Reflexiones sobre nuestra universidad
Prof. Gabel Daniel Sotil García
La Universidad Nacional de la Amazonía Peruana – UNAP-, es una
institución de EDUCACIÓN SUPERIOR, según la estructura de nuestro sistema
educativo nacional.
Somos una institución en donde circulan libremente, por sus efectos
formativos, las más elevadas expresiones de los logros culturales en las
humanidades, la ciencia y la tecnología de nuestra especie.
Somos la institución en donde se espera que se hagan carne los más altos
ideales que expresen la superación cualitativa de nuestra especie en cuanto a
pensar, ser, actuar, para hacernos merecedores de destinos superiores.
Nos preciamos de ser el Alma Máter de la selva.
Nos dedicamos a formar profesionales en los campos académico y de
investigación, lo cual implica actuar sobre su ser como persona y como
profesional.
Debería entenderse, entonces, que siendo lo que somos deberíamos
evidenciar un actuar consecuente con dicha esencia.
Sin embargo, al parecer, hay circunstancias durante las cuales se obnubila
nuestro derrotero.
Y esas circunstancias se presentan, contradictoriamente, cuando
abordamos la elección de las rutas que debemos abrir hacia nuestro futuro.
Parece que construir nuestro futuro nos descuadra, nos saca de quicio,
nos hace perder la brújula.
Y, es entonces, cuando nos conflictuamos entre nosotros. Nos devoramos
mutuamente, en una especie de autofagia institucional. Nos miramos a la cara y
en ella se refleja todo lo negativo que tienen quienes no piensan como nosotros.
Todo calificativo destructivo es insuficiente para herir al adversario,
olvidándonos que ese contrincante es nuestro compañero de trabajo, con quien
vamos a compartir los momentos de gozo laboral, de confraternización, de
búsqueda compartida de mejores futuros para nuestra institución (¡!), con quien
vamos a convivir largos años de nuestra vida.
Es, entonces, que la discrepancia se enrumba hacia el odio, la
maledicencia, la adjetivación peyorativa, el opacamiento, la infidencia…
Contradictorio, por decir lo menos.
Pues son estos momentos, en que buscamos darle a nuestra institución las
garantías de una búsqueda fundamentada de una mejor calidad organizacional y funcional, en
que deberíamos pensar y actuar con más calma, más sensatez, más cordura,
evidenciando que somos personas que merecemos participar en esa búsqueda por
nuestras mejores cualidades.
Son estos momentos, en que ponemos bases para definir nuestras
proyecciones hacia el futuro, en que deberíamos mostrar sensatez, pensar
crítico, reflexivo para tomar las mejores decisiones que garanticen el logro de
dichos propósitos.
Sin embargo, la actual campaña en la que se han enfrascado los bandos en
pugna, nada bueno no augura. Gane quien gane, no habrá mayores diferencias en
cuanto a gestión, porque de ella es muy poco lo que se habla; el énfasis puesto
en los agravios, en la búsqueda de lo oculto, de lo inconfesable, ha opacado la
luz que debió emitir la exposición de lo valioso de las personas por su
formación, méritos y propuestas.
Es este aspecto el que debería guiar nuestras decisiones al momento de
emitir nuestro voto en las próximas elecciones internas y no la habilidad para
denigrar.
No olvidemos que hay una sociedad que está ponderando nuestra actuación,
que piensa y sufre por lo que ve en nosotros, su Alma Máter.
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