Datos personales

Mi foto
Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

sábado, 5 de diciembre de 2009

LAS INNOVACIONES EN EL CAMPO DE LA EDUCACIÓN AMAZÓNICA



Gabel Daniel Sotil García

Debido al centralismo impositivo y excluyente ejercido por el Ministerio de Educación en nuestro país, la educación en nuestra región amazónica se desenvuelve con plena obediencia a las pautas o normas que de él emanan y, por lo tanto, en absoluta impertinencia con su realidad.

Una de las más trágicas consecuencias que de ello se deriva es el poco afán innovador que venimos evidenciando los maestros y maestras de la selva. Al parecer, aunque a regañadientes, hemos dado por válida la premisa de que nada tiene valor si no viene con la venia de dicha institución. Es así como, en vía de ejemplo, en lo administrativo tenemos que acatar absurdos como el iniciar las clases escolares en plena inundación de los caseríos ribereños por la creciente de nuestros ríos (con las consecuencias negativas para el aprendizaje de los educandos que de ello se desprenden), o que nuestros escolares aprendan a leer en libros que portan mensajes que le son extraños y que, por lo tanto, tienen que memorizar sin la necesaria comprensión, con el consecuente desarraigo de sus respectivos entornos físicos, culturales y espirituales.

No ha sido una preocupación prioritaria para nosotros, incluyendo las autoridades del sector, la búsqueda de respuestas educacionales propias; es decir, no hemos querido, consciente o inconscientemente, asumir la responsabilidad de hacer innovaciones propias en nuestro quehacer, fundamentalmente pedagógico.

Pero, considero que, dadas las graves consecuencias socio-culturales de dicha actitud, que cada vez se hacen más trágicamente evidentes, debemos cambiarla y asumir plenamente, con todo lo que de ello se deriva, la responsabilidad de construirnos la educación que necesitamos y merecemos como una región con sus peculiaridades sociales, culturales, psicológicas, económicas y ecológicas, dentro de nuestro país.

Con toda seguridad que tenemos las capacidades que dicha tarea requiere; sólo que no se nos ha dado la oportunidad de ejercitarlas (aunque, debemos admitirlo, no la hemos reclamado con la contundencia que deberíamos haberlo hecho), debido a la actitud excluyente y minusvalorante que nuestro órgano rector nacional viene demostrando con quienes trabajamos en las áreas provincianas.

Siendo docentes que tenemos el conocimiento más profundo de nuestras respectivas realidades, que participamos de un mensaje espiritual con nuestras comunidades, que sentimos, disfrutamos y sufrimos vivencias cotidianas con un extraordinario mensaje formativo, somos quienes nos encontramos en mejores condiciones para imprimir a la educación de los conocimientos, valores, actitudes que expresen nuestra autenticidad como personas y pueblos, que nos permita construir nuestro futuro con alegría, con decisión, con optimismo y con realismo.

Una gesta formativa de esta naturaleza requiere de un férreo cuestionamiento a las actuales condiciones en que desarrollamos nuestras tareas magisteriales, impuestas por una visión inválida por externa, equívoca y tergiversada de lo que somos como región.

Ello implica que, como Maestros y Maestras de esta región, hagamos una profunda reflexión sobre el proceso de innovaciones en el campo educacional en nuestra región, fortalezcamos la necesidad de elaborar una política regional sobre innovaciones educacionales, prioritariamente válidas para nuestra región, generar las condiciones reales y científico-tecnológicas dentro de las que deben realizarse e identificar los aspectos en donde debe acentuarse el proceso innovador en la educación amazónica.

Todo ello es urgente porque hasta hoy en nuestra región las innovaciones han venido siendo impuestas, ordenadas, desde el Ministerio de Educación; por lo tanto se realizan al margen de las condiciones mínimas que se requieren para llevarlas a cabo, habiéndose privilegiado las innovaciones desarticuladas o que no responden a nuestras mayores necesidades.

De lo cual se desprende que tenemos necesidad de tener claramente conceptualizada y diseñada una política de innovaciones educacionales en nuestra región, que se fundamente en el reconocimiento de que una innovación significativa no es sólo incorporar algo nuevo sino algo nuevo para solucionar o solucionar mejor un problema; por lo tanto, significa cambiar el modo de percibir y actuar sobre nuestra realidad, por lo que requiere de nuevos paradigmas en la dinámica sociocultural de una comunidad.
Foto: Crianza de ronsoco o capibara en cautiverio.






jueves, 26 de noviembre de 2009

NUESTRAS RESPONSABILIDADES EN LA CONSTRUCCÍÓN DE LA REGIONALIDAD AMAZÓNICA



Gabel Daniel Sotil García

Un componente fundamental en la construcción de nuestras REGIONES es la necesaria reflexión que sobre ellas debemos hacer, sea a la luz de las experiencias históricas colectivamente vividas, sea referida a algún aspecto de su realidad actual. Es decir, la normatividad jurídica declarando la existencia de una REGIÓN determinada es necesaria pero no suficiente para dicha construcción.

En este sentido, somos de la opinión de que, si bien es verdad que también se construye la entidad Región en el vivir cotidiano, el producto de esta forma de construcción no necesariamente garantiza el logro de propósitos compartidos ni la participación consciente de los miembros de la colectividad en dicho proceso de construcción, por lo que el protagonismo auto reconocido que cada uno debe asumir, se diluye en el actuar anónimo de la cotidianeidad irreflexiva.

Por ello, someter a la reflexión nuestras vivencias colectivas, sobre todo en los ambientes académicos, nos proporciona una mayor claridad en dicho sentido así como una mayor solidez en nuestras convicciones sociales.

Veamos el caso del proceso histórico de nuestra región en el aspecto político – administrativo.

La población indígena nunca aceptó ni la dominación colonial ni la republicana. De mil formas expresó su rechazo y jamás se rindió ante el yugo opresor, franco o embozado, ejercido por los misioneros, inicialmente; por los funcionarios coloniales, después; y por militares y empresarios, últimamente. Agentes que, en sus respectivos momentos, fueron objeto de la repulsa de los Pueblos Indígenas, desde el mismo Siglo XVI, configurándose esa gesta social heroica denominada “Resistencia Indígena”, que hasta hoy se manifiesta con mayor organización y claridad de objetivos.

Por su parte, la población mestiza, en la medida de su gradual toma de conciencia de su situación marginal respecto al usufructo del poder, expresó su descontento reclamando mecanismos administrativos más racionales al servicio de las mayorías afectadas por el despojo, el olvido, la marginación, etc.

Por ello es que podemos constatar sucesivas acciones de rechazo al sistema imperante desde el siglo XIX hasta la actualidad: unas de franca esencia federalistas, otras separatistas y hoy, regionalistas, que han venido expresando la raigal actitud ANTICENTRALISTA de la población amazónica.

Pero, por cierto que nuestras responsabilidades deben ir más allá de la simple posición opositora. Ellas tienen que centrarse, en el futuro inmediato, en la construcción de nuestras respectivas REGIONES: Loreto, Ucayali, Madre de Dios, San Martín, no sólo en la formalidad legal o nominativa, que ya la hemos conseguido, sino en la búsqueda de una forma de ser REGIÓN concordante con nuestras características actuales e históricas, nuestra pluriculturalidad, nuestra forestalidad, nuestras necesidades sociales, nuestra idiosincrasia, etc.

Por lo cual requerimos comunidades con un referente nítido en su mente, que les permita identificarse con la historia común, con la realidad actual que nos desafía por igual en el deber moral de modificarla respetuosamente, sin violentarla, para bien de todos, y con un futuro compartido en cuya construcción tenemos todos, indígenas y mestizos, iguales responsabilidades.

Construirnos como regiones amazónicas implica asumir colectivamente nuestra diversidad cultural, nuestra esencial forestalidad, nuestro pasado común, nuestro compromiso de compartir armónicamente el poder entre todos los Pueblos que habitamos esta región; es aceptarnos como el espacio de grandiosas potencialidades, que aún no conocemos a plenitud, pero que debemos dinamizar; percibirnos como regiones privilegiadas por la presencia prodigiosa de infinidad de ríos, condición que aún no aceptamos ni aprovechamos adecuadamente para nuestro desarrollo; es reconocer en cada comunidad la existencia de sólidas fuerzas psicosociales capaces de ser dinamizadas para generar su propio desarrollo; es aprender a valorar y utilizar nuestro potencial hídrico; es aprender a mirar al mundo desde nuestro bosque portentoso. Es, en fin, construirnos una identidad multicultural que debe concretarse diferencialmente en cada uno de los Pueblos que hoy conformamos esta grandiosa región, cuya vocación es la de seguir creando diversidad biológica y cultural, a menos que nosotros interfiramos tales designios.

Asumir la AMAZONEIDAD como particularidad de la PERUANIDAD es aceptar que debemos construir nuestros futuros regionales enraizados en nuestras gestas creativas milenarias, que tenemos el deber de aprender a valorar. Es reconocer y asignar a cada uno de nosotros, como personas y como pueblos, el rol protagónico en la creación de condiciones cada vez mejores para hacer de nuestras vidas, en los individual y lo social, un emporio de riquezas espirituales con aportes culturales diversos.

Construirnos como región es, pues, el reto fundamental que debemos afrontar los Gobiernos Regionales y Pueblos hoy existentes en la Gran Región Amazónica: LORETO, UCAYALI, SAN MARTÍN, MADRE DE DIOS, AMAZONAS, como la consecuencia más trascendente de nuestro actuar político-administrativo a largo plazo. Pueblos que deben aprender en forma permanente a actuar constructivamente; para lo cual se requiere la toma de conciencia, entre otras, del respectivo proceso histórico, para entender no sólo su dinámica sino, también, su orientación y asumir una posición y un rol activo, constructivo, dentro del mismo.
Foto: del autor. Angamos, a orillas del río Yavarí, en la frontera con Brasil

viernes, 6 de noviembre de 2009

ROL DE LA UNAP EN EL CAMPO DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL


GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA

En el preámbulo del documento final de la Conferencia Mundial de Educación Superior, llevada a cabo por la UNESCO, en julio del presente año, en lo referente a la responsabilidad social de la Educación Superior, se dice: “Frente a la complejidad de los desafíos globales presentes y futuros, la educación superior tiene la responsabilidad social de mejorar nuestra comprensión de cuestiones que presenten múltiples aristas, involucrando dimensiones sociales, económicas, científicas y culturales, y nuestra habilidad para responder a ellas” (1)

Se colige, entonces que, como UNAP, debemos hacer esfuerzos institucionales para facilitar el encare social de cuestiones complejas, como lo es el tema ambiental en nuestra región. Este artículo es una contribución con dicho fin.

