Para
superar el pragmatismo político-social
Riqueza cultural de nuestra región que debemos aceptar como factor fundamental en la construcción de nuestra regionalidad. |
Habiendo ya logrado el estatus de
gobierno regional en lo político-administrativo, uno de los propósitos sociales
que con mayor urgencia debemos plantearnos es el construirnos mentalmente como
una región. Es decir, formar una imagen socialmente compartida que sea el
correlato coherente con nuestras características regionales; una imagen organizativa,
orientadora e impulsora de nuestra actuación social, pues no basta que en los
hechos utilicemos la palabra región o sus derivados.
En realidad, tener un gobierno
regional no garantiza que “ya somos una región” si es que en el fuero íntimo de
cada uno de nosotros que vivimos en la región geográfica, no está bien definida
esa imagen. La entidad “región”,
desde el punto de vista político, se constituye fundamentalmente por el
reconocimiento genérico de que tenemos características diferenciales que
ameritan compartir una dinámica administrativa conducida por un Gobierno
reconocido jurídicamente como Regional.
Pero, eso es lo formal, pues el fondo esencial y sustento trascendente
de nuestra región debe ser la praxis social que desarrollemos, individual
y colectivamente, teniéndola como referente cognoscitivo, axiológico-
actitudinal y espiritual.
Gran extensión, diversidad geográfica, complejidad ecológica, diversidad cultural, etc., son nuestras características esenciales. |
Debemos tener muy en cuenta que este
estatus jurídico de región, hoy logrado,
se concreta luego de una larguísima experiencia nacional de
sojuzgamiento por las fuerzas de un centralismo que conformó en cada uno de
nosotros una estructura psicológica propia de una situación de dominación y
exclusión total respecto a un centro de poder subyugante, deslumbrante,
omnipresente e impositivo, que actuó algunas veces burdamente y otras
sutilmente. Es decir que hemos sido condicionados psicológicamente para
obedecer, para acatar decisiones tomadas por quienes han venido usufructuando
del poder en las sucesivas épocas de nuestra historia regional. Tenemos hoy un
substrato psicológico que nos impide actuar como colectivo regional, que propicia
la espera de las soluciones, no para crearlas, en este marco psicológico de
dependencia neocolonial; de aquí que nos resulte más cómodo esperar que nos
digan qué hacer que buscar, con esfuerzo creativo, las soluciones a nuestros
problemas, lo cual podría ser una tentación facilista para quienes,
teniendo el poder político, lo quieran
ejercer inescrupulosamente y opten por
continuar consolidando dicha situación de dependencia interna. Situación que no
nos ha permitido tomar decisiones a partir de nuestras características y para
solucionar nuestros problemas, sino para cumplir mandatos exógenos y aceptar
falsas características de nuestra región, inducidas por múltiples mecanismos y
vías.
La presencia de imponentes ríos, como el Marañón y el Ucayali, debe significar esfuerzos por lograr su aprovechamiento sin destruirlos. |
Esto es hoy uno de los mayores
obstáculos para construir un gobierno regional cualitativamente diferente al
gobierno nacional, que se nutrió (y sigue nutriéndose) de nuestra marginación,
de nuestra obediencia impuesta, de nuestra lejanía, valiéndose tanto de sutiles
como de burdos mecanismos de centralización política, ideológica, social y
cultural. Esta atmósfera psicológica fácilmente nos podría llevar a construir
un gobierno regional reproductor de las características negativas del gobierno
nacional; como que lo estamos haciendo; es decir, centralista, marginante,
etnocéntrico, homogeneizante, etc.
Hacer un gobierno regional
cualitativamente diferente es hacer un gobierno
participativo, creativo, construido desde nuestra realidad, dinamizado desde
nuestras potencialidades materiales y socioculturales, creador de condiciones
para revalorar nuestras conquistas culturales, promotor de las relaciones
interculturales entre todos los Pueblos mestizos e indígenas, conductor
estimulante de una relación armónica entre los Pueblos y la naturaleza, creador
de mecanismos para fortalecer nuestras identidades culturales, propiciador de
la incorporación coherente de nuevos valores al universo axiológico ancestral
para enriquecer nuestra actuación colectiva, etc.
Pero, para ello, requerimos una
comunidad con un referente nítido en su mente, que le permita identificarse con
la historia común, con la realidad actual que nos desafía por igual en el deber
moral de modificarla respetuosamente, sin violentarla, para bien de todos, y con un futuro compartido en cuya construcción
tenemos todos iguales responsabilidades, logro que sólo podremos materializar a
partir de una educación que tenga estos explícitos propósitos constructivos.
Construirnos
como región implica asumir colectivamente nuestra diversidad cultural, nuestra
esencial forestalidad, nuestro pasado común, nuestro compromiso de compartir
armónicamente el poder entre todos los Pueblos que habitamos esta región; es
aceptarnos como el espacio de grandiosas potencialidades, que aún no conocemos
a plenitud, pero que debemos dinamizar; percibirnos como la región privilegiada
por la presencia prodigiosa de infinidad
de ríos, condición que aún no aceptamos ni aprovechamos adecuadamente para
nuestro desarrollo; es reconocer en cada
comunidad la existencia de sólidas fuerzas psicosociales capaces de ser
dinamizadas para generar su propio desarrollo; es aprender a valorar y utilizar
nuestro potencial hídrico; es aprender a
mirar al mundo desde nuestro bosque portentoso. Es, en fin, construirnos
una identidad multicultural que debe concretarse diferencialmente en cada uno
de los Pueblos que hoy conformamos esta grandiosa región, cuya vocación es la
de seguir creando diversidad biológica y cultural, a menos que nosotros interfiramos tales designios, lo cual sería
una tremenda y desastrosa irresponsabilidad social.
Belleza paisajística que debe ser aprovechada para fines de desarrollo sostenible. |
Asumir la regionalidad loretana es aceptar que debemos construir nuestro
futuro enraizado en nuestra gesta creativa milenaria, que tenemos que aprender
a valorar. Es reconocer y asignarnos a cada uno de nosotros, como personas y
como pueblos, el rol protagónico en la creación de condiciones cada vez mejores
para hacer de nuestras vidas, individuales y sociales, un emporio de riquezas
espirituales con aportes culturales diversos.
Construirnos como región es, pues, el
reto fundamental que debe afrontar el Gobierno Regional de Loreto, en actual
funcionamiento, como la consecuencia más trascendente de su actuar político-administrativo
a largo plazo, que le permita desbordar el inmediatismo castrador de nuestro
futuro.
(*) Art. extraído del libro: “Reflexiones en
el canto de la cocha”, próximo a ser publicado.
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