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Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

viernes, 21 de diciembre de 2007

ESCUELA ÁRBOL, una propuesta de educación para la selva (*)


LA ESCUELA ÁRBOL

Gabel Daniel Sotil García

Frente a la concepción preciosista de la educación, que ha dado origen a la Escuela que acabamos de describir y su respectiva praxis pedagógica (Escuela Esmeralda), creemos necesario plantear una Concepción Ecologista de la Educa­ción, en cuyo marco surja una Escuela distinta a la anterior. Una Escuela en la cual se concrete una educación que responda a la realidad regional, tanto en su teleología como en su operatividad.

Requerimos una Escuela cuyas características funda­men­tales sean su profundo enraízamiento en la realidad circundante, su plena identificación con la historia de la cultura regional, su aporte creador al desarrollo regional, la formación de niños y jóvenes con un profundo amor a su comunidad (su entorno inmediato) como base para crear una identidad regional que, a su vez, es base fundamental en la creación de una identidad nacional fuerte, sólida, indoblegable.

A una Escuela así es a la que llamamos una Escue­la Árbol. Es una Escuela que nutre y se nutre de su entorno inmediato. Es una Escuela que establece un circuito de realimentación con su realidad. Que es parte consustan­cial a ella. Una Escuela en donde la realidad físico - cultural está presente en forma permanente como objeto de conocimiento, como objeto de análisis, como objeto de transformación. Una Escuela que propicia el contacto cognoscitivo y afectivo del alumno con su realidad. Una escuela que es un elemento dinámico y retribuyente de su entorno.

En suma, una Escuela Árbol será una Escuela que hunda sus raíces profundamente en el suelo cultural de la Amazonía. Una Escuela que sepa nutrirse con las crecien­tes y florecer con las vaciantes. Una Escuela que mire al bosque, a la cocha, a la flora, a la fauna, a las leyendas, etc. y las transforme en mensajes educativos para generar un hombre amazónico amante de su riqueza espiritual y ecológica, realista frente a sus posibilida­des, defensor de su entorno y con una fuerte identidad regional, y, por ende, nacional.

Sólo una escuela así será capaz de ir al encuentro del devenir histórico - cultural de la Amazonía, del cual debe ser uno de sus principales tributa­rios, e insertarse en él como un elemento coherente, natural, propio. Como una balsa en el Amazonas.

domingo, 16 de diciembre de 2007

ESCUELA ÁRBOL, una propuesta de educación para la selva (*)

Local escolar  en la ribera de los ríos amazónicos
Foto del autor
Prof. GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA, FCEH -UNAP 
LA ESCUELA ESMERALDA
Las piedras preciosas como la esmeralda, el diamante, etc. em­bellecen, revaloran los objetos en los cuales son adheridas, pero tienen la peculiari­dad de mante­ner su aislamiento respecto al objeto que las porta, propiedad ésta que posibilita su adhesión sin modificarse ellas mismas.

Ahora bien, si hacemos un análi­sis crítico evaluativo de la escuela actual, llegaremos a la conclusión de que ella es algo así como una hermosa esmeralda, que embe­lle­ce y revalúa los lugares (Comuni­dades) en donde se incrus­ta, pero sin establecer ninguna unión rai­gal con su entorno.

Funcionando en las diversas Co­munidades de nuestra Selva, ella más parece una piedra pre­ciosa engastada en cada una de ellas, a las que, más que servir­las, se sirve de ellas, generando en sus miembros un respeto cuasi idolá­trico a su presencia, que impide poner en duda su necesi­dad y cuestionar los fines para los cua­les funciona.

Es así como ella ha devenido el lugar adonde va el alumno a educarse en la práctica de valo­res universales, en el manejo de abstractos culturales, en la deifi­cación del saber, en la absoluti­zación de su persona, en la teori­za­ción inocua, etc.


Como producto de ello, nuestros alumnos alcanzan su superación sintiéndose superiores porque aprenden las reglas de tránsito en donde no hay vehículos motorizados, conocen historias de príncipes y princesas en castillos misteriosos, entonan cantos a objetos desconocidos, aprenden a leer en libros con palabras extrañas que tienen que memorizar sin comprender, hacen adivinanzas referidas a objetos de los cuales tal vez nunca tendrán una experiencia directa.

Tales aprendizajes conforman a niños y jóvenes sin conocimiento de su realidad (salvo el que la Comunidad les propicia), sin cariño por lo suyo, despectivos respecto a las acciones culturales de la gente de su ambiente social, ignorantes de los problemas inmediatos, indiferen­tes ante su solución, etc. En fin, un extraño en su entorno, que sólo piensa en emigrar lo antes posible para "superarse".

Es que ella, la Escuela, viene siendo considerada un elemento ornamental, antes que funcional, en cada Comunidad. Funcionando en diversas realidades, no estable­ce nexos vitales con ellas. Impermeable respecto a la problemática local, funciona indiferente a las necesi­dades de todo tipo que hay en todas y cada una de las Comunida­des. Es ella una Escuela Esmeralda.

Como tal, ella es un producto de una antigua con­cep­ción preciosis­ta de la educación, nacida en los albores de la Época Colonial de nuestro país, a partir de la cual se inició la imposición de modelos extraños, pero concebi­dos como superiores, en nuestro quehacer educacio­nal nacio­nal.

Traída por la cultura dominante y generalizada vía mecanismos político - administrativos, ha tenido en las ciudades amazónicas los focos de irradiación más efica­ces, tanto que hoy es ésta la concepción que predomi­na en la praxis pedagógica de la Región.

Su rigidez funcional, su carácter depredatorio de las culturas regionales, su indiferencia frente a la riqueza ecológica y problemas socio-culturales de la comunidad, son las características más evidentes de esta Escuela Esmeralda. Pero, además, ella viene actuando como el terminal de un inmenso, pero invisible, ducto a través del cual las ciudades selváticas succionan la riqueza del campo, induciendo en los niños y jóvenes ribereños pseudo expectativas de modernidad que terminan trocán­dose en crudas realidades en los asentamientos urbano - marginales, que no son sino los escenarios en donde el migrante rural pierde su identidad para asumir un mundo cultural con valores distintos y contradictorios.
Típico local escolar en la zona rural amazónica.
Foto del autor.

Con ello, el despoblamiento del campo, la disminución de la producción, el hacinamiento, la promiscuidad, los problemas psico-sociales, etc.

Si bien es cierto que no podemos, y no debemos, culpar exclusivamente a la Escuela de estas consecuen­cias, tampoco debemos dejar de asignarle una importancia significativa como elemento condicionante.

¿Cómo aceptar en la Selva, nuestra Selva, una Escuela en donde uno de los grandes ausentes es el Bosque, en donde no hay historia regional y en donde se ignora el patrimonio cultural nativo?

