Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP
Pobladores de la etnia Urarinas |
Nuestra Amazonía tiene el
privilegio de ser pluricultural y multilingüe, pues en el ámbito geográfico que
le es propio entran en relaciones dinámicas muy diversas culturas.
Cada una de ellas con su
propia manera de hacer su vida, de alegrarse, de entristecerse, de vestirse, de
hacer su arte, de preparar sus alimentos, de ver su mundo, etc. Unas
originarias (milenarias), nacidas en las entrañas mismas del bosque y, otras,
venidas de otros lares, pero ya asentadas secularmente en esta región.
Cada una de ellas es
portadora de todo un universo de conquistas materiales y espirituales que, en
las relaciones de coexistencia, posibilitan y desarrollan diversas interinfluencias.
Estas relaciones entre las
culturas de esta región, que venían realizándose de acuerdo a patrones
tradicionales, se alteró hace cinco siglos con la irrupción de la cultura europea
occidental, inicialmente y, luego, de otras procedencias, dando origen a muy
diversos fenómenos, tales como la jerarquización entre ellas y a la
discriminación de las personas por causa de su origen o extracción cultural.
Como consecuencia de ello,
se hacen presentes el hegemonismo político y la exclusión en el disfrute del
poder. Y, en concordancia con los intereses de perpetuación de esta situación,
la sociedad toda es organizada para que propicie y asegure dicho hegemonismo y
exclusión.
Se genera así la atmósfera
psicológica y espiritual, que viene
nutriendo y asegurando las relaciones
discriminantes y violentistas que hoy signan y cruzan todo el espectro de nuestra
dinámica socio-cultural, no sólo al interior de nuestra región, sino en todo
nuestro país.
En esta atmósfera de
etnocentrismo generalizado, a la educación, conjuntamente con otros agentes
sociales, se le encarga el rol difusor de los mensajes que constituyen la
argamasa que da solidez y perdurabilidad a esta situación de incomunicación y
falta de respeto entre las culturas de nuestro país y región.
Es a partir de allí que
aprendemos a ver a nuestra diversidad cultural y lingüística como un problema, haciendo de la
homogeneización cultural el ideal buscado socialmente para hacer desaparecer a
las culturas originarias mediante el proceso de mestizaje.
La unidad lingüística, la
unidad religiosa, la unidad artística, etc., es decir, la unidad cultural, son
ideales que encubren el propósito homogeneizador partiendo de la premisa de que
nuestro “gran problema” es la diversidad cultural y, por lo tanto, no será
posible, supuestamente, que logremos
nuestro desarrollo nacional y regional mientras exista esta diversidad.
En
este panorama de relaciones discriminadoras, jerarquizantes y excluyentes, la
educación viene cumpliendo la ingrata tarea de ser instrumento de imposición cultural,
de difusión de la ideología que encubre los intereses de la clase dominante,
para la fracturación cultural, etc. Rol que en los tiempos presentes se viene
fortaleciendo, a pesar de discursos en
sentido contrario.
Por
lo tanto, se hace necesario que replanteemos estas relaciones entre los Pueblos
de nuestra región, teniendo en la educación el instrumento para crear una nueva
ética relacional entre todos nosotros, como requisito indispensable para
construir una sociedad auténticamente democrática, regida por los principios de
paz y equidad, no sólo entre las personas sino entre las culturas que conforman
nuestro país, al que ya debemos aprender a considerar y percibir como multinacional,
visión que nos exige un nuevo equipamiento psico-cognoscitivo y axiológico.
Es
en este marco de necesidades, tanto regionales como nacionales, que un reciente
documento publicado por la UNESCO viene
a darnos un nuevo impulso en la búsqueda de tal propósito pues, como sabemos,
éste es uno de los diversos organismos de la Organización de
las Naciones Unidas - ONU, que desarrolla sus acciones en los campos de la
Educación, la Ciencia y la Cultura; habiendo sido una de las razones que fundamentaron
su creación en 1945, precisamente la “fecunda diversidad” de las culturas
generadas por la dinámica creadora de nuestra especie en este planeta que le sirve
de hábitat milenario.
Guiada por el reconocimiento del valor intrínseco de dicha diversidad y
de la necesidad de su consolidación y perduración como característica esencial
de nuestra especie, con fecha 20 de octubre del año 2009, hizo la presentación y
entrega de su Informe Mundial denominado “INVERTIR EN LA DIVERSIDAD CULTURAL Y
EL DIÁLOGO INTERCULTURAL” (*).
Documento elaborado con los objetivos de “analizar la diversidad cultural en todas sus facetas…”, “mostrar la
importancia de la diversidad cultural en distintos ámbitos…” y “convencer a los encargados de adoptar decisiones y a
las distintas partes interesadas de la importancia de invertir en la diversidad
cultural en cuanto dimensión
esencial del diálogo intercultural…” (pág. 1), dicho Informe parte de la premisa de que uno
de los mayores logros de Nuestra Humanidad es su grandiosa diversidad cultural,
que se concreta en la existencia de un “…conjunto
de rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que
caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las
artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser
humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias” (pág. 3)
que, muy lejos de ser una amenaza para la comunidad internacional, es su más
grande fortaleza.
