Datos personales

Mi foto
Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

domingo, 29 de julio de 2007

ECOLOGÍA Y LITERATURA INFANTIL


GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA

La solución a los graves problemas que venimos causando a nuestro BOSQUE, por la práctica de comportamientos individuales y sociales negativos e inapropiados, tiene que ser buscada por diferentes vías.

Una de ellas tiene que ser (ya lo viene siendo) la literatura infantil, sea escrita por adultos o por los mismos niños, a través de la cual induzcamos las actitudes de valoración de nuestro BOSQUE en nuestra niñez.

Mediante cuentos, cantos, poesías, adivinanzas, rondas, rimas, etc., tenemos que hacer llegar mensajes de evidente formación axiológica ambientalista a nuestros niños; los mismos que, apropiadamente trabajados por los profesores en su desempeño escolar, van a tener efectos positivos en su relación con su ambiente.

Asumidos los valores ecologistas desde la niñez, posibilitarán actuaciones sociales de los adultos con una clara opción conservacionista en la defensa de nuestro ambiente.

Es que los cuentos, cantos, poesías, etc., penetran con mucha facilidad en la estructura psíquica del niño.

Las características psicológicas de la infancia y niñez propician una gran sensibilidad al mundo de los valores. El niño asume lo positivo cuando se lo presentamos adecuadamente.

Un mensaje estéticamente presentado al educando genera respuestas positivas en él. Por ello es que la presencia de la literatura infantil tiene que ser fortalecida en el trabajo formativo que hacemos los maestros para lograr futuros adultos con fuertes convicciones ecologistas, que geranticen comportamientos grupales o individuales en defensa de nuestro BOSQUE.

jueves, 26 de julio de 2007

¿EXISTEN LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN NUESTRO PAÍS?

Gabel Daniel Sotil García

“El Perú, al igual que muchos otros países de América Latina, es un país pluricultural, en el cual más de ocho millones de personas son indígenas, en su mayoría quechuas y aymarás, asentados en la región andina.
En la Amazonía peruana, con una extensión de 62 % del territorio nacional, existen 42 grupos etnolingüísticos, que presentan características culturales, económicas y políticas evidentemente distintas de otros sectores de la población nacional. Esta diversidad cultural proviene de numerosos factores, tales como: cultura, normas de vida, lenguas...” (*)

Hemos querido comenzar este artículo haciendo referencia a una de las múltiples fuentes científicas que hacen referencia a uno de los aspectos más contundentes de nuestra realidad social nacional: nuestra diversidad cultural; característica que, infelizmente, es absolutamente ignorada para fines prácticos en los centros del poder político nacional y regional.

Por cierto que nuestro propósito no es hacer un análisis de esta característica nuestra, sobre la cual hay ya una basta bibliografía y de la que nos hemos ocupado en múltiples artículos anteriores, sino expresar el intenso malestar, la profunda desazón, la incomodidad espiritual, la impotencia, la frustración, etc. que experimentamos al constatar que en la dinámica política, aquella en la que se deciden los mecanismos para el gobierno de nuestro país, aún no se tiene en cuenta, para nada, la presencia real y contundente, de esta enorme cantidad de peruanos diferentes.

No sólo constatamos su dolorosa ausencia en escenarios en los que se toman decisiones de importancia del nivel regional: foros, congresos, seminarios, etc., para decidir planes de desarrollo local, subregional o regional, sino también en acciones de implicancias nacionales, tales como los eventos en los que se decide el uso de nuestros recursos, cuya entrega a las empresas transnacionales viene teniendo gravísimas consecuencias tanto para su supervivencia biológica como cultural, las mismas que parecen no importar al gobierno de turno.

Es ésta una evidencia más, como puede colegirse, del profundo e inconmovible racismo que afecta a nuestra clase dirigente política de los niveles regional y nacional; clase que actúa con la convicción de que, “si bien existen los Pueblos Indígenas, ellos no tienen nada que aportar a la solución de nuestros problemas”; a pesar de que las últimas Constituciones Políticas nacionales han reconocido nuestra pluriculturalidad y declarado que el Estado Peruano protege la pluralidad étnica y cultural de nuestro país.

