GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA
En lo que respecta a la situación ambiental, podemos afirmar que dos son las características actuales más saltantes en la AMAZONÍA: una prodigiosa diversidad ecológica que se manifiesta en la presencia de un BOSQUE con la mayor bio-diversidad dentro de nuestro país, y una persistente actitud destructiva de esta riqueza.
El BOSQUE AMAZÓNICO, constituye nuestra mayor riqueza material. Riqueza que, sin embargo, es casi totalmente ignorada por quienes vivimos en esta región y que, por lo tanto, no hemos aprendido a valorar. En realidad es un TESORO ECOLÓGICO el que tenemos en él, aunque escondido a nuestras mentes y corazones.
Pero, es una unidad funcional de equilibrio muy precario, pues la relación entre los elementos que la constituyen es muy fácil de romper, aunque nos dé la apariencia de solidez, de consistencia, de indestructibilidad.
Sin embargo, frente a esta riqueza ecológica, venimos demostrando, como sociedad, un comportamiento nada inteligente, pues en los últimos cinco siglos nuestra actitud característica ha sido la de una destrucción sistemática de nuestro ambiente, tanto por el modelo extractivo-mercantilista en que hemos cifrado nuestras esperanzas de desarrollo económico, como por la vigencia de comportamientos destructivos en nuestras relaciones grupales e individuales, con nuestro ambiente. Comportamientos que se expresan en contaminación ambiental, extracción indiscriminada de especies, sobre explotación de recursos, infestación de ríos y cochas, degradación y erosión de suelos, es decir, agotamiento de las posibilidades de regeneración de nuestro hábitat natural y, por lo tanto, destrucción de las posibilidades de vida en tal escenario. Incluso para la vida humana.
El FESTIVAL DEL BOSQUE es, entonces, una circunstancia celebratoria en cuyo marco debemos promover la más profunda reflexión sobre la realidad ambiental de nuestra región, pero, a la vez la más férrea decisión de asumir obligaciones morales, que se traduzcan en comportamientos individuales y grupales de defensa y conservación de este TESORO ECOLÓGICO y detención de la depredación de la que es objeto hoy en día.
El FESTIVAL DEL BOSQUE no es sino el resultado de una conciencia moral, de una opción ética en las relaciones con nuestro ambiente. En realidad, es un componente de lo que podríamos llamar una EDUCACIÓN FORESTAL AMAZÓNICA, educación en cuyo marco doctrinal promovamos el más profundo conocimiento de nuestra región, el más férreo afecto por ella y nos comprometamos a asumir responsabilidades de defensa de sus intereses, como particularidad dentro de nuestro país.
El FESTIVAL DEL BOSQUE, que celebramos desde 1998, es tributario de dos grandes corrientes de nuestra región: el cambio de modelo extractivo-mercantilista por el modelo de desarrollo sostenible y el cambio de la actual educación antiamazónica por una educación al pleno servicio de los intereses regionales.
Son éstos los supuestos que yacen en el trasfondo doctrinal del FESTIVAL DEL BOSQUE.
Con este FESTIVAL expresamos una opción frente a nuestra región amazónica. Una opción axiológica. Una opción político-ideológica. No constituye, para nosotros, una simple y superficial festividad.
Es el reconocimiento de la trascendental importancia que tiene para nosotros, individual y socialmente. Es la expresión de nuestro compromiso para promover su mayor conocimiento y nuestro compromiso por luchar por su defensa y conservación. Es expresión de nuestra lucha por restablecer las relaciones armónicas con nuestro ambiente.
En lo que respecta a la situación ambiental, podemos afirmar que dos son las características actuales más saltantes en la AMAZONÍA: una prodigiosa diversidad ecológica que se manifiesta en la presencia de un BOSQUE con la mayor bio-diversidad dentro de nuestro país, y una persistente actitud destructiva de esta riqueza.
El BOSQUE AMAZÓNICO, constituye nuestra mayor riqueza material. Riqueza que, sin embargo, es casi totalmente ignorada por quienes vivimos en esta región y que, por lo tanto, no hemos aprendido a valorar. En realidad es un TESORO ECOLÓGICO el que tenemos en él, aunque escondido a nuestras mentes y corazones.
Pero, es una unidad funcional de equilibrio muy precario, pues la relación entre los elementos que la constituyen es muy fácil de romper, aunque nos dé la apariencia de solidez, de consistencia, de indestructibilidad.
Sin embargo, frente a esta riqueza ecológica, venimos demostrando, como sociedad, un comportamiento nada inteligente, pues en los últimos cinco siglos nuestra actitud característica ha sido la de una destrucción sistemática de nuestro ambiente, tanto por el modelo extractivo-mercantilista en que hemos cifrado nuestras esperanzas de desarrollo económico, como por la vigencia de comportamientos destructivos en nuestras relaciones grupales e individuales, con nuestro ambiente. Comportamientos que se expresan en contaminación ambiental, extracción indiscriminada de especies, sobre explotación de recursos, infestación de ríos y cochas, degradación y erosión de suelos, es decir, agotamiento de las posibilidades de regeneración de nuestro hábitat natural y, por lo tanto, destrucción de las posibilidades de vida en tal escenario. Incluso para la vida humana.
El FESTIVAL DEL BOSQUE es, entonces, una circunstancia celebratoria en cuyo marco debemos promover la más profunda reflexión sobre la realidad ambiental de nuestra región, pero, a la vez la más férrea decisión de asumir obligaciones morales, que se traduzcan en comportamientos individuales y grupales de defensa y conservación de este TESORO ECOLÓGICO y detención de la depredación de la que es objeto hoy en día.
El FESTIVAL DEL BOSQUE no es sino el resultado de una conciencia moral, de una opción ética en las relaciones con nuestro ambiente. En realidad, es un componente de lo que podríamos llamar una EDUCACIÓN FORESTAL AMAZÓNICA, educación en cuyo marco doctrinal promovamos el más profundo conocimiento de nuestra región, el más férreo afecto por ella y nos comprometamos a asumir responsabilidades de defensa de sus intereses, como particularidad dentro de nuestro país.
El FESTIVAL DEL BOSQUE, que celebramos desde 1998, es tributario de dos grandes corrientes de nuestra región: el cambio de modelo extractivo-mercantilista por el modelo de desarrollo sostenible y el cambio de la actual educación antiamazónica por una educación al pleno servicio de los intereses regionales.
Son éstos los supuestos que yacen en el trasfondo doctrinal del FESTIVAL DEL BOSQUE.
Con este FESTIVAL expresamos una opción frente a nuestra región amazónica. Una opción axiológica. Una opción político-ideológica. No constituye, para nosotros, una simple y superficial festividad.
Es el reconocimiento de la trascendental importancia que tiene para nosotros, individual y socialmente. Es la expresión de nuestro compromiso para promover su mayor conocimiento y nuestro compromiso por luchar por su defensa y conservación. Es expresión de nuestra lucha por restablecer las relaciones armónicas con nuestro ambiente.
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