16 de septiembre
Prof. Gabel Daniel Sotil García
Que el Sol,
esa estrella refulgente que está a 8 minutos luz de distancia de nuestra
maravillosa Tierra, nos da la vida, lo sabemos desde aquellos tiempos en que
nuestros remotos ancestros empezaron a sentirse diferentes de las demás especies
y mirar el firmamento con especial interés.
Gráfico representativo de la dinámica protectora de la capa de ozono. Foto bajada de INTERNET |
Equipados
con un exclusivo instrumental psicológico como especie diferente, dimos inicio
a un proceso de indetenible creación cultural para poder adaptarnos a las
diversas particularidades de la superficie que este planeta azul nos ofrece.
Avanzamos
tanto sin tomar conciencia de dicho avance hasta que un día de nuestra larga
historia creativa nos dimos cuenta que ese Sol, deslumbrante, fuente de vida,
centro axial de nuestro periplo por el majestuoso universo, también es fuente
de amenazas y peligros, provenientes de su propia constitución química, los
mismos que habían sido ya tenidos en cuenta por nuestro planeta en su proceso
de construcción como morada para todas las especies que hoy lo habitamos, obedeciendo
a una ignota y sideral sabiduría que,
seguramente, algún día enteremos.
Es así que
también nos dimos cuenta que nuestro progreso lo estábamos logrando al costo de
una ruptura de dicha protección. Que la especie humana venía, sin haberse dado
cuenta, horadando los escudos protectores que nuestra morada celeste había
construido para hacer propicia nuestra vida y la de todas las especies. Que
estábamos labrando nuestra propia destrucción.
Era eso,
precisamente, lo que veníamos haciendo con la CAPA o ESCUDO DE OZONO.
¿Y qué es la
capa de OZONO?
Nuestra
propia ciencia nos lo dice:
Agujero de ozono generado por el uso de determinadas sustancias químicas en nuestra actividad productiva. Foto bajada de INTERNET |
“Es una capa protectora de la atmósfera que
permite preservar la vida sobre la tierra y actúa como escudo para proteger la
tierra de la radiación ultravioleta perjudicial proveniente del sol”
(*)
Es decir, las diversas radiaciones
generadas por la dinámica termonuclear de nuestra estrella central, entre las
cuales se encuentran las radiaciones ultravioletas, tienen efectos nocivos para
la vida toda de nuestro planeta. Cuanto más delgada se haga esta capa, mayores
cantidades de radiaciones dejará pasar y, en consecuencia, los efectos nocivos
se harán más frecuentemente presentes entre nosotros.
Dejemos, nuevamente, que nuestra ciencia
continúe diciéndonos:
“La capa de ozono absorbe gran cantidad de la
peligrosa radiación ultravioleta. Si llegara a nosotros más radiación, podría
causar un incremento de cáncer de piel y cataratas. Pero el aumento de la radiación ultravioleta no nos afectaría sólo a
nosotros, sino también a toda la vida sobre la Tierra. Existiría peligro para
las cosechas las plantas y los árboles..., es decir, para los elementos que
constituyen la red alimenticia y, por lo tanto, para la producción mundial de
alimentos. En el mar, si el plancton marino formado por pequeñas plantas y animales que viven en la
superficie del agua desapareciera, los peces más grandes morirían de hambre y
la vida en el mar se extinguiría. Así se perdería una fuente primordial de
recursos alimenticios para el hombre.”(*)
(*) http://www.pnuma.org
Visite:
http://www.amazonia.org.pe/loreto-expectativa-y-desarrollo/
Esta
destrucción se expresa en la constante ampliación de los denominados “agujeros
de ozono”, generados, nada menos y nada
más que por nuestra propia actividad económico- productiva.
“La capa de
ozono, se encuentra bajo la amenaza de elementos químicos que nosotros
utilizamos.”(*) Nos sigue diciendo nuestra ciencia.
Es decir, seguirán ampliándose si seguimos utilizando dichos elementos.
Queda claro, entonces, que la solución está en nuestras manos. De
nosotros depende que se pueda restituir este escudo protector de la vida en
nuestra gran maloca.
¿La condición?
Educarnos, crear conciencia de estos peligros a los que nos estamos
exponiendo si no cambiamos nuestros patrones económico-productivos.
En la escuela está el escenario privilegiado para instalar en las nuevas
generaciones nuevos valores, nuevas actitudes, nuevos conocimientos acerca de
lo que la ciencia viene descubriendo y que requerimos aplicar para asegurar
nuestra supervivencia como especie.
Ojalá que en las instituciones educativas se dedique un tiempo para el
conocimiento y la reflexión sobre la fecha y su trascendencia, para generar
nuevos comportamientos de respeto a nuestra naturaleza y sus leyes.
(*) http://www.pnuma.org
Visite:
Esta
destrucción se expresa en la constante ampliación de los denominados “agujeros
de ozono”, generados, nada menos y nada
más que por nuestra propia actividad económico- productiva. “La capa de
ozono, se encuentra bajo la amenaza de elementos químicos que nosotros
utilizamos.”(*) Nos sigue diciendo nuestra ciencia.
Es decir, seguirán ampliándose si seguimos utilizando dichos elementos.
Queda claro, entonces, que la solución está en nuestras manos. De
nosotros depende que se pueda restituir este escudo protector de la vida en
nuestra gran maloca.
¿La condición?
Educarnos, crear conciencia de estos peligros a los que nos estamos
exponiendo si no cambiamos nuestros patrones económico-productivos.
En la escuela está el escenario privilegiado para instalar en las nuevas
generaciones nuevos valores, nuevas actitudes, nuevos conocimientos acerca de
lo que la ciencia viene descubriendo y que requerimos aplicar para asegurar
nuestra supervivencia como especie.
Ojalá que en las instituciones educativas se dedique un tiempo para el
conocimiento y la reflexión sobre la fecha y su trascendencia, para generar
nuevos comportamientos de respeto a nuestra naturaleza y sus leyes.
(*) http://www.pnuma.org
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