Es sorprendente, por decir lo menos, que los representantes de la clase política que ha demostrado secular incapacidad para gobernar solucionando nuestros problemas nacionales, se sigan arrogando la facultad de seguir tomando decisiones al margen de los demás pueblos; exclusión, de la mayor actitud antidemocrática, que deja fuera de acción las ricas y diversas propuestas que pudieran hacer los miembros de tales pueblos.

Si quisiéramos actuar en forma inteligente socialmente y ser coherentes con la democracia que pregonamos, a quienes deberíamos convocar para concertar sobre las bases para nuestras políticas de estado, es a los Pueblos Indígenas y mestizos provincianos, tradicionalmente marginados por la clase política que usufructúa del poder. Clase que, por lo demás, ya evidenció su incapacidad para establecer políticas coherentes con nuestra realidad nacional, salvo para tomar decisiones en su beneficio personal, familiar, empresarial o partidario

Los peruanos diferentes son también personas y merecen el mínimo respeto de ser tomadas en cuenta en todas las instancias e instituciones en las que se toma decisiones que nos afectan a todos, pues su participación es necesaria para enriquecer la visión parcial, tergiversada e interesada de nuestra realidad que afecta a los mandos políticos tradicionales, todos ellos procedentes de la cultura mestiza.

Estos peruanos, con universos experienciales diferentes, son toda una potencialidad que debemos aprender a valorar, para lo cual los mestizos debemos desprendernos de los prejuicios que han envilecido nuestras relaciones interculturales. Ellos también son capaces de aportar a la solución de múltiples problemas nacionales y regionales, por lo tanto no deben ser sólo destinatarios de nuestras decisiones sino, ante todo, actores de las mismas.

Compartamos con ellos el poder político para construir el Perú diferente y diverso que todos debemos anhelar. Debemos convencernos de que los mestizos necesitamos de los saberes y las perspectivas de enfoque de los Pueblos Indígenas para enriquecer nuestra búsqueda de las soluciones que requerimos socialmente.

El Gobierno no debe ser sólo de “todas las sangres” mestizas, sino de TODAS LAS SANGRES MESTIZAS E INDÍGENAS EN TODA SU DIVERSIDAD.

La presencia de los Pueblos Indígenas no debe ser un mero dato estadístico, sino un referente de la mayor importancia en las políticas nacionales, una convicción de todos los peruanos y un agente de los propósitos sociales referentes a nuestro desarrollo.

(*) En: Brack E., Antonio; Amazonía: biodiversidad, comunidades y desarrollo, GEF-PNUD,Lima, 1998.

miércoles, 11 de julio de 2007

LA AMAZONÍA: ESA GRAN DESCONOCIDA

Gabel Daniel Sotil García

Los INCAS nunca pudieron penetrar victoriosos a la Amazonía, de tal manera que su contacto con ella fue indirecto, aun cuando sus relaciones con dicha región fueron muy fluidas, como lo sabemos hoy. Compensaron su ignorancia de una forma muy fantasiosa, creando mitos acerca de ella, que los conquistadores recibieron con mucha algarabía y contento para ellos, pues reforzaban sus ansias de aventuras y enriquecimiento.

Por su parte, los mismos conquistadores europeos también crearon los mitos necesarios, no para compensar su falta de conocimientos sobre esta región, pues nunca tuvieron interés en conocerla (salvo pocas excepciones), sino para justificar sus agresiones a los Pueblos que en ella habitaban, en consonancia con su etnocentrismo y el aprovechamiento de sus riquezas, en consonancia con su mercantilismo. Fueron, por lo tanto, mitos ideológicos, encubridores, para defender sus intereses, pero que, finalmente crearon una falsa imagen de la amazonía, transformándose luego en fuentes y referentes de decisiones. “La inferioridad de las culturas indígenas” y “la inagotabilidad de nuestros recursos”, constituyen la máxima expresión de estas falsedades, que fueran tomadas como verdades absolutas, indubitables.

