A propósito de
nuestro 193º aniversario patrio
Gabel Daniel Sotil García
Comprensión del ámbito de la región amazónica en nuestro país. Foto satelital. |
¿Qué imagen tienen tales personajes acerca de
nuestra región? Si analizamos los temas privilegiados por nuestra clase
política, tanto regional como nacional, podríamos llegar a la conclusión de que
lo que conocemos como Amazonía peruana no existe. Es decir, nuestro grandioso
bosque, el río más extenso y caudaloso
del mundo, al que nosotros le damos el nombre de Amazonas, declarado, hace poco
“Maravilla natural”, los ríos Ucayali, Marañón, Huallaga, Napo, Putumayo, etc. no existen. Esa
prodigiosa cuenca de agua dulce, hábitat de una de las más grandes diversidades
biológicas de nuestro planeta, no existe. Los Pueblos Indígenas no existen así
como tampoco existen nuestras cochas, los pueblos ribereños, las balsas, las
canoas, las tahuampas, etc. Nuestra extensísima línea fronteriza, tampoco
existe. Es decir, la región cuya extensión es mayor al 60 % de nuestro
territorio nacional, no existe, pues no merece mayores preocupaciones de parte
de quienes vienen luchando, en estos momentos, por hacerse del poder político
en nuestro país y región.
En realidad, esta ausencia del “tema”
AMAZONÍA, en la mente y el discurso de dicha clase política nos tiene que preocupar profundamente, no
sólo a quienes vivimos en este espacio, que lo sabemos merecedor de las más
serias preocupaciones y planteamientos, sino a todo el país, pues revela una
gravísima patología mental que sufren quienes han aprendido a percibir al Perú
conformado sólo por Costa y Sierra, visión heredada desde las épocas coloniales
en las que el ámbito de acción de las
clases dominantes fue, precisamente, dichas regiones
Ríos y bosques amazónicos que requieren estrategias específicas para su aprovechamiento socio-económico sin ser destruidos. |
En la Costa estuvo y sigue estando la sede
del centro del poder político; es imprescindible pensar en ella; en la Sierra, los asientos mineros que, desde la época
colonial, dieron renombre al Perú en el exterior; por lo tanto, es ineludible
pensar en ella. Desde entonces, Perú quería decir costa y sierra. Costa para la agricultura y Sierra para la minería.
La Selva, extensísima e ignorada para fines de aprovechamiento económico y
objetivo de planteamientos de política, no pasó de ser un fuerte color verde en
los mapas.
Salvo el aprovechamiento de algunos de sus
recursos, desde la segunda mitad del S. XIX, para fines de exportación, nuestra
región aún no merece atención política de primera por su insignificancia para
propósitos agrícolas y mineros, propósitos que, de concretarse, significarían
su total destrucción, pues bien sabemos que su vocación natural por su
forestalidad es generar diversidad de vida y cultura.
Y seguirá siendo vista así mientras no
aprendamos a vernos como un país forestal, con ingentes recursos provenientes
de un bosque prodigioso pletórico de potencialidades renovables, si es que
logramos anular nuestra actual agresividad social incentivada por una educación
de donde emanan “las órdenes” para destruir nuestra naturaleza, enseñándonos a
verla como apta para la agricultura, la pecuaria y la minería.
Aprender a vernos como país forestal es una de las mayores prioridades nacionales,
pues, como ya se dijo, más de las dos terceras partes de nuestro territorio
están comprendidas dentro de lo que se denomina Amazonía; es decir, somos un
país AMAZÓNICO, además de costeño y andino.
Y vernos como país forestal y amazónico exige
nuevas estrategias político - económicas, muy diferentes a las que exige la
visión agro – minera, que infelizmente se viene imponiendo para satisfacer
requerimientos de economías e intereses foráneos, que cuentan con eficaces
cómplices y testaferros entre la clase política y empresarial regional.
Es el cambio de este paradigma el que aún no
se produce en nuestra clase política. Asumir esa nueva realidad nacional nos
exige aprendizajes de nuevas estrategias para promover su desarrollo,
aprendizajes que aún, también, no los abordamos.
Aun cuando, hasta hoy, las estrategias de
desarrollo agrario y minero han fracasado en nuestro país por su impertinencia,
pues la pobreza y su secuela, el subdesarrollo socio - económico, se siguen
profundizando, son las que más conocemos y se nos han transformado en los
únicos referentes para dinamizar nuestros recursos nacionales.
Lotización de la amazonía para fines de extracción petrolera en el marco de una ausencia de política de desarrollo forestal. |
Nuestra clase política, por lo tanto, ”elude”
el tema Amazonía por su ignorancia acerca de su realidad, es decir, no conoce
sus características, las leyes que gobiernan sus componentes, sus
potencialidades materiales, culturales y espirituales, su historia, sus
perspectivas, la idiosincrasia de sus Pueblos, etc. Y, por lo tanto, carece de propuestas para un trabajo político
en un territorio que le representa una gran interrogante.
La propia clase política regional viene
jugando un papel cómplice por no haber sabido enseñar “Amazonía” y
“Forestalidad” a los partidos y movimientos políticos nacionales, habiendo
preferido la comodidad de la adhesión a propuestas políticas de carácter
nacional, incongruentes con nuestra
realidad.
Nos es urgente, por lo tanto, capacitarnos
socialmente, para anular los efectos de las leyes que seguirán colisionando con
nuestra región al ser elaboradas sin tener en cuenta sus características. Una
cosa es pensar, aunque malamente, en un país sólo agrario y minero, y otra, muy
distinta, es pensar en un país también, y predominantemente, forestal.
Por lo tanto, es de urgente necesidad que
construyamos una EDUCACIÓN que nos oriente en estas direcciones, instalando en
nuestras mentes imágenes pertinentes a nuestras características e intereses
AMAZÓNICOS. Sólo así, las nuevas generaciones tomarán las decisiones en defensa
de los intereses amazónicos.
VISITE: http://www.amazonia.org.pe
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