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Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

lunes, 1 de octubre de 2012

OCTUBRE EN LA REGIÓN OMAGUA


 Prof. Gabel Daniel Sotil García




EL CLAMOR DE LAS AGUAS 


Octubre es la conjugación de mitos y realidades,
de azules y verdores, de sueños y esperanzas.

Octubre tiene su propia manera de ser en nuestra región forestal, reino de las aguas, de los árboles, de la vida diversa, del calor y de la lluvia.

 Ámbito de la naturaleza pletórica de vida y energía.

Conjugación de mitos y realidades, de azules y verdores, de sueños y esperanzas, de pasados que siguen  vigentes y de futuros que se avizoran en cada fresco y fulgente  amanecer.

De realidades que debemos descifrar.

Las aguas  confinadas al fondo de los lechos sólo
esperan el impulso de nuevas aguas para
escalar las riberas.
Octubre es octubre en nuestra selva  donde el tiempo es diferente y nos reta a percibirlo así.


A estas alturas del año, la dinámica de la naturaleza ha posibilitado que las playas  estén rindiendo   sus frutos, transformando sus nutrientes en  sandías, choclos, chiclayos, melones, yucas, arroz, con los que generosamente han retribuido al esfuerzo creador y  laborioso de los hombres y mujeres de nuestras riberas.

Hombres y mujeres que aún saben mirar al cielo para hacerle mil  preguntas o elevarse a las alturas y volar con los gavilanes, las garzas, los tibes y las golondrinas vesperales, suspirar con la brisa del río y soñar con el cantar de las aves matinales.

Las extensas playas han rendido ya sus frutos y se preparan
para sumergirse bajo el impulso de nuevas aguas que han de
llegar desde las entrañas de los Andes.
Desde el fondo de los cauces de los ríos y quebradas y de los lechos de las cochas, las aguas claman por escalar las altas riberas para volver a acariciar, con su mirada de espejos infinitos, al cielo eternamente azul y las nubes pasajeras con sus mensajes de esperanza; esperanza que ha de convertirse, prontamente, en gotas de intensas lluvias que volverán a alagar y refrescar este prodigio natural.

Esperan ahora, el impulso de nuevas aguas que pronto han de llegar desde las entrañas mismas de nuestro país, pues hoy, confinadas a las honduras, discurren sofocadas por estrechos senderos, preparándose para volver a sus dominios naturales y enseñarnos que sin ellas, no es posible la vida a plenitud.

Octubre es pues,  un mes de expectativas.

El manguaré del tiempo ya nos anuncia el inicio de una nueva temporada de lluvias, cuyos mensajes nos llegan bogando silenciosos en las palizadas que discurren jubilosas en el regazo de nuestros ríos.

Es así cómo, río y tiempo, corren al mutuo encuentro para fundirse a plenitud en cada muyuna, en cada meandro, en cada estirón de nuestras vidas, impulsándonos a construir con optimismo nuestro futuro en las costas bravas de la existencia cotidiana.

El bosquesino asegura una buena provisión
de peces extraídos de ríos y cochas. 
En tierra firme, octubre nos entrega las exquisitas  y  jugosas piñas, las guabas y caimitos que  hacen su entrada a los mercados de las ciudades para mostrarnos la generosidad de esta tierra prodigiosa, que nos pide tan sólo conocerla  y quererla más.

Los peces, convertidos en deliciosos platos cotidianos, ratifican y enriquecen esta generosidad.

Foto Javier Del Águila Ch.
 
Pero allá, en la intimidad del bosque, en los aguajales y restingas, en los arroyos y quebradas, en las purmas y tipishcas, la vida prodigiosa se enhebra en la aguja del tiempo  para orlar los pliegues de  esta naturaleza que se nos ofrece a plenitud, reclamando tan sólo nuestra inteligencia colectiva para evitar su destrucción.

Es por ello que las lluvias, los amaneceres, el sopor,  las sombras de los árboles, el rumor de las quebradas, el estallido de los truenos son portadores de una súplica desde lo más profundo del bosque.


Un mensaje a nuestra conciencia, que nos pide deponer nuestra arrogancia y reconocer con humildad que somos, también, hijos del bosque como lo son la sachamama, el yanapuma, la yara y el chullachaqui, dioses, hadas y gnomos selváticos que aún sobreviven reclamándonos su derecho a la vida en los cielos forestales.

En octubre, pues, una plegaria se eleva a nuestras conciencias para hacernos más humanos. 

Un brillante sol matutino anuncia un nuevo
y caluroso día.
Como los demás meses, octubre también se ha de ir para volver, pero nuestras almas ya no serán las mismas.

Él se lleva parte de nuestras vidas, pero nos ha dejado en las puertas de nuestro futuro.

Generoso, cuando vuelva ya habremos caminado acompañando a nuestros ríos, por las sendas que se abren en el bosque de nuestras existencias.

¡Adiós octubre!






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