Reflexiones en su 56° Aniversario
FACULTAD
DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y HUMANIDADES
Bien
sabemos que el tiempo institucional es el que menos se evidencia en nuestra
experiencia interna. Sin embargo, es el factor más importante para medir los
avances y dificultades que vamos experimentando, a condición de hacerlo
escenario para el análisis, la reflexión y las propuestas. Cuando lo dejamos
que discurra diluido en el espacio, nos lleva con él.
Un
ejercicio en este sentido es el que deseamos hacer con ocasión de este nuevo
aniversario de nuestra Facultad.
¿Por
dónde comenzar?
Felizmente,
tenemos diversos puntos de acceso que nos han de llevar a aquello que deseamos:
expresar nuestros puntos de vista acerca de algunos de los aspectos más
importantes de su dinámica.
Por
cierto que, sin ser el único, uno de ellos es el relativo a nuestra
direccionalidad institucional, acerca de la cual, considero, no le hemos dado
ninguna preeminencia.
¿Hacia
dónde vamos, en la formación de nuestros estudiantes, teniendo en cuenta
nuestra ubicación en la región más grande del Perú, con una contundente
vocación forestal, con una prodigiosa etnodiversidad, con una insoslayable
ruralidad, con una dinámica socioecológicocultural con características propias,
con una dotación demográfica mayormente adaptada a sus características, con una
imponente ruralidad?
¿Hacia
dónde vamos en nuestro proceso formativo de profesionales, en el marco de una
despectiva ignorancia de su ser tanto en el ámbito nacional como regional; con
un proceso de depredación de sus recursos, lento pero indetenible; con una
incoherente administración de dichos recursos, tanto materiales como
inmateriales, que se expresa en una deficiente gestión social de los mismos,
que hace que prefiramos venderlos antes que transformarlos para darles valor
agregado y una mayor rentabilidad social?
En
este sentido, no podemos dejar de
expresar nuestra disconformidad dado
que, hasta el momento, no tenemos mayores evidencias de que hayamos hecho una
profunda reflexión para incorporar dichos elementos como factores determinantes
de las decisiones relacionadas con el quehacer de nuestra Facultad. Con la
formación de los futuros profesionales del magisterio.
La
tónica prevalente en estos 56 años de funcionamiento, ha sido la de diseñar el
proceso formativo de nuestros profesionales en concomitancia con las normas que nos vienen, a través de
múltiples vías, desde la sede central
del sistema educativo peruano, que nos ha dado suficientes y contundentes evidencias
de no tomar en cuenta, para nada, nuestra presencia, nuestras realidades, necesidades,
problemas, aspiraciones sociales, etc.
Es
decir, lo que hemos sido, lo que somos y queremos ser regionalmente no ha
tenido ninguna importancia en el momento de elaborar nuestra propuesta
formativa de los futuros docentes para nuestra región. Como si realmente no
existiéramos.
Hemos
pensado en función a los parámetros fijados por dicha sede central y no en
función a nuestra realidad regional, a sabiendas que tenemos características,
condiciones propias y diferenciales, sustentos más que suficientes para
elaborar todo un proyecto de desarrollo autógeno, sustentable, participativo e
intercultural, si bien integrante de nuestra nacionalidad peruana, pero con la
necesaria pertinencia regional.
Entonces,
cabe que nos preguntemos: ¿para qué formamos a nuestros futuros maestros?
Una
respuesta fácil sería: para mantener en acción el servicio educativo.
El conocimiento y afecto por nuestras características geográficas deben ser parte de los propósitos de la formación magisterial. |
Y,
en verdad, es eso lo que venimos haciendo: formar maestros para mantener el
servicio educativo, tal y como es diseñado muy lejos de acá. Muy lejos de
nuestra realidad, muy ajeno a nuestras necesidades, muy contradictorio a nuestras aspiraciones sociales, al ser
regional, a nuestra cosmovisión holística, a nuestra esencia existencial.
.
Podríamos
decir, con certeza, que estamos formando profesionales para satisfacer las
necesidades de imposición del sistema central. Para consolidar al centralismo.
Para
consolidar el rol homogeneizante de la educación, al servicio de la imposición
cultural e ideológica mestiza en nuestro país.
La
heterogeneización cultural, a cuya consolidación deberíamos contribuir desde la
praxis educativa sobre la base del fortalecimiento de la actual diversidad
cultural; la profundización de nuestra forestalidad, racionalmente
administrada; la prodigiosa abundancia de aguas fluviales; los innúmeros
núcleos demográficos rurales, cuyas formas de vida deberíamos estudiar y
aprovechar con miras a fortalecer su presencia en los espacios amazónicos, no
nos merecen casi ninguna atención.
Incluso,
dejamos de lado la trascendente importancia que los bosques vienen adquiriendo a nivel planetario por los
efectos del calentamiento global y el cambio climático consecuente. Razón por
la cual los seguimos talando irracionalmente frente a la mirada complaciente de
las autoridades judiciales, políticas y
administrativas.
¿Y la idiosincrasia del poblador loretano? |
Huelga,
entonces, decir que requerimos de una profunda reingeniería de nuestro proceso
de formación de nuestros estudiantes. De lo contrario, seguiremos haciendo de
la educación el mayor instrumento de depredación de nuestra Amazonía y el más
eficaz impedimento para mejorar sus condiciones de vida.
Si
bien es verdad que la estructura del sistema no permitiría modificaciones que
lo alteren, sin embargo, nuestra propuesta es que incorporemos, al universo de
contenidos formativos de nuestros estudiantes de formación magisterial, un
amplio y sólido espectro de componentes
de nuestra realidad pasada y presente, que cubra todas las dimensiones de la
formación integral, para ejercer un magisterio de real significatividad para
nuestra región.
¡FELIZ 56° ANIVERSARIO,
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y HUMANIDADES!
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