Datos personales

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Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

domingo, 23 de febrero de 2014

PINCELADAS AUTOBIOGRÁFICAS

Prof. Gabel Daniel Sotil García

Daniel, mi padre-abuelo
San Jacinto, 1964
Mi vida en esta grandiosa pequeñez cósmica, que es nuestro planeta, la inicié un 03 de marzo de 1941, en el rinconcito, humilde pero grandioso para mi madre María Elena, de una casita de un lugar llamado San Jacinto, un caserío de las riberas del Río Grande de la provincia de Palpa, allá donde comienzan a empinarse los Andes del Departamento de Ica.

Esta ranchería me dio su acogida en aquellos tiempos en que era un barrio de muy pocas casas que ocupaban las faldas de los cerros grises, mirando hacia las pródigas chacras, que se extendían hacia el río, de algodonales, maizales y árboles frutales que se llenaban de verdor y hermoso colorido luego de que las aguas nuevas, que bajaban de las sierras andinas, las llenaran de humedad.
Mi padre Daniel y mis tíos Bartolomé y
Teódulo. San Jacinto 1964
San Jacinto era un caserío de polvo, arena y piedras, carente de servicios básicos, pero ubérrimo en el amor de su gente como lo son sus tierras, entre las cuales aprendí a caminar bajo la guía de mis padres. Fue en esa pobreza material que se incubó un deseo inmenso de buscar nuevos horizontes, impulsado por el amor y los esfuerzos de mis padres, quienes supieron hacer los sacrificios necesarios para sustentar y motivar mis estudios.

Otros poblados, con los que San Jacinto compartía vecindad, eran Los Alaches, Santa Rosa, La Isla, La Banda, La Comunidad cuyos moradores mirábamos cada mañana la  imagen de nuestro cerro tutelar, siempre adusto y misterioso: el Pinchango, que se elevaba distante, imponente, vigilante y protector  de nuestro diario vivir.
En el centro, hacia el lado derecho, el caserío de San Jacinto,
dando frente a las chacras y parte del Río Grande. Foto actual.

Entre recuerdos pétreos y enigmas areniscos de lo que fuera la antigua cultura Nazca viví mis primeros años infantiles, recorriendo cerros y canganas en los que abundaban sus vestigios, a los que, en aquel tiempo, no daba ninguna importancia, pero que, muchos años después, supiera que representaban un trascendente aporte cultural de antiguos peruanos que aprendieron a domesticar esas soledades inclementes para dejar en ellas mensajes que hasta hoy no hemos podido descifrar.
Parte del valle del río Grande. Al fondo,
Pinchango, nuestro apu o cerro tutelar.

María Elena, mi  madre
Guiado por el amor de mis padres María Elena y Eleodoro aprendí a dar mis primeros pasos. Luego sabría del amor de mis abuelos Daniel y Julia, a quienes hoy recuerdo acariciando mi infancia y niñez en los cálidos días de sol intenso y en las frías noches de luna esplendorosa, cuando  aullidos lejanos y misteriosos se expandían quejumbrosos en el silencio nocturnal de todo el valle, generando mis temores. Fueron ellos quienes me enseñaron el sentido de la vida que hoy disfruto.
Yo, a los 5 meses y 12 días
en Palpa.
De mi padre Daniel recuerdo su bondad infinita y su dulce seriedad, su lento paso para ir a cuidar sus animales en las chacras lejanas, adonde me pedía acompañarlo, y su incansable esfuerzo para atender nuestros requerimientos. De mi madre Julia, madre esplendorosa, su cariño inmenso manifestado en cuantas formas le fuera posible inventar para hacerme sentir su amor de madre. Y, de mi madre María Elena, su amor y la dulzura de su voz  y una vida y un magisterio pletóricos de humanidad con que me acompañara hasta estos lejanos lares amazónicos. ¡Ah, viejos tan hermosos que, aun cuando ya  no están en este mundo, me siguen orientando y demostrándome su amor!!
Mi padre Eleodoro

De mis vivencias infantiles, aún me quedan el aroma y el perfume de los naranjos, mangos y ciruelos cuyos frutos cogía a voluntad de los racimos que pendían ofreciéndome sus dulzuras. De mis amigos de aquellos años me quedan recuerdos de los juegos en noches de luna llena en que corríamos incansables hasta que nuestras madres empezaban a llamarnos  para irnos a dormir.

