Prof. Gabel Daniel Sotil García FCEH –UNAP
Etnia Iquito: Agustina Yareja |
En la medida en que los Pueblos Indígenas vienen asumiendo un mayor protagonismo como actores de su propio desarrollo, se hacen presentes las necesidades de contar con su propio potencial profesional para satisfacer los requerimientos de su dinámica social, cultural, económica, política, etc.
Las experiencias seculares de frustración en cuanto a sus aspiraciones van repercutiendo en la toma de conciencia de que, con profesionales provenientes de otros universos culturales y formados desde perspectivas y hacia propósitos que no son los propios, su condición de marginación respecto al poder va a continuar indefinidamente, su riqueza cultural seguirá perdiéndose y sus derechos, hoy universalmente reconocidos, seguirán siendo vulnerados a favor de la cultura mestiza y de la voracidad mercantilista transnacional, tanto en nuestra región como en nuestro país.
En esta lucha por lograr su reconocimiento y consolidarse culturalmente, los Pueblos Indígenas amazónicos de nuestro país vienen expresando la necesidad de contar con su propio potencial profesional, formado en concordancia con sus peculiaridades culturales y para promover su desarrollo y fortalecerse desde su propia interioridad espiritual, a lo cual, por cierto, tienen pleno derecho.
Frente a esta demanda, las instituciones de formación de profesionales deben responder poniendo en vigencia novedosas propuestas diseñadas específicamente para responder a la demanda que vienen planteando tales pueblos, si es que realmente quieren contribuir con la defensa de nuestra diversidad cultural, que no es sino riqueza espiritual.
Debemos tener en cuenta que si no formamos a los jóvenes provenientes de los Pueblos Indígenas de acuerdo a criterios diferentes a los que aplicamos en la formación de profesionales para la sociedad mestiza, lo único que lograremos es seguir arrebatándoles a sus jóvenes, con lo cual perderán su más valioso potencial y su riqueza cultural se irá perdiendo indeteniblemente.
Esto implica, por cierto, un acercamiento a tales pueblos para conocerlos, entenderlos y atenderlos desde sus propias perspectivas y para sus propias necesidades. Estrechas coordinaciones con las dirigencias indígenas y plena participación serán necesarias para que las respuestas de las Universidades e Institutos superiores sean contributivas con el enriquecimiento y consolidación de nuestra diversidad cultural.
Tales instituciones tienen la obligación moral de ubicarse en la realidad pluricultural dentro de la que actúan y dar respuestas coherentes con dicha condición. Eso es lo que se llama pertinencia institucional.
Experiencias regionales, en ese sentido, ya las tenemos, pero se han restringido al campo de la formación magisterial. El FORMABIAP - Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana- del I.S.P. “Loreto”, la Escuela de Educación Bilingüe de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, etc. son referentes de respuestas en ese sentido; pero, todas ellas, lo repetimos, en el campo de la formación docente.
Indígena en su medio natural |
Ahora se hace necesario abordar la formación en otros campos, que los mismos Pueblos Indígenas deben determinar. Profesionales para el desarrollo de sus instituciones, de su economía, para el aprovechamiento de sus recursos, para el uso óptimo de su ambiente, para la preservación de sus riquezas espirituales, para la defensa de sus derechos, etc. es lo que ellos necesitan, pero todos ellos formados con planes curriculares especialmente diseñados para dichos propósitos.
Formar a un joven indígena como ingeniero agrónomo, forestal, biólogo, etc. en el marco de los currículos estandarizados para la cultura mestiza, realmente no ayuda en nada al desarrollo propio de su Pueblo de origen. No es sino arrebatarlo a su pueblo e incorporarlo a una cultura en donde no va a tener la trascendencia social que debería. Es, por lo tanto, contribuir con el proceso de sistemática destrucción de nuestra diversidad cultural iniciado hace ya más de cuatro siglos, para hegemonizar a la cultura mestiza.
Por lo tanto, no basta que las Universidades e Instituciones den facilidades a los jóvenes de las etnias amazónicas para que accedan a estudios de formación profesional o técnica. Se hace necesario que se reconozca el derecho de las mismas a contar con profesionales que se pongan al servicio de la perduración y consolidación de sus respectivos pueblos. Y ellos tienen que ser formados específica y diferencialmente para tales propósitos.
Bien harían las instituciones de nuestra región en dedicarse a reflexionar sobre estos aspectos formativos, para que realmente devengan en instituciones con plena significatividad regional.
Las experiencias de países multiculturales vecinos, en los cuales las instituciones de educación superior hace buen tiempo que comenzaron a dar este tipo de respuestas, bien nos pueden servir de referentes valiosos y aleccionadores a la hora de tomar este tipo de decisiones.
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