¿Una escuela que ignora los problemas de salud, de alimentación, de organización, etc. de su comunidad?. ¿Una escuela que no contribuye a elevar los niveles de conciencia de los problemas que afectan a los poblado­res?, ¿ que restringe su acción a sólo las necesidades cognosciti­vas de sus alumnos?
No. En la Selva se necesita una Escuela que sea parte del Bosque. Por cierto que no de la denotación física del bosque, sino de la connotación cultural que tiene el bosque en esta realidad. Se necesita una Escuela que sea el fruto del esfuerzo creador que está adormilado en nues­tras comunidades. Adormecimiento, precisamente, producido por la actual Escuela, esa Escuela Esmeralda que tan linda se la ve en muchos poblados, pero que tan indife­rente y distante se muestra respecto a los mismos.

(*) Ver bibliografía del autor.

martes, 11 de diciembre de 2007

OMAGUA: PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR - 9



Título: OMAGUA, CANTO AL REINO DE LAS AGUAS Y LOS ÁRBOLES.Autor: Sotil García, Gabel Daniel
Lugar/Editor/Fecha: Iquitos, CETA /2007, 107 pp.
Descripción:El contenido de este libro describe el discurrir del proceso de la dinámica ecológica en el lapso de un año, en la llamada Selva Baja, descripción que nos permite inducir mensajes cognoscitivos, axiológicos y actitudinales, cuyo aprendizaje por parte de nuestros educandos, debemos promover a través de los contenidos curriculares de la educación formal en nuestras Instituciones Educativas. Es decir, porta un mensaje científico en formato literario, para hacer más ameno el aprendizaje de los alumnos.
Además, es de interés general por la información relacionada con la diversidad ambiental, social, cultural, lingüística, etc. de la región amazónica.

EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO DE LA REG. LORETOPRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR - 8


Título: EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO DE LA REGIÓN LORETO – fundamentosAutor: Sotil García, Gabel Daniel
Lugar/Editor/Fecha: Iquitos, CETA /2004, 96 pp.
Descripción:
Un enfoque científico e integral de la educación nos lleva a percibirla, fundamentalmente, como un fenómeno de naturaleza sociopolítica, al que le son consustanciales, entre otras, las características de instrumentalidad e historicidad.

Su instrumentalidad significa que ella no tiene valor en sí misma, sino en tanto y en cuanto sirve para lograr propósitos ajenos a ella. Es decir, es un instrumento mediante el cual se logran las expectativas sociales o de quien la organiza y controla.

Su historicidad hace referencia al hecho de que la forma de concretarse depende de las condiciones del entorno que le sirve de escenario; es decir, que su realización es afectada por las influencias de la comunidad o del grupo social local, regional, nacional, etc.

Es en la consideración de tales características en la que se sustenta la necesidad de tener en cuenta nuevos criterios para analizarla y comprenderla en una situación histórica concreta, como es el caso de nuestra región, a partir de lo cual se puede asumir su rediseño con criterios que superen el psicologismo y pedagogicismo tradicionales e incorporar nuevos criterios a partir de un marco teórico mucho más amplio, consistente y realmente fundamentador.

LA UNAP EN SU CONTEXTO: PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR - 7


Título: LA UNAP EN SU CONTEXTO
Autor: Sotil García, Gabel Daniel / Otros autores: Joaquín García, Roberto Pezo et al
Lugar/Editor/Fecha: Iquitos, Imprenta Gráfica Daniela /2001, 402 pp.
Descripción:
Nueve son los temas centrales priorizados para el análisis del contexto amazónico, que conforman el libro. Cada uno de ellos es toda una sistematización de la información actualmente disponible sobre el respectivo aspecto, razón por la que dicho libro es de gran importancia informativa tanto para profesores como alumnos universitarios.

De hecho, el libro refleja la peculiaridad o unicidad de nuestra región, que es el entorno de nuestra Universidad. Y esta unicidad se refiere a lo ecológico, lo histórico, lo cultural y lingüístico, lo político, lo económico, etc. como se puede constatar en las exposiciones conformantes de dicho libro. Es decir, fluye del libro que tenemos un entorno construido con características propias que constituyen su PERSONALIDAD HISTÓRICA Y SOCIOCULTURAL sobre la base de un substrato ECOLÓGICO también único en nuestro país, y que expresa su vocación más dominante: la heterogeneidad propia.

EL HOMBRE Y EL BOSQUE: PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR - 6

Título: EL HOMBRE Y EL BOSQUE, lecturas para la educación ambiental en la Amazonía
Autor: Sotil García, Gabel Daniel
Lugar/Editor/Fecha: Iquitos, Imprenta Gráfica Daniela /2001, 145 pp.
Descripción:

Está conformado por artículos de análisis, reflexión y propuesta, cuentos alegóricos y poesías cuyo referente es el ambiente amazónico: EL BOSQUE.

Cada uno de los artículos que lo conforman hace referencia a los diversos problemas que enfrenta el ambiente amazónico a causa del comportamiento de los conjuntos humanos que lo ocupan.

Su propuesta central es que debemos educar a las nuevas generaciones para que aprendan a aprovechar adecuadamente nuestra diversidad ecológica y paisajística, para el uso racional de nuestros recursos naturales y para tener un profundo conocimiento de nuestro entorno.

PANORAMA HISTÓRICO..:PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR - 5


Título: PANORAMA HISTÓRICO DE LA AMAZONÍA PERUANA, una visión desde la Amazonía.
Autor: Sotil García, Gabel Daniel /Coautor: Humberto Morey AlejoLugar/Editor/Fecha: Iquitos, Imprenta Gráfica Amazonas /2000, 522 pp.
Descripción:
Este libro presenta, de manera resumida, la historia de la denominada Amazonía Peruana, que abarca dos tercios del territorio nacional. Contiene 11 capítulos, que abordan temas específicos: Período de desarrollo autónomo; La resistencia indígena; La época de la conquista y la colonización europea en la Amazonía; Inicios de la época republicana en la Amazonía; El extractivismo mercantilista; Movimientos militares de protesta; Los problemas fronterizos con Colombia; La integración de la región; Problemas fronterizos con Ecuador; Movimientos de protesta popular; La Amazonía hoy. Bibliografía consultada.

LOS HIJOS DEL BOSQUE: PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR - 4


Título: LOS HIJOS DEL BOSQUE, poesías ilustradas para niños.
Autor: Sotil García, Gabel Daniel /
Lugar/Editor/Fecha: Ministerio de Educación, Lima / S/F, 39 pp.

Descripción:

Conjunto de Poesías que fueran presentadas con ocasión del concurso nacional de Literatura Infantil Regional que el Ministerio de Educación convocara en 1996, “para promover la creatividad literaria de profesores y estudiantes del país”.