Como las demás especies, con las cuales compartimos este planeta, quienes conformamos la especie humana también requerimos de un entorno material dentro del cual desarrollar nuestra vida individual y colectiva. Requerimos de un ambiente que deviene en el escenario en el que hacemos nuestra vida, pero, también del cual depende nuestra vida. Es decir, en el cual vivimos y del cual vivimos. Es, por lo tanto, el soporte objetivo que tenemos para nuestra existencia, pues está conformado por elementos materiales e inmateriales que sustentan nuestra vida. El aire, el paisaje, los ríos, cochas, tahuampas, restingas, las casas, los instrumentos que usamos, las calles, los árboles, las demás personas con su forma de ser y actuar, etc., son componentes de nuestro ambiente.

Cuanto mejor es nuestro ambiente, es mejor nuestra vida, por cuanto establecemos una íntima relación de mutua influencia.

Por ello, la educación ambiental deviene, en estos momentos, en el instrumento más idóneo para que una sociedad forestal como la nuestra forme a sus integrantes para que desarrollen una actuación respetuosa, armónica respecto al ambiente en que vivimos. Y es, que para ello, se hace necesario promover en las nuevas generaciones el más profundo conocimiento, el más intenso amor y respeto al lugar donde vivimos; el más férreo compromiso con la defensa de nuestro hogar, de nuestra comunidad, nuestro barrio, nuestra ciudad, etc., como escenarios indispensables para hacer una vida con calidad humana; es decir, dentro de condiciones estimulantes individual y socialmente.

En el marco de una educación con estos fines, nuestra universidad tiene que asumir una decidida militancia y transformarse en agencia de formación de la estructura psíquica básica para que en nuestros futuros profesionales germinen y se desarrollen la sensibilidad, el deseo de conocimiento y el compromiso con la defensa de nuestro entorno ambiental. Formación construida desde la praxis pedagógica cotidiana, en los escenarios en los cuales reciben los estímulos orientadores para su desempeño profesional aprendiendo a apreciar la naturaleza, a disfrutar de sus manifestaciones vitales, a respetar sus leyes, a protegerla de las agresiones. Todo ello como consecuencia de actividades convenientemente programadas y dosificadas para generar su compromiso con la defensa de nuestro bosque, que es, para nosotros, la expresión integral de nuestro ambiente.

En este proceso formativo los futuros profesionales tienen que aprender que en el ejercicio de sus respectivas funciones sociales es necesario cultivar una relación armoniosa con el portentoso bosque que nos alberga. Más aún hoy en que, por deficiencias en nuestra formación socioeducativa, venimos causando el Cambio Climático, efecto directo e inevitable del fenómeno denominado Calentamiento Global, cuyas consecuencias son los graves problemas que poco a poco estamos identificando.

Esta toma de conciencia deberá llevarlos a incorporarse a los agentes entre quienes radica la solución de tales problemas. Es decir, que asuman responsabilidades individuales y sociales en la conservación de un ambiente propicio para nuestro desarrollo social. Para que nuestra vida se haga cada vez más humana.

Debemos tener en cuenta que nuestro ambiente viene siendo agredido, destruido, indeteniblemente desde que la cultura nuestra, la cultura mestiza, cambiara los patrones que tradicionalmente establecían los pueblos originarios con la naturaleza. Cambios que se han expresado en una práctica destructiva de nuestros recursos naturales y de nuestras riquezas espirituales originarias en el marco del denominado sistema económico extractivo-mercantilista, de carácter exportador, que nos fuera impuesto para lograr nuestro desarrollo (pseudodesarrollo) regional.

Sistema que nos urge remplazar por el denominado desarrollo sustentable o de uso racional de nuestros recursos, que tiene que ser el fruto de una nueva ética que se ponga en vigencia en las relaciones con nuestro bosque: una relación armónica entre el hombre y la naturaleza.

En el marco de este modelo de desarrollo sustentable, inspirado en lo más lúcido de la creación indígena, el énfasis tiene que ser puesto en el valor de nuestras fuerzas psicosociales internas, cuya movilización tiene que ser promovida para buscar mejores condiciones de vida social, fortaleciendo el rol del ser humano, como individuo y como grupo organizado, en cuyas fuerzas psicosociales radican las posibilidades de lograr mejores niveles de satisfacción de nuestras necesidades.

La necesaria incorporación sistemática de la educación ambiental al proceso formativo de los profesionales de todas las Facultades de la UNAP, en concordancia con sus respectivas características académicas, tiene que ser abordada con la mayor urgencia para asegurar la continuidad del Bosque Húmedo Tropical, amenazado de mil maneras, constituyéndose en un núcleo temático recurrente y globalizador de nuestras acciones formativas, enmarcado en un plan de desarrollo social e imbricado con programas de acción de defensa ecológica de carácter regional.

Planteada así la situación, la UNAP, por responsabilidad social, tiene el deber moral de luchar por la defensa del patrimonio material y espiritual de la región que la alberga, tanto desde la perspectiva científica como la de los Pueblos Indígenas Amazónicos.

Desde la perspectiva científica, recurriendo a los aportes de la ciencia y la tecnología modernas, selectivamente aplicados.

Desde la perspectiva de los Pueblos Indígenas Amazónicos, recurriendo al conocimiento de su milenaria experiencia de trato armónico con su entorno ecológico.

Requerimos tomar plena conciencia de que las culturas indígenas amazónicas constituyen la más clara evidencia de que nuestro bosque húmedo tropical requiere una relación muy específica, que tiene que ser conocida y reactivada por quienes, desde la cultura mestiza, de raigambre euro occidental, venimos demostrando el desconocimiento de sus leyes y poniendo en práctica comportamientos individuales, sociales e institucionales negativos para su conservación.

El recurrir a la sabiduría ancestral de nuestros pueblos originarios, reivindicados hoy en día por haber sabido establecer una relación que haríamos muy bien en calificar de la más auténtica sustentabilidad, nos obliga moralmente a revitalizar la estructura de valores dentro de la cual fue posible este tipo de relación con el medio ambiente. Por lo tanto, una misión de la mayor necesidad será promover el más profundo conocimiento de esa atmósfera axiológica y asumirla como praxis institucional.

Debemos tener muy presente que el hecho de no formar a nuestros profesionales en el marco de una profunda y sólida educación ambiental sólo beneficia a los grupos de poder económico que siguen teniendo a nuestra región como la "gran despensa", de la cual extraen y exportan la riqueza para su propio beneficio. Y es que la ausencia de sensibilidad ante la explotación irracional de nuestros recursos genera su actitud de indiferencia frente al saqueo de nuestras riquezas materiales y la destrucción de nuestra riqueza espiritual.

Es, entonces, de la mayor urgencia, para los más altos y trascendentales intereses regionales, que nuestra universidad enfatice la EDUCACIÓN AMBIENTAL, con propósitos no sólo cognoscitivos, sino, fundamentalmente, para formar profesionales con instrumentos y criterios intelectuales y actitudinales, decididamente defensores y comprometidos con nuestro entorno ecológico y socio-cultural.

(1) Conferencia mundial de educación superior, 2009. Las nuevas dinámicas de la Educación Superior y de la Investigación para el Cambio Social y el Desarrollo. UNESCO, París, 5-8 de julio de 2009.
Foto: Fac. CC. Biológicas, Ciudad Universitaria Zúngarococha.

domingo, 1 de noviembre de 2009

EL ÁRBOL EN LA SOCIEDAD HUMANA


A propósito de la Semana Forestal

Gabel Daniel Sotil García

En nuestro planeta TIERRA, la vida tiene muy diversas manifestaciones; pero, existen tres formas básicas: la vegetal, la animal y la humana. Tres formas distintas pero complementarias e interdependientes, pues una cadena de interrelaciones las une en una secuencia preestablecida de acuerdo a leyes de la Madre Naturaleza.

A diferencia de las demás, la vida vegetal tiene su símbolo representativo en el ÁRBOL.

El ÁRBOL, como los demás seres vivos, nace, crece, se reproduce y muere. Ley natural y, por lo tanto, inmutable.

En ese lapso de vida, de relativa duración, el ÁRBOL entrega sus beneficios a los demás seres vivos y también a los inertes. No es indiferente, ni es pasivo. Tampoco egoísta, pues nos brinda, con mucha generosidad, frescor, agua, oxígeno, verdor, belleza y muchos otros beneficios más.

Construido por la naturaleza en un proceso de millones de años, mucho antes que fueran creadas otras formas de vida superiores, ha venido respondiendo, en sus características y funciones, a la dinámica de aquélla, evolucionando de formas primigenias hasta alcanzar exuberancias existenciales que hoy podemos constatar en una fase de su evolución en nuestro planeta.

Una muestra de ellas queda aún en nuestra región, en donde lo podemos encontrar en presencia asombrosamente multiforme, conformando ese abigarrado, pero aún poco comprendido mundo, que llamamos BOSQUE, que supera los límites de nuestra imaginación, significando todo un reto para lograr su conocimiento y comprensión por parte de la sociedad actual.

Compartió su existencia, desde épocas remotas, con los animales, a los que aún permite disfrutar de este planeta. Luego, vendríamos los seres humanos, que también buscaríamos su protectora y beneficiosa presencia.

Cuando comenzó a poblarse este Continente, ya su presencia era imponente, tanto que los primeros pobladores no hicieron sino reconocer sus beneficios. Y aprendieron a amarlo, aprovecharlo y respetarlo, en una forma que hoy concita nuestra mayor admiración.

Luego, con la llegada de nuevas gentes, con distintos valores, vendrían malas épocas para él. Entonces el ÁRBOL sufriría graves vejaciones que le han causado también graves deterioros a su presencia física y a su significado.

Hoy, el ÁRBOL, aunque se escriba con una pequeña palabra, que pareciera no traducir su verdadera trascendencia, requiere ser reivindicado y resarcido por los vejámenes causados. Pero quienes en realidad tienen que reivindicarse ante él, somos nosotros los seres humanos, pues hemos perdido el sentido de su importancia, sin darnos cuenta que sin él, integrando el maravilloso bosque en el que vivimos, ponemos en peligro nuestra propia existencia como especie.

Empecinados como estamos en la práctica de un mercantilismo incomprensible y sin sentido, pues significa autodestrucción social, todo ha adquirido sólo un valor económico, material. Es así cómo el ÁRBOL no es visto como ÁRBOL sino como algo que sólo sirve para transformarlo en madera, carbón, leña, etc., que nos permita obtener dinero, de manera que, puestos frente a un árbol, lo único que se nos ocurre es cortarlo o talarlo para sacarle “el mayor provecho”.

En nuestra actual sociedad no hemos aprendido a verlo y apreciarlo como parte integrante del paisaje natural. Seguimos, con terquedad digna de mejor causa, expulsándolo de nuestras ciudades, ignorantes de sus beneficios.

Recién estamos aprendiendo que naturalmente cumple funciones ambientales de la mayor importancia para la especie humana, de las cuales depende la preservación de nuestro planeta: produce oxígeno, amortigua las altas temperaturas, absorbe el monóxido de carbono y demás gases nocivos para la salud, viabiliza la evaporación de las aguas (por ello hay nubes y lluvias), retiene las aguas de las lluvias para liberarlas progresivamente (por ello existen los arroyos, quebradas, manantiales, etc.), nos cobija en horas tempestuosas, protege al suelo (evita su erosión por las fuertes precipitaciones), sirve de hábitat a las aves en cuyas ramas anidan, se protegen y posan, nutre al suelo, ornamenta el paisaje, brinda una sombra refrescante, sus frutos alimentan a las aves y mamíferos (incluyendo a los seres humanos), …Todas ellas funciones de la mayor trascendencia en la dinámica ambiental, aun pendientes de valoración.

Valoración que nos urge reconocer, pues el Cambio Climático ya no es una simple amenaza sino una monstruosa realidad, en proceso de agravamiento si seguimos empecinados en desconocer la trascendencia de este gran amigo: EL ÁRBOL.

Es decir, tenemos mucho que conocer y aprender del ÁRBOL, con quien tenemos la gran felicidad de compartir nuestra vida individual y social en esta región.

En esta SEMANA FORESTAL tenemos, pues, una oportunidad más para revalorarlo
.

Foto: Frondoso árbol de UBOS.



sábado, 24 de octubre de 2009

IQUITOS: CIUDAD AMAZÓNICA ORIGINAL


Gabel Daniel Sotil García

La ciudad de Iquitos está ubicada en lo que podríamos llamar el corazón mismo de nuestra Amazonía, la Amazonía Peruana. En su atmósfera aún podemos respirar no sólo el ambiente forestal sino los mensajes de diversas culturas provenientes de los pueblos originarios que actúan en los niveles implícitos y explícitos de nuestra dinámica social interna, complementados, unas veces en forma armónica y, otras, discordante o contradictoriamente, con mensajes de las culturas extranjeras que se instalaran entre nosotros en los últimos años de nuestra historia, conformando un substrato psicológico teñido de racismo y de percepción minusvalorante del legado cultural de los pueblos indígenas de nuestra región, predominante entre quienes detentan el poder social en sus diversas formas: cultural, político, administrativo, religioso, etc., quienes, finalmente, son tomados como referentes en la actuación de los miembros de la colectividad.

Como consecuencia de dicho racismo, podemos percibir un afán enajenante en quienes hoy tienen las decisiones sociales, tratando de expresar su olvido y alejamiento de sus raíces forestales y su esencial origen cultural de raigambre amazónica. Afán que se expresa en la preocupación por poner distancia respecto a sus orígenes y asumir una personalidad dentro de moldes culturales ajenos, como si la consigna generacional fuera “olvidar nuestro pasado y ser como los de afuera”. Veamos, sino, el estilo de modernización de nuestras calles, los símbolos que enfatizamos, los nombres y letreros que identifican a las instituciones de diversa naturaleza, las festividades que promocionamos, la música que más difundimos, los prejuicios que enfatizamos por acción u omisión, los personajes que más destacamos, los valores que más reforzamos, etc.

Iquitos, así lo sentimos, viene asumiendo su autoconstrucción como ciudad tomando referentes fundamentalmente exógenos, guiada por moldes percibidos como superiores por el hecho de no portar mensajes de los pueblos originarios de esta región; olvidando, por cierto que en nuestro entorno ecológico y sociocultural disponemos de suficientes elementos inspiradores para construirnos en forma más coherente con nuestra heredad espiritual y ecológica.

Lo cual consideramos nada inteligente, pues si tenemos la enorme ventaja comparativa de estar en un “mundo exótico”, que es foco de atracción turística por sí solo, lo natural e inteligente sería profundizar nuestro exotismo construyéndonos como una “ciudad diferente”, con su propia personalidad, con su propio y peculiar mensaje para quienes vienen a vernos y para orgullo nuestro. No debemos construirnos como una ciudad copia, sin originalidad, sin personalidad propia.

Es necesario, entonces hacer un gran esfuerzo por superar nuestros complejos y dar vida a un Iquitos plenamente original pero coherente con su entorno. Un Iquitos en el cual se eleve a la categoría de un valor su riqueza ecológica (flora, fauna), su riqueza espiritual, su riqueza lingüística, su riqueza histórica, los personajes que han sido y son productos de la creatividad social expresada en su proceso de construcción histórica, sus formas de vivir, su forma de ver su mundo forestal: sus mitos, sus leyendas, etc.; en fin, todo cuanto nos es propio y distintivo.

Somos de la opinión de que, en la medida en que dejemos de sentir la necesidad de ser nosotros mismos, originales, propios de este mundo amazónico, perderemos, también, nuestro potencial turístico como ciudad, pues el turista, nacional y extranjero, no viene a ver lo igual, sino lo diferente. Los turistas salen de su región o país a buscar “un mundo diferente”, a conocer lo original de otros pueblos, a enriquecerse con la creatividad de la especie humana expresada en las diversas formas de ser de los pueblos. No admira las ciudades o pueblos-copia, sino las ciudades o pueblos originales.

Pero, además, y esto es lo más importante, no debemos eximirnos del placer y el orgullo de ser los autores creativos de una obra social como es la de crear nuestra propia ciudad, a nuestra imagen y semejanza material y espiritual. No debemos perder la oportunidad de hacer que IQUITOS sea nuestra propia creación, con originalidad forestal y coherencia cultural amazónica. De nosotros depende: autoridades en sus diferentes niveles, arquitectos, urbanistas, comerciantes, gerentes, profesores, ingenieros, administradores, políticos, pobladores comunes y corrientes, dirigentes vecinales, deportivos, etc. El comerciante que decide poner nombre a su negocio, la autoridad que remodela una calle o erige un monumento, el director de un programa radial al decidir la música que va a difundir, el dirigente vecinal que decide el nombre de una calle, etc., todos debemos hacer el esfuerzo necesario para lograr este propósito, que lo consideramos de la mayor trascendencia social, para construir y consolidar nuestra identidad.

Iquitos debe ser nuestra obra, teniendo en cuenta que es nuestra obligación moral el construirnos sobre nuestras propias bases espirituales, en una consciente actitud crítica, creativa y recreativa. Dejarnos llevar por lo fácil, que es el copiar modelos de desarrollo urbano propios de otros escenarios y experiencias históricas, no es sólo una gran irresponsabilidad social, sino también una necedad colectiva, que no nos hará merecedores de ser un honroso pasado para las futuras generaciones. Más aún, en estos momentos en que el proceso de globalización mundial nos tienta a perder nuestras características propias para ser absorbidos por la aspiradora homogeneizante que pretende teñirnos de un solo color a toda la humanidad, bajo el pretexto de la pseudomodernización.

La construcción colectiva de nuestra auténtica modernidad tenemos que lograrla sin renegar de nuestra esencia multicultural ni del entorno forestal, que son los pilares sobre los cuales debemos consolidar nuestra espiritualidad amazónica.

domingo, 18 de octubre de 2009

LA EDUCACIÓN EN FINLANDIA: CALIDAD EN FUNCIÓN A SU DESARROLLO


A propósito de la calidad educativa

Gabel Daniel Sotil García

El tema de la calidad de la educación se nos ha transformado en una obsesión en nuestro país. A tal punto que queremos importarla de aquellas sociedades en donde ha sido lograda, sin tener en cuenta lo que ha requerido dicho logro. Como siempre, nuestras más altas autoridades del sector apuestan por lo más fácil: copiar, comprar, traer de afuera. Pareciera que no conciben que la calidad de la educación sólo puede ser lograda a partir de un proceso de creación social, proceso que requiere de la más amplia libertad, de incentivo a la creatividad, de participación de los sectores concernidos, etc., que son las condiciones que debería garantizar el estado peruano, si realmente tiene como propósito que la nuestra sea una educación de calidad.

Es a partir de la conferencia del Dr. Reijo Laukkanen, Consejero de Educación de la República de Finlandia, desarrollada el 06 del mes en curso, a invitación del Concejo Municipal del distrito de San Juan, que los asistentes hemos tenido un mayor acercamiento al conocimiento y comprensión de la experiencia de dicho país.

Lo que me ha quedado claro es que la calidad de la educación no es obra de milagros. Tampoco lo es de la improvisación. Todo lo contrario: es el producto de decisiones sociales conscientemente adoptadas dentro de las circunstancias temporales y espaciales, de una sociedad concreta. Es la obra de personas conscientes de las responsabilidades que tienen respecto a su sociedad, quienes reconocen las características esenciales de su presente, así como sus deficiencias, asumiendo el deber moral de superarlas colectiva y participativamente. En el más auténtico sentido democrático.

Es decir, la calidad educacional sólo puede ser lograda a partir de una mirada profunda a la propia intimidad sociocultural, en la más libre y crítica actitud introspectiva, pues el árbol de la calidad educativa sólo puede germinar, crecer y fructificar, así queda demostrado, en un determinado suelo cultural; con los nutrientes espirituales que le proporciona la actividad cotidiana del grupo humano; con las frustraciones y dolores históricos y con los sueños y aspiraciones de sus miembros.

No es mirando hacia afuera para ver qué se puede traer de otras realidades como vamos a lograrla.

País pequeño (tiene menor extensión que nuestro Loreto), Finlandia se ubica en las proximidades del Polo Norte y, por lo tanto, sus condiciones climáticas y geográficas son muy disímiles de las nuestras. Su historia reporta momentos dolorosos a los que supieron sobreponerse generando respuestas que sólo ellos, los finlandeses, podrían haber dado.

Y, como bien sabemos, los Pueblos y personas somos el producto de la conjugación de factores ambientales y socioculturales, cuya dinámica de interinfluencias da como resultado eso que se llama CULTURA, que hace que seamos únicos e irrepetibles como pueblos y como personas.

Por ello, en un momento de su devenir, se dieron cuenta que la búsqueda de la equidad les era indispensable para su desarrollo social: que todos tuvieran igualdad de oportunidades en el disfrute de los bienes sociales. Hoy, se no ha dicho, disfrutan todos, los algo más de cinco millones de habitantes, de igualdad de oportunidades de aprendizaje. Pero, también, de un sistema de apoyo orgánica y nacionalmente instituido, que cruza todo el espectro social, que hace que todos sus ciudadanos disfruten, en el marco de dicha equidad, del apoyo financiero para educarse en las mejores condiciones posibles en una atmósfera estimulante de confianza en las capacidades y decisiones colectivas.

Hoy, esos criterios han devenido en características de su cultura y se constituyen en el marco axiológico dentro del cual se desarrolla la educación finlandesa.

En consecuencia, su educación es de calidad porque responde a su ser cultural, a lo que define la esencia de cada finlandés y finlandesa. Ella, siendo el producto de la cultura finlandesa, refuerza y garantiza dicha cultura. En ello radica su calidad.

Sus frutos son evidentes: mejores condiciones de vida social, familiar e individual generadas en una praxis pedagógica que estimula el más auténtico desarrollo integral de cada persona. Es, pues, una educación que crea las condiciones para el desarrollo social. Sirve a la sociedad en su conjunto.

Querer copiarla o imitarla en nuestro país y región, no nos llevará sino a agravar las profundas incompatibilidades de la educación de hoy con nuestro ser nacional. De allí su ineficiencia social. De allí su falta de calidad. Si bien sirve al éxito de algunos individuos, no garantiza el éxito de la sociedad en su conjunto. De allí nuestro subdesarrollo, nuestra pobreza social a pesar de nuestra riqueza natural.

Mientras pretendamos imponerla desde el centralismo, incuestionado hasta en las más altas esferas de la administración educacional de nuestro país, seguiremos admirando, y hasta con envidia, cómo en otras realidades logran lo que nosotros no podemos.

Y no es porque no seamos capaces sino porque no hemos aprendido a confiar en nuestra propia creatividad, milenariamente demostrada en expresiones culturales que nos resistimos a valorar a plenitud, habiendo optado por la imposición de criterios ajenos a nuestro ser nacional. En la más absurda práctica de centralismo enajenante.











viernes, 2 de octubre de 2009

EL MUNICHE, IDIOMA ANCESTRAL DEL PUEBLO MUNICHIS


La lenta y segura pérdida de nuestra riqueza lingüística


Gabel Daniel Sotil García

Transcribo:

“El muniche es un idioma que se habla en el pueblo de Munichis, ubicado en las orillas del bajo río Paranapura, cerca de la ciudad de Yurimaguas en el departamento de Loreto, Perú.

Los historiadores cuentan que la gente de la etnia muniche ha habitado esta zona desde hace muchos siglos. Antes, había cientos de hablantes del idioma muniche, pero hoy en día, en el año 2009, hay menos de diez hablantes, todos de edad mayor. La gente que antes hablaba el muniche aprendió hablar el castellano y el quechua, debido a sus contactos y tratos económicos con hablantes de estos dos idiomas poderosos, y ahora no hay personas que usan el idioma muniche todos los días. Esperamos que este libro pueda apoyar a cualquier persona que tenga interés en aprender algo sobre este idioma ancestral del pueblo indígena muniche.

No sabemos mucho sobre la historia del idioma muniche, porque este idioma fue muy poco estudiado durante los siglos cuando había muchos hablantes. Solamente contamos con algunos materiales escritos por misioneros antes del siglo XX. En cuanto a estudios modernos sobre el muniche, en los años 1980 un joven lingüista y misionero, Michael Luke Gibson, trabajó con el idioma y escribió un pequeño libro, con título “El Muniche: Un idioma que se extingue”, que fue publicado por el Instituto Lingüístico del Verano (ILV) en 1996. … Después del trabajo del Sr. Gibson, los hablantes del muniche mencionan un breve estudio del muniche hecho por unas hermanas religiosas, pero no resultó ninguna publicación de ese estudio. De ahí, viene el presente Proyecto de Documentación del Idioma Muniche, que se describe a continuación.

Ni se sabe a qué familia lingüística pertenezca el idioma muniche, porque hasta ahora simplemente no había datos suficientes para analizar las relaciones entre el muniche y otros idiomas amazónicos. Pero después de analizar los nuevos datos del idioma, recolectados en el presente proyecto de documentación, esperamos ver un entendimiento mejor tanto de la historia del idioma como de sus relaciones genéticas con otros idiomas”.

Es esto lo que podemos leer como fruto de la investigación emprendida por un equipo de especialistas pertenecientes al antedicho proyecto y que se consigna en el Informe que resultó de su trabajo, desarrollado entre 2008 y 2009.

Dicho trabajo fue dirigido por el Dr. Lev Michael de la University of California, Berkeley, contando con la colaboración de los pocos hablantes que recuerdan haber usado este idioma en sus comunicaciones cotidianas varios años atrás: Alejandrina Chanchari Icahuate, Donalia Icahuate Baneo, Melchor Sinti Saita, Lidia Icahuate Baneo, Agustina Sinti Saita, Josías Chanchari Marayawa, y Demetrio Chanchari Baneo; y un equipo de lingüistas visitantes, Mg. Christine Beier (U. de Texas en Austin), Lic. Karina Sullón Acosta (peruana), Stephanie Farmer (U. de California, Berkeley), Greg Finley (U. de California, Berkeley), Michael Roswell (Swarthmore College).

Comento:

En verdad, es sumamente doloroso y sublevante el ser testigo impotente de una pérdida como ésta. Como este idioma, muchos otros están al borde de la extinción aquí en nuestra región amazónica. Idiomas que fueron construidos con el esfuerzo creativo de miles de años. Idiomas cuya riqueza espiritual no hemos podido entender por la soberbia de la cultura mestiza y, por lo tanto, al perderse nos empobrecemos culturalmente. Hasta hoy no podemos diseñar y poner en ejecución una política cultural que promueva el conocimiento profundo de nuestra riqueza lingüística para aprender a valorarla y preservarla por todo lo que ello significa para nuestro fortalecimiento espiritual como nación.

Es aquí en donde notamos la gran falta que nos hace la Educación Intercultural, cuyas consecuencias formativas nos harían sensibles a situaciones como esta y nos posibilitaría comprometernos en acciones sociales para evitar que nuestro patrimonio cultural y lingüístico se siga perdiendo.

Desde estas páginas pido a quienes están en posibilidades de establecer políticas de defensa de este patrimonio que no demoren en establecerlas, pues las condiciones son de la mayor urgencia. Y al magisterio regional, que se atreva a enfatizar en las nuevas generaciones, la formación respetuosa y comprometida frente a la diversidad cultural de nuestra región.

Mayores informaciones pueden encontrar, los interesados, en la página web siguiente:
http://www.cabeceras.org/cap_data_products.htm
Foto: Alejandrina Chanchari, muniche hablante

miércoles, 23 de septiembre de 2009

EL FESTIVAL DEL BOSQUE VEINTE AÑOS DESPUÉS


Gabel Daniel Sotil García

Han pasado veinte años.

Muchas aguas ya se fueron pero, esta vez, para no volver. Muchos árboles han caído, pero, esta vez, para jamás retoñar. Innúmeros arroyos se han secado pues los bosques y matorrales que les daban vida han sido incomprensiblemente destruidos. La prodigiosa diversidad de seres vivos con la que fuera dotada nuestra ubérrima naturaleza, hoy es víctima de nuestra irracionalidad social. Agua, aire, bosque, suelo, subsuelo, paisajes, todo, todo cae bajo nuestra voracidad mercantilista.

¿Y todo eso para qué?

Hoy sabemos, con más certeza que hace veinte años, que destruir nuestro bosque es destruir uno de los tesoros de la humanidad y, es también, una de las formas más seguras de auto eliminarnos como especie de la faz de este planeta prodigioso al que no hemos aprendido a conocer, amar, respetar y conservar. Sin embargo, seguimos irresponsablemente empeñados en talar cuanto árbol encontremos en nuestra ruta, ruta que, parece, hemos trazado sin hacernos la pregunta fundamental: ¿hacia dónde queremos ir?

Creado con la convicción de que la forma más segura de orientar la actuación social de las personas es desde el sistema educativo formal, el FESTIVAL DEL BOSQUE nació, sobre todo para el magisterio amazónico, como una propuesta para invitarlo a crear nuevas formas de educar en consonancia con las demandas sustanciales de nuestra región; sobre todo, las de carácter ambiental, pues ya eran desastrosas las consecuencias de los conflictos actitudinales, cognoscitivos y valorativos que la sociedad dominante venía desarrollando con el ambiente amazónico, generados por la minusvaloración del tejido axiológico construido por los Pueblos Indígenas y la sumisión a las demandas mercantilistas propias del sistema económico internacional, al que habíamos privilegiado en nuestra sociedad regional y nacional.

Hoy, veinte años después, la situación regional, nacional y mundial se han agravado en lo que concierne al ambiente. El problema ambiental se ha redimensionado y tiene alcances planetarios, aunque aún la incredulidad sigue sirviendo de capa protectora a quienes, países, instituciones y personas, no han sabido asumir compromisos que desborden su individualismo y sus ambiciones más prosaicas.

Por ello es que, quienes hemos asumido las propuestas e implicancias de este FESTIVAL DEL BOSQUE que, felizmente, somos cada vez más en nuestra región, reino de las aguas y los árboles, debemos fortalecer nuestro compromiso con su celebración, para que siga siendo el foco irradiante, desde la intimidad de las instituciones educativas, de nuevas inspiraciones para crear formas renovadas de educar a las generaciones venideras con un nuevo equipamiento cognoscitivo y actitudinal-valorativo, que garantice una renovada actuación social de pleno respeto a nuestro entorno ambiental.

Máxime ahora en que ya hay mayores convicciones sobre la necesidad de prácticas pedagógicas dirigidas a superar el centralismo agobiante y frustrante, causante, entre otros, de nuestro subdesarrollo socio-económico y de la baja calidad educacional que nos flagela, con las lógicas consecuencias destructivas de nuestras más caras conquistas culturales: diversidad de pueblos, diversidad de esperanzas y sueños y diversidad de futuros por construir.

Considero, entonces, que, si hace veinte años era contundente su necesidad como festividad escolar y comunal, hoy las urgencias sociales y culturales no dejan dudas de que “… lo que debemos hacer en las escuelas, en todos los CENTROS EDUCATIVOS, es enseñar a conocer mejor el bosque. Conocer lo que tiene; las plantas y animales, que viven allí. Pero, también, a amar todo lo que constituye nuestro ambiente, para poder defenderlo y conservarlo. Para que nadie lo destruya. Para que no contaminemos sus ríos, sus cochas, su aire (que es el que respiramos todos). Para que siga brindándonos la belleza de sus paisajes. Para que sus árboles no sean talados hasta su extinción.

La escuela debe enseñarnos a AMAR al BOSQUE, porque él nos da la vida. Porque él nos da abrigo. Pues porque por él vivimos.

Por todo ello es que debemos, en algún momento de cada año, expresar nuestra INMENSA ALEGRÍA de vivir en esta región que es un BOSQUE INMENSO. Y es la escuela quien debe enseñarnos a alegrarnos, a rendirle homenaje a nuestro BOSQUE; a expresarle nuestro compromiso con su defensa.

SI VIVIMOS EN EL BOSQUE, PUES APRENDAMOS Y ENSEÑEMOS A AMAR AL BOSQUE.
¡POR ESO ES QUE DEBEMOS CELEBRAR EL FESTIVAL DEL BOSQUE!” (*)



(*) Artículo publicado en KANATARI, Iquitos, agosto 1996

miércoles, 9 de septiembre de 2009

KATSAKÁTI, EL IDIOMA ANTIGUO DEL PUEBLO DE LOS ANDOAS


La lenta y segura pérdida de nuestra riqueza lingüística
Gabel Daniel Sotil García

Como bien sabemos, la riqueza lingüística de nuestra región amazónica es proverbial y grandiosa. Sin embargo, cruza todo el espectro de nuestra sociedad un profundo desinterés por dicho acervo, pues no estamos educados para apreciarla, valorarla, fortalecerla y conservarla. Ni siquiera para desear conocerla.

Como consecuencia de ello, uno a uno de los idiomas construidos con el esfuerzo creador milenario de nuestros ancestros amazónicos, viene desapareciendo en agonía desesperante e indetenible ante la mirada indiferente, fría, distante y resignada de las autoridades políticas y educacionales que, al parecer, ni cuenta se dan de ello.

Andoas es solo medianamente conocido como un pueblo conformante de la provincia del Datem del Marañón, Región Loreto, ubicado en la parte más septentrional del río Pastaza, muy cerca a la frontera con la hermana república de Ecuador, en cuyas riberas aún quedan algunas familias que hablan el antiguo idioma KATSAKÁTI.

Hasta allá (Andoas Viejo) viajaron, en el mes de junio del presente año, el Dr. Lev David Michael, profesor de la University of California, Berkeley, la lingüista Mg. Christine Beier, de la University of Texas, el Mg. Ramón Escamilla (University of California, Berkeley) y la Mg. Marta Piqueras-Brunet en el marco del Proyecto de Documentación del Idioma Andoa, con apoyo financiero de la ONG Cabeceras Aid Project.

Las referencias por ellos recibidas en su país acerca de la precaria situación actual del idioma fueron determinantes para que se apresuraran a hacer su viaje, cuyo resultado es un pequeño libro en el que consignan las pocas palabras recopiladas, pronunciadas con resistencia y desconfianza, de los pobladores hablantes del idioma KATSAKÁTI: Juan Mucushua, María Sandi, Lidia Arahuanaza y Dionisia Arahuanaza, quienes, al parecer, son los últimos que lo conocen y lo recuerdan ya con muchas dificultades, por cierto. Producto de ello es el documento que nos sirve de base para hacer este artículo. (*)

Palabras como “anapachá” (cielo), “idí” (montete), “tajápo”(casa), “máaji”(mujer), “newá” (perdiz), etc. fueron alguna vez pronunciadas en la vida cotidiana de dicho pueblo, portando mensajes que eran entendidos con orgullo y emoción, por los otros vivientes, con quienes compartían la alegría de vivir, cobijados por el hermoso bosque que era su universo. Hoy, tales palabras suenan extrañas para los moradores y ocasionan rechazo a quienes las pronuncian. Hay vergüenza ya instalada en la intimidad de los pobladores, quienes prefieren ignorarlas o no utilizarlas por los pocos, poquísimos, que las conocen.
Y con cada palabra que se deja de usar, se pierde, también, fortaleza espiritual. Se pierde riqueza interpretativa del entorno, de la realidad circundante que, consecuentemente, se hace enigmática, cerrada, amenazante, desconcertante. Se debilitan los lazos de unión con las plantas, animales y seres del imaginario cultural construido a través de los siglos. Se pierde, entonces, el regocijo cotidiano de vivir en profunda comunión con el bosque, el río, la cocha, las aves, etc., elementos con los cuales lograron una íntima comunicación.

Si las autoridades regionales y nacionales no toman las decisiones adecuadas, considero que estamos a las puertas de ver otro idioma más condenado a desaparecer, como que ya lo está el Katsakáti. Nuestra anemia espiritual se seguirá acentuando. Nuestro desconcierto social ante el futuro se hará más profundo, pues con cada pérdida cultural, nuestro país y región pierden en fortaleza y seguridad para afrontar el futuro, lo que nos hace cada vez más fáciles presas de la imposición cultural foránea.

Desde estas líneas reitero mi invocación a la colectividad loretana, amazónica y peruana para asumir la responsabilidad de defender con prioridad nuestra riqueza espiritual, evitando que el KATSAKÁTI sea destruido, como ya lo fueron otros idiomas forestales como el CAHUARANO y el ABISHIRA de la misma familia (Záparo), según se reporta en el libro que nos sirve de base.

No debemos ya persistir en la vergonzosa e indignante actitud nacional (y regional) de renunciar a nuestras obligaciones morales para con nuestro propio futuro por una reprochable desidia, pues conocimientos ya los tenemos.

Mayor información pueden conseguir, quienes tengan interés, en las siguientes direcciones URL:
www.iquito.org y www.cabeceras.org


(*) KATSAKATI, el idioma antiguo del pueblo de Andoas; elaborado a base del conocimiento de Juan Macushua y María Sandi, por Lev David Michael, Christine Beier, Ramón Escamilla y Marta Piqueras Brunet. Cabeceras Aid Project, junio 2009.

lunes, 31 de agosto de 2009

PARA QUE LA AMAZONÍA SEA RECONOCIDA Y VALORADA POR LOS PERUANOS




Reflexiones para la diversificación curricular (7)


Gabel Daniel Sotil García

Las consecuencias que hemos puntualizado no son, por cierto, frutos del azar. Ellas son los efectos ineludibles, lógicos, de las políticas decididas e implantadas por los sucesivos gobiernos nacionales (ahora también por los regionales), que han venido condenando a esta región amazónica a una especie de un clandestinaje en la dinámica nacional, cuya reversión requiere de la toma de urgentes decisiones.

Para ello debemos empezar por reconocer que la calidad de actuación tanto individual como social en nuestro entorno ecológico y sociocultural depende, básicamente, de la calidad del equipamiento cognoscitivo-intelectual y axiológico – actitudinal proporcionado por la educación, tanto la espontánea o social como la institucionalizada o formal, el mismo que se construye a lo largo de la vida de cada uno de nosotros en las diversas circunstancias a las que nos enfrentamos en la dinámica social. Lo positivo o negativo que hagamos en nuestro escenario sociocultural y ecológico depende de dicho equipamiento. Es en nuestra interioridad en donde moran las fuerzas que guían o inspiran nuestra actuación social.

En consecuencia, para la superación de las deficiencias, ya puntualizadas, que venimos evidenciando en la actuación colectiva en nuestra región y país, será necesario que las autoridades nacionales, regionales y el magisterio, en especial, tomemos las medidas adecuadas, para que, en el nivel interno, se enfatice y priorice el estudio de nuestra región y, en el externo, exigir al Ministerio de Educación que, en el currículo nacional, la selva merezca un sitial relevante, pues, con toda seguridad, a las instituciones educativas de las demás regiones no llegan mensajes de la realidad amazónica (y si llegan, lo hacen con una notable opacidad, incorrección y sesgo), con lo cual se fortalece y profundiza el más grande vacío de los peruanos respecto a la realidad nacional, pues hemos construido y estamos construyendo un Perú sin la verdadera AMAZONÍA, cuya historia, cuya diversidad cultural, cuya riqueza espiritual, cuya realidad ecológica, etc., quedan fuera de las instituciones educativas nacionales.

Más aún cuando hoy sabemos que las agresiones que inferimos al bosque amazónico tienen un efecto desencadenante de muy graves consecuencias en el sistema climático de nuestro planeta, contribuyendo a ese fenómeno global llamado calentamiento global, cuyas complejas consecuencias se evidencian en el actual cambio climático que, si no lo afrontamos con estrategias apropiadas y la urgencia pertinente, va a causarnos gravísimos, catastróficos problemas, como que ya lo viene haciendo, aunque, al parecer, para las autoridades no tienen mayor importancia.

Somos de la opinión de que, dada la trascendencia que viene adquiriendo la Amazonía, tanto para nuestro país como para nuestro planeta, ésta merezca un capítulo especial de estudio en el currículo nacional (y más, por cierto, en el regional), que nos permita, a las actuales y nuevas generaciones, conocerla, comprenderla, reflexionarla e intervenirla racionalmente a partir de la dinamización de nuevos criterios, que nos posibiliten una mejor defensa de sus intereses supremos como unidad sociocultural y ecológicamente diversa.

Nos urge, pues, que socialmente nos aboquemos a superar ese cruel e incomprensible clandestinaje al que la hemos condenado.

Labor reivindicativa que, ineludiblemente, debe comprender el diseño y la implementación de una nueva educación, que tenga como propósito la formación de una nueva imagen de nuestra región que responda plenamente a su realidad, para actuar desde ella con nuevos instrumentos intelectuales y axiológico-actitudinales.

Es en este sentido que proponemos a los actuales Gobiernos Regionales amazónicos que, en sus respectivos ámbitos jurisdiccionales, prioricen el conocimiento extenso e intenso de la realidad amazónica en toda su complejidad, como base para desarrollar actitudes de valoración, respeto y preservación de su patrimonio material y espiritual.

Como correlato necesario, el Ministerio de Educación debe incorporar, como componente de sus políticas educacionales, con carácter de máxima prioridad, que el currículo nacional comprenda la formación de toda la niñez y juventud peruanas en el conocimiento de la realidad amazónica, como requisito para lograr una nueva y sólida identidad nacional, en el marco de un futuro concebido para hacer nuestras vidas bajo la sombra protectora de los árboles del bosque y no sobre sus quirumas y escombros, futuro que sólo podremos construir a partir de un currículo pleno de Amazonía.


Foto del autor. Cruzando el Amazonas



sábado, 8 de agosto de 2009

CONSECUENCIAS DE LA MARGINACIÓN DE LA AMAZONÍA EN LA EDUCACIÓN NACIONAL


Reflexiones para la diversificación curricular (6)

Gabel Daniel Sotil García

Hoy vemos, con mucho dolor, cómo se deforestan extensas superficies de bosque para extender la frontera agrícola y ganadera bajo el supuesto de que tumbar bosque es generar riqueza; cómo se contaminan nuestros ríos y cochas; cómo se extinguen nuestras especies florísticas y faunísticas sin siquiera haberlas estudiado, abandonadas o entregadas a la voracidad mercantilista, generalmente exportadora, de dueños de capitales foráneos que se nutren de dicha destrucción.

Extensas superficies forestales son depredadas a sabiendas de que sólo brindarán frutos pocos, muy pocos años, luego de los cuales serán abandonadas por la irrecuperable pérdida de su fertilidad, pasando a engrosar los suelos en proceso de desertificación, que ya llegan a millones de hectáreas en su incontenible expansión. Con ello no sólo perdemos árboles, sino también perdemos suelos, biodiversidad, agua en los ríos y cochas, evaporación, lluvias, regularidad climática, belleza paisajística, atractivos turísticos y cuanto servicio forestal nos brinda el bosque, servicios a los cuales no les brindamos ninguna importancia, pues nunca nos enseñaron a valorarlos en la actual educación. Así como también afectamos la existencia de los diversos Pueblos Indígenas, hoy empujados inexorablemente a su extinción, pues por la naturaleza de sus culturas el bosque les es indispensable para seguir siendo lo que son.

Las instituciones que podrían generar profundos cambios en esta percepción, en especial las educacionales, vienen siendo prisioneras de la inercia, el conformismo, el anquilosamiento. Su falta de agresividad las hace cómplices de esta situación tan negativa para los intereses regionales, pues con la ignorancia sólo se busca acondicionarnos para la expoliación o arrebato de nuestras materias primas, aprovechando nuestra indiferencia inducida mediante muy eficaces mecanismos de dominación psicológica.

Hasta el momento, como bien sabemos, el Ministerio de Educación viene imponiendo un currículo que ni lejanamente responde a nuestras demandas de desarrollo coherente con nuestras características y potencialidades, valiéndose, entre otros, de la elaboración y distribución, excluyentemente, de un material que responde a su visión homogeneizadora a nivel nacional (el mismo material para todos), en cuyo contenido las referencias a nuestra región son escasas o tergiversadas, que no permitiendo que los educandos de todo el país, incluso los de nuestra propia región, tengan apropiados conocimientos, en calidad y diversidad, y desarrollen actitudes positivas respecto a la Amazonía.

Ello a pesar de que en nuestra propia región hay ya una vasta producción bibliográfica, tanto científica como tecnológica y humanística (literaria, histórica), referida a ella en sus diversos aspectos que es minusvalorada o ignorada por dicho Ministerio, prisionero del centralismo y víctima de su impertinencia; con lo cual ratifica su falta de idoneidad para administrar nuestra heterogeneidad sociocultural y ecológica, tanto nacional como regional, incapacidad demostrada hasta la saciedad en estos últimos ciento ochentiocho años.

Por su parte, los gobiernos y autoridades regionales amazónicas, más allá de meras declaraciones, en su actuar revelan no estar comprometidas con la defensa de nuestra región en lo ambiental, en lo cultural, en lo social, en lo político, pues no están haciendo todo cuanto debieran y pudieran hacer.

Ello porque no han asumido a la Amazonía en sus múltiples connotaciones en y para nuestro país, pues, siendo la más extensa, con un imponente bosque con ingentes recursos naturales y una invalorable biodiversidad, la Amazonía es la región con mayor diversidad cultural y lingüística, es decir, toda una reserva de riqueza espiritual.

Pero, además, la Amazonía es un conjunto de mitos encubridores tejidos acerca de ella que requieren ser conocidos y analizados para ser develados mediante una educación pertinente para su respectivo desmontaje; así como también es un inmenso y profundo vacío en la mente de los peruanos, que no debemos permitir que se amplíe ni consolide.

Finalmente, es un referente de sueños, ambiciones, ilusiones y fantasías que hoy moviliza a un gran contingente de peruanos que llegan a ella con falsedades mentales, a partir de las cuales le infieren gravísimas agresiones por ignorancia, ambición e inconsecuencia, para lo cual cuentan con la pasividad e indiferencia de autoridades e instituciones.

Es, pues, la Amazonía un reto para los gobernantes de turno, nacionales y regionales, que aún no lo asumen como tal y una esperanza y un desafío para quienes vivimos en ella, que estamos en la obligación de hacerla un escenario hermoso y promisorio para nuestras vidas individuales y sociales y la de quienes nos han de suceder, más allá de engaños, olvidos, falsedades y frustraciones.

Foto del autor: Quema de bosque para ampliar frontera agrícola.




domingo, 2 de agosto de 2009

KANATARI: 25 AÑOS ESCUDRIÑANDO LA AMAZONÍA



Gabel Daniel Sotil García

Esta Amazonía que, aún hoy, no tenemos claramente visualizada, no sólo por los peruanos, sino, tampoco, por gran parte de los mismos amazónicos, ha venido haciéndose presente muy lentamente en la dinámica nacional y regional de muy diversas formas y por efecto de diversos factores.
Pero, infelizmente, esta incorporación ha sido más como escenario de imposición de decisiones exógenas y objeto de conquistas de toda índole (políticas, económicas, culturales, administrativas, etc.) que como generadora y protagonista de su dinámica y menos como objeto de conocimiento para propósitos de comprensión por parte de nuestro país y de la propia gente amazónica.

En el último medio milenio de su historia hemos sido testigos de los avatares a los que ha sido sometida en respuesta a intereses siempre teñidos del color de destrucción, para satisfacer la creciente e indetenible voracidad de quienes asumían, al margen de todo derecho (salvo el que da la imposición), su conducción siempre dirigida sólo al aprovechamiento irracional de sus recursos.

En estos momentos podemos ver a una Amazonía algo menos que marginada, más desconocida e ignorada hasta por las propias autoridades regionales (políticas, sociales, educacionales, etc.), que han asumido los mismos paradigmas mentales prejuiciosos que sustentan y delinean la concepción y actuación de las autoridades nacionales y, por lo tanto, toman sus decisiones guiadas por idénticos criterios: territorio vacío, sin más valor que el de sus recursos naturales físicos y biológicos, carente de importancia para fines de comprensión de su compleja realidad, región predestinada al saqueo y la depredación exportadora, etc.

En el documento “Amazonía Peruana: investigación para el desarrollo sostenible”, publicado por el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana –IIAP, el Proyecto FAO y el Tratado de Cooperación Amazónica, en 1998, al hacer el análisis de la percepción que la sociedad civil y científica han venido teniendo de nuestra región, estas instituciones expresan “…a falta de categorías epistemológicas para interpretar la diversidad con criterios de diferencia han atribuido a este esplendoroso universo fantasías y falacias que carga a cuestas hasta hoy y que hacen se la ignore en su verdad esencial, en la potencialidad de sus recursos singulares y en las decenas de culturas que mantienen aún, a pesar de la permanente voluntad integradora de la sociedad envolvente, sus raíces milenarias en un armónico diálogo con el hábitat.

Espacio fértil, vacío, homogéneo, pulmón del mundo, sociedades originarias obstáculo para el desarrollo, etc., han sido algunas de las voces que en el fondo han significado una ausencia de entendimiento entre el centro, entrampado en la visión lineal del occidente, y los diferentes espacios y grupos humanos que lo pueblan”.

Es este panorama de carencias cognoscitivas y conceptuales, tergiversaciones interpretativas y equivocidades de planteamientos y proyecciones el que viene sirviendo de elemento sustentador, justificador y orientador de las relaciones que todo el país viene estableciendo con nuestra región en los aspectos político-administrativo, económico, sociocultural, educacional, etc., a pesar de lo cual, ella viene, casi subrepticiamente y como a contracorriente, creándose un espacio en las mentes de la comunidad nacional y amazónica, en lucha permanente con una estructura casi inconmovible de prejuicios, si bien nacidos en otros tiempos, pero que vienen sirviendo de referentes a la hora de decidir nuestra actuación, tanto individual como institucional, en la actualidad.

Y es en este proceso de construcción mental de una nueva imagen de AMAZONÍA, que se viene operando en cada uno de nosotros, por cierto que con mayor intensidad entre quienes vivimos en sus entrañas, en donde la labor de KANATARI ha tenido y viene teniendo su mayor trascendencia formativa, pues el colectivo que lo hace posible está guiado por la convicción de que requerimos una comunidad con un referente nítido en su mente, una imagen socialmente compartida que sea el correlato coherente con nuestras características regionales; una imagen organizativa, orientadora e impulsora de nuestra actuación social, que le permita identificarse con la historia común, con la realidad actual que nos desafía por igual en el deber moral de modificarla respetuosamente, sin violentarla, para bien de todos, y con un futuro compartido en cuya construcción tenemos todos iguales responsabilidades.

Labor de construcción o, más propiamente, reconstrucción que sólo puede ser el producto de haber asumido con profunda y sólida convicción analítica, crítica, reflexiva y propositiva nuestra diversidad cultural, nuestra esencial forestalidad, nuestro pasado común enraizado en una gesta creativa milenaria, nuestro compromiso de compartir respetuosa, armónicamente, el poder entre todos los pueblos que habitamos esta región; haber aceptado que somos un espacio con grandiosas potencialidades que aún, es verdad, no conocemos a plenitud, pero que debemos aprender a dinamizar con racionalidad; haber reconocido con realista optimismo que en cada comunidad existen sólidas fuerzas psicosociales capaces de ser dinamizadas para generar el autodesarrollo. En fin, haber decidido que es nuestra obligación colectiva aprender a mirar al mundo desde nuestro bosque portentoso y construirnos una identidad multicultural que debe concretarse diferencialmente, en el marco de una auténtica democracia intercultural participativa, en cada uno de los pueblos que hoy conformamos esta grandiosa región, cuya vocación es la de seguir creando diversidad biológica y cultural.

Como consecuencia de ello es que hoy podemos, recorriendo las páginas de KANATARI, tener la certeza de que hacemos, también, un recorrido por la realidad vivencial trascendente de los últimos 25 años de vida amazónica en toda su diversidad y avizorar infinitas perspectivas potenciales para nuestras decisiones colectivas, si es que consideramos que somos capaces de crearnos un futuro en concordancia con nuestras riquezas materiales y espirituales.

Iquitos, 26-07-

martes, 7 de julio de 2009

UNA EDUCACIÓN PARA QUE EL PERÚ SE APROXIME A LA COMPRENSIÓN DE LA AMAZONÍA


Reflexiones para la diversificación curricular (5)

Gabel Daniel Sotil García

Las consecuencias de esta actitud no sólo las sufre nuestra región sino todo nuestro país, pues hoy nos percibimos, para fines de políticas de desarrollo pertinentes, sólo como un país andino y costeño; mejor dicho, nos hemos formado sin considerar nuestro inmenso e importante componente forestal.

Esta percepción excluyente, marginante de la Amazonía, ha tenido graves consecuencias para nuestro país, pues las clases dominantes han tomado decisiones siempre en el marco de esta perspectiva. Las diversas políticas de los gobiernos que vienen asumiendo el poder, expresan esta forma de percibirnos y es así, cómo, parte central de nuestras preocupaciones, es nuestro crecimiento agrario o el desarrollo de nuestra minería, razón por la cual tenemos ministerios de agricultura y de minería; pero carecemos de instituciones ministeriales encargadas de nuestro patrimonio forestal, salvo la tardía y muy reciente creación del Ministerio del Ambiente.

El centralismo omnímodo, predominante en nuestro país, nos ha impuesto una visión equívoca, falsa, de nuestra realidad nacional y, por lo tanto, las decisiones políticas que tomamos son también equívocas, pues no nos permiten afrontar nuestra realidad, con la riqueza de su diversidad ecológica y sociocultural, sino un falso supuesto sustituto de ella. Como consecuencia, tenemos la persistencia, y agravamiento en muchos casos, de los problemas nacionales.

Es decir, no sólo es nuestra región sino todo el Perú el que se perjudica con esta visión equívoca que tenemos al haber marginado a la Amazonía de la intencionalidad formativa de la educación peruana.

Es por todo ello que requerimos que la educación peruana promueva un acercamiento de todos los peruanos a las reales circunstancias de esta región, para superar los prejuicios que hasta hoy han condicionado las relaciones del resto del país con esta selva, aprendiendo a vernos, también, como un país amazónico, predominantemente forestal, pues en las dos terceras partes del mismo se extiende esa unidad ecológica que llamamos Amazonía Peruana.

Sólo entonces la mirada de los gobernantes costeños logrará ver más acá de los Andes, y valorar a nuestra región como un verdadero potencial para nuestro desarrollo nacional en el marco de una estrategia adecuada a sus características, superando la tradicional actitud de percibirla como un simple reservorio de materias primas y pueblos a sojuzgar, pues, a estar por los efectos que individual y colectivamente venimos causando en este grandioso escenario, podemos afirmar que no estamos equipados convenientemente para desarrollar una dinámica social positiva respecto a su conservación, al mantenimiento de sus potencialidades y a la defensa de sus intereses, para que siga siendo una región forestal generadora de diversidad biológica, social y cultural, como lo viene siendo hasta ahora.

Realidad trágica ésta que ha llevado al Dr. Antonio Brack Egg, insigne ecologista peruano, hoy Ministro del Ambiente, a decir que “la mayor estupidez que estamos haciendo los peruanos es talar nuestra riqueza forestal para realizar actividades agropecuarias y ganaderas”, queriendo con ello trastocar la natural vocación de nuestro bosque, que es la de seguir siendo bosque. Estupidez producto de la ignorancia y ambición mercantilista frente a nuestra realidad, agregamos.

La actuación destructiva de los últimos siglos, desplegada por quienes pertenecemos a la cultura mestiza, en toda su diversidad, evidencia que lo que hemos aprendido de ella no es lo que deberíamos haber aprendido; que lo que sabemos de ella, en toda su complejidad, no corresponde a su realidad. Es decir, nunca la hemos tomado como referente de aprendizaje.

Por ello es que hoy, en que nos es indispensable pensar nuestro futuro colectivamente (no por unos cuantos) y diseñar nuestro desarrollo para beneficio de todos los pueblos y personas que habitamos esta región (no para unos cuantos), nos encontramos con que carecemos de los conocimientos básicos, de los valores y actitudes indispensables, de las destrezas intelectuales apropiadas para abordar tan trascendente tarea social.

En verdad, aprendemos mucho en las instituciones educativas de nuestro país, sabemos bastante, casi enciclopédicamente; pero, lo que hemos aprendido y sabemos ya no nos es útil, en estas circunstancias, para pensar y pensarnos de manera distinta, si es que queremos ser autores de nuestros destinos colectivos, único camino para superar nuestra pobreza, nuestro subdesarrollo, los graves problemas que nos afectan socialmente, ambientalmente y culturalmente.

Y es que casi todo lo que hemos aprendido y venimos aprendiendo no tiene como referente a nuestra realidad; con ello, no nos capacitamos ni para conocerla y amarla y menos para transformarla constructivamente, respetando su raigal pluriculturalidad y su esencial forestalidad.

jueves, 2 de julio de 2009

EL RACISMO O LA ACTITUD DISCRIMINADORA FRENTE A LOS PUEBLOS INDÍGENAS


En torno al conflicto amazónico (2):

Gabel Daniel Sotil García


Los acontecimientos que venimos viviendo en estos últimos tiempos, teniendo como eje central los reclamos de los Pueblos Indígenas (ver Convenio 169 – OIT) de nuestra Amazonía en defensa de sus culturas y territorios y el respeto a sus derechos internacionalmente reconocidos, han tenido la virtud de evidenciarnos una de las patologías o enfermedades más graves que vienen afectando a nuestra sociedad nacional: el racismo; enfermedad ésta que adquiriera categoría de criterio de organización y relaciones sociales y trato interpersonal desde el inicio de la época colonial.

Iniciada en los albores de la misma, pasó, por aprendizaje (contagio cultural), de generación en generación. Este mal consiste en valorar al indígena (dominado) desde la perspectiva del dominador, quien es visto como portador de modos de vida atrasados, primitivos, “gentiles”, sin ningún valor ni mérito para ser considerados como cultura. Modos que, por lo tanto, deben ser cambiados por los comportamientos de la cultura occidental; es decir, la del vencedor, percibida como superior.

La perspectiva que le queda al indígena, entonces, es la de abandonar todos sus logros culturales y asimilarse, incorporarse, a la cultura de su dominador. Esta percepción etnocéntrica, es decir, desde la perspectiva de la cultura del dominante, es la que guió la acción aculturadora desarrollada en nuestra región desde la época de la conquista, acción que consistía en imponer, de cualquier manera, la nueva cultura a los Pueblos Indígenas. “El indio debe dejar de ser indio” para incorporarse a la cultura nacional (la del dominante), era la máxima de esta actitud, según la cual, ellos son los culpables de nuestro subdesarrollo, nuestro atraso como país y región. Si deseamos lograr nuestro desarrollo social, según esta forma de pensar, tenemos que hacer desaparecer todas estas manifestaciones primitivas propias de “ciudadanos de segunda categoría”, según aún expresan alto funcionarios, políticos, intelectuales, periodistas, etc.

Aún hoy hay personas e instituciones que tienen esta forma de percibir a los Pueblos Indígenas (amazónicos y andinos) y, por cierto, desarrollan sus acciones en consonancia con esta percepción. Su mayor preocupación es la de hacer que los indígenas cambien sus modos de vida: idioma, arte, costumbres, religión, forma de ser, etc., pues éstas expresarían formas de ser “primitivas”, “arcaicas”.

El ideal de estas personas e instituciones es asimilar, absorber, a los indígenas a la cultura mestiza que ellas representan. Este racismo es el que se traduce cuando una persona (periodistas, funcionarios, profesionales diversos, jueces, empresarios, personas comunes y corrientes, etc.), al referirse a las personas de alguna de las culturas originarias de nuestra región (y país), las tilda de “indio”, “cholo”, en su connotación despectiva. O cuando alguien emplea el término tribu para referirse a tales culturas. O el término dialecto para referirse a sus sistemas lingüísticos. Pero, también se expresa este racismo cuando decimos “al pueblo hay que culturizarlo” o “al pueblo hay que llevarle cultura”, bajo la convicción de que el pueblo no tiene cultura.

Pero, el racismo no sólo afecta las relaciones con los miembros de las culturas indígenas, sino también entre los integrantes de la misma unidad sociodemográfica, en cuyo interior los individuos son categorizados de acuerdo a muy diversos criterios, generando, así, un panorama social sumamente resquebrajado, fracturado, conflictivo, de jerarquizaciones subjetivas, que imposibilita la comunicación y la comprensión al interior de la sociedad nacional y regional, que, como sabemos, está integrada por personas que no sólo poseen muy diversas condiciones socioeconómicas sino, también, disímiles universos culturales.

Y es que el racismo se sustenta en la premisa “Sólo lo mío vale, lo demás no”. Es decir, lo que yo conozco o sé, lo que creo, mi forma de pensar, mis gustos y temores, la forma en que percibo el mundo, etc., es lo único que vale. Se absolutiza, así, el acervo cultural propio, en detrimento del de los demás.

Por cierto que esta forma de ser y actuar, aprendida en el marco de una colectividad, no posibilita la verdadera comunicación entre personas y menos entre Pueblos. Es el caldo de cultivo para la imposición cultural, para la fracturación social, pues impide los necesarios consensos sociales respecto a un proyecto de desarrollo regional y nacional de nuestra sociedad. Es un vector de conflictos entre las diversas culturas de nuestra región, como muy luctuosamente se ha evidenciado y seguirá evidenciándose mientras la educación nacional, en el marco de una política de estado en esta dirección, no afronte con la debida decisión la superación de esta característica nacional.

Pero esta actitud es mucho más peligrosa si quien piensa así tiene el poder político, dado que todas sus decisiones estarán dirigidas a imponer su cultura por considerarla superior y hacer desaparecer a todas las culturas consideradas inferiores. Efecto que, por cierto, no necesariamente es conscientemente buscado. Como consecuencia, los conocimientos, valores, conquistas prácticas, instrumentos, creencias, manifestaciones artísticas, etc., de los pueblos no dominantes serán despreciados, ignorados y condenados a ser destruidos. En este caso, los de nuestros Pueblos Indígenas, quienes hoy en día no comparten el poder político en nuestro país y, por lo tanto, a sus reclamos no se les reconoce prioridad en la agenda nacional.

Es esta actitud etnocéntrica, racista la que ha causado y viene causando la mayor destrucción de los legados culturales de los Pueblos Originarios (impropiamente llamados “nativos”) de nuestra Amazonía, actitud que aún subsiste en muchas personas e instituciones de nuestra región y país, empeñadas en “civilizar”, “cristianizar”, “modernizar”, “culturizar” “alfabetizar” a los miembros de estos pueblos. Es esta la actitud que viene impidiéndonos el diálogo, el mutuo respeto entre quienes vivimos en esta hermosa y rica región. Es la que impide que logremos los acuerdos necesarios para elaborar un proyecto de desarrollo social que parta del reconocimiento respetuoso de nuestra diversidad sociocultural y nos permita la construcción de una Amazonía escenario para la realización plena de los proyectos de vida de cada uno de los Pueblos que la conforman. Sin exclusiones, sin hegemonismos culturales ni políticos.

sábado, 13 de junio de 2009

¿QUÉ RECLAMAN LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE LA AMAZONÍA PERUANA?


En torno al conflicto amazónico (1):

Gabel Daniel Sotil García

Algo muy elemental: ser reconocidos y tratados como PUEBLOS y PERSONAS, reclamo que le hacen a la Cultura hegemónica, la mestiza, en nuestro país, desde hace cinco siglos, pues los actuales conflictos no son más que la continuación coherente de otros que, a lo largo de la historia amazónica, se han venido realizando con el mismo motivo: reclamar respeto a su ser individual y colectivo, respeto al que tienen derecho, al margen de cualquier sistema político social de un país. Se entendería que más aún en el denominado sistema democrático.

