Reflexiones sobre nuestra educación
Prof. Gabel Daniel Sotil
García
Como bien
lo sabemos, la EDUCACIÓN es un
instrumento al servicio de los intereses ideológicos y políticos de quienes la
organizan. No existe educación neutra.
En el
caso nuestro, tenemos que hacer el esfuerzo para que nuestra EDUCACIÓN, se
ponga al servicio de NUESTRA REGIÓN, de
sus Pueblos, de sus Culturas, de su diversidad ecológica, de su esencia
forestal, etc. y no al servicio de los grupos de poder (de cualquier naturaleza)
que dominan y que quieren perpetuar su dominio (político, económico, cultural,
ideológico, religioso, etc.) aprovechándose
de sus grandiosos recursos.
En primer
lugar, la EDUCACIÓN debe ser INSTRUMENTO DE INTERCULTURALIDAD, pues nuestra
diversidad cultural, que es nuestra mayor riqueza espiritual, debe ser
preservada a partir de una educación que nos forme respetuosos de la cultura de
los pueblos con quienes compartimos este espacio llamado Amazonía. Esta
maravillosa riqueza, constituida por nuestra diversidad cultural y lingüística,
ya no debe seguir siendo agredida, en los hechos, bajo pretextos etnocéntricos
o ideologicos, pues el valor que tiene en sí esta diversidad cultural, debe
merecer nuestros esfuerzos para conservarla.
“La
educación encuentra varios desafíos en este principio de siglo, entre ellos
está el de promover el respeto a las diferencias étnicas, lingüísticas,
culturales, raciales, de género y de condiciones sociales que propicie la
inminencia de una democracia plural, asentada en el reconocimiento del otro en
su alteridad, lo que posibilitará la formación de un ciudadano participativo,
libre y consciente de su importancia y su papel en la sociedad. En este
sentido, una educación que elabore una propuesta que contribuya a la inclusión
social es sumamente importante y esencial para minimizar las exclusiones
sociales, propiciando, así, una práctica pedagógica fundamentada en una
pedagogía fomentadora de las libertades individuales y colectivas de cada
sujeto social en su identidad y en su diversidad cultural”. Tomado de: Educación intercultural:
encuentro entre culturas, diálogo de saberes. Patrícia Cristina de
Aragão Araújo. Universidad Federal de Paraíba. Dirección de Investigaciones. Serie
Interculturalidad N° 1, Lima – Perú 2005
Además de
ello, la educación debe, en estos momentos históricos, ser explícitamente INSTRUMENTO DE DESMITIFICACIÓN, para
destruir los mitos ideológicos
que hoy envenenan nuestras mentes haciéndonos ver una falsa realidad, falsedad
que sólo sirve, como ya lo hemos dicho, a los intereses de quienes quieren
seguir teniendo a nuestra región como espacio de libre disposición. Falsedades como la de
hacernos creer que los Pueblos Indígenas solo pueden contribuir con el
desarrollo del país a condición de “modernizarse”; o la creencia de que, dada
la gran fertilidad de nuestro suelo, se debe incentivar y expandir la práctica
de la agricultura y la ganadería; el desprecio por el bosque y todas sus
manifestaciones, etc.
El
desmontaje de estos mitos sólo puede hacerse a partir de la incentivación del
pleno conocimiento científico de nuestra diversa y compleja realidad, en todos
sus aspectos. Un nuevo currículo deberá ser diseñado para propiciar este
conocimiento, transformando en contenido educativo toda la información
científica que venimos logrando, todo ello complementado con la incentivación
de nuevos valores que hagan factibles nuevos comportamientos sociales e
individuales para generar amor por nuestras riquezas y el compromiso con su
defensa.
Otra
función que debe asumir nuestra educación es la de ponerse al servicio de
nuestro desarrollo; es decir, ser verdaderamente
INSTRUMENTO DEL DESARROLLO HUMANO Y SUSTENTABLE, formando en nuestros
educandos las actitudes y destrezas operativas y proporcionándoles los conocimientos
científicos y técnicos necesarios para incorporarse a la dinámica productiva de
cada una de las comunidades a partir del uso racional de nuestros recursos
naturales o materias primas, sin cuyo requisito nos será imposible lograr el
desarrollo autónomo o autógeno que requerimos. Haciendo que las nuevas
generaciones aprendan a transformar nuestras materias primas en bienes para
satisfacer nuestras necesidades sociales, haremos de la educación un
instrumento para producir riqueza material al servicio de nuestro bienestar
social. Es decir, superar el extractivismo mercantilista que hoy predomina en
el uso de nuestros recursos.
Un rol
nuevo que debe asumir la nueva educación es el de ser INSTRUMENTO PARA FORTALECER LA IDENTIDAD CULTURAL de cada uno de los
pueblos amazónicos. Identidad que, como ya hemos visto, ha venido siendo
debilitada en un lento proceso de alienación, lo cual nos hace presas fáciles
de la admiración de lo exógeno y desprecio por lo endógeno, lo regnícola. En
este proceso de pérdida de identidad la educación tradicional ha tenido un rol
preponderante al ignorar el valor de nuestras conquistas culturales, tanto indígenas como mestizas y excluirlas del
universo formativo de los contenidos curriculares.
“Para muchísimas personas (sean profesionales o no), e
instituciones (sean oficiales o privadas: empresariales, sindicales,
recreacionales, etc.), tanto el ribereño como el indígena viven en un mundo de
ignorancia del cual tenemos la obligación de sacarlos. Para ellas, las palabras
“ribereño”, “chacarero”, “indio”, etc. se asocian con suma facilidad con la
palabra “ignorante”, “primitivo” “atrasado”.
“El indio es un ignorante” o “El ribereño es ignorante”, son expresiones
que traducen una “realidad fácilmente comprobable” para sus esquemas mentales
y, por lo tanto, suenan de la forma más natural, para ellas. Para su
percepción, el poblador nativo, es carente de todo conocimiento válido, a quien hay que enseñar a vivir en su ambiente.”
“Este prejuicio nos ha llevado a desconocer el valor
de las grandes conquistas de los pueblos indígenas, como por ejemplo la
relación armoniosa, de equilibrio, que supo establecer con la naturaleza; el
percibirse como parte consustancial de ella, su cosmovisión forestal, la
curación de enfermedades a partir del uso de infinidad de plantas, la
domesticación de animales y plantas, el descubrimiento de técnicas agrícolas
(policultivo, rotación en el uso del suelo, etc.), el conocimiento de las propiedades
de las plantas (alimenticias, medicinales, psicotrópicas, ornamentales, etc.),
uso agrícola adecuado de los suelos de acuerdo a sus propiedades, uso racional
de los recursos forestales, etc. Con lo que quedaría demostrado que la tal
ignorancia no es real, sino supuesta, atribuida interesadamente para justificar
nuestras acciones (agresiones) respecto de ellos.”
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