HACER EDUCACIÓN EN LA SELVA: PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR - 3


Título: HACER EDUCACIÓN EN LA SELVA, REFLEXIONES EN TORNO A LA EDUCACIÓN REGIONAL AMAZÓNICAAutor: Sotil García, Gabel Daniel
Lugar/Editor/Fecha: Iquitos, CETA ,1997
Características: 180 pp.
Descripción:
Los artículos aquí publicados constituyen una selección de los que hemos venido publicando en revistas y periódicos de la Amazonía. Nuestra propuesta central consiste en la necesidad de abordar el análisis de la educación desde perspectivas extra-educacionales, es decir, multidisciplinarias para poder comprender a cabalidad sus características. Seguir viéndola sólo desde dentro, no nos posibilita relacionarla con el contexto ecológico y socio-cultural selvático y, por lo tanto, será imposible que la comprendamos y evaluemos en forma integral.

SIN HADAS, SIN MUÑECOS: PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR - 2


Título: SIN HADAS, SIN MUÑECOS: UNA SÍNTESIS DE LA SITUACIÓN DE LA NIÑEZ EN LA AMAZONÍAAutor: Sotil García, Gabel/ Otros autores/ Nazaré Imbiriba (ed.)

Lugar/Editor/Fecha: Bogotá, UNICEF-UNAMAZ, 1993

Características: 229 pp.

Descripción:
Este libro contiene los resultados de 14 estudios realizados en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, sobre la situación que enfrentan sectores pobres de la región, con especial énfasis en las mujeres y los niños. Así como las respuestas colectivas que se están construyendo en todos los lugares de la Amazonía, para mejorar el presente, respuestas que en algunos casos proceden de los propios niños. Contenido principal: PARTE I) La Amazonia y sus Niños: La Furia del "Desarrollo". Parte II) Parte II: Niños en la Amazonia: ¿Como viven? ¿De qué mueren? Parte III) Parte III: Visiones fatales, sueños deseables, cambios posibles. Conclusiones y Bibliografía.

ESCUELA ÁRBOL: PRODUCCIÓN BIBLIOGRÁFICA DEL AUTOR - 1


Título: ESCUELA ÁRBOL, UNA PROPUESTA DE EDUCACIÓN PARA LA SELVA
Autor: Sotil García, Gabel Daniel
Lugar/Editor/Fecha: Lima, Derrama Magisterial, 1991, 78 pp.
Descripción:
"Una concepción ecologista de la educación, como plantea el profesor Sotil García en su modelo de Escuela-Arbol, podría parecer una entelequia o una curiosidad utópica para alguna gente que sigue creyendo que la cuestión ecológica es un exotismo de idealistas y soñadores.
Pero no es así. Basta echar una ojeada a la situación ecológica de la Amazonía Peruana y del mundo, el masivo deterioro y la destrucción de los recursos naturales que son la base material del bienestar de ésta y las futuras generaciones, para comprender que la cuestión del medio ambiente es, actualmente, un asunto de vida o muerte para todos los habitantes del planeta Tierra.
Pero la cuestión medioambiental no sólo es un problema de conciencia, que tiene que ver con la valoración que el ser humano tiene de la naturaleza como parte de su entorno vital e incluso estético. El problema del medio ambiente es, sobre todo económico. Tiene que ver con los modelos de desarrollo” (*)
(*) R. Rumrrill: Artículo publicado en AGRONOTICIAS, Edición No. 143, Lima, Noviembre, 1991, Pág. 15.

lunes, 10 de diciembre de 2007

NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL Y LINGÜÍSTICO


Gabel Daniel Sotil García

Una de las grandes riquezas que tiene nuestra selva es su diversidad cultural y lingüística. Son más de cuarenta los mundos culturales que todavía existen en esta extensa región amazónica peruana, coexistiendo con las diversas manifestaciones concretas de la cultura de origen euro-occidental.

Claro que esta coexistencia no es ni armoniosa ni pacífica.

Desde que se pusieran en contacto los mundos culturales indígenas con el mundo cultural alienígena, profundos enfrentamientos se han producido, con diversos resultados para aquéllos. En estos enfrentamientos étnicos muchas culturas indígenas se han debilitado, algunas desaparecieron, pero otras siguen ofreciendo una dura lucha para no ser destruidas.

Aguarunas (Awajún), Huambizas (Wampis), Achuales, Chayahuitas, Cocama-cocamilla (Kukama-kukamiria), Tikunas, Yaguas, Huitotos (Uitoto), Shipibos, Candoshi (Kandozi), Asháninkas (Ashaninkas), Kichwa, Boras (Bóóráá), Piro, Matsés, etc., son sólo algunos de los Pueblos componentes de ese complejo universo cultural que ocupa toda la extensión selvática de nuestro país, desde algunos milenios atrás.

Cada uno de ellos posee su propia riqueza en valores, formas de vida (alimentación, vestidos, viviendas, costumbres. Etc-), tradiciones, aspiraciones, religiones, mitos, creencias. Y su propio idioma.¡Qué riqueza más grande!

A ello se le agrega la presencia de los grupos humanos mestizos generados en la dinámica histórica de los últimos cinco siglos. Estos también han hecho sus propias creaciones. Herederos del potencial espiritual-cultural nativo, los Pueblos Mestizos han enriquecido el panorama cultural amazónico desde su propia experiencia histórica.

Aporte invalorable el de los pueblos indígenas y mestizos a la cultura universal que, sin embargo, queda al margen de la actual educación regional.

Embelesados y cautivados por la cultura eurógena, no nos preocupamos por conocer esa riqueza mayúscula que poseemos y que está circulando en nuestro ambiente sociocultural de múltiples formas e intensidades.

Ignorada y despreciada, sin embargo, es la que actúa desde nuestra interioridad, aunque nos empeñemos en creer que no es así. Víctimas de un agudo proceso de alienación, de pérdida de identidad cultural, nos esforzamos por parecer lo que no somos en realidad.

Y esto vale tanto individual como socialmente. Bajo la carapa (caparazón, cubierta) del ser modernos, ocultamos tanto nuestra ignorancia de los valores indígenas y mestizos como el desprecio a nosotros mismos. Ocultamos nuestras costumbres, nuestras tradiciones, nuestro idioma...

¿Por qué esta situación?

Son muchos los que tienen que ver en la respuesta a esta interrogante.

Pero, nos referiremos sólo a uno de esos involucrados: la educación, tanto formal como informal.

La educación, bien lo sabemos, no se hace por sí sola. Ella es el producto de decisiones sociales, de nuestras decisiones. Y, precisamente por ello, es que es necesario que digamos cuánto de culpa tiene en esta situación.