Superada la larga época del coloniaje franco, la de la denominada Independencia no fue sino una secuencia coherente, pues pervivieron esquemas mentales, ya hechos atávicos en las clases dirigenciales, que heredaron el poder, que posibilitaron la creación de nuevos mitos acerca de nuestra región. También éstos fueron tomados como los referentes básicos para tomar decisiones políticas. El “vacío amazónico” y la “fertilidad prodigiosa del suelo selvático” fueron tomados como fuentes de inspiración y principios rectores de las políticas gubernamentales respecto a la selva. Se transformaron, así, en verdades subordinantes y terminales, durante todo este período que se extiende hasta hoy, en que han recibido el aporte de otras falsedades que han llenado las mentes de los peruanos y condicionado su comportamiento respecto a nuestra región.

Otras falsedades como el hacernos creer que “la causa de nuestro subdesarrollo es nuestra diversidad cultural”, que “el hombre ribereño es un haragán”, que nuestro desarrollo regional lo lograremos “exportando nuestros recursos”, que nuestra región es “el pulmón del mundo”, que debemos “industrializar a la amazonía”, se transforman en normas o principios conductuales que sólo expresan un profundo desconocimiento de las características reales de nuestra región, pero que sirven para continuar agrediéndola de una y mil formas.

Lo más ausente en todo este panorama relacional entre el país y esta región es la necesidad de conocerla y de promover su conocimiento certero, real, más allá de perjudiciales fantasías, que no hacen sino tergiversar nuestra realidad, y, por ende, generar incorrectas decisiones.

Bien podemos afirmar que en estos momentos la Amazonía es la gran desconocida en nuestro país. Y también dentro de nuestra propia región.

Por cierto que este desconocimiento lo compensamos atribuyéndole características y condiciones irreales, tanto que los peruanos hemos hecho de la selva el depósito de nuestras fantasías, de nuestros sueños irrealizados, de nuestros deseos de aventuras, de nuestros impulsos frustrados, etc. Es posible que, como país, necesitemos un sueño colectivo y le hayamos dado a la selva este significado, como lo fueran en su oportunidad “El Dorado” o “El país de la canela”.

Hay, pues, una falsa imagen de Amazonía en la mente de los peruanos, con componente mórbido incluido.

A los esfuerzos aislados que personas e instituciones vienen haciendo para difundir el conocimiento de lo que realmente es esta región en lo ecológico y socio-cultural, deberían sumarse los medios de comunicación y, fundamentalmente, la educación formal que, hoy como ayer, ha puesto muy poco interés en esta región. Los mismos centros educativos de nuestra selva, no son sino agencias de promoción de lo extraño, de realidades lejanas.

Empeñada en instalar en la mente de la niñez y juventud peruanas realidades extrañas a nuestro país, fundamentada en globalizaciones y modernizaciones, interesadamente mal entendidas, la educación peruana debería promover un acercamiento de todos los peruanos a las reales circunstancias de esta región, para superar los prejuicios que hasta hoy han condicionado las relaciones del resto del país con esta selva que tan callada parece, pero en cuyo seno vienen tomando cuerpo concepciones o formas de ver a nuestro país, de interpretarnos, de una manera distinta, en consonancia con nuestra raigal pluriculturalidad y nuestra esencial forestalidad regional.

domingo, 8 de julio de 2007

PARA CONOCER LA REGIÓN LORETO

LOS SUELOS EN LORETO:

La región Loreto abarca una superficie de 368 851,94 km2, que equivale al 28.7% del total nacional. Se ubica íntegramente en lo que se denomina Bosque Húmedo Tropical; por lo tanto, sus suelos, en cuanto a su aptitud de uso mayor, tienen una predominante vocación forestal que alcanza al 85.2 % para producción forestal, 11.55 % para protección forestal y sólo el 1.33% para producción de pastos y 0.40% para uso agrícola. (*)
(*) Manual de capacidades de uso mayor de tierras - Ministerio de Agricultura, INRENA- 1995.

sábado, 7 de julio de 2007

PERÚ: PAÍS FORESTAL

Gabel Daniel Sotil García

Entre las falsas percepciones que tenemos los peruanos acerca de nosotros mismos está la de percibirnos sólo como un país andino. Mejor dicho, nos hemos formado sin considerar nuestro inmenso e importante componente forestal.

