIÓN EN TORNO A NUESTRA EDUCACIÓN

Más reflexiones en torno a nuestra región.

 Gabel Daniel Sotil García

Sin temor a equivocarme, puedo decir que uno de los mayores problemas que afronta la educación en nuestra región es que, hasta el momento, todos los criterios con los que hemos tomado decisiones respecto al campo educacional se han inspirado en visiones externas a nuestra realidad amazónica; es decir, con enfoques foráneos, pues quienes las han tomado han sido personas con muy poco o nulo conocimiento de la realidad amazónica actual e histórica, sin mayor afecto por ella, con una percepción impertinente de su trascendencia local, continental y planetaria y carentes de un compromiso con la perduración de su pluriculturalidad, multilingüismo y forestalidad.

La ignorancia de la verdadera trascendencia de nuestra Amazonía ha llevado a los gestores educacionales foráneos a asignarle un simple rol de almacén o reserva  nacional, de emporio de exotismo, de campo de conquista para todo efecto y de instrumentalidad para satisfacer las necesidades del desarrollo económico del país, todo ello encubierto por un manto protector de diversos mitos ideológicos actuantes en la interioridad psíquica de quienes han tomado tales decisiones.

Sin mayores respetos por la personalidad geo-socio-cultural y espiritual de nuestra región, ella es hoy el campo de acción destructiva de diversos agentes económicos y empresariales,  que solo ven en ella un promisorio campo de acción extractiva, que viene profundizando los efectos malignos en toda su integridad.

A ellos tenemos que agregar la acción destructiva de la espiritualidad amazónica originaria que vienen desplegando infinidad de confesiones religiosas, cuyo propósito es la conquista confesional de los pueblos originarios, destruyendo sus paradigmas tradicionales de relación con el mundo circundante, por ser considerados impropios de la modernidad.

Objeto de decisiones al margen de su realidad, carente de análisis y reflexiones, la educación es hoy en la selva  el mayor obstáculo para impulsar su desarrollo, pues impide el equipamiento actitudinal-valorativo y cognoscitivo de sus miembros para tratarla con coherencia, para mirarla de manera distinta y para transformarla sin destruirla.

Siendo una región en donde se amalgaman el hombre y la naturaleza en una sola unidad, en una sola esencia trascendente, quienes pertenecen a la cultura mestiza, prejuiciosa y arrogante, desarrollan una educación que implica ver a quienes pertenecen a las culturas originarias como si fueran ignorantes de los códigos de relación con nuestro ambiente natural que es el bosque; una educación que pone como condición para lograr nuestro desarrollo la destrucción de nuestra riqueza forestal, que propugna la desaparición de la diversidad cultural como medio para eliminar la pobreza, etc.

 El poder central, con esmero especial, ha elaborado infinidad de mapas de segmentación para diversos recursos naturales que posee nuestra región, que son los referentes para hacer las ofertas internacionales: gas, petróleo, bosque, etc. Con ellos invita al empresariado internacional a “invertir” en la selva con los menores costos posibles pero sin tener en cuenta las consecuencias devastadoras en su riqueza social, cultural y ecológica.

En consecuencia, se hace necesario promover una profunda reflexión sobre la educación en nuestra región, para hacer propuestas desde nuestra perspectiva forestal y multicultural, para elaborar proyectos que contrapesen las imposiciones del centralismo administrativo-educacional, que nos está llevando a la praxis de una educación destructiva para los intereses de nuestra Amazonía, tal y como lo viene planteando la política re-centralizadora del Ministerio de Educación.

Es decir, para nosotros, y dadas las peculiaridades de nuestra región, nos es de suma urgencia construir propuestas desde nuestra propia intimidad socio-cultural y geo-ecológica, que expresen nuestra propia manera de ver y actuar en la realidad.

Reitero, modestamente, que gran parte de los problemas que afronta nuestra educación regional es la falta de reflexiones sobre ella y su entorno. Reflexiones que nos permitan desbrozar los caminos para verla con una imagen diferente a la que tenemos de ella en los actuales momentos.

Es decir, nos hemos abocado a hacer educación sin pensar en la educación y menos en la Amazonía, bajo la premisa de que todo lo que se diga de ellas en el nivel nacional es aplicable y pertinente al nivel regional.

Esta percepción ha obviado un acercamiento crítico, reflexivo, a sus circunstancias actuales, que ya no son las de hace medio milenio, con el inicio de las épocas colonial y su continuación en la época republicana.

Nos estamos olvidando que hoy la vemos como nos enseñaron a verla desde aquellas épocas, cuando una nueva cultura (foránea) se hizo presente en estos ámbitos, que  empezaron a ser  percibidos con el natural etnocentrismo de sus agentes. Y esto es válido tanto para la sociedad nacional como para quienes vivimos en esta región.

En lo básico de esos paradigmas mentales, no ha habido cambios que posibiliten vernos diferentes, desde nuevas perspectivas, con nuevas imágenes, con nuevos roles, con futuros coherentes a nuestra naturaleza.



sábado, 18 de noviembre de 2017

LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA EN LA AMAZONÍA

Reflexiones sobre nuestra región
Gabel Daniel Sotil García

Las peculiaridades geoecológicas  y socioculturales
de nuestra región nos obligan a crear respuestas educacionales
coherentes  con su realidad.
Bien sabemos, por estudios científico-sociales, que nuestra región posee una maravillosa riqueza cultural.

Riqueza cultural que es nuestra riqueza espiritual, encarnada en la diversidad de Pueblos que, en el transcurso de los años de su existencia milenaria, han creado, en el más auténtico sentido de la palabra, sus propias maneras de responder a las condiciones del ambiente particular en el que decidieron hacer su vida social.

Pero, también sabemos que, pese a esta grandiosa riqueza cultural, la educación formal actual se ha puesto al servicio de la imposición de la cultura oficial, determinada por el centralismo omnímodo vigente en nuestro país. Por ello, es muy fácil que constatemos la gran ignorancia que hoy poseemos acerca de las culturas indígenas de nuestra región, a las que aún seguimos considerando como bárbaras, primitivas, atrasadas.

Es decir que, viviendo aquí en la Selva, somos quienes más ignoramos nuestra riqueza cultural.

Un aspecto de la realidad educacional de nuestra región.
Los textos escolares nacionales apenas si hacen referencias superficiales y anecdóticas a nuestra realidad cultural. Esa misma es la actitud predominante al interior de las  denominadas instituciones educativas.

En ellas nuestros niños no aprenden a conocer, respetar y cultivar el aporte cultural regional. Antes bien, a despreciarlo.

Conocemos más de leyendas griegas o de dioses greco-latinos que de los de nuestras culturas. Los idiomas nativos no son usados como instrumentos de educación, como elementos portadores de culturas, como expresión de nuestro potencial creador. Los dioses que conforman el imaginario cultural indígena son unos grandes desconocidos. En resumen, nada de nuestras creaciones, indígenas y mestizas regionales, figura como contenido educativo.

Aunque en los últimos años se ha querido cambiar esta situación en el marco declarativo de la Educación Intercultural Bilingüe, lo cierto y real es que esta política dista mucho de tener prioridad para las esferas oficiales. Es decir, sigue estando la educación al servicio del mestizaje u homogeneización cultural, iniciado desde la época de la Conquista.

EL AMAZONAS AL REVÉS

Por ello es que en los grandes centros urbanos selváticos cada vez más se viene respirando una atmósfera indefinida, “universal”, que es lo más próximo a no ser nada. Por allí entran aportes culturales externos, asumidos sólo por el hecho de ser extranjeros. Y la escuela los enfatiza y consolida. Ella es un Amazonas a la inversa. En vez de formar su caudal con lo que viene de nuestra interioridad, lo forma con lo que viene de afuera. Y lo distribuye hacia todos los caseríos y comunidades de nuestra región, generando la cada vez mayor incomodidad de las nuevas generaciones con sus actuales condiciones, lo que las obliga a emigrar en búsqueda de nuevos y promisorios horizontes.

Vigencia plena de  los Pueblos Originarios en la lucha por sus
culturas
En nuestro ensayo, escrito hace ya cerca de treinta años, “Escuela  Árbol, una propuesta de educación para la selva” (Derrama Magisterial, 1991), al hacer el análisis de las relaciones de la escuela con la cultura nativa, expresábamos: “Todos sus logros axiológicos, actitudinales, cognosciti­vos, estéticos, lingüísticos, operativos, etc. no existen para la Escuela oficial. La Cultura Nativa, en sus múlti­ples versiones, es un complejo cuya historia y realidad actual se quedan en la puerta de la escuela. Como en el caso del bosque, tampoco ella ha sido transformada en mensaje educativo.

Realidad que debemos tener en cuenta
en un nuevo currículo
.
En los libros no está presente, en los cuentos que narramos a nuestros niños, no está presente. Invocando principios cuya validez y consistencia no hemos compro­bado, y dudamos que se pueda hacer desde el punto de vista antropológico (aunque sí desde el punto de vista ideopolítico), enseñamos a nuestros niños cantos, poesías, cuentos, etc. portadores de la cultura europea y de otras procedencias, menos de la cultura nativa, por cierto, como si ésta no tuviera mensajes morales, estéti­cos, sociales, económicos, científicos, etc. cuyo aprendi­zaje podemos, y debemos, promover en nuestros niños y jóvenes.

La Caperucita Roja, la princesita que vivía en el castillo, el príncipe valiente que venció a un dragón, etc. son los personajes comunes en las aulas de nuestras escuelas. No es inexplicable, entonces, que en muchos centros educativos tengamos murales con castillos brumosos, picos nevados, ardillas traviesas, osos gigan­tes, patos vanido­sos, etc. Como tampoco es inexplicable que nuestros jóvenes y adultos adopten actitudes negativas respecto a la cultura nativa y terminen convencidos de que ella tiene que desaparecer. ¿Les estamos enseñando a conocerla, a amarla, a valorarla? ¿Les enseñamos que todos en esta región, de una u otra manera, somos parte del complejo cultural nativo?”

Riqueza que queda al margen del conocimiento
de nuestros educandos por el tipo de currículo
que desarrollamos.
Eso decíamos pero, debo admitirlo, se han producido algunos cambios, pues el oso yogui, tribilín, Bugs Bunny, la Caperucita Roja, Blanca Nieves, etc. ya no son los personajes que nos dan la “bienvenida” a algunas instituciones educativas. Pero, esos son cambios superficiales, pues en cuanto al contenido del currículo, no hay mayores modificaciones.

 La educación oficial, diseñada en el centro del poder político-económico, inspirada en el racismo, sigue ignorando el valor de estos universos culturales, tratando de profundizar su debilitamiento, pese a las declaraciones que,  en sentido contrario, se viene haciendo al respecto por parte de las entidades oficiales. En términos generales, pues, dicha situación sigue igual o agravándose, pues el avasallamiento cultural, vía los nuevos medios de comunicación, productos de la revolución informática en actual desarrollo, se hace más intenso, en el marco del denominado proceso de globalización, frente al cual el Estado Peruano, a través de los Gobiernos Nacional y Regional, aún no diseña una política cultural que involucre a la educación en la defensa de nuestro patrimonio espiritual.