Es muy fácil que constatemos la gran ignorancia que hoy poseemos acerca de las culturas indígenas de la región. Viviendo aquí en la Selva, somos quienes más ignoramos nuestra riqueza cultural. Los textos escolares nacionales apenas si hacen referencias superficiales y anecdóticas a nuestra realidad cultural. Nada de lo esencial. Lo indígena es para la exportación. Es turístico, y nada más. No tiene otro valor.

Es esa la actitud predominante en los centros educativos. Allí nuestros niños no aprenden a conocer, respetar y cultivar el aporte cultural regional. Antes bien, a despreciarlo.

Conocemos más de leyendas griegas o de dioses greco-latinos que de los de nuestras culturas. Los idiomas nativos no son usados como instrumentos de educación, como elementos portadores de culturas, como expresión de nuestro potencial creador.

Los dioses que conforman el panteón indígena son unos grandes desconocidos. En resumen, nada de nuestras creaciones, indígenas y mestizas, figura como contenido educativo.

En los grandes centros urbanos selváticos cada vez más se viene respirando una atmósfera indefinida, “universal”, que es lo más próximo a no ser nada. Por allí entran aportes culturales externos, asumidos sólo por el hecho de ser extranjeros. Y la escuela los enfatiza y consolida.

Ella es un Amazonas a la inversa. En vez de formar su caudal con lo que viene de nuestra interioridad, lo forma con lo que viene de afuera. Y lo distribuye hacia todos los caseríos y comunidades de nuestra región.

Revertir esta situación tiene una máxima prioridad para nosotros, como región y como país. Por ello debemos poner el máximo énfasis en la denominada educación intercultural.

domingo, 9 de diciembre de 2007

LOS IQUITOS VIVEN, PERO...




GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA

Don Gabriel Paima Peña, APU de la Comunidad Nativa “San Antonio de Pintuyacu”, confiesa que él ya no puede pronunciar algunas palabras de su idioma materno, pues ya no puede emitir los sonidos correctos. La señora Teresa Güímack Saboya, moradora, esposa del Apu y madre de familia, confiesa también que ella sólo entiende lo que dicen los mayores pero tiene muchas dificultades para hablar en su idioma y, más aún, agrega, los jóvenes y niños de nuestra comunidad ya casi no lo entienden. Pero, don Jaime Pacaya Inuma, Teniente Gobernador de San Antonio, nos saluda en su idioma y nos explica que, efectivamente, ya su idioma está por desaparecer, pues él es una de las diez únicas personas, por cierto que mayores, que hablan el idioma IQUITO. Le pedimos que lo hable y entonces, como si del bosque surgiera una melodía forestal, que sólo las tempestades saben hacer brotar de los árboles, sentimos que nos envuelve una atmósfera de sonidos ancestrales, que deleitan nuestros oídos, aunque no entendemos lo que significan. Capturados y envueltos en ese tejido de extrañas palabras, don Jaime, ante el deleite de quienes nos rodean, nos lleva en un viaje maravilloso a recorrer la historia de este Pueblo que hoy está al borde del colapso.

Nos dice que este Pueblo tuvo como territorio las cabeceras de los ríos Mazán, Nanay, Momón, Chambira, Pintuyacu, dentro del cual se movilizaban constantemente. Que acostumbraban a enterrar a sus muertos en sus propias casas, en donde continuaban viviendo los familiares; que no necesitaban cementerios. Es en ese momento que doña Agustina Yareja, la más anciana de la comunidad (estiman que tiene más de 85 años) y que sólo habla el Iquito, mas no el castellano, nos dice que ahora tendrá que ir al cementerio (señala el lugar en donde está ubicado) para quedarse sola y abandonada. Antes no era así, enfatiza.

Nos cuenta don Jaime aquello que le contaron a él sus ancestros, pues el idioma Iquito no tiene alfabeto, y todo cuanto guardan está en la memoria de quienes escucharon esos relatos, cada vez menos hoy, que expresan las peripecias de un pueblo que, por defender sus conquistas culturales logradas en un proceso creativo de miles de años, tuvo que huir hacia lugares hasta donde no pudiera llegar el “blanco”, ocultarse en áreas interfluviales para no ser víctimas de los “patrones”, aunque reconoce que no lo lograron, pues hoy en día queda muy poco de ellas.

Con la nostalgia de quien ve desfilar ante sus ojos a sus dioses antiguos, sigue su relato de aventuras de brujos y fuerzas mágicas que transfiguran entidades con la lógica propia de un mundo cultural que aprendió a ver su entorno a su manera; que creó todo un imaginario en el que cada cosa y fenómeno adquiría un sentido propio, inteligible sólo para quienes han hecho suya esa lógica. Y que, por cierto, nunca fue asumida por nuestra cultura mestiza, arrogante e impositiva, que ha hecho que se destruya lo fundamental de dicha estructura conceptual.

Es, entonces, cuando don Jaime se acuerda de la educación que él y muchos recibieron. Se acuerda de su profesor bilingüe, don Félix Cabral Cinchija, quien trabajó sólo hasta 1967, pues en aquel año, un maderero con muchas influencias en la ciudad y con un profundo afán civilizador, logró que se nombrara a un profesor mestizo, cuya preocupación fundamental fue la de alejarlos de su cultura, pues ésta era “propia de indios.

Los sucesivos profesores que llegaran a laborar allí, reforzaron y continuaron esta labor desestructuradora de su arquitectura axiológica y avanzaron hasta donde hoy los encontramos: nadando hacia el canto de una cultura que no comprenden, cuyo sentido les es ajeno pero que saben que deben aceptarla aunque sea superficialmente, en apariencia de ropaje externo, pues en lo profundo de su ser colectivo laten pulsaciones que se nutren de fuerzas que les vienen desde muy atrás, de tiempos inmemoriales y de las entrañas mismas del bosque, que no sólo es su escenario vital, sino también, su protector.

Refugiados en una de los hermosos meandros del alucinante río Pintuyacu, afluente del río Nanay ( Takarnak, según lo dicen en idioma Iquito), desde comienzos de este siglo, los IQUITOS hoy sobreviven a través de 250 personas, más o menos, en San Antonio, a los cuales deben agregarse 180 moradores de la comunidad de Atalaya, ubicada en una quebrada afluente del Pintuyacu, llamada Chambira.

Hasta hoy, ellos han visto la cara mala de la cultura mestiza, que los ha castigado duramente hasta ponerlos al borde de su destrucción; pero, algo en su interior colectivo, sobre todo en los mayores, les dice que aún puede haber tiempo para desandar el mal camino por el que fueron empujados a discurrir los últimos años de su existencia.