Esta percepción excluyente ha tenido graves consecuencias para nuestro país, pues las clases dominantes han tomado decisiones siempre en el marco de esta perspectiva. Las diversas políticas de los gobiernos que han asumido el poder político, han expresado esta forma de percibirnos y es así, como parte central de nuestras preocupaciones, es nuestro crecimiento agrario o el desarrollo de nuestra minería, por lo cual tenemos ministerios de agricultura y de minería; pero carecemos de instituciones ministeriales encargadas de nuestro patrimonio forestal.

En nuestra misma selva, los asuntos forestales son asumidos por instancias organizativas de menor jerarquía dentro de una Dirección Regional de Agricultura, sabiendo muy bien que el potencial agrario y pecuario de nuestra región es muy inferior (ínfimo, diremos mejor) respecto al potencial forestal.

El centralismo omnímodo, predominante en nuestro país, nos ha impuesto una visión equívoca, falsa, de nuestra realidad regional y nacional y, por lo tanto, las decisiones políticas que tomamos son también equívocas, pues no nos permiten afrontar nuestra realidad sino un falso supuesto sustitutorio de ella. Como consecuencia, tenemos la persistencia, y agravamiento en muchos casos, de nuestros problemas nacionales.

Por ello, es urgente que aprendamos a vernos, también, como un país amazónico, predominantemente forestal, pues las dos terceras partes del mismo están cubiertas por esa unidad ecológica que llamamos Amazonía Peruana. Sólo entonces, la mirada de los gobernantes costeños lograrán mirar más allá de los Andes, y valorar a nuestra región como un verdadero potencial para nuestro desarrollo nacional en el marco de una estrategia adecuada a sus características, superando la tradicional actitud de percibirla como un simple reservorio de materias primas que sólo sirven para explotarlas hasta su extinción.


LOS HIJOS DEL BOSQUE


Gabel D. Sotil García

Algunas mañanas un sol esplendoroso alagaba de una dorada luz a nuestro pequeño caserío. Otras, una neblina misteriosa y tenue reptaba por todas nuestras calles hasta perderse allá en los árboles de los linderos del bosque.


Estábamos de vacaciones y para todos no había ocasión que perder para jugar en la cocha y árboles que, generosos, nos brindaban sus ramas para trepar y colgarnos a nuestro antojo.

Cuando llegó la nueva directora, ya se había generado un ambiente de expectativa en el caserío. Su llegada de noche y su sigiloso desembarco y traslado de sus cosas del puerto al local de la escuela, no hicieron sino aumentar nuestra curiosidad por ella.


Sus primeros contactos con la comunidad seguro que le permitieron notar este hecho al que, tal vez, no le dio mayor importancia, por considerarlo natural en un pueblo de pocas familias, en donde la vida apacible de la ribera se desarrolla con una alegre y forestal monotonía. Ligados al bosque en nuestra vida cotidiana, los vivientes sentíamos curiosidad por todo aquello que significara una alteración de nuestro diario quehacer.


Era natural que fuera así.


Como natural fue que las clases se iniciaran con la tradicional formación en el patio y con las canciones y rezos que, en todas las escuelas, dan inicio a un nuevo año escolar.


- Queridos niños- nos dijo entre otras cosas, nuestra directora - este año ustedes tendrán experiencias maravillosas. Experiencias que jamás olvidarán.


Como que efectivamente las tuvimos.


La primera se produjo luego de dos semanas de iniciadas las clases.


Bullangueros y juguetones, llegamos todos a la escuela.
Como era inicio de semana, hicimos nuestra formación.
Allí nuestra directora nos habló de muchas cosas bonitas y, para terminar, nos dijo que cantáramos una canción.
- Escúchenla bien para que la repitan:


"Osito, osito,
tierno y bonito.
dame tus manitas,
y juega conmigo"

 Todos en coro la repetimos hasta que la directora consideró que ya la sabíamos.
Entonces nos ordenó pasar a nuestro salón. Pero, antes nos advirtió:
- No vayan a tener temor, porque es un animal muy mansito el que encontrarán en su salón- nos dijo, aumentando nuestra curiosidad.
-¿De qué animal nos habla? - me pregunté, intrigado.


Todos caminamos expectantes e inquietos y allí lo encontramos.
Dormía plácidamente sobre la mesa de la directora.


