EL ABRAZO FORESTAL
Prof. Gabel Daniel Sotil García
Espesos nubarrones se solazan contemplando al Amazonas, antes de engrosar su caudal. |
Y en este mundo tropical, abril tiene su propia manera de ser.
Pues en él continúa el avance indete-nible de las aguas, penetrando y extendiéndose entre los troncos de los árboles que forman nuestro bosque, llevándoles nutrientes para seguir generando la más prodigiosa diversidad de vida.
Un cielo despejado puede ser el anuncio de una lluvia persistente. |
De esa unión amorosa nacen el verdor sempiterno y la belleza esplendorosa de esta región.
Abril es la continuación de la expansión de las aguas. Es la época del máximo estiramiento de la masa acuática.
Mes en que las lluvias intensifican su presencia, ha-ciendo que el ambiente se haga menos caluroso.
Y es que nuestro abril es el mes de lluvias frecuentes, de amaneceres mustios, fríos y húmedos que, luego, se han de transformar en horas de un intenso sol, brillando en un profundo cielo azul.
Mes de vientos laboriosos que desplazan sobre sus hombros enormes y grises masas de nubes que cruzan nuestros espacios, dejándonos sus mensajes de lluvias y alagamientos, que desafían renovadamente nuestra inteligencia para aprender a convivir en mutuo respeto.
Vientos que suelen transformarse en temibles tempestades, pues azotan con fuerzas colosales a los árboles y poblados, dejando en ellos profundas huellas de destrucción.
La belleza natural es el regalo de nuestra Amazonía |
Por todo ello, abril es un mes que nos invita a cantar a la inmensidad acuática, haciendo que nuestra imaginación se expanda por los verdes dominios de los árboles y el azul intenso de su cielo.
Y a la lluvia:
Agüita refrescante
que del cielo bajas,
eres alegría,
eres emoción,
eres melodía,
del bosque una canción.
Al caer de las alturas
tus gotas son mensajes,
a todas las criaturas
de mi mundo forestal.
Agüita refrescante
que del cielo bajas
alegras mi chacrita,
alegras mi cochita,
alegras mi pueblito
y también mi corazón.
Los pobladores ribereños disfrutan a plenitud de los ríos pletóricos de agua. |
Abril es único y, orgulloso, no se cansa de decírnoslo en cada uno de los instantes de su renovado transcurrir.
Para la tipishca, desgajada de su río-madre; para la cocha solitaria, último refugio del lagarto perseguido; para el sombrío aguajal protegido aún por la pavorosa y mítica yacumama; para las restingas remontadas en los lugares aún ignotos, abril se hace presente con su mensaje de unidad, de comunión.
Abril convoca a las fuerzas de nuestra indomable naturaleza expresadas en fulgentes amaneceres, crecientes, alagamientos, vientos, lluvias, tempestades, truenos, relámpagos y esplendentes atardeceres, haciéndonos recordar que somos parte de su creación y que a ella pertenecemos.
Mes de guabas, ubos y camu camus que son muestras de la riqueza y diversidad de los frutos regionales.
Pero, como en el cosmos no hay privilegios, las leyes que la naturaleza ha establecido tienen que cumplirse.
Nubarrones en desplazamiento anuncian la proximidad de las lluvias. |
De nuestros calendarios se habrá ido una de sus hojas, pero habrá también dejado en cada uno de nosotros los recuerdos de vivencias de un mes de especial pluviosidad.
Entonces diremos, entre acongojados y alegres, ¡adiós abril! ¡abril, abril de aguas mil! (*)
Tomado de: "OMAGUA, CANTO AL REINO DE LAS AGUAS Y LOS ÁRBOLES" del autor.
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