Prof.
Gabel Daniel Sotil García
Una realidad como la amazónica, con sus propias características, exige un equipamiento conceptual propio para interpretarla. |
Las actuales
generaciones amazónicas tenemos la gran responsabilidad social, entre otras, de
encarar reflexivamente nuestra realidad, en sus características y sus
problemas. Reflexiones que deben hacerse a partir de su más profundo
conocimiento, en la medida en que vayamos descorriendo los velos que vienen impidiendo
vernos tal y como somos; engaños creados para defender los intereses de quienes
solo quieren utilizar a nuestra región como la gran despensa de riquezas
materiales, sin importarles consecuencias humanas, sociales y ambientales.
De hecho, los conceptos interpretativos vigentes no nos vienen permitiendo una comprensión cabal de nuestra región. |
No nos parece
responsable hacer el encaramiento de nuestro futuro como si fuera una trocha ya
abierta, la misma que sólo tendríamos que recorrer sin hacer mayores esfuerzos
creativos, lo cual, por cierto implicaría una negativa actitud de replicantes e
imitadores de modelos exitosos en otras
realidades. Afrontarlo de esta manera no sería sino una tremenda
irresponsabilidad, que expresaría una actitud ingenua, pasiva, de conformismo,
milagrista, de resignación y desconfianza en nuestras capacidades sociales. De hacerlo
así, sólo nos quedará replicar el rol que hemos cumplido en estos últimos
quinientos años: esperar que las soluciones nos vengan de afuera.
Y por cierto que
nunca llegaron, ni tampoco llegarán.
Entonces, ante una
evidencia tan contundente como es la que nos proporciona la historia de este
último medio milenio, debemos cambiar de actitud, a partir de una profunda
autocrítica personal y social, cuestionamiento que debemos también dirigir a
los problemas que nos afectan y cuya proyección claramente nos indica que
continuarán agravándose, a estar por las evidencias de las que hoy disponemos.
Es necesario que nos aboquemos a crear un nuevo universo conceptual para intentar nuevas reinterpretaciones de nuestra realidad. |
Necesitamos, pues,
hacer análisis, crítica, reflexión sobre nuestros problemas para construir las
soluciones pertinentes, a partir de una visión integral, tanto en tiempo como
en espacio, más allá de nuestras experiencias inmediatas, para crear caminos
socio – cultural, política y ecológicamente viables y para hacer que el tercer
milenio en nuestra región tenga el libreto que nosotros escribamos.
Y en esta tarea
todos estamos involucrados; en especial los profesionales con los que ahora
cuenta nuestra Amazonía, cuyo compromiso no se debe restringir al mero
cumplimiento de sus funciones y deberes como tales, en su estrecho campo de
especialización, sino que desbordando tales
dimensiones, implique nuestro desempeño individual como ciudadanos
responsables.
Las peculiaridades de nuestra realidad deben impulsarnos a intentar crear un nuevo universo de enfoques para comprenderla. |
Es necesario que
todos nos sintamos comprometidos con la creación de nuestra propia ruta
cultural, buscando reflexivamente el planteamiento de las soluciones que
requieren nuestros graves problemas, lo cual nos posibilitará la construcción
de un futuro propio, original, producto de nuestro esfuerzo colectivo.
El diverso y amplio
potencial profesional con que ahora cuenta nuestra región debe asumir
responsabilidades de compromiso, superando su indiferencia, marginalidad y
pasividad en este proceso. Se requiere su más férrea participación y compromiso
para reclamar al país un sitial que sea el producto del reconocimiento de
nuestra trascendencia material y espiritual como región. Para no seguir siendo
ignorados en la diversidad de formas en que hoy lo somos.
No debemos olvidar
que a pensar se aprende pensando, pues la calidad de la reflexión sólo puede
ser producto de una constante práctica de nuestra capacidad de reflexionar,
tanto individual como socialmente.
Y es que debemos
reconocer que la reflexión debe preceder a la acción transformadora de nuestra
realidad para que la misma no tenga un efecto destructivo a partir de la
elaboración de programas o proyectos de acción inconsistentes con el entorno,
cuya impertinencia solo asegura el fracaso de los mismos y, por lo tanto, el
agravamiento de los problemas que se pretende abordar.
Si no elaboramos las reflexiones pertinentes, que nos lleven a generar un cuerpo teórico-axiológico propio, nuestra víctima seguirá siendo nuestro bosque. |
Teniendo en cuenta
que el pragmatismo tiene sus grandes limitaciones, tenemos que decidirnos a
generar un amplio y profundo proceso reflexivo sobre lo que es nuestra
Amazonía, su rol histórico, su trascendencia planetaria, las formas de verla
desde el propio país y desde el exterior, sus propias características
culturales, sus potencialidades, etc. En fin, tenemos una amplísima agenda que,
de seguro, se incrementará cuando nos atrevamos a abordarla, sobre la cual
requerimos reflexionar, desde las diversas perspectivas y fundamentos que los
avances teóricos nos posibilitan en los momentos actuales, hasta que seamos
capaces de elaborar nuestras propias formulaciones lingüísticas para expresar,
con originalidad y pertinencia, nuestro pensamiento amazónico. Para ello solo
se necesita decisión.
Pensamiento que
debe serr el producto de nuestro actuar intercultural en el marco de nuestra
grandiosa forestalidad.
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