Imposible olvidar el rumor, lejano y cantarín, de las avenidas de las aguas nuevas del Río Grande que, en los meses de verano, me  invitaban al disfrute de bagres y camarones que bajaban abundantes entre las aguas de las avenidas que corrían torrentosas y murmurantes entre piedras multiformes.

Allí, disfrutando de aquellas aguas frías y barrosas en acequias rebosantes, corriendo por los cerros y trepando a los árboles frutales aprendí a vivir mi niñez y adolescencia. Todo ello fue el deleite de mi vida estudiantil en los meses en que disfrutaba a plenitud de las épocas de vacaciones escolares. ¡Qué tiempos tan hermosos!

Sigo, en mis recuerdos, escuchando las voces de mis tíos Dimas, Moisés, Bartolomé y Armando, que fueran enseñándome, a cada paso y con cariño inmenso, aquello que hoy guía mi existencia. En especial a mi tío Teódulo, con quien compartiera muchos momentos felices de nuestra vida en aquel barrio pobre, en donde aprendimos a alegrarnos y enfrentar la vida con amor. Todos ellos supieron orientarme para entender lo grandiosa que es esta vida y, por ello, les guardo el más profundo agradecimiento. Fueron el soporte de mi adolescencia, por ello les doy un eterno y cariñoso abrazo, desde estas lejanías selváticas en las que me encuentro.
Mi padre Daniel y mis tíos Teódulo
y Moisés. San Jacinto 1964.

En la escuelita de "SAN JACINTO" incursioné en los estudios formales. Aún me veo llamando a mis amigos de aquellos años invitándolos a ir en grupo a estudiar. Allí obtuve mis primeras y deliciosas experiencias escolares al impulso amoroso de mi madre Julia, quien me llevaba cogiéndome de la mano, y el interés de doña Rosa Pasache, directora de dicha escuela, que me supo enseñar amorosamente aquellas difíciles primeras lecciones de la vida.

Luego continuaría en la escuelita de "La Comunidad", adonde tenía que caminar diariamente por varios kilómetros para cursar parte de mi educación primaria bajo la guía cariñosa de doña Irene Revoredo y doña Rosa Luna, profesoras excelsas que supieron estimularme para continuar mis estudios. Es en esa época en que tuviera un cercano contacto con quien, muchos años después, supiera que se trataba de Doña María Reiche, a quien viéramos con mucha extrañeza, acampar y  recorrer en las soledades de los cerros, en busca de algo que, para nosotros, niños curiosos, no tenía ningún significado.
Papá Eleodoro y tío Teódulo

Aprobado mi tercer año de estudios en 1951, me trasladaría finalmente, a la Escuela Nº 587 de Palpa, en donde culminaría mi educación primaria en 1953, bajo la guía protectora de don Arquímedes Noriega y don Héctor Rejas, director y profesor de aula que supieron impulsarme para seguir mis estudios que, cada vez, me llevaban más lejos de mi terruño con el impulso de mis padres. A todos ellos hoy les dedico en mi recuerdo un tierno beso de gratitud en su anciana y venerable frente. Por todos ellos puedo hoy decir, muy pleno de emoción y gratitud: ¡Qué suerte que tuve al encontrarlos en mis primeros años y compartir con ellos un pequeño pero decisivo lapso de mi vida!

Mi educación secundaria la recibí íntegramente en el colegio "SAN LUIS GONZAGA", Gran Unidad Escolar en aquella época, de Ica, ese portentoso oasis de prodigiosa fertilidad en pleno desierto de dunas caminantes, en donde culminaría en 1958. Enorme y grandioso “San Luis” que compartí con amigos y compañeros de clase animándome a construir un futuro en base a mis estudios. Allí aprendí a vivir mi adolescencia lejos de mis padres y a ir penetrando en la vida bajo la guía de grandes profesores que supieron impulsarme a seguir estudiando y hacerme profesional, pese a la desventaja de proceder de un pueblito sin mayores perspectivas de progreso y con muy limitados medios económicos personales. Allí, también, aprendí a imaginar mis primeros amores que me dieran dulces encantos para soñar en  un futuro.
Mi madre Elena y yo, estudiante
universitario en Lima.

