A
propósito de nuestras Fiestas Patrias
Y uno de estos aspectos lo constituye la actividad formativa que
desarrollamos en nuestras instituciones educativas, en donde niños y jóvenes
adquieren los nutrientes psico-espirituales para su actuación dentro de su
sociedad.
Por esta razón es que deseamos reiterar, en el marco de este escenario
celebratorio de nuestras Fiestas Patrias, el tema de la enseñanza de la
Historia en las instituciones de nuestra región.
Empezaré por la puntualización de los errores, a mi entender, por
cierto, que venimos cometiendo en dicha enseñanza. El primero, y fundamental,
se refiere a la exclusión de la enseñanza de la Historia Amazónica, pues, en
los actuales momentos la única historia que se enseña, de manera generalizada,
es la historia que llamaríamos oficial en el sentido de que es la que propicia
el Ministerio de Educación y consigna en los documentos que elabora y difunde a
nivel nacional; decisión fundamentada en el supuesto de que en nuestra región
no habría acontecimientos de trascendencia social que merezcan ser conocidos
por su falta de efectos formativos de la conciencia histórica de nuestros
educandos.
Este supuesto se fortalece por la falta o ausencia de esfuerzos por
parte de las autoridades regionales, magisterio incluido, para sistematizar y
elaborar los documentos pertinentes en base a los aportes que vienen haciendo
diversos profesores e investigadores.
Estudios existen, están allí dispersos, inconexos, durmientes en los
estantes de sus autores sin ninguna utilidad práctica para fines formativos. De
hecho, ya existe información inicial como para comenzar la enseñanza de la
historia en su versión regional, pero una férrea voluntad para comprometerse
con dicha tarea es la que está faltando. Por esta razón es que hoy en día
tenemos que seguir enseñando una historia nacional que nos genera un
sentimiento de peruanidad endeble, difuso y sin compromiso con el acontecer
de la realidad social inmediata y
vivencial de nuestros educandos. Historia nacional con un inmenso vacío por la
ausencia de nuestra Amazonía que, por cierto, afecta la formación integral que
tanto deseamos para los educandos de nuestro país, pues dejando de conocer el
acontecer histórico, propio y peculiar, de esta región, construirán una imagen
mutilada de nuestro Perú. Es decir, los jóvenes de la costa, la sierra y la
misma selva construirán una imagen mental tergiversada de nuestra realidad. Hoy
mismo lo podemos comprobar cuán grave es esta tergiversación en nuestros
educandos amazónicos que sólo conocen o tienen referencias muy superficiales, a
lo sumo descriptivistas, del llamado “boom” del caucho y consideran que es lo
mejor que le ha sucedido a Iquitos y la Amazonía.
Y es que la enseñanza de la Historia, en función al enfoque que le
demos, tiene muy diversos efectos en la formación de las futuras generaciones.
El negar el conocimiento de la grandiosa labor creativa de los Pueblos
Originarios de nuestra región nos priva de la oportunidad de revalorar, a
partir de su conocimiento, sus
creaciones culturales, lo cual tendría efectos positivos para superar el
racismo instalado en la mente de las sociedades mestizas que es el causante de
la marginación y minorización de la que los hacemos objeto, que repercute en la
sistemática destrucción de su riqueza cultural hoy en curso, tanto en los niveles
oficiales como no oficiales.
Por otra parte, el pobrísimo nivel informativo social acerca de
nuestra historia, repercute en la débil identidad cultural que hoy poseemos,
identidad que debe ser la base para fundamentar un sólido nacionalismo, que es
el sustrato psicocultural y espiritual para anteponer los intereses de nuestro
país y región a cualquier otro interés subalterno, aun cuando nos encontremos
en pleno proceso de globalización, en el cual debemos insertarnos
salvaguardando nuestra diversidad y riqueza culturales. Con su enseñanza, pues,
lograremos que los niños y jóvenes amazónicos se comprometan vitalmente con la defensa de los intereses de
nuestra región, en primer lugar, y a luchar por lograr mejores niveles de vida
social en el desarrollo de su vida cotidiana, superando así su indiferencia
frente a los graves problemas que nos afectan como región y su apatía e inercia
respecto a la búsqueda comprometida con las soluciones que requerimos.
Vivamos la alegría de cumplir un año más de
nuestra independencia nacional, pero sin olvidar los deberes morales que
tenemos para con nuestra región: conocerla, amarla y defender su integridad. Y
esto se logra con una sólida formación histórica, que ya debemos comenzar a
promover en las instituciones educativas.
Nota: Artículo publicado en semanario KANATARI, 28-07-13
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