En el “Día mundial de la biodiversidad”: 22 de mayo
Uno de los compromisos de mayor trascendencia de nuestra universidad es con la preservación de nuestra biodiversidad |
Prof. Gabel Daniel Sotil
García, FCEH – UNAP
Bien
sabemos que la universidad como institución no justifica su existencia en sí
misma sino en tanto y en cuanto devenga en una entidad con roles precisos de
defensa de los intereses de mayor jerarquía del entorno ecológico y
sociocultural en el cual se ubica y desde donde hace su contribución al
desarrollo de la cultura universal, enriqueciéndola con su accionar académico,
investigativo y de extensión.
Formar a los futuros profesionales en un intenso y extenso contacto con nuestras riquezas naturales. |
En
el caso de nuestra universidad, cuya misión la cumple en el corazón mismo de la
amazonía peruana, se entiende que uno de los compromisos de mayor trascendencia
es con la preservación de la proverbial megadiversidad de esta región, riqueza
natural que en las actuales circunstancias se ve amenazada a tal punto que,
conjuntamente con la diversidad planetaria, viene siendo motivo de profundas
preocupaciones por la acción destructora de la especie que debería ser la
llamada a luchar por la defensa de su integridad: la humana.
Es decir, somos
nosotros, la especie Homo Sapiens Sapiens la que hoy representa el mayor
peligro para la continuidad de esta diversidad de vida, de la que somos parte, dados
los niveles de irracional destrucción que estamos alcanzando.
Formar a nuestros profesionales en la toma de conciencia de todo lo que significa un atentado contra nuestra región |
En el caso específico de
nuestra región las amenazas a nuestra diversidad biológica se concretan de muy
diversas maneras. Es el caso del extractivismo mercantilista de carácter
exportador, las concesiones petroleras y madereras, la absurda e incoherente
ampliación de la frontera agrícola a costa del bosque, la práctica de la
ganadería extensiva, las “pseudo-modernizaciones” de nuestras ciudades
convirtiéndolas en espacios imposibles para la vida natural, la degradación de
nuestro suelo por la tala mercantilista y el irracional cambio de uso, las
prácticas de monocultivo para satisfacer las demandas del mercado internacional,
la contaminación de nuestros ríos y cochas por aguas servidas, relaves mineros,
desechos urbanos, explotación de oro y sembríos ilegales, y un largo y trágico
etc., al que hay que agregar las amenazas que significan los proyectos de
desvío de agua hacia otras regiones, las represas para generación de energía
eléctrica y los megaproyectos viales, algunos de los cuales ya se encuentran en
sus fases iniciales.
Todo, todo ello significa
atentados contra nuestra diversidad biológica regional, sea por destrucción de
los hábitats, alteración de los mismos o por sobre explotación de las especies.
A lo cual debe agregarse la ausencia de una educación básica con un real
compromiso con la formación de actitudes y valores que posibiliten la
preservación de esta riqueza natural, partiendo de un pertinente conocimiento
de todo este universo de diversidad de vida, del que estamos dotados por la
madre naturaleza.
Desarrollar actitudes que propicien una armónica y racional relación con nuestro entorno |
Dado este panorama de amenazas reales en curso de acción, vía políticas
explícitas del gobierno nacional y acciones y omisiones del gobierno regional,
es necesario que nuestra universidad asuma una clara y decidida opción por la
defensa y conservación de nuestra diversidad biológica, la misma que debe
expresarse enfatizando
la formación de nuestros futuros profesionales de todas las Facultades en un
sólido y amplio conocimiento científico y el desarrollo de actitudes que
propicien una armónica y racional relación con esta riqueza natural, así como
un profundo conocimiento de los problemas que afronta en sus diversos aspectos
causados por los factores que ya hemos precisado, para que en su actuación
cívico-social sean referentes de compromisos con la preservación de esta
riqueza, tanto por el valor que en sí misma tiene como para la supervivencia de
nuestra propia especie, pues somos parte de ella.
Al respecto, debemos recordar que desde hace veinte
años está vigente el Convenio sobre Diversidad Biológica (Río de Janeiro,
1992), con la explícita finalidad de poner en las mesas de análisis y discusión
de la sociedad mundial la importancia de la diversidad biológica, tanto
respecto a nuestro planeta como respecto a quienes conformamos la sociedad
humana y promover que cada país incorpore en sus respectivas políticas de
estado nacionales el tratamiento para la conservación de la biodiversidad
propia por su valor intrínseco; pese a lo cual, en nuestro país,
pródigo en diversidad biológica, desde nuestra selva hasta nuestro mar, es muy
poco lo que se viene haciendo, teniendo en consideración la gravedad de la
situación.
Como
universidad, pues, tenemos un compromiso de la más alta jerarquía, al que no
debemos fallar y, al contrario, fortalecer en fechas como la presente.
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