Todos nos miramos llenos de asombro, pero nos hicimos señas para no despertarlo.
- Queridos niños, - nos explicó al entrar apresurada la directora- este animalito es un osito. Es el osito al que acabamos de cantar. Es muy querido en todo el mundo por su ternura. Aquí también lo querremos y cuidaremos. ¡A ver! ¡Vamos a cantar nuevamente!


Y cantamos.

Cuando acabamos de cantar y como si hubiera entendido, el osito levantó su cabeza y nos miró somnoliento aún. Cuando quiso incorporarse, todos hicimos un gesto de huida que fue evitada por nuestra profesora.
- No se inquieten. No les hará daño- advirtió.

Desde aquel entonces, este bello animalito se hizo parte de nuestro diario vivir en la escuela, compartiendo con él todos nuestros momentos. Aprendimos a quererlo jugando con él.
Cuando ya nos habíamos acostumbrado al osito, tuvimos otra sorpresa.


Un lunes, cuando dábamos inicio a una nueva semana de clases y después de sus palabras en la formación en el patio, la directora nos invitó a cantar otra canción.

"Elefante graciosito,
larga tu trompita,
tiernos tus ojitos,
gruesos tus piesitos"

La repetimos muchas veces hasta aprenderla sin equivocarnos. Recién entonces nuestra directora nos dijo:
- Ahora, vayan a su salón y tendrán otra sorpresa, queridos niños. Les he traído otro animalito.
Todos corrimos empujándonos para ver la tal sorpresa.
Efectivamente, al lado del osito, que ahora caminaba tranquilamente en nuestro salón, otro animalito retozaba plácidamente con su larga trompa y sus pies grandotes.
No supimos como llamarlo hasta que llegó la directora para despejar el misterio.
- Este es el elefantito, al que le hemos cantado; todavía está muy tierno, pero cuando crezca se hará muy, pero muy grande. Se van a hacer buenos amigos y nos acompañará en nuestro salón de clases.
En verdad, nuestra directora sí que sabía despertar nuestra curiosidad. Tiempo después nos dio una nueva sorpresa. Nos hizo cantar en el patio y en nuestro salón encontramos a un león, tan melenudo como manso, que nos dejaba acariciar su suave pelaje mientras que abría sus fauces profundas y oscuras en un rincón del aula.
Las sorpresas continuaron hasta que dejaron de serlas. Ya sabíamos que cada vez que la directora nos enseñaba un canto con el nombre de un animal, lo encontraríamos en nuestro salón de clases, hasta hacer que éste más pareciera un zoológico muy extraño, lleno de animales que recién empezábamos a conocer, pero que cuidábamos con mucho esmero, dándole nuestro amor infantil.
Así, hasta que un día:
- Oye amigo, pero, ¿De dónde saca la directora estos animales?- preguntó intrigado Ashuco, mi compañero de asiento.- Cada vez que cantamos, - añadió- encontramos un nuevo animal.
- En verdad, yo también creo que aquí hay algo raro- añadí.
- Primero, el osito y luego el elefante, el león, el caballo, la llama y otros más.
- Mira que nuestro salón ya está lleno de estos animales.
- Y recuerda que nos ha dicho que el lunes nos va a enseñar una nueva canción- me hizo recordar.

- Tenemos que hacer algo para averiguar cómo es que trae estos animales la profesora. En el bote no caven porque son muy grandes.
- Se me ocurre una idea, Ashuco- lo improvisé.
-¿Cuál, Shamuco? - inquirió
- Seguro que este lunes nos va a dar la sorpresa que nos ha anunciado- supuse.
- Puede ser ¿no?- dudó mi amigo- ¿Y qué?- añadió.
- Pues que yo no iré al patio sino directo al salón, para ver qué sucede cuando ustedes cantan- le expliqué.
- Claro, tienes razón, Shamuco- aceptó Ashuco.
El lunes, todos se fueron al patio, listos para hacer la formación, menos yo, que me había retrasado a propósito, yéndome directo al aula, copada ya con tantos animales. Me acomodé en un rincón, lleno de intriga y emoción.
Luego de que hubiera cantado nuestro himno, rezaron en coro mis compañeros.
Al terminar su discurso, la directora anunció:
- Bueno, niñitos,- mi corazón tembló con sus palabras- hoy aprenderemos una nueva canción- Ya saben, yo la cantaré varias veces y ustedes escucharán con mucha atención para aprenderla.
Y empezó:
“Jirafita, jirafita
cabeza pequeñita,
pareces una torre
en tus patas paradita”.

