En ciernes, un atropello más a la Amazonía
Extensión del Perú en 1810, reconocida por las leyes de entonces (Uti Possidettis) |
Desde
hace algún tiempo, en varios medios de
comunicación de nuestra ciudad, se viene hablando de un PARQUE, el cual sería
denominado BICENTENARIO, no sé por voluntad o decisión de quién. Pero el hecho
es que ya, muy subliminalmente, se nos viene acondicionando psicológicamente, para que los loretanos aceptemos dicha
denominación, sin habernos consultado; es decir, sin el más mínimo respeto
por nuestros derechos culturales.
¿Por
qué dar esa denominación de BICENTENARIO, a una obra (el parque) que debería
expresar mejores significados simbólicos relacionados con nuestra cultura, o
nuestra gesta histórica, o nuestras características geo-ecológicas, etc.?
Al
parecer, los mismos mecanismos que siempre nos marginaron en diversos aspectos
de nuestra dinámica sociocultural, se vienen movilizando para que, una vez más,
aceptemos lo que se decide sobre nosotros.
Este
suceso no expresa sino una larga historia en que a los loretanos se nos ha
venido despojando de un elemental derecho a decidir, haciéndonos simples
objetos o destinatarios de decisiones que se toman muy lejos de nosotros.
Veamos,
si no, esta pequeña historia:
Extensión del Perú luego de las cesiones territoriales. |
Es así
que, durante toda la época colonial, los topónimos (nombres de los lugares) a
donde llegaban los conquistadores, fueron cambiados, eliminando los originarios
y puestos bajo la advocación de un símbolo cultural (político, religioso, etc.).
Ya en
el período republicano, bajo un sistema centralista férreo, la tónica siguió el
mismo patrón de comportamiento respecto a nuestra Amazonía. Era Lima de donde
procedía la iconografía nominativa para monumentos, calles, plazas, lugares, etc.
Hasta
hoy ese es un comportamiento consolidado: yo decido por ti, y tú acatas.
El
caso actual, que analizamos, se refiere al denominado: PARQUE BICENTENARIO,
cuya denominación se nos quiere imponer y sobre lo que ya se viene trabajando
subliminalmente para que aceptemos tal decisión, con lo cual se nos arrebata,
una vez más, un elemental derecho: el de decidir sobre el nombre que deseamos
darle a nuestros símbolos culturales.
Por
ello es que debemos preguntarnos, quienes vivimos y amamos a esta región, y
tenemos el deber moral de defenderla, ¿qué significado tiene para nosotros el
BICENTENARIO, no como palabra sino como lapso histórico?
Locales escolares inapropiados para la formación integral de los alumnos. |
Empecemos
por el aspecto territorial.
Hacia
1810, al término de la época colonial
y ad portas de la época republicana,
nuestro país tenía una extensión algo mayor a 2 millones de km2; sin embargo,
en los actuales momentos nuestra extensión es de 1 285 215. km2, habiendo
perdido, en estos doscientos años, en mesas diplomáticas, más de 633 721 km2,
quedando reducida nuestra extensión selvática a 775 000 km2., con la
complacencia del centralismo limeño. (*
Además
de ello, desde la declaratoria de la Independencia, nuestra región no mereció
sino el olvido, la indiferencia de la clase gobernante, a tal punto que fue
Castilla, 40 años después, que se dio cuenta de nuestra falta de presencia en
los ríos amazónicos, por lo que ordenó la construcción de los barcos que
empezarían a llegar a partir de 1864.
Luego,
el olvido nuevamente, la distancia, hasta la llegada en la década de los 80s de la denominada época de caucho,
período durante el cual se debilitan aún más los nexos con el resto del Perú,
pasando la selva a ser una colonia abastecedora de Europa para satisfacer las
demandas inglesas de caucho (hevea brasilensis).
Más de 200 000 ha. deforestadas anualmente. |
Concepciones
que no expresaban sino los prejuicios heredados de la época colonial.
El
palo rosa y resinas, las narcotráfico, las maderas, las pieles, los peces
ornamentales, las aves silvestres, el oro, el gas, el petróleo, el
narcotráfico, etc. tendrían sus respectivas épocas de auge en lo que va hasta
el presente, pero todo al servicio de los intereses foráneos y sin mayor
respeto por los intereses de los pueblos regionales, cuyos territorios quedaban
depredados hasta el agotamiento.
Ríos y cochas contaminados por la extracción del petróleo. |
¿Qué hemos ganado en
estos dos siglos?
Tala ilegal,
narcotráfico, extracción de oro, degradación de suelo, cambio de uso de su
suelo, expoliación de territorio indígena, epidemias y pandemias en las
comunidades indígenas, carencias del servicios de salud, locales escolares
mayoritariamente deficientes, etc. todas
ellas no son sino las lacras inferidas bajo la complacencia de la clase con
poder económico y político del poder central.
Esa ha
sido la tónica de siempre: decidir afuera e imponer adentro. Es decir, nuestra
región siempre como destinataria de acuerdos o decisiones, tomadas por personas
con muy poco interés por velar por su integridad, sin mayores lazos afectivos
con su ser esencial, solo con lazos burocráticos.
El
BICENTENARIO es, pues, para nosotros, una palabra hueca, un sinsentido, pues en
estos dos siglos solo hemos sido objetos de la indiferencia, aunque sí la
despensa pletórica de recursos para ofrecer al mercantilismo internacional. Ha
sido y es una palabra plena de un significado peyorativo por el trato que
sufrimos en todos los aspectos por parte de nuestro país.
¿Qué
podemos rescatar de este lapso?
Solo
nuestro gran e incomprensible amor a la nación que, apenas, si nos prodiga
obligaciones múltiples, expoliaciones dolorosas, dado que pobladores originarios
y mestizos vemos el flujo imparable de nuestros recursos que salen en un viaje
sin retorno, dejándonos un territorio maltrecho, dolorosamente reconocido como
nuestro.
¿Es eso lo que queremos celebrar, con orgullo de
pueblo castigado, marginado, minusvalorado, bajo la designación de PARQUE BICENTENARIO?
En
este sentido, pido a las organizaciones sociales, sindicales, deportivas, de
gobierno, etc., que hagamos algo para detener este atropello a nuestra dignidad
de región multicultural, región de elevados niveles de espiritualidad alcanzados por
los pueblos originarios.
Busquemos, en nuestras creaciones cultural-espirituales,
una denominación de dicho parque que exprese nuestras intenciones, nuestros
propósitos, nuestra idiosincrasia.
De una
vez por todas, hagámonos respetar.
Digamos
a nuestro país que en esta región vivimos personas, no solo recursos naturales.
Deforestación por cambio de uso del suelo amazónico |
Digámosle,
finalmente, que la palabra BICENTENARIO no nos dice nada, pues en ese lapso
histórico hemos sido, y seguimos siéndolo, una región injustamente minusvalorada y en proceso de destrucción a causa de la política de gobierno que aún no tiene conciencia de su presencia nacional.
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