"MARISCAL CÁCERES": AVENIDA DE HOMENAJE CULTURAL (*)

CONSTRUYÉNDONOS COMO CIUDAD ORIGINAL:

Gabel Daniel Sotil García

En artículo que publicáramos en el semanario KANATARI (02-12-07), hace no mucho tiempo, expresábamos:

“Iquitos debe ser nuestra obra; es decir, debe tener las características que nosotros decidamos que tenga, teniendo en cuenta que es nuestra obligación moral el construirnos sobre nuestras propias bases espirituales, en una consciente actitud crítica y creativa. Dejarnos llevar por lo fácil, que es el copiar modelos de desarrollo urbano propios de otros escenarios y experiencias históricas, no es sólo una gran irresponsabilidad social, sino también una necedad colectiva, que no nos harán merecedores de ser un honroso pasado para las futuras generaciones. Más aún en estos momentos en que el proceso de globalización mundial nos tienta a perder nuestras características propias para ser absorbidos por la aspiradora homogeneizante que pretende teñirnos de un solo color a toda la humanidad: el color de lo incoloro”

Hacemos alusión a estas palabras pues se viene comentando que la avenida “Mariscal Cáceres” va a ser remodelada para convertirla en una “moderna” vía, lo cual nos brinda la grandiosa oportunidad de plasmar nuevas ideas en su diseño para transformarla en expresión creativa de nuestra propia modernidad, pues su ubicación y actuales condiciones en cuanto a extensión, sentido, etc., bien la hacen merecedora de un tratamiento especial, si es que queremos darle belleza original, belleza propia, ornato coherente con nuestras características ambientales, culturales e históricas.

Bien merecería que la actual avenida sea reconstruida con una evidente intencionalidad de rendir homenaje a nuestra diversidad cultural que hoy tiene su expresión viva en la existencia vigorosa de los Pueblos originarios, a quienes la cultura mestiza ha relegado a planos de anonimato y marginación, a pesar de que sus mensajes culturales perviven en nuestro inconsciente colectivo; homenaje y reconocimiento que debería alcanzar a la diversidad biológica prodigiosa que nos caracteriza y a nuestra gesta histórica que, tanto indígenas como mestizos, hemos sabido esculpir desde tiempos inmemoriales, todo lo cual podría ser expresado en alegorías estéticas de la más elevada espiritualidad.

El mosaico étnico - cultural, las expresiones míticas, los productos culturales, la gesta de resistencia indígena a la dominación europea, la historia reciente, etc. tendrían cabida en una estructura urbanística que dé muestra del reconocimiento de nuestros valores, del mundo espiritual que nutre nuestra riqueza cultural. Todo ello en estética combinación con las expresiones de nuestra diversidad biológica que podría estar representada alegóricamente por especímenes selectos para mostrar la gran riqueza que nos caracteriza. Expresaríamos y ejerceríamos, además, el derecho que tenemos de crear nuestra propia modernidad, pues somos una región que ha demostrado ser cuna de Pueblos creativos, con sus propias características.

Decíamos en el mencionado artículo que “Iquitos está ubicado en lo que podríamos llamar el corazón mismo de nuestra Amazonía, la Amazonía Peruana. En su atmósfera aún podemos respirar no sólo el ambiente forestal sino los mensajes de diversas culturas provenientes de los pueblos originarios que actúan en los niveles implícitos y explícitos de nuestra dinámica interna, complementados, unas veces en forma armónica y otras contradictoriamente, con mensajes de las culturas alienígenas que se instalaran entre nosotros en los últimos años de nuestra historia…”. Sin embargo, nos venimos construyendo en permanente copia de elementos urbanos creados en otras realidades, dejando de lado nuestras características esenciales, por no hacer un esfuerzo creativo.

Dicha obra bien podría ser diseñada por un equipo multidisciplinario conformado por urbanistas, antropólogos, historiadores, educadores, artistas plásticos, ecólogos, biólogos, artesanos, etc. quienes, desde sus respectivos campos, aportarían con ideas para plasmar plásticamente este homenaje a nosotros mismos, a nuestras riquezas materiales y espirituales, a lo que hemos sido capaces de hacer en el tiempo. Una obra que exprese y perennice nuestro orgullo de ser amazónicos, de ser loretanos, con nuestros propios aportes culturales a la humanidad. Para fortalecer nuestra amazónica loretaneidad.

En este sentido, invocaría a las más altas autoridades políticas y culturales un trabajo sinérgicos en pro de nuestra ciudad al dotarla de un espacio (alameda, bulevar, avenida o como quiera categorizárselo) que, además de ser una vía de circulación, nos invite a recorrerla para disfrutar sus mensajes culturales, históricos y apreciando su belleza concordante con nuestros más altos valores, para nuestro enriquecimiento espiritual.
Considero que debemos superar el inmediatismo y las mezquindades políticas y trabajar socialmente por los supremos intereses de las actuales y nuevas generaciones.

Incluso, muy bien podría ser esta obra un homenaje a nuestro río Amazonas pues, parece que de tanto verlo, nos hemos olvidado de él y no le hemos dedicado un espacio, una obra, etc. para expresar nuestro reconocimiento a la grandeza, a la “majestad infinita” del “monarca de los ríos”, del “Tungurahua” ancestral, del “Paranaguazú” de los Omaguas.

(*) Art. publicado en semanario KANATARI, Iq. 12-10-08