¡DIOS
MÍO, DIOS MÍO!, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?
Protestas por la destrucción de nuestro ambiente. |
Gabel
Daniel Sotil García
Consumado que estuvo todo;
satisfechas que fueron las ambiciones de los mercaderes de los bienes de la
Tierra en los opíparos banquetes de la destrucción de los bosques del mundo
entero, he aquí que vinieron a exigir mayores libertades para devorar pueblos, para expoliar naciones,
para saquear las últimas reservas de agua, de árboles, de flora, de fauna.
Condenados que fueron los
seres humanos a exiliarse a los mundos inermes, destruidos, tóxicos y mal
olientes, entonces los ogros del planeta
se sintieron en libertad para seguir
fortaleciendo su angurria de tener más para sentirse más, hasta dejar de saber
la cuantía de su posesión, superado el sentido de su necesidad.
Desde sus alturas, El Padre
miraba absorto, preguntándose ¿Hasta dónde llegarán estos emisarios del mal en
la destrucción de su propia casa? ¿Se habrán preguntado alguna vez que ya no puedo
darles otra casa, pues si ésta no la cuidan, tampoco cuidarán otra que les dé?
Contaminación de nuestros ríos. |
Y seguían los malvados, cual
máquinas maléficas, destruyendo en su infinito afán de tener más riqueza, cuyas ambiciones manchaban de odio al mundo,
a las gentes, a los pueblos, a las culturas; envileciendo el futuro de nuestro
planeta, que ya perdía su hermoso color
azul por un gris, que se hacía cada vez más oscuro hasta impedir ver las
maravillas del Universo.
Es entonces que, en nuestro
planeta ya sin árboles, con aguas pantanosas, al borde de la asfixia, sin aire, sin nubes,
sin peces, sin aves; sin nada de vida; con océanos cual inmensos basurales
rebosantes de plásticos, con ríos en cuyos cauces discurrían las escorias
arrojadas desde palacetes, refugios de magnates sin vida en sus ojos, víctimas
de sus propias debilidades, ajenos a la destrucción que causaban, se eleva una
sola súplica de la Humanidad, que cruza de norte a sur, de oriente a poniente,
implorando al padre creador para preguntarle con toda la fuerza de su fe:
“DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS
ABANDONADO?”
Derrame de crudo en Chiriaco |
¿Por qué no les insuflas un
poco de humanidad a sus almas? ¿Por qué no pones en su espíritu una gota de
comprensión para que se den cuenta del daño que nos hacen, que se hacen a sí
mismos? ¿Por qué no les inspiras bondad,
amor, conmiseración?
Fue entonces cuando, en su
infinita misericordia, el Padre Supremo abrió sus brazos y con voz
estentórea, que se difundió por todo el
universo, dijo a los hombres que esperaban ansiosos sus palabras:
“¡En verdad, en verdad os
digo que ellos no entrarán al paraíso mientras sigan destruyendo el mundo que
les di!”
“Ellos serán condenados a
vivir en las miserias que vienen generando con su insaciable sed de riqueza
material. Seguirán envileciéndose en cuerpo
Depredación en Tamshiyacu |
y espíritu mientras no se
arrepientan de su afán irrefrenable de bienes materiales que corrompen sus
almas. Si aún quieren tener esperanzas de salvación, que inviertan sus riquezas
productos de sus latrocinios, sus expoliaciones, sus malas artes, su angurria, en salvar al mundo; para que las aguas y el aire que respiremos vuelvan a ser limpios,
las aves puedan volar libremente, los peces surcar los mares y ríos disfrutando
de su libertad, que nadie sufra hambre, ni injusticias. Que los cielos vuelvan
a ser limpios y los campos y las ciudades tengan hogares para vivir; entonces,
solo entonces, mi amor infinito volverá a cubrirlos en la paz eterna”.
Y fue así…
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