Una mirada desde la Amazonía: Día mundial de la diversidad cultural para el
diálogo y el desarrollo
22
MAY
2016
2016
Gabel Daniel Sotil
García
Egresado
de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Educación con
especialidad en Filosofía y Ciencias Sociales. Ex director del Instituto
Superior Pedagógico Público “Loreto”. Ex director regional de Educación de
Loreto..
Aunque tardíamente, la humanidad recién
está tomando conciencia de algunos aspectos de su esencia como especie.
Concretamente, me estoy refiriendo a la diversidad cultural, que le
es consustancial. Han tenido que suceder hecatombes de destrucción cultural en
todo nuestro mundo, para darnos cuenta de que el etnocidio es un atentado
contra la misma humanidad.
Aquí, en nuestra Amazonía, luego de casi
medio milenio de un pertinaz proceso de destrucción de nuestra riqueza y
diversidad culturales por parte de la cultura oficial y políticamente
dominante, hoy subsiste parte de dicha riqueza aunque debilitada en algunos de
sus logros.
Por ello es que el contenido doctrinal de
documentos normativos tales como el Convenio 169 – OIT (1989),
la Resolución sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (1998),
la Declaración Universal de la UNESCO sobre diversidad cultural (2001),
la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas (2007) y el Informe Mundial de la UNESCO: Invertir
en la Diversidad Cultural y el Diálogo Intercultural (2009), adquiere
primordial importancia como expresiones de una nueva visión acerca de nuestra
especie.
Y es que, nuestra región tiene una
característica de la mayor importancia: SU PLURICULTURALIDAD: dicho
a grosso modo, doce familias etnolingüísticas, o lenguas
madres se vierten en más de sesenta culturas reales, dinámicas,
efervescentes, de las cuales más de cuarenta están en Loreto, cuyo legado,
hasta el presente, es todo un dechado de creatividad y todo un desafío para
quienes pertenecemos a la cultura mestiza.
¿Qué significa esta DIVERSIDAD CULTURAL?
Dejemos que la UNESCO nos lo diga:
“Artículo 1 – La diversidad cultural, patrimonio común de la
humanidad
La cultura adquiere formas diversas a
través del tiempo y del espacio. Esta diversidad se manifiesta en la originalidad
y la pluralidad de las identidades que caracterizan a los grupos y las
sociedades que componen la humanidad. Fuente de intercambios, de innovación y
de creatividad, la diversidad cultural es tan necesaria para el género humano
como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este sentido,
constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y
consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras”. (Documento
fuente: Declaración Universal de la UNESCO sobre Diversidad Cultural,
2-11-2001)
Ocho años después la misma UNESCO elabora
un Informe Mundial que denomina “Invertir en la diversidad cultural y el
diálogo intercultural” en el cual, luego de insistir en el significado
de la diversidad cultural (entre seis mil y siete mil culturas) para la
humanidad como especie, nos pone sobre aviso acerca de la globalización o
mundialización, favorecida por los espectaculares avances científicos y
tecnológicos, e insta a los gobiernos a que desplieguen los más grandes
esfuerzos para fortalecer dicha condición promoviendo el denominado diálogo
intercultural entre los miembros de las culturas dominantes en cada país y los
pueblos originarios, por ser esenciales para el desarrollo y la convivencia
pacífica.
Diálogo intercultural que implica respeto y tolerancia que deberían
ser objeto de permanente búsqueda y praxis social, acerca de los cuales las
autoridades, tanto nacionales como regionales, vienen evidenciando nula
vocación, pues sus decisiones no superan el nivel del impacto declaratorio.
