Prof. Gabel Daniel Sotil García
El LETARGO DE LAS AGUAS
P
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ara nosotros, el mes de mayo se ubica en la cúspide de la época de mayor intensidad de las lluvias, pero también
en el inicio de su declive, al igual que en las entrañas de los Andes, donde
también éstas han empezado ya a languidecer.
Victoria Regia luciendo su esplendente belleza en aguas tranquilas, aletargadas por la paz forestal. |
Tiempo en el que
ellas permanecen como aletargadas regocijándose con el rumor del viento, el
suave canto de la brisa que repta entre el boscaje y el melodioso trinar de las
aves silvestres, escondidas entre el verde y tupido ramaje.
Pero ya están cumpliendo,
en sus últimos pasos, con la misión que
se les encargó: depositar los nutrientes para restaurar la fertilidad de los
suelos inundables o bajiales, en
donde el ribereño amazónico realizará la
poca agricultura estacional que se puede hacer en esta región, pues el suelo que se extiende hacia el interior del
bosque tiene una predominante vocación forestal.
Vocación determinada por las leyes que dieron forma a
nuestra región y que, por ignorancia o intereses mercantiles, está siendo hoy desconocida
y tergiversada, infiriéndole así las más graves violaciones a su esencia
forestal.
Nutrias o lobos de río disfrutando a plenitud la abundancia de agua y de peces. |
Mayo nos regala una atmósfera sensiblemente húmeda, con
nubes al acecho y lluvias frecuentes que
se alternan con horas de sol intenso, que
pueden ceder el paso a una borrasca o a una llovizna persistente,
somnolienta e inmovilizante hasta el hastío.
Pero, también nos regala deliciosas frutas como la pomarrosa
y la sabrosa guaba que son muestras de la diversidad de los frutos regionales,
que tienen en el taperiba, el casho, el caimito, el arazá,
la yarina, el ungurahui, la cocona, el aguaje, el pandisho, la tansharina
y muchos más, cabales expresiones de la
riqueza de nuestro suelo.
Mayo pues, representa
para nosotros un mes de frescura amazónica.
De frescura que viene
desde las alturas convertida en gotas de intensas y frecuentes lluvias que
corren juguetonas por cauces improvisados; muchos de los cuales se transforman
en heridas profundas en los suelos indefensos, deforestados por las manos
caprichosas e inconscientes de los hombres que actúan sin mirar las consecuencias destructivas en su entorno.
Aguas tranquilas en bosques, cochas y quebradas, disfrutando del sosiego forestal. |
Aguas que,
finalmente, engrosarán el gran caudal de un río, cocha o quebrada, en donde,
nuevamente, se alistarán para reiniciar el eterno ciclo de convertirse en vapor
para elevarse a las alturas y nuevamente volver a las entrañas de su amado e
inolvidable bosque, al que nutren y regeneran conforme a las leyes naturales.
Mayo se nos va convertido en mensajes de esperanza que se
han de concretar en el verdor de las riberas, cuando las playas se ofrezcan
como una tentación a las ansias laborales de los vivientes ribereños, quienes
buscarán sus nutrientes para nuevas cosechas, con las cuales cobrarán el tributo de la Madre Tierra, siempre presta y
generosa para entregarles sus preciados frutos.
Es mayo un mes de
ajetreos comunales, pues en los pueblos ribereños, acariciados por la brisa de
los ríos y las cochas, todos sus vivientes dormitan inquietos esperando los
días propicios para salir de madrugada a las playas, las purmas y el bajial,
aunque tengan que cruzar extensos aguajales o un espeso yarinal.
Es, pues, mayo un mes
de aprestos laborales.
En las entrañas
recónditas del bosque, que ya presiente el inminente abandono de las aguas, el
venado, la sachavaca, la huangana, el otorongo, el sajino,
y cuanta fauna caminante lo habita, al oler el nuevo perfume del ambiente, se
aprestan a volver a sus antiguas querencias, que dejaron abandonadas al ritmo
creciente de las aguas.
Aguas que se resisten
al inevitable abandono que deben hacer
del bosque amado.
Sachavaca o tapir, miembro de la rica fauna amazónica. |
La enorme sachamama,
saliendo de su profundo letargo en el que cayera tiempo atrás, se agita perezosamente estremeciendo los árboles
cercanos, quedando a la espera del paso distraído de sus presas favoritas para atraerlas con el hilo invisible de su mirada
irresistible, en medio del silencio profundo reinante en la extensión de sus
dominios.
Y los peces, cebados
hasta el hartazgo, vuelven su mirada hacia el río, como respondiendo a una
invitación que sólo ellos comprenden.
Empiezan, entonces,
a prepararse para salir a disfrutar de
nuevos espacios hacia donde se desplazarán,
obedeciendo a incontrolables impulsos que les vienen desde muy lejos en
el tiempo.
Así, mayo habrá sido
el escenario de nuestras vivencias en este mundo forestal, que nos ha de dejar
una gran riqueza espiritual en el disfrute de todo cuanto la madre naturaleza
nos ofrece, como invitándonos a poner en juego la inteligencia colectiva para
crear nuevas formas de convivencia pacífica y armoniosa con ella.
Lluvias, tempestades, inundaciones, no son sino los retos que nos plantea este mayo desafiante, para que aprendamos a convivir con la naturaleza sin violentarla ni desconocer sus designios.
Diversidad florística, propia de nuestra región. |
Mayo, pues, es la ventana
para mirar a la naturaleza en todas sus manifestaciones, y aprender que aquí,
en la Amazonía, es a ella a quien tenemos que obedecer y respetar, pues ignorándola
y destruyéndola, a quien mayor daño hagamos será a nosotros mismos.
Mayo nos deja esa
gran lección que debemos recordar en cada
ocasión en que pase por nuestras vidas.
¡Hasta la vista, mayo!
¡Espero tu eterno
retorno, hasta que ya no me encuentres!
1 comentario:
Cuanta belleza descritas en sus palabras, si tan sólo cuidáramos tanta riqueza, otro sería nuestra vida.
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