Fueron, precisamente, los Pueblos integrantes del mundo cultural Jíbaro (Awajún, Wampis, Achuar, etc.) quienes se opusieron a la invasión cultural española desde el momento mismo del inicio de la conquista (siglo XVI), tal y como ya habían rechazado las incursiones de los Incas Tupac Yupanqui y Wayna Capac, un siglo antes, quienes pretendían conquistarlos imponiéndoles su visión cultural. Sucesos históricos que son, infelizmente, desconocidos por quienes nos movemos en las márgenes culturales euro-occidentales, debido a la educación excluyente dentro de la cual nos venimos formando los peruanos, y no hemos aprendido a mirar desde ni a “la otra orilla”.

Debemos tener en cuenta que, casi todos los que denominamos Pueblos Indígenas, se autodenominan con una palabra de su propio idioma que, traducida al nuestro, generalmente significa “gente”, “persona”. De tal manera que cuando a algún miembro de un Pueblo Indígena, se le pregunta por el nombre con el cual se auto reconoce, él responde “soy gente”, dicho en su idioma. Por ejemplo, si a un miembro de lo que hoy conocemos como pueblo Secoya (Siekoya), le preguntamos ¿quién es?, su respuesta es “Airo Pai”, que significa “soy gente del monte”. (*)

Es decir, tienen una absoluta convicción de su valor trascendente como seres humanos. Es ello lo que les provee de fundamentos existenciales para su elevada autoestima (que los mestizos nos resistimos a reconocer) y orgullo cultural (identidad).

Sin embargo, por efectos de la invasión e imposición cultural europea, quienes se apoderaron de los mecanismos del poder político impusieron, también, nombres para designar a los Pueblos que iban conquistando, pues no reconocían valor al nombre original. Es así que los Pueblos Indígenas comenzaron a ser denominados con palabras que les quitaban el valor de “persona”, “gente”; es así cómo, muchas de las palabras para designarlos tenían realmente significados denigrantes, insultantes (“chamas”, por ejemplo), con las cuales los conquistadores expresaban la actitud de minusvaloración que tenían frente a ellos.

Por cierto que esta actitud de los conquistadores fue general respecto a todos los Pueblos Originarios de cada continente avasallado: América (Abya Yala), Asia, África. Y no sólo respecto a su auto denominación sino a todas sus milenarias y valiosas creaciones culturales. Actitud ésta que no posibilitó valorarlos como seres humanos, condenándolos a un trato discriminatorio, minorizante, ubicándolos en categorías marginales, clandestinas, para efectos del disfrute de las conquistas humanísticas, científicas y tecnológicas de nuestra especie y de su participación en la dinámica sociocultural.

Como esta situación se ha venido agravando en detrimento de dichos Pueblos, absorbidos por países cada vez más poderosos e impositivos (inhumanos), el segmento más lúcido de nuestra especie ha venido y viene luchando por lograr que la humanidad se haga cada vez más HUMANA. Por ello es que, en diversos foros multinacionales, se han tomado acuerdos y establecido normas supranacionales con esta intención.

Entre otros, la Organización Internacional del Trabajo - OIT, reunida en Ginebra, Suiza, en 1989 adoptó los acuerdos que conforman el que hoy conocemos como CONVENIO 169-OIT, en el cual se establece, con carácter vinculante (que obliga) para los países que lo firmen, lo siguiente:
Art. 2., Numeral 1. “Los gobiernos deberán asumir la responsabilidad de desarrollar, con la participación de los pueblos interesados, una acción coordinada y sistemática con miras a proteger los derechos de esos pueblos y a garantizar el respeto de su integridad”.
Artículo 6. Numeral 1. “Al aplicar las disposiciones del presente Convenio, los gobiernos deberán:
a) consultar a los pueblos interesados, mediante procedimientos apropiados y en particular a través de sus instituciones representativas, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles directamente;
Este Convenio fue refrendado por nuestro país en 1994. Es decir, tiene un buen tiempo de vigencia.

Por su parte, la Asamblea General de las Naciones Unidas, ha proclamado, en septiembre de 2007, la DECLARACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS, entre cuyo articulado podemos encontrar las siguientes disposiciones:
Artículo 8
2. Los Estados establecerán mecanismos eficaces para la prevención y el resarcimiento de:
a) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia privar a los pueblos y las personas indígenas de su integridad como pueblos distintos o de sus valores culturales o su identidad étnica;
b) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia enajenarles sus tierras, territorios o recursos;
e) Toda forma de propaganda que tenga como fin promover o incitar a la discriminación racial o étnica dirigida contra ellos.
Artículo 38
Los Estados, en consulta y cooperación con los pueblos indígenas, adoptarán las medidas apropiadas, incluidas medidas legislativas, para alcanzar los fines de la presente Declaración.

En suma, lo que exigen los Pueblos Indígenas de nuestra región es que en nuestro país se cumplan, simple y llanamente, los compromisos soberanamente asumidos y se pongan en vigencia las disposiciones de jerarquía jurídica superior.

Es decir, los Pueblos Indígenas (no “nativos”) saben perfectamente lo que reclaman, aunque ello no sea del agrado de la élite política, que sigue apegada a visiones anacrónicas, queriendo imponernos lo que es producto de su visión tergiversada de nuestra región amazónica, de acuerdo con la cual la nuestra “es una región con inagotable riqueza material”, que se debe aprovechar sin importar las consecuencias socioculturales y ecológicas.


(*) Juan Marcos Mercier, ofm: PAI y MAI, Tradición Oral Orejón y Siekoya; CETA, Iquitos, pág. 9
Foto: Niñas Achuar. Prof. Julio Trigozo

jueves, 4 de junio de 2009

05 DE JUNIO: DIA DEL MEDIO AMBIENTE


Gabel Daniel Sotil García

La avanzada tecnología inventada por la humanidad nos viene posibilitando contemplar a nuestro planeta como un pequeño cuerpo esférico, rodeado de una delgada y luminiscente cubierta azul, suspendido en el espacio.

Ello nos permite tomar conciencia de lo frágil que es este mundo pequeñito, que forma parte de nuestro sistema solar que, a su vez, es una pequeñísima parte de una inmensidad a la que designamos con la palabra COSMOS.

Rodeado de inmensidades y negritudes siderales, somos apenas un puntito iluminado por nuestro Sol, que gira incansablemente, orlando nuestro sistema.

Es en esa pequeñez y en esa endeblez en donde hemos encontrado un lugar para hacer nuestra vida como especie y compartirlo con otras, con las que hemos establecido una íntima relación en el marco de los diversos escenarios en donde nos hemos asentado, formando unidades demográficas pequeñas y grandes, que llamamos pueblos, ciudades y países.

La ciencia, por su parte, nos dice que las características fundamentales de nuestra vida como especie han sido determinadas por las condiciones de este mundo-planeta que nos cobija por ahora. Planeta que, ahora lo sabemos, es poseedor de condiciones y características con vocación de HUMANIDAD.

Es, así, que vivimos del aire, del agua, del calor, de la flora, de la fauna que lo conforman. De cada partícula que emana de él. Por ello, en cada partecita que hemos ocupado de él hemos inventado nuestros dioses protectores, nuestros mitos, nuestras creencias, nuestros miedos, nuestras alegrías, nuestras leyendas, nuestras costumbres, nuestras instituciones, nuestros valores; es decir, hemos creado nuestra propia cultura.

Como especie, hemos sabido establecer una relación recíproca con nuestro mundo particular dentro de este gran mundo que es nuestra Tierra. Una relación de interinfluencia, en cuya dinámica influimos a la vez que recibimos influencias de nuestro entorno.

Por ello, aquí, en nuestra Amazonía, en esta unidad ecológica denominada bosque húmedo tropical, hemos hecho nuestras propias creaciones en una íntima relación con nuestro ambiente.

A tal punto de intimidad que, todas las culturas de los pueblos originarios asentados en estas latitudes tropicales, han tenido y tienen como centro de referencia al BOSQUE.

Bosque al que respetan hasta límites de la reverencia.

Respeto, por cierto, nacido de una evidente toma de conciencia de la necesidad de una relación armoniosa como requisito para asegurar la pervivencia del grupo humano, en la más contundente demostración de una praxis social de sustentabilidad.

Praxis social que venimos dejando en el olvido, encandilados por la tan fulgurante como falsa luminiscencia de la artificialización en la que nos empeñamos hacer nuestras vidas en el mundo que llamamos moderno. Artificialización que nos hace olvidar lo esencial de nuestra existencia y nos conduce a la propia destrucción, como individuos y como especie, en la medida en que venimos alterando las leyes que gobiernan a nuestra bella naturaleza desde que se conformara como tal.

Hoy, en este DIA DEL MEDIO AMBIENTE, es bueno y necesario que miremos nuestro entorno cultural para evaluar todo lo que tenemos que rescatar de nuestras propias creaciones sociales.

Esto nos obliga a tener que dar respuestas inteligentes, tanto en el nivel individual como colectivo, para afrontar este desafío, que debe concretarse en la defensa y conservación de nuestro Bosque, que hoy es mirado con ojos de codicia materialista y mercantilista.

El enfrentamiento de esta cuestión deberá hacerse desde dos perspectivas claramente definidas: la científica y la de los Pueblos Indígenas Amazónicos.

Desde la perspectiva científica, recurriendo a los aportes de la ciencia y la tecnología modernas, selectivamente aplicados, para no violentar sus leyes.

Desde la perspectiva de los Pueblos Indígenas Amazónicos, recurriendo al conocimiento de su milenaria experiencia de trato armónico con su entorno ecológico.

Requerimos tomar plena conciencia de que las culturas indígenas amazónicas constituyen el aporte más claro y evidente de que nuestro bosque húmedo tropical requiere una relación muy específica, que tiene que ser conocida y reactivada por quienes, desde la cultura mestiza, de raigambre euro occidental, venimos demostrando el desconocimiento de sus leyes y poniendo en práctica comportamientos individuales, sociales e institucionales negativos para su conservación, cuya mayor evidencia se expresa en el proceso de calentamiento global y su correlato inevitable: el cambio climático.

El recurrir a la sabiduría ancestral de nuestros pueblos originarios, reivindicados hoy en día por haber sabido establecer una relación que haríamos muy bien en calificar de la más auténtica sustentabilidad, nos obliga moralmente a revitalizar la estructura de valores dentro de la cual fue posible este tipo de relación con el medio ambiente.

Es éste, así lo consideramos, el llamado más trascendente de este DIA DEL AMBIENTE.