Alguna convicción, oculta en los pliegues de su siquismo, alimentada por sus dioses forestales, les da fuerzas para decirle a esta cultura arrogante, acosadora, que los mire de otra manera, que comprenda que son portadores de una ancestral cultura que costó muchos miles de años construir, y por lo tanto valiosa, de un idioma hermoso que hoy sólo diez personas pueden hablar en la plenitud fonética que sus creadores originales quisieron darle. Que debe ser más respetuosa y valorarlos como son. Que allí radica la base de nuestro desarrollo regional: el aceptar nuestra maravillosa diversidad cultural y, a partir de ella, construir nuestro destino colectivo. Sin interferirnos, sin menospreciarnos.

Este llamado es evidente para quienes valoramos las diferencias culturales. Para quienes hemos hecho de la defensa de las culturas amazónicas el único río por donde navegar. La única trocha por recorrer, para penetrar al sentido más trascendente del bosque amazónico, manantial prodigioso (y, ojalá que eterno) no sólo de vida, sino también de culturas.

En estos momentos cruciales para una cultura nacida en la noche de los tiempos amazónicos, que forma parte de ese hermoso y rico mosaico de creaciones que nuestro bosque nos ha dado y que constituyen nuestra riqueza espiritual regional, que vivió un período de independencia creativa, pero que luego al entrar en contacto con la cultura que hoy es dominante se vio afectada por las ambiciones mercantilistas de quienes los invadieron, diezmada por pestes, correrías y otras lacras; cultura de la que hemos heredado su nombre y muchos de sus valores; a la que hemos castigado despiadadamente en nombre de causas, que deben merecer una nueva reflexión de nuestra parte, y que de hecho muchas de ellas ya fueron cuestionadas profundamente, es cuando debemos coordinar nuestros esfuerzos para acercarnos a los IQUITOS, sin compasiones ni mesianismos; sólo con la convicción de que tenemos una deuda que pagar a un pueblo que no tuvo más culpa que ser diferente, que haber creado un mundo propio, incomprensible para nosotros.

Mostremos, pues, la cara buena de nuestra cultura mestiza. Que también la tiene, por cierto.


viernes, 7 de diciembre de 2007

LA LLUVIA


Gabel D. Sotil García




Agüita refrescante
Que del cielo bajas,
Eres alegría,
Eres emoción,
Eres melodía,
Del bosque una canción.


Al caer de las alturas
Tus gotas son mensajes
A todas las criaturas
De mi mundo forestal.


Agüita refrescante
Que del cielo bajas
Alegras mi chacrita,
Alegras mi cochita,
                                            Alegras mi pueblito

                                             Y también mi corazón

jueves, 15 de noviembre de 2007

NECESIDAD DE INCORPORAR EL CONOCIMIENTO DE NUESTRA REGIÓN EN EL CURRÍCULO NACIONAL



GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA

Como es de nuestro pleno conocimiento, toda la educación nacional carece de la presencia de la Amazonía. Es decir, para nuestro sistema educativo, nuestra región no merece mayor atención. Como si se dijera a la niñez y juventud peruanas que en la Amazonía no hay nada que valga la pena conocer en el marco del sistema formal, no hay nada que tenga potencialidad formativa para ellos: no hay una historia, no hay una geografía, no hay pueblos que deban ser estudiados y comprendidos, etc.

Esto quiere decir que lo más ausente en todo el panorama de relaciones entre nuestr país y esta región es la necesidad de conocerla y de promover su conocimiento certero, real, más allá de perjudiciales fantasías, que no hacen sino tergiversar nuestra realidad, y, por ende, generar incorrectas decisiones, cuyas nefastas consecuencias las sufrimos todos.

Esta ausencia de la Amazonía en la educación nacional es tan grave, que bien podemos afirmar que en estos momentos la Amazonía es la gran desconocida en nuestro país, desconocimiento que lo compensamos atribuyéndole características y condiciones irreales, tanto que los peruanos hemos hecho de la selva el depósito de nuestras fantasías, de nuestros sueños irrealizados, de nuestros deseos de aventuras, de nuestros impulsos frustrados, etc. Es posible que, como país, necesitemos un sueño colectivo y le hayamos dado a la selva este significado, como lo fueran en su oportunidad “El Dorado” o “El País de la Canela” que, como lo sabemos, no tuvieron efectos beneficiosos para nuestra región.

Como consecuencia de este vacío hay en el imaginario nacional una falsa imagen de Amazonía en la mente de los peruanos, con componente mórbido incluido.

Esta omisión educacional por cierto que tiene como consecuencia que nuestra región siga siendo vista a través de viejos y obsoletos filtros ideológicos, que han condicionado que nuestra región sea destinataria de graves falsedades y tergiversaciones, tales como que nuestros recursos son inacabables, que somos una despensa para el Perú (en donde tenemos guardado todo lo que podemos utilizar en cualquier momento), que nuestra región se desarrollará sólo si exportamos nuestras materias primas, que en ella se hace dinero rápida y fácilmente, que tenemos un suelo prodigiosamente fértil al que podemos hacerlo producir talando los árboles, que la selva es un infierno verde, que es una inmensidad despoblada y sin dueños, de la que podemos disponer a libre albedrío de los que tienen el poder político y económico (id est, concesiones forestales, lotizaciones petroleras), etc.

Falsedades que sólo expresan la gran ignorancia que tenemos los peruanos acerca de la más extensa región de nuestro país y la de mayores posibilidades, pues sus recursos son renovables; es decir, inagotables si los administramos racionalmente.

Por esta ignorancia o falso conocimiento es que las más grandes depredaciones de que es objeto el bosque amazónico no provienen de los pueblos originarios o indígenas, pues éstos tienen un milenario respeto y conocimiento acerca del mismo, sino de quienes se acercan a él con fines mercantilistas, víctimas de aquellas falsedades, pues en el imaginario social vigente nuestros recursos naturales sólo tienen valor mercantil, es decir, para extraerlos y venderlos; nuestro bosque sólo sirve cuando se lo transforma en campo de cultivo y para extensos pastizales.

Realidad trágica ésta que ha llevado al Dr. Antonio Brack Egg, insigne ecologista peruano, a decir que la mayor estupidez que estamos haciendo los peruanos es talar nuestra riqueza forestal para realizar actividades agropecuarias y ganaderas, queriendo con ello trastocar la natural vocación de nuestro bosque que es la de seguir siendo bosque.

Hoy vemos, con mucho dolor, cómo se deforestan extensas superficies de bosque para extender la frontera agrícola y ganadera, que sólo brindarán frutos pocos, muy pocos años, luego de los cuales serán abandonadas por la irrecuperable pérdida de fertilidad, pasando a engrosar los suelos en proceso de desertificación, que ya llegan a millones de hectáreas. Con ello no sólo perdemos árboles, sino suelos, biodiversidad, agua en los ríos y cochas, evaporación, lluvias, regularidad climática, belleza paisajística, atractivos turísticos y cuanto servicio forestal nos puede brindar el bosque, servicios a los que en la actual educación no les brindamos ninguna importancia.