Impulsado por fuerzas, de las cuales nunca fui consciente, en 1960 ingresaría a la Facultad de Letras de la "UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS". El apoyo invalorable de mis tíos Dimas y Paula y toda su familia, mis primos: Ricardina, Clelia, Esther, Yolanda, Delia, Germán, Luis Alberto y Dimas,  hicieron posibles mis estudios pues me brindaron el ambiente afectivo que requería en esos momentos. Por todo ello les guardo un eterno agradecimiento.

Luego de dos años derivé, en búsqueda de mi destino final, a la Facultad de Educación, para obtener el grado de bachiller y el título Profesional de Profesor de Filosofía y Ciencias Sociales, en 1965.

MI TÍO DIMAS SOTIL
Allí también tuve encuentros felices con profesores que supieron inspirarme y dejar huellas imborrables, entre quienes quiero mencionar, por la gratitud que les tengo, a don Alejandro Saco Miró Quesada, cuya inmensa y afectuosa paciencia estimuló y orientó mis estudios; al doctor Emilio Barrantes, por su  señorío, lucidez y convicción al hacer sus clases; al doctor Augusto Salazar Bondy, eminencia nacional del pensamiento,  que me abrió las puertas del pensar trascendente; Luis Felipe Alarco, cuyo dinamismo didáctico motivó en todos sus alumnos la búsqueda de nuevas formas de  hacer educación; Francisco Miró Quesada Cantuarias, cuya lucidez en su razonar lógico nos dejara profundas huellas de estrictez en el pensamiento. Don Manuel Argüelles, Juan Ferro, Nelly Festini, Américo Albarrán, todos ellos con un mensaje propio en su personalidad para ejercer su magisterio,  inspiraron mi decisión de construir mi propia manera de ser maestro, condiciones que encontré al llegar a la Amazonía.

A comienzos de 1966 estaría llegando a Iquitos, ciudad exótica para mí en aquella época, que me acogería con el calor de su clima y de su gente. Quedé cautivado definitivamente. Su boscaje, su fauna, todo ello fue mi deleite. Y lo seguirá siendo, pues aquí encontré un ambiente social, con gente espontánea, alegre y bondadosa que me brindó los estímulos necesarios para construir mi profesión. Y aquí, también, años más tarde, logré conformar la familia que hoy es mi soporte afectivo y estímulo para seguir luchando para darle mayor trascendencia a mi profesión, conformada por Alicia, mi esposa, Gabel Daniel, Hugo Daniel y Marcos Joaquín, mis hijos, quienes se constituyen en el referente inspirador de mis esfuerzos por hacer de mi magisterio una labor de real significatividad para la educación de esta región.

Me inicié como profesor en la G.U.E. "MARISCAL OSCAR R. BENAVIDES", en dicho año. Luego tendría que salir al extranjero para hacer uso de una beca por un año y a mi regreso me incorporé al movimiento de la Reforma Educativa, que insurgía críticamente contra la educación vigente en nuestro país, en aquella época.

Los años 70 me llenaron de vivencias y aprendizajes ya en el marco inspirador y orientador de las nuevas propuestas educacionales en nuestro país. Bajo esa inspiración recorrí Loreto, San Martín y Pucallpa,  yendo de caserío en caserío y hablando con los profesores de esta inmensa región selvática. Fueron años de experiencias límites que motivaron en mí un profundo compromiso con este nuevo escenario de mi vida, que poco a poco fue transformándose en el ámbito de mi ejercicio profesional. La sensibilidad a los problemas sociales, incentivada durante mis estudios universitarios, me posibilitó un inicial compromiso con la problemática educativa, el mismo que iría fortaleciéndose y ampliándose con el paso de los años.

Remo en mano surcaba quebradas y riachuelos. Mis ojos se llenaron de realidad. Medité en la soledad de los poblados, escuché las quejas y alegrías de amigos y colegas y me prometí y comprometí a hacer más que algo para que cambie esta situación, la misma que infelizmente, a pesar de los años, no ha sufrido mayores cambios positivos para mi mayor frustración.