En consecuencia, este documento, de tan
trascendente importancia para reconstruir nuestra sociedad, debe ser motivo de
un profundo y reflexivo análisis en las instancias en que se toman decisiones
de política educativa, tanto en el nivel nacional como regional e
institucional, habida cuenta que “Las políticas en el ámbito de la educación
tienen una repercusión muy importante en el florecimiento o el declive de la
diversidad cultural, y deben intentar promover la educación por conducto de la
diversidad y en favor de esta. Con ello se garantiza el derecho a la educación,
reconociendo al mismo tiempo la diversidad de las necesidades de los educandos
(especialmente las de aquellos que pertenecen a grupos minoritarios, indígenas
o nómadas) y la variedad de métodos y contenidos conexa. En sociedades
multiculturales cada vez más complejas, la educación debe ayudarnos a adquirir
las competencias interculturales que nos permitan convivir con nuestras
diferencias culturales, y no a pesar de estas. Los cuatro principios
de una educación de calidad definidos en el informe de la Comisión Mundial
sobre Educación para el siglo XXI (“aprender a ser”, “aprender a saber”,
“aprender a hacer” y “aprender a vivir juntos”) sólo pueden aplicarse con éxito
si la diversidad cultural es un elemento central de los mismos” (pág. 15),
pues, “Si no se tiene en cuenta la diversidad cultural, la educación no
puede cumplir su función de enseñar a vivir juntos”. (pág. 32)
Todo este trasfondo normativo
internacional que, si bien no tiene un carácter vinculante para nosotros, sin
embargo debe ser tenido en cuenta por cuanto representa los consensos
supranacionales logrados hasta el presente en beneficio de la humanidad como
especie. Es el caso que en nuestra región se vienen produciendo diversidad
de situaciones nada favorables para la preservación de nuestra diversidad
cultural. Varios son los factores que contribuyen a esta característica nuestra
se vaya debilitando, causando grave deterioro en los diversos pueblos
originarios que aún subsisten.
Entre esos factores atentatorios contra
nuestra riqueza cultural-espiritual se encuentran la educación misma, que sigue
siendo un instrumento de imposición de la cultura mestiza, a través de la cual
se imponen mensajes culturales ajenos a los intereses y logros de los Pueblos
Indígenas, muy lejos de la necesaria interculturalidad que debería tener tanto
en nuestra región como en todo el país. Los medios de comunicación social,
predominantemente monolingües y de extracción urbana, sirven de instrumentos de
imposición de los patrones comportamentales citadinos, imponiendo el habla
castellana y difundiendo el consumismo y demás normas de actuación ajenos a los
intereses de los pueblos originarios.
El sistema jurídico que dinamiza criterios
de juzgamiento ajenos a los patrones de vida vigentes en el mundo indígena. La
dinámica económica, planteada dentro de la perspectiva capitalista, que obliga
a los miembros de los pueblos indígenas a someterse a las normas y leyes del
mercado. La actividad extractiva de los recursos naturales, que impone
mecanismos de interrelación que modifican los patrones tradicionales de los
pueblos.
En fin, todos estos factores vienen
atentando, con diferente grado de consecuencias, en la estructura y dinámica de
los pueblos indígenas de nuestra región amazónica, posibilitando que la
diversidad de manifestaciones culturales se vaya debilitando en pro de una
homogeneización cultural que, a la larga, se produciría de no mediar una acción
decidida del Estado e instituciones civiles para preservar esta riqueza,
sustentada en el reconocimiento de que “La diversidad cultural es la riqueza de
la humanidad”, tal y como lo declara la UNESCO.
En consecuencia, debemos sentirnos urgidos
socialmente a adoptar nuevas estrategias para facilitar el diálogo
intercultural, visibilizar con mayor nitidez nuestra riqueza cultural, mejorar
la pertinencia de los contenidos de la educación, aplicar políticas
lingüísticas para garantizar el multilingüismo, contrarrestar la difusión de
estereotipos citadinos en los medios de comunicación e información y propiciar
los intercambios de producciones artísticas y la circulación de los artistas,
en el entendido de que nuestro país y región requieren conservar su diversidad
cultural y propiciar el diálogo intercultural, para no perder nuestra esencia
nacional, según lo propone el mencionado Informe Mundial.
Podríamos afirmar, finalmente que, si bien
se reconoce la pluriculturalidad de nuestra región y, por ende, su
multilingüismo, estas características todavía no son motivo de decisiones
políticas de mayor trascendencia para preservarlas, con el énfasis y necesidad
que tenemos. Es verdad que existen diversos documentos, tanto del nivel
nacional como internacional estableciendo normas orientadores y reguladoras de
la dinámica intercultural, sin embargo, en nuestra Amazonía no se delinean con
la claridad que deberían tener para lograr los efectos que, en estos momentos,
se requiere para enfrentar con mayor decisión los problemas que afectan a este
aspecto de nuestra realidad socio-cultural.
Tenemos, pues, aún una deuda pendiente con
el proceso de visibilización de nuestra diversidad cultural amazónica, para
ponerla en un primer plano en las decisiones de política, tanto nacionales como
regionales.
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