Cuando la hubo repetido varias veces, nuestra directora pidió que la cantaran en coro.
Así lo hicieron una y otra vez.
Mientras mis compañeros estaban en el patio, yo, sentado en una esquina del salón, también repetía en voz baja la canción.
Estuve tan preocupado por repetirla, que no me di cuenta que cerca de mí se estaba formando un raro animal. Cuando me percaté de ello, ya casi era visible todo su cuerpo.

Incrédulo, miraba una y otra vez limpiando mis ojos, cuando en eso sentí que mis compañeritos llegaban al salón alegres y bullangueros como siempre.

Al entrar, ni se dieron cuenta de mi presencia porque ya el animal estaba completamente formado y atrajo la atención de cada niño.
La profesora, que llegaba detrás, nos dijo dirigiéndose a todos:
- Esta es la jirafa, a la que hemos cantado hoy día. ¿Qué les parece? ¿Les gusta?
Y así fue como nuestro salón recibió a un visitante más, con quien compartiríamos nuestro diario vivir en la escuela.
Pero, yo no estuve tranquilo.
Toda la mañana estuve preocupado por lo que había visto.
Cuando terminamos la jornada, le dije a Shamuco que deberíamos irnos a jugar en el wingo de su huerta.
En verdad, quería contarle lo que había sucedido en el salón.
Después que comimos, nos fuimos a su huerta y pude contarle todo cuanto vi.
- ¿Así que cuando nosotros cantamos se forma el animalito...? En verdad, no puedo creerte- me dijo Shamuco.
- Pues, esa es la pura verdad, Shamuco- me reafirmé- Hubieras estado tú allí para que me creas.

- Mira, ¿por qué no le contamos a Don Resho?- Él sabrá qué hacer- añadí.
Aquella noche, mientras una Luna brillante descansaba en el fondo de la cocha y una suave brisa mecía la copa de los árboles, nos fuimos a ver a don Resho para contarle nuestras preocupaciones. Después de escucharnos nos dijo:
- Tienen razón ustedes, niños ¿Cómo van a vivir allí con tantos animales raros?- nos dijo preocupado también - Yo nunca la he visto traerlos - agregó.
Don Resho era el abuelo de todos los niños del caserío. Todos lo respetábamos y todo se lo contábamos. Él, siempre con su palabra sabia y el consejo oportuno, nos daba la ayuda si la necesitábamos.
- Don Resho - interrumpí sus pensamientos - Y si le pedimos a nuestra directora que nos enseñe canciones de nuestros animales, ¿pasará lo mismo?
- Bueno, Ashuquito, creo que tienes razón, ¿por qué no probamos?.
- Le diremos a la directora que el lunes nos enseñe una canción al achuni o al majás o, mejor, el motelo, bueno, a cualquiera de ellos - dudé.

Aquel lunes, muy temprano, don Resho ya estaba en la puerta de la escuela, esperando a nuestra directora para pedirle que nos enseñara canciones de nuestro bosque. Al rato se retiró luego de que hubo hablado con ella.