En consecuencia, para la superación de estas deficiencias del sistema educativo nacional, será necesario que las autoridades regionales y el magisterio tomen las medidas adecuadas, para que en el nivel interno se enfatice y priorice el estudio de nuestra región y en el externo exigir al Ministerio de Educación que, en el currículo nacional, la selva merezca un sitial relevante, pues, con toda seguridad, a las instituciones educativas de las demás regiones no llegan mensajes de la realidad amazónica, con lo cual se fortalece y profundiza el más grande vacío de los peruanos respecto a la realidad nacional, pues hemos construido y estamos construyendo un Perú sin la verdadera Amazonía.

Lo cual constituye un imperdonable engaño nacional, frente a lo cual no debemos quedarnos indiferentes, pues ese desconocimiento y esa indiferencia han hecho posible que aquí, en esta región, hayamos perdido, sin mayor dolor de los peruanos, sin la menor culpabilidad nacional, 776 000 kilómetros cuadrados de nuestro territorio exclusivamente amazónico en los últimos 150 años, se venga talando inmensas extensiones de bosque, se contamine innumerables ríos y cochas, se agreda a los Pueblos Indígenas, se extermine nuestra diversidad biológica, etc.

Silenciarnos ante dicho Ministerio por esta omisión no es sino traicionar nuestros compromisos para con nuestra Amazonía, pues esta ausencia es la más grande agresión a nuestra región.

Más aún cuando hoy sabemos que las agresiones que le inferimos tienen un efecto desencadenante de muy graves consecuencias en el sistema climático de nuestro planeta, contribuyendo a ese fenómeno global llamado cambio climático que, si no lo afrontamos con estrategias apropiadas, va a causarnos gravísimos problemas; estrategias entre las que se encuentra, ineludiblemente, una adecuada y pertinente educación.

Art. publicado en semanario KANATARI, 11-11-07

viernes, 9 de noviembre de 2007

“MI TIERRA AMAZÓNICA” Y LA EDUCACIÓN FORESTAL


Gabel Daniel Sotil García

La historia de las relaciones que hemos venido estableciendo los diversos Pueblos asentados en esta región con nuestro entorno ambiental, evidencia que, hasta el momento, hemos pasado por dos fases nítidamente distinguibles: una larguísima, milenaria, época de relaciones armoniosas, respetuosas con nuestro bosque mientras fueron lo Pueblos Indígenas los protagonistas; a la cual le ha sucedido una fase de relaciones conflictivas, que ya se prolonga por casi quinientos años, con gravísimas consecuencias para nuestro entorno natural, pues en estos momentos se encuentra al borde del colapso por las agresiones de que es objeto por parte de instituciones y personas de la cultura dominante. Fase ésta de carácter totalmente depredatorio

Sin embargo, a partir de la toma de conciencia, que se viene operando en la propia cultura mestiza, de la importancia que tiene el ambiente para nuestra supervivencia individual y social y de la trascendencia que tienen las culturas indígenas en sí mismas y como depositarias de una milenaria sabiduría de trato armónico con el bosque, en nuestra región se viene produciendo todo un cambio de perspectiva en lo que concierne a la defensa y preservación de nuestro ambiente que nos anuncia que pronto, muy pronto, debe iniciarse una nueva fase en estas relaciones, a la que podríamos desde ya denominar de relaciones racionales con nuestro bosque, caracterizada por la recuperación de la unión umbilical entre la sociedad y la naturaleza, la praxis de actividades socioeconómicas respetuosas del ambiente, revalorando la sabiduría de los pueblos originarios expresada en la plena vigencia social del desarrollo sostenible, el mismo que debe llevarnos a la praxis de una nueva axiología y el uso de nuestros recursos con sentido social.

Todo lo cual ya viene exigiendo que en el proceso de educación, tanto formal como informal, se considere a la educación ambiental o forestal como el eje generador de nuevos conocimientos y formador de nuevas actitudes en las futuras generaciones, para aprender a ver a nuestro bosque con el valor intrínseco que tiene.

Felizmente, ya hay diversas instituciones, personas y medios de difusión que se han comprometido plena y vitalmente con la construcción de esta nueva fase en las relaciones con nuestro ambiente.

Es el caso de “MI TIERRA AMAZÓNICA”(*), revista que ha asumido el compromiso de impulsar una nueva visión de nuestras riquezas forestales en su valor ecológico, social, estético, económico, etc. pero con criterio de sostenibilidad. En las páginas de sus 25 ediciones, hasta hoy publicadas, sus colaboradores han venido entregando lo mejor de sus conocimientos, de sus reflexiones, de su compromiso para hacer que nuestro BOSQUE recupere el sitial valorativo que nunca debió perder y para que siga siendo BOSQUE.
(*) Revista dirigida por la Prof. IDA CASANOVA BARTRA

sábado, 3 de noviembre de 2007

EL HOMBRE Y EL BOSQUE


GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA


ÉRASE UNA VEZ un bosque inmenso.
Grandioso.
Grandioso y portentoso.
Poblaban sus entrañas hombres, plantas y animales que, en las noches de Luna llena, contábanse sus cuitas y alegrías y, en las horas tempestuosas, protegíanse mutuamente.
El bosque amó al hombre.
A la sombra de sus árboles, en los cantos de sus cochas y el borde de sus ríos, el bosque le dio abrigo, sustento y un lugar para amar, luchar y descansar.
Y amó el hombre al bosque.
  

Su cuerpo se hizo pájaro, mariposa y pececillo y, también, puma, lagarto y jaguar.
Los trinos inspiraron sus cantos, el silbar del viento, sus melodías; las noches rugientes, sus temores y los silencios misteriosos, una celeste fantasía.
Las tempestades se hicieron danzas; los truenos, dioses muy severos; las aguas profundas, moradas tenebrosas y el boscaje espeso, un espíritu viviente.
Los ríos y las cochas se impregnaron en sus telas. Las aves montaraces se posaron en su cuerpo.
Entonces, eran uno solo.
Se hicieron uno solo: el bosquehombre, el hombrebosque.
Los hombres enseñaron a sus hijos.
Los hijos lo hicieron con los suyos.
Y así pasaron años; siglos, mejor dicho.
PERO... sucedió que otros hombres, nuevos hombres, llegaron sigilosos y admiraron su belleza.
La vieron deslumbrante; pero, más que su belleza, desearon su riqueza.

- ¡ Esto es una despensa!
- ¡ Esto es inagotable!
- ¡Hay que llamar a otros hombres!

