Prof.
Gabel Daniel Sotil García
Educar en salud es garantizar un futuro promisorio para el individuo y la sociedad. |
No queremos pecar de redundantes respecto a estos
temas de tanta importancia para el desempeño de la persona en su sociedad así
como de la propia sociedad en su conjunto respecto a los propósitos que pudiera
plantearse para lograr su desarrollo.
Ya en anteriores artículos, que venimos escribiendo
desde hace más de veinte años, hemos expuesto nuestras ideas acerca de cómo
debemos abordar la tarea formativa de las nuevas generaciones en relación a la
salud y la nutrición en nuestra región amazónica, en concordancia con sus
características.
Infelizmente, la imposición de decisiones por parte de
la autoridad central viene impidiendo que en el nivel regional asumamos una
estrategia coherente con nuestras condiciones sociales, culturales, alimenticio-nutricionales,
sanitarias, etc.
Una adecuada educación nutricional garantiza un uso óptimo de los recursos comunales. |
Hasta hoy lo básico de la estrategia de enfoque
centralista y homogeneizante del Ministerio de Educación se ha caracterizado
por asumir el desarrollo de los programas nutricionales, sanitarios y
educacionales como departamentos estancos, como ríos paralelos, en donde cada
uno de estos aspectos fluye independientemente sin contactos en la ejecución de
las acciones, o, en todo caso, con contactos insuficientes. Médicos, enfermeras,
nutricionistas, profesores actúan cada uno por su propia cuenta, sin las
necesarias coordinaciones y sin compartir responsabilidades, desde sus
respectivos ministerios.
El MINSA por su cuenta determina sus estrategias de
acción sin la necesaria coordinación con el sector educación, a sabiendas de
que por la cantidad de profesionales con que cuenta no tiene cobertura
regional. ¿Será posible destinar un médico, una enfermera, una nutricionista
para cada comunidad? Imposible.
La educación debe abordar el problema de la conservación del ambiente comunal. |
Sin embargo, en cada comunidad grande y pequeña,
rural, urbana, indígena, mestiza sí hay al menos un profesor dinamizando la
acción educativa, entonces, ¿por qué no comprometer a este profesional en las
acciones formativas básicas para la defensa de la salud integral de la población,
por cierto que con el apoyo de tales profesionales?
Sólo sería necesario que la DREL disponga las
orientaciones necesarias para que se incorpore contenidos curriculares
formativos referidos a la salud, la nutrición y la alimentación.
Para ello bastaría que, en el nivel pertinente de
decisión, se organice un trabajo conjunto, coordinado, entre profesionales de
ambos sectores para que determinen esos contenidos en cada una de las Unidades
de Gestión Educativa Local. Allí se seleccionarían los contenidos básicos que
deberían incorporarse al currículo que desarrollan los docentes así como se
diseñarían las estrategias y los materiales didácticos (pudieran ser tipo
cartillas, folletos, videos, afiches, etc.) para determinar tanto la información
básica como la formación actitudinal y en capacidades de los educandos.
A esta altura de las constataciones socio-culturales que venimos haciendo en las condiciones de nuestras poblaciones estudiantiles, no debemos persistir con tanta terquedad en el desarrollo de un currículo a todas luces impertinente para los intereses de nuestra región amazónica, en el cual, lo fundamental de lo que debe aprender nuestra niñez y juventud, queda fuera de la intencionalidad formativa de dicho currículo.
El problema de la contaminación del ambiente (suelo y agua) tiene que ser parte de los mensajes formativos de la educación amazónica. |
La
mortalidad infantil, la desnutrición, la anemia, la parasitosis, la mortalidad
materno-infantil, la prevalencia de enfermedades como la hepatitis,
tuberculosis, malaria, dengue, VIH, etc. deben merecer nuestra mayor prioridad
pues bien sabemos que todo ello se debe a la falta de saneamiento ambiental,
práctica de deficientes hábitos de higiene, a la ingesta de agua sin
tratar, contaminada con mercurio por la actividad aurífera, con desechos de la
extracción petrolera, con tóxicos provenientes de la actividad del narcotráfico,
y una larga serie de vectores, cuya acción negativa la podemos anular o morigerar con una adecuada
formación preventiva ejercida en cada una de las instituciones educativas de
nuestra región.
Preguntémonos, ¿qué
aprenden nuestros estudiantes para evitar enfermarse, para defender su
integridad fisiológica, para nutrirse mejor? ¿Qué prácticas
alimenticio-nutricionales incentivamos en las instituciones educativas para que
los alumnos y comunidad en general generen y aprovechen óptimamente los
recursos de los que disponen en su contexto comunal? ¿Qué se enseña a los
pobladores para mantener un ambiente comunal sano?
La sapiencia de los pueblos originarios en cuanto a la preparación de alimentos tiene que ser un componente de la educación intercultural. |
Al respecto sólo
falta decisión política de parte de quienes en la actualidad tienen el poder de
determinar nuevas estrategias para afrontar la solución de nuestros más graves
problemas, la cual radica en el diseño de una educación que realmente sea
instrumento para nuestro desarrollo.
Pero este propósito
no se va a lograr esperando que el Ministerio de Educación lo haga. Este cambio
tiene que ser dinamizado por nosotros mismos, incorporando en el currículo
vigente los contenidos formativos que requerimos inducir en nuestras actuales y
futuras generaciones.
Por cierto que
somos los docentes quienes debemos exigir los cambios coherentes para lograr
este propósito: formar nuevas generaciones psíquica y biológicamente aptas para
una vida individual y social con bienestar y de significado positivo para
nuestro desarrollo. Tenemos que capacitarnos,
predisponernos y comprometernos a desarrollar una acción educativa con
trascendencia para los intereses individuales y sociales en nuestra región. Son
ellos los referentes de nuestra acción profesional.
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