Gabel D. Sotil García
Una de las tareas más urgentes que debemos afrontar en nuestra región es la de transformar a la EDUCACIÓN en uno de sus instrumentos de desarrollo. Desarrollo que tiene que iniciarse potenciando y orientando las capacidades de nuestros educandos para que sean capaces de contribuir con el mejoramiento de LA CALIDAD DE VIDA de cada una de sus comunidades y de todos los que vivimos en esta región y, por ende, en todo nuestro país. Es decir, un DESARROLLO HUMANO; un desarrollo centrado en la calidad de ser de cada persona.
Pero, esta potenciación sólo puede ser hecha en el escenario de una escuela, sobre todo rural, que es el área en donde radican nuestras mayores potencialidades regionales, con una decidida y decisiva opción por transformarse en un espacio para la generación de condiciones para la LUCHA CONTRA NUESTRA POBREZA; escuela en la cual se haga práctica cotidiana de una nueva educación diseñada para tal propósito.
Para nosotros, esta construcción sólo puede lograrse teniendo como punto de partida nuestra realidad. Es decir, nuestros niños y niñas deben educarse en íntimo contacto, tanto en lo cognoscitivo como en lo axiológico-actitudinal, con la realidad comunal e ir conociendo progresivamente la realidad regional, conocimiento a partir del cual deben asumir el de nuestra realidad nacional hasta llegar al nivel mundial.
Con las consecuencias de este trasfondo formativo, serán capaces de asumir el protagonismo social con una actuación guiada por los más altos valores y superiores actitudes.
En consecuencia, será en cada una de las comunidades rurales de nuestra región en donde debe germinar nuestro desarrollo sostenible con el rostro más auténticamente humano.