Ya en los 80s empecé a procesar todas mis experiencias. Con la calma de los años comencé a escribir para compartir la riqueza acumulada. Sentía la necesidad de expresar lo poco que iba ganando en mi ejercicio magisterial. Pensando siempre en los maestros lejanos, elaboré textos de Pedagogía, Tecnología Educativa, Psicología y Teorías del Aprendizaje. Y más artículos sobre Educación, análisis y reflexión constantes que hacía y hago llegar a cada maestro como retorno de lo que aprendí y sigo aprendiendo de ellos, en las entrañas mismas del bosque, en las riberas, en los cantos de las cochas, cuyo mensaje traté de descifrar para elaborar propuestas que considero pertinentes, teniendo como punto de referencia nuestra propia y diferencial realidad amazónica.

Como consecuencia de ello, en 1984 el Ministerio de Educación me concedió las Palmas Magisteriales en el grado de "Maestro".

Con los maestros aprendí a amar el BOSQUE. Y por ese amor me incorporé a las luchas en su defensa. Allí surgió el libro “ESCUELA-ARBOL, una propuesta de educación para la selva” que me valiera el premio Nacional de Educación - HORACIO 1991-de la DERRAMA MAGISTERIAL. Con esta obra expreso mi homenaje al BOSQUE por el amor que aprendí a sentir por él en mis recorridos por ríos, cochas,  tahuampas y caseríos ribereños.

Al año siguiente, el ensayo "LA FORMACION MAGISTERIAL, realidad y propuesta para la SELVA", sería premiado por la misma institución, concediéndome un Reconocimiento Especial del premio “Horacio Zevallos”

Ambos ensayos se originaron en el marco circunstancial de mi cargo como Director del I.S.P."LORETO" y profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, instituciones que me dieron la oportunidad para  mi enriquecimiento en el ejercicio docente.

En 1993, UNICEF-UNAMAZ publicaron la obra "SIN HADAS, SIN MUÑECOS, una síntesis de la niñez de la Amazonía", en cuya investigación participé conjuntamente con investigadores brasileños y ecuatorianos.

Ya en 1996 recibí, de parte del Ministerio de Educación, el premio por expresión poética, por la obra "LOS HIJOS DEL BOSQUE", conformada por un conjunto de poesías para niños, y que fuera publicada a nivel nacional por dicho Ministerio.

Posteriormente publicaría la obra "HACER EDUCACION EN LA SELVA, reflexiones en torno a la educación regional amazónica"(1997).

Luego vendrían nuevas obras: “Panorama histórico de la Amazonía Peruana, una visión desde la Amazonía” (2000), escrita con el periodista, artista plástico e historiador Humberto Morey Alejo; seguida por la obra "EL HOMBRE Y EL BOSQUE" (2001), lecturas que expresan mis preocupaciones sobre el medio ambiente regional.

A ellas les seguiría: “Educación para el desarrollo de la región Loreto – Fundamentos” (2004), “Omagua, canto al reino de las aguas y los árboles” (2007) y “Alegre Amanecer”, poesías infantiles para la educación forestal. (2009)

Con la masificación de la INTERNET, se me abrieron nuevas posibilidades para difundir mis productos intelectuales, por lo que sentí la necesidad de aprovechar las ventajas de las bitácoras digitales o blogs, iniciando la  creación de un blog al que denominé TIPISHCA (*), para compartir socialmente mis aportes analíticos, reflexivos y propositivos respecto a la educación de nuestra región.

En la actualidad, a través de diversidad de artículos, continúo entregando mis reflexiones sobre la educación regional, tratando de comprometer a la mayor cantidad posible de profesores, y en especial de autoridades, en la lucha por crear una educación que sea planteada desde y para nuestra región Amazónica. Desde las tribunas que me ofrecen diversas revistas y semanarios de la ciudad de Iquitos, insisto en la necesidad de construir socialmente una educación auténticamente regional, con pertinencia social, cultural y ecológica. Al servicio de nuestros intereses amazónicos.

                                                                                 Iquitos, febrero del 2014.
        

(*) WWW.TIPISHCA.BLOGSPOT.COM

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