Ese lunes, extrañamente, no entonamos ningún canto. Sospechando que nuestra Directora no conocía esas canciones, le pedí a mi abuelito que me enseñe una para llevársela.
Así lo hice.
Casi a fines de semana dije a la directora que Yo sabía una canción muy bonita y que me gustaría cantarla con todos mis compañeros. Aunque no de buenas ganas, ella me dijo que podría hacerlo al iniciar la semana.
Como de costumbre, el lunes nos congregamos en el patio para iniciar nuestras clases semanales.
Llegado el momento, la directora nos anunció que esa mañana un compañero enseñaría una nueva canción antes de ir al aula de clases. Y dijo mi nombre.
Aunque me había preparado, por un momento olvidé la letra, hasta que me hube calmado para dar inicio a mi canción:
“Somos los hijos del bosque,
hijos del río y del sol.
Somos niños que venimos
a cantarles nuestro amor.
Ni bien comencé a cantar, todos los demás niños lo hicieron. No sé cómo, pero todos sabían la letra de la canción. Sin darnos cuenta, nuestra voz se elevaba haciéndose una hermosa melodía.
Juguemos en las Tahuampas,
en las cochas y el matorral;
y el bosque al vernos felices,
él también se alegrará.
Cada día, cada mañana
nuestro amor debemos cantar,
cada día en nuestra escuela
con el bosque debemos jugar.
Lleno de lindas criaturas
el bosque por siempre estará
si todos juntitos cuidamos
nuestra bella naturaleza.
El patio de la escuela se hizo una caja de resonancia que multiplicaba nuestras agudas voces y las lanzaba hacia los árboles cercanos que rodeaban al local escolar.
Que vengan las aves, los peces,
seres de la restinga y el aguajal.
Estábamos ya por terminar de cantar cuando de pronto sentimos un ruido extraño proveniente del sector en donde los árboles eran más frondosos.
Que vengan todos para jugar
esta ronda forestal.

Todos, dejando de cantar, miramos hacia aquel lugar y pudimos distinguir una multitud de animales silvestres que venía con dirección a la escuela, unos volando, otros corriendo. Huanganas, sachavacas, sajinos, majases, venados, añujes, loros, guacamayos, paucares, etc., en tropel descontrolado, se dirigían hacia nosotros, que no atinamos sino a correr a nuestro salón de clases, incluyendo a nuestra Directora.

Habíamos olvidado que allí estaban los animales a los que habíamos mimado semana tras semana.

Abrimos la puerta en tropel y !oh sorpresa! no quedaba ni uno solo.
Nuestro osito mimado, el león melenudo, el elefante, la jirafa, todo, todo había desaparecido como por encanto.
No tuvimos ni tiempo para lamentarnos, porque ya los animales del bosque, que habían llegado al patio, retozaban juguetones ante nuestros ojos.
La escuela había sido invadida y nosotros mirábamos absortos al otorongo y al venado, la carachupa y el maquisapa, el paujil, la chosna, el pelejo y el manco, reunidos allí como si hubieran encontrado una nueva y generosa colpa.
Mientras mirábamos absortos desde la ventana, Shanti, el más chiquitín de nuestro salón, corrió diciendo:
- ¡Vamos a jugar con ellos!

Sin pensarlo dos veces, entre curiosos y temerosos, todos corrimos tras él.
Ya en el patio y con extraña confianza, todos nos pusimos a jugar en una algazara incontrolable de alegría y placer al ver que cada animal, con inmensa mansedumbre, se dejaba jalar, tocar y aupar a nuestro libre albedrío.
Fue el día más maravilloso.
¡Qué alegría inmensa! ¡Qué jolgorio indescriptible!
Todo se hizo más jocoso cuando vimos a nuestra directora intentando montarse en una sachavaca, que se inclinaba sobre sus patas delanteras para facilitarle la subida.

Jugamos hasta cansarnos.
Y, ya cansados, uno a uno, niños y animales, nos fuimos despidiendo.
Recuerdo aún al motelo, con paso cansino y reflexivo, penetrar al bosque y perderse en la hojarasca.
Fue el último en desaparecer, no sin antes levantar su cabeza como queriendo decir:
- ¡Y quién lo hubiera creído...!
Al día siguiente, en inusual reunión en el patio, pues era martes, nuestra profesora nos dijo:
- Queridos niños, desde hoy en adelante en esta escuela sólo podrán vivir los animales y plantas de nuestro bosque y todas nuestras canciones, cuentos y poesías invocarán sus nombres para conocerlos y aprender a amarlos.
Para terminar, nos pidió que volviéramos a cantar aquella canción que atrajo a los animales silvestres y así lo hicimos con lágrimas en los ojos y una profunda emoción.
Antes de entrar a nuestro salón de clases todos instintivamente miramos al bosque cercano y sentimos un claro influjo de presencia animal.
Nuestro corazón se alegró y una ráfaga de viento acarició nuestro rostro infantil, aquella mañana de frescor forestal.