Fortaleza que hoy se expresa en la vigencia de entre seis mil y ocho mil
lenguas que aún son habladas por quienes conformamos la especie humana, en un
marco de intensas relaciones interculturales, acentuadas por el actual proceso
de globalización, cuyos efectos deben merecer una especial atención tanto de
los gobiernos nacionales como de las instituciones y personas. Por esta razón,
el Informe propone, entre otras medidas, la
creación de “un Observatorio Mundial de
las repercusiones de la mundialización en la diversidad cultural”, el
establecimiento de “un mecanismo
nacional de seguimiento de los aspectos de las políticas públicas relacionados
con la diversidad cultural” y la aplicación de “políticas lingüísticas nacionales para salvaguardar la diversidad
lingüística y promover el plurilingüismo a la vez”.
Dicho Informe hace un especial énfasis en “ la
adopción de nuevas estrategias para facilitar el diálogo intercultural, mejorar
la pertinencia de los contenidos de la educación, contrarrestar la difusión de
estereotipos en los medios de comunicación e información y propiciar los
intercambios de producciones artísticas y la circulación de los artistas”,
(el subrayado es del autor) y esboza una nueva visión de la diversidad cultural
centrada en el dinamismo de ésta y en la necesidad de luchar contra la propagación
de un “analfabetismo cultural”, impulsada por la aceleración de las
transformaciones sociales.
Concebido bajo una óptica renovada, que es fruto de
los aportes que desde la década de los 50s del siglo pasado vienen haciendo
tanto la misma UNESCO como insignes investigadores del campo científico social,
este Informe comprende el panorama de los temas más íntimamente relacionados
con la creación humana: la diversidad cultural, el diálogo intercultural, la
dinámica de las lenguas, la educación en la dinámica cultural, la comunicación
y los contenidos culturales, la creatividad artística, la diversidad cultural y
sus relaciones con el desarrollo sostenible y, finalmente, la diversidad
cultural y su relación con los derechos humanos y la gobernanza democrática.
En resumen, este Informe constituye un
invalorable instrumento para la gestión sociopolítica de las sociedades humanas
en cualquiera de sus dimensiones: país, región, ciudad, caserío, etc., que son
escenarios de interacción humana, en los que se activa y evidencia la riqueza espiritual
de los seres humanos.
Y, por lo tanto, debería ser asumido, en todo lo pertinente
que tiene, como un documento orientador para la Política de Educación
Intercultural, sobre todo, en nuestra región, en donde las tensiones
socioculturales vienen siendo exacerbadas desde los más altos niveles sociopolíticos
de la estructura del poder de nuestro país, dinamizando estereotipos o
prejuicios mediante la realización de acciones que interfieren el necesario diálogo
intercultural que se exprese en el respeto y la tolerancia ante nuestras
diferencias.
Respeto y tolerancia que deberían ser objeto de
permanente búsqueda y praxis social, acerca de los cuales las autoridades,
tanto nacionales como regionales, vienen
evidenciando nula vocación, pues sus decisiones no superan el nivel del
impacto declaratorio.
Etnia Urarinas |
En consecuencia, este
documento, de tan trascendente importancia para reconstruir nuestra sociedad,
debe ser motivo de un profundo y reflexivo análisis en las instancias en que se
toman decisiones de política educativa, tanto en el nivel nacional como regional,
habida cuenta que “Las políticas en el ámbito de la educación tienen una repercusión
muy importante en el florecimiento o el declive de la diversidad cultural, y deben intentar promover la educación por conducto de
la diversidad y en favor de esta. Con ello se garantiza el derecho a la educación,
reconociendo al mismo tiempo la diversidad de las necesidades de los educandos (especialmente
las de aquellos que pertenecen a grupos minoritarios, indígenas o nómadas) y la
variedad de métodos y contenidos conexa. En sociedades multiculturales cada vez
más complejas, la educación debe ayudarnos a adquirir las competencias
interculturales que nos permitan convivir con nuestras diferencias culturales,
(subrayado del autor) y no a pesar de estas. Los cuatro principios de una educación
de calidad definidos en el informe de la Comisión Mundial sobre Educación para
el siglo XXI (“aprender a ser”, “aprender a saber”, “aprender a hacer” y “aprender
a vivir juntos”) sólo pueden aplicarse con éxito si la diversidad cultural es
un elemento central de los mismos” (pág. 15), pues, “Si no se tiene en cuenta
la diversidad cultural, la educación no puede cumplir su función de enseñar a
vivir juntos”. (pág. 32)
Pero, mientras se realiza dicho análisis en los
centros de decisión educacional (que ojalá no demore demasiado) y dada la
urgencia de actuar, los y las docentes de las instituciones educativas debemos
avanzar y ejecutar propuestas, para que los principios de la Educación
Intercultural se hagan realidad, en respuesta a nuestras necesidades de mayor
trascendencia sociocultural, a pesar de
la reticencia del centralismo.
(*)www.unesco.org/es/world-reports/cultural-diversity.
Correo electrónico:worldreport2@unesco.org
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