Reflexiones para comprender a nuestra región
Gabel Daniel Sotil García
Niñez y juventud aprendiendo a sentir amor y respeto por su región y país. |
Bien
sabemos que cuando un Pueblo carece de conocimientos certeros para describir o
explicar un fenómeno, los inventa, supliendo de esta manera sus carencias
informativas, pues la ignorancia es muy incómoda, tanto para las personas como
para los pueblos.
Todas las
grandes y pequeñas culturas generadas en el proceso de la historia humana, han
recurrido a este mecanismo, inventando mitos y leyendas para explicar su origen
o el de algún personaje de relevante actuación social o dando rienda suelta a
su imaginación para representarse una región desconocida. Comprensible y
aceptable este recurso en tiempos en que era justificable. Pero, no ahora.
Los INCAS nunca
pudieron penetrar victoriosos a la Amazonía, de tal manera que su contacto con
ella fue indirecto, aun cuando sus relaciones eran muy fluidas, como lo sabemos
hoy. Compensaron su ignorancia de una forma muy fantasiosa, creando mitos
acerca de esta región, que los conquistadores recibieron con mucha algarabía y
gran satisfacción para ellos, pues reforzaban sus ansias de aventuras y
enriquecimiento.
Por su parte,
los mismos conquistadores europeos también crearon los mitos necesarios, no
para compensar su falta de conocimientos sobre esta región, pues nunca tuvieron
un especial interés en conocerla (salvo pocas excepciones), sino para
justificar sus agresiones a los Pueblos que en ella habitaban, en consonancia
con su etnocentrismo y el aprovechamiento de sus riquezas, en consonancia con
su mercantilismo. Fueron, por lo tanto, mitos ideológicos, encubridores, para
defender sus intereses, pero que, finalmente crearon una falsa imagen de la
Amazonía, transformándose luego en fuentes y referentes de decisiones. “La
inferioridad de las culturas indígenas” y “La inagotabilidad de nuestros
recursos”, constituyen la máxima expresión de estas falsedades, que fueran
tomadas como verdades absolutas, indubitables.
Pueblos adaptados a sus circunstancias constituyen la verdadera realidad amazónica. |
Superada la
larga época del coloniaje franco, la de la denominada Independencia no fue sino
una secuencia coherente, pues pervivieron esquemas mentales, ya hechos atávicos
en las clases dirigenciales, que heredaron el poder, que posibilitaron la
creación de nuevos mitos acerca de nuestra región. También éstos fueron tomados
como los referentes básicos para tomar decisiones políticas. El “vacío
amazónico” y la “fertilidad prodigiosa del suelo selvático” fueron tomados como
fuentes de inspiración y principios rectores de las políticas gubernamentales
respecto a la selva. Se transformaron, así, en verdades subordinantes y
terminales, durante todo este período que se extiende hasta hoy, en que han
recibido el aporte de otras falsedades que han llenado las mentes de los
peruanos y condicionado su comportamiento respecto a nuestra región.
Otras falsedades
como el hacernos creer que “la causa de nuestro subdesarrollo es nuestra
diversidad cultural”, que “el hombre ribereño es un haragán”, que nuestro
desarrollo regional sólo lo lograremos “exportando nuestros recursos”, que
nuestra región es “el pulmón del mundo”, que debemos “industrializar a la
Amazonía”, se transforman en normas o
principios conductuales que sólo expresan un profundo desconocimiento de las
características reales de nuestra región, pero que sirven para continuar
agrediéndola de una y mil formas.
Lo más ausente
en todo este panorama relacional entre el país y esta región es la necesidad de
conocerla y de promover su conocimiento certero, real, más allá de
perjudiciales fantasías, que no hacen sino tergiversar nuestra realidad, y, por
ende, generar incorrectas decisiones.
Bien podemos afirmar que en estos momentos la Amazonía es la gran desconocida en nuestro país. Y también dentro de nuestra propia región.
Dependientes del río y del bosque, los pueblos amazónicos respetan su entorno ambiental. |
Por cierto que
este desconocimiento lo compensamos atribuyéndole características y condiciones
irreales, tanto que los peruanos hemos hecho de la selva el depósito de
nuestras fantasías, de nuestros sueños irrealizados, de nuestros deseos de
aventuras, de nuestros impulsos frustrados, etc. Es posible que, como país,
necesitemos un sueño colectivo y le hayamos dado a la selva este significado,
como lo fueran en su oportunidad “El Dorado” o “El país de la canela”.
Hay, pues, una
falsa imagen de Amazonía en la mente de los peruanos, con componente morboso
incluido.
A los esfuerzos
aislados que personas e instituciones vienen haciendo para difundir el
conocimiento de lo que realmente es esta región en lo ecológico y
socio-cultural, deberían sumarse los medios de comunicación y,
fundamentalmente, la educación formal que, hoy como ayer, ha puesto muy poco
interés para conocer y entender a esta región. Los mismos centros educativos de
nuestra selva, no son sino agencias de promoción de lo extraño, de realidades
lejanas, lo cual evidencia el propósito de seguir consolidando esta marginación
con la que venimos castigando a nuestra región, pese a la trascendencia que,
poco a poco, vamos reconociendo, no solo en el nivel regional y nacional sino,
fundamentalmente, en el nivel planetario.
Actividad extractiva tradicional del bosquesino amazónico. |
Empeñada en
instalar en la mente de la niñez y juventud peruanas realidades foráneas a
nuestro país, fundamentada en los conceptos de globalización y modernización,
interesadamente mal entendidos, la educación peruana debería promover un
acercamiento de todos los peruanos a las reales circunstancias de esta
región, para superar los prejuicios
que hasta hoy han condicionado las relaciones del resto del país con esta selva
que tan callada parece, pero en cuyo seno
vienen tomando cuerpo concepciones o formas de ver a nuestro país, de
interpretarnos, de una manera distinta, en consonancia con nuestra raigal
pluriculturalidad y nuestra esencial forestalidad regionales.
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