Gabel Daniel Sotil
García
¿Qué
significa ello?
Pues que
vamos a iniciar las acciones formativas con nuestros niños aplicando las
disposiciones administrativo-curriculares que el Ministerio de Educación ha
dispuesto para todo el país. Así de simple.
Pero, habría que hacerse
algunas preguntas que expresen nuevas reflexiones sobre un tema del cual
depende la calidad de futuro del que disfrutemos o padezcamos como sociedad.
Y es que
sin ellas, las reflexiones, seguiremos aplicando criterios interpretativos de
nuestra realidad propios de otros tiempos y, en función a ellos, seguiremos
desarrollando una educación coherente con tales criterios.
Que somos
una región urbana, que somos una región mestiza, que somos una región sin
historia, que tenemos una riqueza inagotable, que todo está por ser
conquistado, que somos un gran y enorme vacío demográfico y muchas otra
características que subyacen en la dinámica formativa de las nuevas
generaciones sin que nos demos cuenta de ello.
En fin, nos
seguimos percibiendo como un gran enigma, un gran vacío, una gran interrogante
respecto a qué somos más allá de ser percibidos, en lo pragmático, como una
gran fuente de riqueza material hasta límites inagotables.
Aquello de la “gran despensa” sigue funcionando para todo efecto, pues nos percibimos como una región con recursos materiales disponibles para la extracción desmedida del capital transnacional.
Aquello de la “gran despensa” sigue funcionando para todo efecto, pues nos percibimos como una región con recursos materiales disponibles para la extracción desmedida del capital transnacional.
Muy pocos
son los intentos por dar una mirada crítica y cuestionadora a lo que venimos
haciendo en nuestra región. El pensarla desde su interioridad aún no tiene
ninguna prioridad para nosotros. Siempre nos ha sido más fácil dejarnos llevar
por lo que nos dicen de ella. Y, entonces, el MINEDU nos impone su visión que
tiene de nuestra región, que es la que hemos expresado líneas arriba. El
esfuerzo nuestro por desentrañar lo que es y significa, no queremos hacerlo.
Por todo
ello es que vemos a nuestras autoridades concentradas en acciones
administrativas de personal, logística, organización, etc. menos en el esfuerzo
por dotar al magisterio regional de nuevos enfoques sobre el significado de
nuestra Amazonía y el rol de la educación para concretar dicho significado.
Nuevos
enfoques que les brinde nuevas claridades sobre el para qué educar en nuestra
región, dado que hasta ahora venimos orientando la educación amazónica
exclusivamente por los propósitos diseñados por el MINEDU, olvidándonos que
somos una región que tiene sus propias características, sus propios problemas,
sus propias necesidades, sus propios propósitos trascendentes que deben ser los
elementos orientadores del para qué educar en esta región.
Es decir,
venimos enseñando a nuestros niños amazónicos lo que nos dice dicha instancia central,
saltándonos a la garrocha, la temática regional.
Si bien
como país compartimos aspectos comunes, la costa, la sierra y la selva tienen
sus peculiaridades, en función a las cuales debemos educar a las nuevas generaciones.
Y es que la homogeneización que viene promoviendo la educación administrada
desde el MINEDU desde su creación, tiene que dar paso a una educación
diferencial para cada realidad, tal y como hace ya muchos años se viene
planteando, incluyendo las dos últimas leyes generales del sector.
Habiendo el
MINEDU renegado de este postulado, son las instancias administrativas del
sistema las que deben impulsar el logro de este propósito.
Es por esta
razón que, en nuestro caso, el de Loreto, las autoridades educacionales deben
brindar más atención a la satisfacción de esta necesidad.
El
equipamiento exclusivamente técnico o técnico pedagógico o didáctico es
necesario para afinar el desarrollo de las acciones didácticas (cómo enseñar)
del magisterio, pero, a mi entender, no es suficiente, salvo que no tengamos
interés en incorporar el factor selvático en la gestión curricular.
Incorporar
dicho factor implica enfatizar el conocimiento de la realidad amazónica
en la formación/capacitación de los maestros. Nuestra realidad es sumamente
compleja vista desde la intimidad de la selva. Vista desde afuera, pierde
riqueza, diversidad.
Es esa
complejidad la que tenemos que asumir si realmente queremos hacer de la
educación el instrumento para el desarrollo amazónico.
El fracaso
de la actual educación se hace cada vez más evidente no solo por los resultados
cuantitativos y cualitativos que venimos obteniendo en cuento a niveles de
aprendizaje de los educandos, sino, también y en mayor medida, por la situación
general de nuestra Amazonía.
Si bien es
verdad que siempre se nos ha dicho que la educación es instrumento de
desarrollo, la realidad nos dice que eso no es verdad. En todo caso es una
verdad a medias, pues si fuera así nuestra región ya sería desarrollada, es decir,
con mejores niveles cualitativos de vida.
No siendo
así, entonces nos es necesario aseverar que la educación es instrumento de
desarrollo a condición solo de ser diseñada para lograr dicho desarrollo.
No
cualquier educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario