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Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

viernes, 7 de febrero de 2014

47 AÑOS DESPUÉS: ¡GRACIAS MIS QUERIDOS ALUMNOS!

Para la promoción CNI-MORB- 1966


Parte de quienes hicieron
posible mi magisterio en esta
región.
Con el fondo de los hermosos
árboles de pomarosa otro
grupo de mis alumnos.
Muchos son los factores que influyen en las decisiones que tomamos en nuestra vida. Sólo pasado el tiempo y meditando sobre ellos, logramos aquilatar su importancia.

Cuando llegué a estos lares, misteriosos y lejanos, apenas empezaba a recorrer la senda en la cual permanezco desde entonces. Y desde entonces, también, vivo disfrutando la lejana pero grata compañía de quienes, en aquellos momentos, aprendían a vivir soñando en un futuro.

Es a ellos, a mis queridos alumnos, ciudadanos en ciernes en aquellos tiempos, hoy ciudadanos de bien, a quienes prometí aprender a ser maestro, dedico estos recuerdos.
   
Y es que hoy he decidido darle vuelta al Amazonas; pedirle que corra de surcada, desenrollando su curso al revés hasta hacerme llegar al puerto en donde desembarcara aquel marzo del  1966 y luego aquel abril en que comenzara mi aprendizaje de ser maestro en la ya lejana G.U. E. “Mariscal Oscar R.  Benavides”. Si bien es verdad que aún no termino de aprender, tuve la alegría de encontrarme, en mis inicios, con un grupo humano de adolescentes y jóvenes quinceañeros aún, que supo darme el abrazo cordial de bienvenida que hiciera que yo, novato para todo efecto, intuyera lo hermoso que sería ser maestro y decidiera quedarme en estas latitudes promisorias de futuros que, infelizmente, aún no descubrimos a plenitud ni aprendemos a querer y defender en esta región.

Desde entonces han pasado cuarenta  y siete años. Ya no soy el novato, pero sigo siendo el aprendiz de la vida y del magisterio.

Pasaron los años y quienes fueran adolescentes,
hoy son ciudadanos con quienes comparto la
alegría de luchar por esta región. 
¿Y qué de esos rostros tersos, cuerpos ágiles, miradas inquisitivas, de preguntas fáciles, de travesuras y esperanzas mil, de manos prestas para labrar su porvenir, de ocurrencias impensadas? ¿Y qué de aquellos adolescentes que se agolpaban en cada recreo para hacerme mil preguntas, cuyas respuestas yo desconocía pero que ellos aceptaban condescendientes, pues intuían que yo no sabría más que ellos?

Pues es a ellos a quienes me estoy dirigiendo para agradecerles que hubieran abierto sus brazos, sus corazones, para hacerme sentir que era posible escuchar de mí una palabra orientadora, estimulante para prefigurar su futuro y enrumbarse hacia la vida embarcados en la balsa de su propia fe. Me hicieron creer que podía ser profesor, y lo lograron.

Es ahora en que el río maravilloso acepta mi invocación, que me retrotraigo a  aquel momento en que entro por primera vez al salón de clases y me encuentro con aquellos ojos juveniles, alagados de esperanzas y preguntas que yo recién empezaba a escuchar,  que me brindaran todo el aliento para decir, en mi interioridad, “ahora sí quiero seguir siendo maestro”.

Hubo tanto afecto en aquellas miradas ansiosas de saberes, de consejos, de luces multicolores como las de los atardeceres que adornan al bosque tropical, que hice lo posible para no defraudarlos en sus íntimas expectativas. Aunque sé que no lo logré a plenitud, pero, les confieso que hice lo posible. Disculpen ustedes, mis queridos alumnos.

Se fueron los años, y como las nubes, siguiendo las rutas de los vientos, cada uno construyó su destino, ocupando un lugar en este escenario complejo que es la vida. Yo seguí abriendo mi trocha profesional y construyendo mi tambo magisterial, pero siempre con el recuerdo de aquellos jóvenes que me hicieron ver y sentir la trascendencia de ser maestro.

Unidos en el recuerdo y en la acción social, hoy
disfrutamos la alegría de haber aprendido juntos.
Pero también recordando a aquellos maestros con quienes compartí  la ilusión de crear un mundo mejor en el regazo inmenso de este bosque portentoso: Ángel Macciota, Luciano López, David Bocanegra,  Germán Cueva, Ulises Riva, Max Meléndez, Francisco Sosa, Humberto Mathews, Abel Cassalino, el Mayor  Humberto Santos, Dúller Vásquez,  Maximino Pérez, Elmo Azañero, Héctor Morán, Guillermo Rengifo, Oscar Angulo, Dante Morales, Miguel Lozada, Tito Arias, César Gonzales, Augusto Márquez, Fidel Arévalo, Elio Mostacero, Epifanio Guarniz, Vicente Meza, Luis Martínez,  Mauro Llerena, Néstor López, Víctor Sicchar, Ludgerio Guzmán, Evaristo Diaz, Ferdinand Jarama y otros más que al recuerdo escapan. Algunos de ellos ya chimbaron el río de la vida y nos esperan en el canto del frente para indicarnos el camino al interior del bosque, desde donde miraremos a nuestros descendientes labrar su futuro. De seguro, allí nos encontraremos. Otros, cada vez menos, por cierto, sentimos cómo los límites de la vida se estrechan lentamente, pero, aun así,  con plena conciencia le decimos ¡Gracias por la oportunidad!

Pasaron los años como las aguas de nuestros ríos y hoy nos encontramos  con las huellas del tiempo a flor de piel, pero con la bondad y la alegría de aquel primer día. Por eso, mis queridos alumnos, debo decirles que fue muy grato acompañarnos hasta hoy; que aprendí de ustedes que ser maestro es actuar más allá de las aulas. Es comprender y enseñar que este corto lapso de tiempo, que es la vida, debemos aprovecharlo para servirnos mutuamente; para sembrar bondades y cosechar felicidad.

Para fortalecer los recuerdos felices de las épocas
de estudiantes, hoy se reúnen para revivir aquellos
momentos.
En verdad, tal vez algunos ya no tendrán más preguntas que responder. Quizá muchas esperanzas ya se les hicieron realidad y otras ya nunca más lo serán; pero, muchos de ellos siguen luchando. Unos cayeron bregando, otros siguen batallando y auscultando esperanzas ocultas en las quebradas de aquellas aguas claras y frescas en donde alguna vez disfrutamos en aquellos lugares que el progreso destruyó.

No importa. Tenía que ser así y lo fue. Hoy son las aguas del tiempo que provocan nuestras alegrías y nos ofrecen nuevas esperanzas. Y es en ellas en las que nos bañaremos por la eternidad.

¡Gracias mis queridos alumnos por haberme enseñado a querer a esta maravillosa región, su tierra natal, ahora también mía! ¡Gracias por acompañarnos mutuamente hasta hoy en esta gran maloca! ¡Sigamos disfrutando el camino! ¡Gracias por haberme convencido que podía ser maestro!

Hoy, en la plenitud de su desempeño social,
enorgullecen a quienes fuimos sus profesores.
Su profesor,
                                                                     GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA,

                                                                          Iquitos, diciembre de 2013

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