Gabel
Daniel Sotil García
Los recursos del bosque son los que alimentan toda la fiebre exportadora en la que educamos a nuestros estudiantes. |
Si las nuevas generaciones de loretanos no se
capacitan para transformar sus recursos naturales en riqueza social, es muy
poco lo que podemos esperar en el futuro de nuestra región.
En la experiencia mundial hay ya más que suficientes
evidencias de que en la gesta del desarrollo, (el desarrollo, no solo el
crecimiento económico), de cualquier sociedad, el potencial humano tiene el rol
fundamental. Si a ese potencial no lo educamos con las capacidades y
habilidades para actuar creativamente frente a las materias primas, éstas serán
utilizadas de acuerdo a las conveniencias de quienes tienen el poder político y
económico.
La consecuencia de esta situación es lo que hoy
venimos viviendo en nuestra Amazonía: sus recursos naturales están siendo
utilizados con un enfoque utilitarista y depredante dentro de la concepción denominada
“extractivismo mercantilista”, que se expresa en el indetenible saqueo y venta
de cuanto sea pasible de generar ganancias para los empresarios nacionales y
transnacionales.
Extraer para vender es la consigna mercantil |
¿Y, mientras tanto, qué sucede con la educación?
Nuestros alumnos siguen en sus carpetas sentados
aprendiendo, tal vez a pensar mucho, a elucubrar, a repetir mensajes, pero,
fundamentalmente, a hacer muy poco o nada; por lo tanto, al término de sus
estudios, en cualquiera de las etapas en que el sistema está dividido, no
encontrarán las condiciones apropiadas para aplicar todo lo aprendido, pues
todo fue teórico, sin posibilidades de aplicaciones prácticas en la dinámica
social de sus respectivas comunidades. Ni siquiera para su propia
supervivencia.
Pieles, frutos, madera todo es extraído del bosque para vender |
Hasta hoy hemos optado por vivir muy atentos a las
voces de afuera que nos dicen cómo debemos desarrollarnos. Voces que nos traen
mensajes de otras realidades, de otros mundos, exitosas allá. Ajenas a nuestra
realidad, nos traen fórmulas no aplicables plenamente para nuestros intereses
regionales, dadas nuestras características.
Una de esas fórmulas ha sido el extractivismo
mercantilista de carácter exportador, que no es sino una de las fórmula más
eficaces para destruir nuestras riquezas, materiales y espirituales.
Como bien sabemos el extractivismo primario fue
introducido, como sistema económico de aprovechamiento de nuestras materias primas,
desde la invasión cultural europea, que cambió los patrones tradicionales de
relaciones armoniosas del hombre con su entorno, por una visión cultural
conflictiva de dominio y apropiación de la naturaleza por parte del ser humano.
Trozas de árboles salen cada día en danza mercantil interminable hacia el mercado mundial. |
Este
sistema extractivista es el que nos ha venido propiciando épocas de
efervescencia extractiva o “booms”, que han significado la sobreexplotación de
nuestras materias primas, puestas al servicio de las demandas del mercado
mundial (vía empresas transnacionales), hasta su agotamiento.
En
el marco de este extractivismo, fundamentalmente de carácter exportador, la
educación formal, controlada por el Estado, vía Ministerio de Educación, no es
sino el instrumento para favorecer una actitud de pasividad y conformismo de la
población respecto al uso depredatorio de nuestras riquezas naturales y
culturales. El teoricismo de los aprendizajes de nuestros educandos, su
indiferencia inducida frente al agotamiento de nuestros recursos, su ignorancia
y alienación respecto a nuestro acervo natural y cultural, etc. terminan por
hacerlos cómplices, por inacción, de este sistema destructor de nuestro
presente y futuro.
Entonces,
se hace ineludible incorporar actitudes, capacidades y destrezas pertinentes
para preparar a nuestros estudiantes en el uso de herramientas materiales y
conceptuales que los habilite para la conducción de proyectos de desarrollo
agroforestales y afines, tanto para mejorar las condiciones socio-organizativas
y sanitario-nutricionales de las comunidades como para la transformación de
nuestros recursos, como base para sustentar y promover nuestro desarrollo
socioeconómico diversificado en base a la transformación de nuestras materias
primas. No solo el crecimiento económico; el desarrollo pleno, integral, de
calidad de vida. Debemos tener en cuenta que el crecimiento económico se puede
lograr sin educación; el desarrollo requiere de una educación pertinente.
Nuestra dependencia de la explotación del petróleo ya está evidenciando sus límites y peligros. |
Dotarlos
de destrezas laborales debe ser un componente importante en su paso por las
instituciones educativas. Propiciarles experiencias de manejo, utilización de
instrumentos de acción no destructiva sobre nuestra prodigiosa realidad, en la
complejidad de sus aspectos. Motivarlos para nuevas actitudes, para nuevas
percepciones, para nuevos compromisos. Para que vivan la trascendencia de su
ser en el compromiso con el desarrollo de su región.
Seguir
con una educación dirigida a estimular capacidades cognitivas elementales, es
capacitarlos para la inacción, para el abstencionismo; para ver sin ninguna
preocupación el paso frecuente por los ríos de las barcazas cargadas de trozas
de madera.
Si
nuestra educación regional no orienta la formación de las nuevas juventudes
hacia el uso pleno de nuestras grandiosas potencialidades, motivándolos para
una actitud favorable a su participación en el proceso de desarrollo,
orientándolos para mirar crítica y creativamente su propio entorno, capacitándolas
para su transformación con destino social, en realidad, entonces sirve para muy
poco.
La explotación del oro, en las condiciones en que se viene haciendo, tiene consecuencias realmente catastróficas para nuestro ambiente regional. |
La
lucha contra la pobreza solo alcanza veracidad sociopolítica invirtiendo en el
equipamiento de los centros educativos para una nueva formación de nuestros
niños y jóvenes. Es este aspecto hacia donde se debe priorizar la inversión
educativa; de lo contrario, seguiremos abonando al extractivismo mercantilista
y el deterioro indetenible de nuestras potencialidades.
Sólo
así se podrá promover la generación de riqueza para luchar contra la pobreza.
Nota: Art. publicado en semanario KANATARI, 30 - 08 -15
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