Y vinieron más hombres, que invadieron al bosque.

- ¡Aquí hay caucho! - dijo uno.
- ¡Por acá, hermosas pieles! - dijo otro.
- ¡También valiosas maderas! - añadió alguien.
- ¡Exóticos animales! ¡Vendámoslos!
- ¡ Oh! ¡Petróleo! ¡Petróleo!- gritaron todos.

Y el bosque silencioso entregó su riqueza.
Embriagados por la abundancia, los hombres nuevos se olvidaron del hombrebosque; se olvidaron del bosque mismo.
La armonía se rompió.
Un nuevo lenguaje, que los árboles no entendieron.
Cantos nuevos. Música nueva. Ritmo nuevo.
Todo tan diferente...

Y el bosque quedó olvidado. La Luna, brillante antaño, se hizo tenue, casi invisible; el sol, fuente de vida, se hizo fuente de calor; el rugir de las fieras, antes respetado y temido, se hizo denuncia.
Entonces vinieron las ciudades.
Quitaron los árboles. Ahuyentaron a las aves.
Y el bosque se fue retirando.
Lenta, imperceptiblemente, el bosque ordenó a sus árboles recoger sus raíces, plegar su ramaje y emprender la retirada.

- Veamos qué hacen sin nosotros. Ignorantes estos hombres, no saben que somos la vida.



Y los arroyos se secaron. Las avecillas canoras fugaron con sus nidos y sus crías. No hubo más flores en el campo, ni croares nocturnos, ni ruidos misteriosos.
Todo se hizo silencio, calor insoportable, sopor insufrible, monotonía asfixiante.

- ¡Que viva la Primavera!
- ¡La Primavera ha venido! ¡La Primavera está aquí!
- ¡Oh, Primavera! ¡Estación de vida, de flores, de color!

Los niños cantaban en coro, alegres, bulliciosos. Paseaban su alegría por toda la ciudad. Vestían de mariposas, de avecillas, de pecesitos, de flores.
Y el bosque, desde su lejanía, miraba absorto, escuchaba incrédulo.

- Así no son mis flores, ni mis mariposas, ni mis aves. Yo no tengo primavera. En primavera estamos siempre. ¿Qué sucede con los hombres? - terminó preguntándose.
- ¡Nos ignoran! - dijo un árbol.
- ¡Se han olvidado de nosotros! - dijo otro.
- ¡Ya no saben cómo somos! - añadió un tercero.
- ¡Déjenlos! Ya se darán cuenta. Tendrán que aprender del hombrebosque. Detendremos nuestra brisa. Nuestra sombra no será más fresca. La lluvia derruirá sus campos, sus riberas... Callaremos todos y, entonces... - meditó el bosque.
- ¡Ojalá que no sea demasiado tarde! - agregó una amasisa que se inclinaba, al borde del colapso, sobre el río.

Y fue así.
Un amanecer mustio, cuando la lluvia se precipitaba a torrentes, horadando los campos y las riberas indefensas, el trueno sonó horrendo, el relámpago iluminó al bosque y los árboles se hicieron brillantes.
Fue entonces cuando... .

- ¡El bosque! - dijo alguien.
- ¿El bosque? - le respondieron
- Sí, ¡el bosque! ¡El bosque se está yendo!
- ¡Oh, sí, tienes razón! Se está yendo. Se está yendo de nuestras casas, del campo, de la ciudad.
- No sólo de allí; de nosotros mismos. Ya no nos pertenece. Es un extraño. Nos está abandonando lentamente.
- ¿Y de nuestros niños? - preguntó.
- No, no sabemos. Veamos qué dicen, qué saben, cuánto aman al bosque.

Entonces fueron a un jardín. Miraron, preguntaron. Nadie dijo nada del bosque. Ninguna referencia. Nadie habló del bosque. En los muros, en las aulas, en los cuentos, nada del bosque. Ni una canción referida al bosque.

- ¡Vayamos a la escuela!.

Y llegaron a la escuela.
Libros grises, sin el verde intenso de su flora ni el azul profundo de su cielo, sin colores. Libros sin ríos caudalosos, ni cochas misteriosas. Libros sin trinos de la selva, sin el calor de su clima. Fríos, muertos. Sin nada de bosque. Sin vida.
Preguntaron a un niño:

- ¿De qué color es la sachavaca?
- Este...
- ¿Para qué sirve el bosque?
- Este...

Preguntaron a otros niños más grandes:

- ¿Qué es el bosque? ¿Para qué sirve?-
- Allá viven los indios - dijo uno.
- Allí llevan a los turistas - dijo otro.

Llamaron a un joven:

- ¿Dónde queda el bosque? - le preguntaron.
- ¡Por allá! - dijo señalando con su índice el lejano horizonte.

A otro le preguntaron:


- ¿Para qué sirve el bosque?
- De allí sacamos madera, peces de colores, pieles de animales, petróleo, resinas... - respondió.

Entonces el hombreciudad se dio cuenta. Se angustió. Llamó a gritos al hombrebosque.

- !Enséñame a vivir en el bosque, a dialogar con él! - le imploró.
- Necesitamos tiempo - sentenció el hombre bosque- No el tiempo tuyo, el tiempo del bosque. El tuyo lo has perdido, el suyo está intacto.
- Vuelve sobre tus pasos - continuó el hombrebosque -. Aprende de él, conócelo. Que tus hijos lo amen, que le canten, que le hablen, que descansen bajo su sombra, que corran por sus campos, que coman sus frutos. Los árboles te aman hombreciudad.
- Sí, hombreciudad, todos te amamos. Nosotros los árboles te damos frescor, vida, frutos; los pajarillos que regalan sus trinos jugueteando en las mañanas - confirmó un árbol.
- Sí, hombreciudad, te lo aseguramos. Los animales que vivimos en el bosque, los arroyos, las tahuampas, todos te amamos. Las orquídeas te adoran, te dan belleza, hombreciudad - agregó un venado tras un matorral.
- Anda, entra al bosque. Lleva tu casa, lleva tu escuela, lleva tu iglesia y ponlas en el bosque. Abrázate a él y dile que volverás a amarlo.

Aquella tarde, después de mucho tiempo, el Sol brilló sobre el río y el crepúsculo incendió al bosque de mil colores.
La Luna esperó impaciente para subir esplendorosa.

jueves, 1 de noviembre de 2007

LA EDUCACIÓN EN VALORES ECOLÓGICOS



Gabel D. Sotil García

Por la imposición de la cultura dominante, entre cuyos paradigmas no tienen prioridad, hasta hoy, los relacionados con el AMBIENTE, cuando en nuestra región hablamos de EDUCACIÓN EN VALORES, generalmente obviamos los referidos a nuestro BOSQUE como escenario ambiental. Son los valores económicos, éticos (interpersonales), estéticos, etc. en los que centramos nuestro interés formativo de los educandos.

