A propósito de OCDE, PISA y ECE
Prof.
Gabel Daniel Sotil García
Maestra haciendo milagros para que sus alumnos aprendan la lecto-escritura. Foto: Prof. Alberto Vela |
Este asunto de la COMPRENSION LECTORA, que nos ha
impuesto el Ministerio de Educación y que tantas preocupaciones nos viene
dando, sobre todo en nuestra región por los bajos índices alcanzados, debería
merecer un mayor análisis reflexivo, pues, si bien el desarrollo de esta
capacidad es importante en el proceso de aprendizaje de los niños, considero
que la estamos sobredimensionando habida cuenta que, enfatizarla como lo
estamos haciendo, en primer lugar, contradice el concepto de la “formación
integral” del educando que propugna nuestra actual Ley General de Educación
(Art. 2º); formación con la cual queremos lograr el desarrollo armónico de todas las potencialidades de cada niño:
intelectuales, afectivas, volitivas, psicomotrices para garantizar que cada
persona actúe dentro de su sociedad con idoneidad, probidad, actitudes de respeto
a los derechos de los demás, con un espíritu aportante al bienestar social (no
solo para sí mismo) y con un profundo compromiso con el desarrollo de su
comunidad. Para este logro trascendente en la personalidad de los actuales
educandos se requiere de la acción formativa de diversos instrumentos o medios
pedagógicos que, actuando simultánea y complementariamente, generen efectos
positivos integrales en cada uno de ellos.
No tiene sentido formativo el “educar para la
comprensión lectora”, con un exceso de énfasis, dado que este logro debe ser la
resultante integral de todo el proceso educativo, armoniosamente conducido, sin
sacrificar los demás componentes de la intencionalidad educativa.
Por lo demás, el énfasis en la “comprensión lectora”
suena irónico en un medio, como es el rural amazónico, en donde hay una
lacerante carencia de material bibliográfico, tanto en la comunidad misma como
en las propias instituciones educativas, en las cuales lo poco que hay como
texto u otro material impreso, no tiene como referente temático los componentes
de su entorno y, por lo tanto, no es idóneo para desarrollar la capacidad de
comprensión lectora, aunque sí la memorización. Es por esta razón que es de la mayor
importancia enseñar al educando la “lectura de su realidad”; es decir, que
analice las características de su contexto o entorno, que lo compare, que lo
reflexione en toda su complejidad para desarrollar su afecto y su compromiso
con la defensa de su heredad.
Condiciones precarias en las que se realiza la lectura. Foto: Prof. Alberto Vela |
Por otra parte, y no menos importante, debemos darnos
cuenta que quienes hoy son miembros conspicuos de la corrupción en nuestro país (tanto en el nivel nacional como
regional), es gente muy preparada intelectualmente, con un enorme bagaje
informativo general, con un extenso y
extraordinario conocimiento y comprensión de las leyes (para violarlas), con
enorme capacidad para convencer e involucrar a otros en sus redes mafiosas, con
excelentes relaciones interpersonales para moverse en círculos de gran
exclusividad, con especiales condiciones para mantener ocultas sus actividades
ilícitas, etc.
Congresistas, jueces, funcionarios, expresidentes
nacionales, expresidentes (ahora Gobernadores) regionales, alcaldes se
encuentran integrando esta larga lista de personas “notables” sometidas a la
justicia de nuestro país. Y todos ellos con los más altos niveles de
preparación profesional. ¿Se podría decir de ellos que tienen una deficiente
comprensión lectora? No lo creemos.
Con toda seguridad, dichas personas han logrado una excelente comprensión lectora no solo
de los libros que han leído, sino de las circunstancias en que se desenvuelven,
es decir de su entorno social, económico, cultural en los que se mueven para
aprovecharlos en beneficio propio; para enriquecerse expoliando, para vivir
ostentosamente en base al latrocinio. Pero, lo que les ha fallado (y aquí tiene
muchísimo que ver el actual sistema educativo) son sus valores. Es la formación
axiológica lo que ha fallado en la construcción de su personalidad. No han sido
estimulados, orientados para una actuación constructiva, moral dentro de su
sociedad. No han sido educados para el desprendimiento, la solidaridad, el
compromiso sino, todo lo contrario: para buscar el beneficio propio, para el acaparamiento,
para la exclusión, para la ostentación, para una vida de apariencias. Rigen su
vida por el principio de “soy mejor cuanto más riqueza material tengo”,
producto de la escala retorcida de valores que practican.
Profesor rural enseñando la lecto-escritura a niños que, después, competirán con niños de Lima, Europa y Asia. Foto: Prof. Julio Trigoso, Datem del Marañón |
Con esto no quiero decir que el desarrollo de la
comprensión lectora no tenga importancia, pero sí quiero decir que la formación
en valores es tanto o más importante para la actuación social de las personas.
He conocido analfabetos con comportamientos morales de
la más alta jerarquía.
Considero que es ésta la formación que nos está
faltando en la educación nacional y regional. Y es hacia allá a donde debemos
dirigir nuestros esfuerzos formativos si es que queremos una nueva sociedad
regida por personas con valores y no con precios.
Está bien que hagamos esfuerzos para estimular y
lograr una mejor comprensión lectora, pero sin sacrificar el desarrollo
integral de la personalidad de las nuevas generaciones.
Nota: Artículo publicado en: www.ceta.org/kanatari
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