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Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

martes, 29 de marzo de 2016

KÁRUSA Y EL LAGO MUSHA KARUSHA - LEYENDA KANDOZI

La leyenda de Musha Karusha (Lago Rimachi)

"KÁRUSA Y EL LAGO MUSHA KARUSHA” (*)
(Relato para Edward, Noelia y Roberta, mis hijos y mi eterna compañera Jossy Freyre)
Musha Karusha o Lago Rimachi, el más
extenso después del Lago Titicaca.

Edward Rodríguez Reátegui

“DESDE MI casa se alcanza a ver el lago Musha Karusha, la opacidad de sus aguas y sus decenas de islas flotantes que en verano se mueven al compás de los vientos. En el lago, sin embargo, se forman olas gigantes ni bien se aproximan las tormentas, y cuando llega la calma parece que hasta el mismísimo arco iris naciera de sus aguas.

El cielo de mi tierra es muy azul y a mí me gusta quedarme mirándolo, sobre todo cuando estoy tendiendo la ropa en la mañana. Me gusta verlo porque algunas veces se alcanzan a divisar algunas águilas pescadoras por encima de los árboles.

También lo quedo contemplando por si me toca ver alguna garza de las que, aunque pocas, todavía quedan alrededor del lago. Esas garzas son las mismas de la leyenda de Kárusa, la bella muchacha Kandozi que vivió hace mucho tiempo y que siempre estuvo enamorada del lago Musha Karusha.

Cuentan que un día unos guerreros de otro pueblo del Alto Pastaza llegaron hasta el lago porque querían llevarse a Kárusa para casarla con Yóotamavo, un jefe perverso, que no tenía mujer.

Kárusa se llenó de tristeza y fue a consultar al lago Musha Karusha.

El lago le escuchó con paciencia y luego le dijo: —Esta noche, mi hermosa Kárusa, navega desnuda sin que nadie te vea. Y, apenas observas que ha salido la Luna, rema de prisa hasta el centro y ahí salta al agua. Yo te voy a recibir para que nadie te lleve jamás.

Y así lo hizo.

Cuando las sombras de la noche ya cubrían la Selva y una concurrencia de estrellas resplandecía en el espejo del lago, Kárusa bogaba del todo desnuda en su canoa a encontrarse con su amado. Y, precisamente, al distinguir una Luna anaranjada que se asomaba en el hilo del horizonte se arrojó a las profundidades de las aguas. Nadó y buceó hasta llegar hasta el fondo y se creyó atrapada en un remolino, pero no era tal el remolino: eran los brazos del lago Musa Karusha que le envolvían con fervor y ternura.

Por un momento Kárusa sintió un leve escalofrío que recorría todo su cuerpo. Y, mientras más se le erizaba la piel, cerró los ojos y se vio atravesando una abertura de nubes oscuras que le acarreaban hacia Kaniba, el otro mundo que se ubica en el cielo.

Estuvo a punto de cruzar la puerta de este mágico lugar, cuando de pronto escuchó una voz que le decía: “Todavía no es el momento, mi hermosa Kárusa”. Entonces, al abrir los ojos, la muchacha se dio cuenta que se encontraba de nuevo sobre la canoa, en el centro del lago. Luego se advirtió vestida de blanco, emplumada, bella, ágil, convertida en garza. Y ahora, agitando las alas y graznando, alzó vuelo entre las sombras de la noche y bajo la luz de la Luna que comenzaba a brillar intensamente.

Por eso, desde niña, a mí siempre me ha gustado mirar el cielo, porque dice la leyenda que cuando se acaben las garzas, el lago de Musha Karusha se va a quedar sin su novia, se va a morir de tristeza, se va a secar.

Y cuando esto suceda, nosotros, los Kandozi, nos estaremos extinguiendo, seguramente."

Nota: Esta es una leyenda, de las muchas que existen en los Pueblos Indígenas de nuestra Amazonía. Me la ha enviado el amigo Edward. Dada su belleza y significado cultural, siento la necesidad de compartirla, para que la conozcamos todos los que estamos interesados en los mensajes culturales regionales. ¡Gracias amigo Edward!

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