EN EL DÍA DE LA MADRE Día de recuerdos. Día de gratitudes. Día de
expresiones vitales de nuestros sentimientos.
Fueron tres las Madres que guiaron mi vida. Mi Madre
Julia, madre- abuela, a quien recuerdo acompañándome en mis primeros días, allá
en ese pueblito llamado San Jacinto, adosado a los cerros de la quebrada del
Río Grande. Cuidando mis horas de niño enfermizo, aún la escucho diciéndome
palabras cariñosas mientras frotaba mi cabeza con no sé qué infusiones para
calmar mis fiebres. La acompañaba a juntar leña, pastar el ganado, cegar la
alfalfa, cuidar los maizales. Dulzura plena en mi vida de niño libre,
conversando con las piedras y los cerros. Hasta que se fuera a otras dimensiones.
Gracias Mamá Julia, amor de madre en mis primeros años en este mundo, cuando
empezaste a enseñarme a ser persona.
Mi Madre María Elena, dulzura plena, fulgor de bondad,
a quien gustaba visitar en sus clases, subiendo y bajando ramales andinos, para
verla maestra jugando con los niños de aquellos caseríos, a donde tenía que ir
a cumplir su misión de maestra rural. ¿Cuánto de ella estará aún en mí? Hoy,
también, ya mora otros mundos, en donde pronto nos encontraremos para juntar
estrellas y hacer nuestro salón de clase. Madre-Maestra, ¡Aquí está tu
hijo-alumno!
Mi tía-madre Paula, a quien, a pesar de la distancia
en espacio y tiempo, debo decirle que todo cuanto hizo por mí lo estoy
retribuyendo a la sociedad. Su bondad, su afecto, hoy los estoy dando a otras
personas para que sean felices.
¡GRACIAS, MADRES, POR ENSEÑARME A VIVIR!
A TODAS LAS MADRES:
¡FELIZ DÍA POR SER GERMEN DE VIDA Y HUMANIDAD!
Prof. Gabel Daniel Sotil García
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