En realidad, los valores son un componente de gran importancia en las decisiones que tomamos en la dinámica cotidiana. Es decir, que de los valores que tengamos dependerá que elijamos una u otra opción cuando debamos decidir. Son los valores los que orientan nuestra acción, pues es a partir de ellos que damos mayor o menor importancia a las cosas u objetos de nuestro entorno o a las acciones que realizamos y realizan los demás, aceptándolas o rechazándolas.

Los valores están presentes en todas las culturas, pero, dado que existen en una amplia gama o diversidad, no todas ellas enfatizan los mismos valores. Unas sociedades otorgan una mayor jerarquía a los valores económicos, otras a los estéticos, así como a los éticos, a los científicos, a los religiosos, a los utilitarios, etc. Siendo variable esta jerarquía a través del tiempo.

A partir de una mirada panorámica a nuestra historia regional, podemos afirmar que en las culturas indígenas el valor ecológico de los elementos de su entorno fue asumido con una de las más altas jerarquías en el comportamiento de sus miembros. A partir de su milenario contacto con el bosque, que les proporcionó una rica experiencia y profundos conocimientos, los Pueblos Indígenas amazónicos, construyeron una forma de actuación, tanto individual como colectiva, respetuosa de su entorno natural. Intuitivamente asumieron un universo axiológico ambientalista, de defensa y preservación de su entorno existencial, que les aseguró su pervivencia social y cultural.

Es dicha experiencia la que les posibilitó apreciar, valorar, su entorno existencial; y así, de generación en generación, vía el ejemplo cotidiano, transmitieron a las nuevas generaciones este aprecio y respeto por el río, la cocha, la flora, la fauna, el suelo y cuanto componente descubrían en dicho entorno. Aprecio y respeto que fueran procesados y expresados en la integralidad de sus culturas.

Al incorporarse a este escenario amazónico la cultura de origen europeo, se incorporaron también sus jerarquías axiológicas, haciéndose hegemónicas en concordancia con el avance impositivo de dicha cultura mediante diversos mecanismos, entre los cuales se encontró la educación, tanto natural como formal.

Es así como aprendimos a percibir a nuestro ambiente de manera distinta y establecer nuevas relaciones con él. En concordancia con la nueva estructura de valores todos los elementos ambientales fueron reubicados en una nueva jerarquía y, entonces, el BOSQUE pasó a ser bosque, el RÍO pasó a ser río, la COCHA pasó a ser cocha, el ÁRBOL pasó a ser árbol, etc. pues pasaron a tener sólo un valor mercantil, para la compra y la venta, dejando de ser apreciados por su valor ecológico, pues el valor económico ocupó la cúspide de esa jerarquía.

Convertidos en simples mercancías pasaron a ser objetos de compra-venta. El BOSQUE devino en un conjunto de diversas maderas, resinas, cortezas, tintes, peces, aves, mamíferos, mariposas, etc. con valor sólo para ser extraídas y vendidas; es decir, en lo que es hoy: un bosque. Perdió su significado trascendente, de la mayor jerarquía, que tuvo para los Pueblos originarios.

En este marco axiológico todo ha adquirido sólo un valor económico. Mercantilismo puro. El ÁRBOL no es visto como ÁRBOL sino como algo que sólo sirve para transformarlo en madera, carbón, leña, etc., de manera que, puestos frente a un árbol, lo único que se nos ocurre es cortarlo o talarlo.

En nuestra actual sociedad no hemos aprendido a verlo y apreciarlo como parte integrante del paisaje natural. Ignoramos que naturalmente cumple funciones ambientales: produce oxígeno, amortigua las altas temperaturas, absorbe el monóxido de carbono y demás gases nocivos para la salud, viabiliza la evaporación de las aguas (por ello hay nubes y lluvias), retiene las aguas de las lluvias para liberarlas progresivamente (por ello existen los arroyos, quebradas, manantiales, etc.), protege al suelo (evita su erosión por las fuertes precipitaciones), sirve de hábitat a las aves en cuyas ramas anidan, se protegen y posan, nutre al suelo, ornamenta el paisaje, brinda una sombra refrescante, sus frutos alimentan a las aves y mamíferos (incluyendo a los seres humanos), …Todas ellas funciones de la mayor trascendencia en la dinámica ambiental, aun no valoradas.

Igual viene sucediendo con la cocha y el río, a los que sólo vemos como proveedores de peces para el consumo y la venta, pero no en su función ecológica como fuentes y hábitat necesarios para la diversidad de vida y, por lo tanto, los estamos convirtiendo en basureros de los pueblos y ciudades. A nuestro suelo sólo lo vemos como medio para producir cosechas y no en su interrelación con los árboles, el ambiente, la flora, la fauna, etc.

En resumen, no hemos aprendido a darle valor ecológico a nuestro bosque y todas sus riquezas. Dominados por el economicismo, en todas sus manifestaciones, nos hemos olvidado que entre los valores en los que debemos educar a las nuevas generaciones deben estar los VALORES ECOLÓGICOS en primer orden. Cuando hablamos de educación en valores, obviamos a los ambientales o les damos una bajísima importancia, como queda dicho. Venimos olvidando, también que somos hijos de la naturaleza y que si no frenamos la exacerbada artificialización, hacia la que nos dirigimos, seremos víctimas de nuestra propia destrucción.

Es este economicismo, mercantilismo puro, lo repetimos, el que nos está llevando a la peor catástrofe de la humanidad, generada por nosotros mismos. El cambio climático, cuyas evidencias se hacen cada vez más contundentes y catastróficas, nos tiene que obligar a un cambio profundo en nuestra actuación frente a la naturaleza. A nuestra TIERRA.

Cambio que sólo podrá ser logrado a partir de una EDUCACIÓN ECOLOGÍCA, en cuyo marco formativo las nuevas generaciones aprendan a valorar su entorno ambiental, adquieran profundos conocimientos de nuestra realidad forestal, de su complejidad, de su dinámica, etc.; nuevas capacidades de uso no destructivo de sus recursos; se comprometan con su preservación, etc.

La urgencia de esta EDUCACIÓN tiene que ser la respuesta a la toma de conciencia de la importancia que tiene nuestra AMAZONÍA en el contexto ambiental global.

Bien haríamos, pues, en incorporar los valores ecológicos: amor y respeto a la naturaleza, a la diversidad biológica, al ambiente, a nuestros recursos naturales, el cuidado de los jardines, de las plantas, del aire, de nuestras calles, de las aves, de las flores, de nuestra comunidad, etc., como referentes de primer orden para nuestro comportamiento individual y social.