Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP
Alegoría en Oficina de la C.C. San Juan Foto tomada por el autor |
Nuevamente nos encontramos a las puertas de una celebración más de la FIESTA DE SAN JUAN, festividad en la que expresamos y fortalecemos nuestras raigambres cultural-espirituales propias y diferenciales de la región selvática, mediante diversos comportamientos sociales.
Sin embargo, algunas reflexiones se hacen necesarias acerca de nuestra identidad cultural a partir de este hecho.
Sabemos que la identidad cultural se expresa mediante un conjunto de actitudes que nos predisponen a sentirnos pertenecientes a una cultura, sentirnos parte de esa cultura y actuar como miembros de esa cultura. Ella es la resultante de la acción del grupo humano sobre la persona cuando ésta establece un íntimo contacto con su entorno físico y socio-cultural. Es parte de la herencia social que recibimos cada uno de los que integramos un grupo humano.
Esta herencia recibida se hace realidad, se expresa, de muy diversas maneras a través de comportamientos característicos, es decir, que llevan un sello común, en acontecimientos que la misma comunidad determina como ocasiones propicias para dicha expresión.
La fiesta de San Juan es, precisamente, una de estas ocasiones de expresión de nuestra identidad. Pero no sólo eso. Es también ocasión para enseñar y aprender, para asumir una identidad.
Los niños aprenden de lo que ven en sus padres, sus hermanos, los mayores en general, que son los referentes comportamentales para asumir las actitudes básicas con las que se expresa la identidad cultural.
San Juan, como fiesta tradicional, en resumen significa ocasión para expresar nuestra identidad, pero, más que eso, ocasión para enseñar identidad a las nuevas generaciones.
Desde ese punto de vista, cabe preguntarnos si los adultos de hoy le estamos dando un carácter celebratorio coherente con nuestra cultura regional. Si en ella están presentes manifestaciones básicas y propias de nuestro ser cultural regnícola.
Las personas o instituciones que tienen a su cargo su organización, así como de la Comunidad en general, tenemos la grave y trascendente responsabilidad de hacer que la fiesta de San Juan conserve su sabor a fiesta selvática así como preservamos el sabor de nuestro delicioso juane.
En consecuencia, esperamos que en el presente año se pueda revitalizar ese mensaje espiritual que fortalezca nuestra identidad amazónica, muy ajeno a la avaricia mercantilista que vienen dándole las empresas que se han apoderado de las iniciativas celebratorias y terminan imponiendo sus intereses comerciales para incrementar sus ganancias, sin importarles los aspectos esenciales a los que acabamos de hacer referencia, aspectos que deberían ser los ejes alrededor de los cuales giren todas las decisiones de las comisiones edilicias, comunales y vecinales a las que se les encargue o asuman esta especial misión de organizar una festividad que exprese nuestra particular forma de ser amazónica.
Con ello enriqueceríamos los atractivos turísticos de esta hermosa y peculiar región y preservaríamos su esencia espiritual.
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