Reflexiones acerca de nuestra educación
Gabel
Daniel Sotil García
Nuestro desarrollo no nos va a venir de afuera; tenemos que crearlo con una educación pertinente. |
Mientras
no aprendamos a percibir a la EDUCACIÓN como un instrumento, el más eficaz,
para el logro de mejores condiciones de vida individual y social, a condición
de diseñarla con dicho propósito, no nos
será posible aprovecharla en su máxima potencialidad para reorientar nuestra
dinámica sociocultural amazónica.
Mientras
sigamos creyendo ingenuamente que basta que haya educación en una sociedad para
que ésta se desarrolle, seguiremos esperando que este desarrollo se produzca
como por arte de magia o un milagro.
Lo
real es que hasta ahora ya llevamos muchos siglos esperando dicho desarrollo,
supuestamente dinamizado por la educación que hemos venido organizando en cada
época de nuestra historia, sin que se produzca ese ansiado producto.
Aprovechar nuestros propios recursos es lo primero que debemos aprender. |
Y es
que el desarrollo, consistente en la elevación continua de las condiciones de
vida social, el desarrollo en su verdadera dimensión cualitativa, con múltiples
expresiones cuantitativas, sólo es producto de la búsqueda sistemática,
porfiada, intencional de dichas condiciones previamente instaladas en la mente
de sus gestores dentro de una comunidad: políticos, científicos sociales,
soñadores o personas comunes y corrientes.
Pero,
si seguimos dinamizando una educación que mantiene el círculo vicioso de la
pobreza, en continuo agravamiento, en el cual hemos caído, sin poder visualizar
un porvenir promisorio para las aspiraciones de todos los pueblos de nuestra
región, no lo lograremos. Siendo la educación parte de ese círculo, ella
seguirá produciendo más pobreza.
Si
no que lo digan Finlandia, Corea, Vietnam, etc. y cuanto país ha logrado
derrotar al subdesarrollo en base a la educación ex profesamente diseñada para
dicho fin y que hoy nos muestran cuán eficaz es ella para superar estados
deficitarios de una sociedad.
El incentivo de nuestra artesanía es uno de los caminos por donde debemos transitar para lograr nuestro desarrollo. |
Y es
que mientras no superemos la visión psicopedagogista de la educación, que
privilegia el aprendizaje del educando para el ámbito escolar, absolutizando
así su proceso formativo en sí y para sí, sin ninguna relación con las
necesidades y demandas del contexto, seguiremos organizando una educación sin
preocuparnos por sus efectos en la sociedad.
Es
decir, su calidad estará determinada por los logros en el escenario artificial
que es la escuela aislada de la comunidad y no por sus efectos en el espectro
de la sociedad toda: ambiente, cultura, economía, intelectualidad, afectividad,
etc.
Por
ello es que se requiere superar dicho enfoque y asumir la percepción de la
educación desde otra perspectiva que posibilite abordar una visión del educando
como protagonista tanto de la dinámica escolar como social. Es decir, percibir
al educando en su contexto social, como miembro de su sociedad, con la que
tiene nexos cultural-espirituales y obligaciones morales para comprometerse con
su desarrollo, el mejoramiento de su calidad de vida. Un educando que se forme
bajo la convicción de que él es el protagonista del desarrollo de su comunidad,
con la cual tiene deberes sagrados que cumplir para realizarse como persona.
Enseñar a aprovechar el recurso agua debe ser una prioridad en la nueva educación. |
Para
ello se requiere dotar a la educación formal o institucionalizada de un Plan o
Proyecto de Desarrollo, que le sirva de vector orientador, que le fije
propósitos a lograr conjuntamente con otros sectores en invitación al trabajo
conjunto, coordinado, complementario.
Sin
un plan de desarrollo regional, a la educación no le queda sino esperar que
todo el conjunto de normas orientadoras sea impuesto desde la sede central
administrativa, tal y como viene sucediendo en los actuales tiempos.
Por
lo tanto, tendrá las características que, como ya dijéramos en artículo anterior, es “permisiva,
pasiva, anodina, es una educación para entretener, para hacer pasar el tiempo.
Para justificar gastos. No para generar condiciones de vida superior. Es decir, nuestras nuevas generaciones están
aprendiendo en las instituciones educativas todo aquello que en muy poco las
capacita para desarrollar una vida individual y social concordante con las
potencialidades de su entorno”. (*)
El habitante ribereño es el sustento de una nueva educación en base a sus conocimientos y actitudes propios y adaptados al medio rural. |
Por lo tanto, una educación así no es sino
instrumento para el deterioro progresivo de nuestra región en todos sus
aspectos.
Son
estas consecuencias las que nos tienen que hacer pensar en dar a la educación
una nueva orientación, a partir de un enfoque que posibilite generar y
desarrollar personalidades con compromiso social y forestal; que instale en los
educandos sólidos compromisos sociales, culturales, políticos con su contexto,
cuyos efectos se manifiesten en todo el espectro de la realidad de nuestra
región.
Nuevos
conocimientos, nuevos valores, nuevas actitudes, nuevas capacidades cognitivas
para actuar en la realidad son necesarias para entender nuestro entorno y
desarrollar nuevos comportamientos sociales.
Mirar nuestra interioridad en cuanto a potencial, debe ser una de las mayores urgencias para crear nuestro desarrollo. |
La
situación de emergencia ambiental, psico-cultural y lingüística en que nos
encontramos amerita tomar decisiones de esta naturaleza: con autonomía, con
convicción y compromiso con nuestra heredad regional.
(*) Vea el artículo: “La
educación en la praxis política amazónica”, Kanatari, 15-11-15
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