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Iquitos, Loreto/Maynas , Peru
- Nací en el departamento Ica, Provincia Palpa, Distrito Río Grande, Caserío "San Jacinto", 1941. Egresado de la UNM "SAN MARCOS", Facultad Educación, especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales, Docente Facultad Ciencias de la Educación y Humanidades-UNAP. Colaboro en: - Diversas revistas que se publican en Iquitos DISTINCIONES •PALMAS MAGISTERIALES, Grado de Maestro •PREMIO NACIONAL DE EDUCACIÓN “HORACIO”, 1991, Derrama Magisterial. •PREMIO NACIONAL EDUCACIÓN, “HORACIO”, 1992, Reconocimiento Especial •DIPLOMA RECONOCIMIENTO DE LABOR POR PUEBLOS INDÍGENAS- AIDESEP •PREMIO NACIONAL I CONCURSO NACIONAL LIT. INFANTIL, ÁREA EXPR. POÉTICAS, MED •RECONOCIMIENTO MÉRITO A LA EXCELENCIA Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL -UNAP. . Reconocimiento con la distinción "LA PERLITA DE IQUITOS", UNAP (2015), Reconocimiento por SEMANA DEL BOSQUE, Sub-Ger. Prom. Cultural, GORE LORETO., Condecorado con orden "CABALLERO DEL AMAZONAS" por el GORE LORETO (06.07.16), condecorado con la orden "FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS", Moyobamba, San Martín (24-09-2016). Palmas Magisteriales en grado AMAUTA (06-07-17) MINEDU. DIPLOMA DE HONOR, por Congreso de la República. 21-03-2019

sábado, 20 de febrero de 2016

PARA ELEGIR A NUESTROS CONGRESISTAS

 Prof. Gabel Daniel Sotil García


Una clara visión de la complejidad
de nuestra región debe caracterizar
a quienes elijamos como congresistas

A pesar de su extensión (63% del territorio nacional), nuestra región aún no entra al imaginario nacional en su real dimensión geográfica, social, cultural, económica, axiológica, bio-ecológica, etc.
Pese a que siempre la representamos con un intenso color verde, no logramos verla por más que miremos nuestros mapas, en especial los gobernantes y quienes tienen poder político.
El énfasis histórico puesto en las regiones de costa y sierra, sea por preponderancia minera, agrícola o política, ha posibilitado una percepción incolora, deslucida de la Amazonía, respecto a los intereses económicos de las clases dominantes.
En la época colonial, los intereses virreinales se centraron en el oro y la plata de la sierra. En la republicana, los grandes terratenientes y hacendados priorizaron la agricultura en los valles costeños.
Es recién, a partir del tercer tercio del siglo XIX, que la selva es vista pero no como una región poblada por seres humanos, con diversidad de grandiosas culturas, sino como emporio de riqueza material.
Caucho, madera, resinas (palo rosa, sangre de grado), oro, petróleo, peces, café, cacao, sacha inchi, camu camu, etc. todo fue susceptible de exportación depredando al bosque, ríos, cochas, diversidad biológica.
No solo al bosque, sino también la riqueza espiritual de los Pueblos Originarios, hoy menospreciada por quienes tienen una visión mercantilista, despectiva, de nuestras culturas. 
Es así como hoy encontramos a nuestra región agredida para satisfacer los intereses de enriquecimiento de empresas foráneas, que solo quieren aprovechar, a cualquier costo, hasta la destrucción, los recursos naturales que son parte de un circuito de vida, que hacen que la selva tenga un valor para el equilibrio funcional de nuestro planeta.
De los 368,852 km2 de extensión de nuestro Loreto, lo que podríamos llamar áreas urbanas, es ínfimo, aunque en estas se concentra su mayor presencia demográfica.
Iquitos, Yurimaguas, Requena, Contamana, Nauta, Caballo Cocha, San Lorenzo y San Antonio del Estrecho son nombres asociados a medianos centros de concentración poblacional, los más grandes de nuestra región.
Pero, si observamos bien, frente a ellas, chimbado el río en cuyas riberas se asientan estos núcleos, empieza un mundo diferente, tanto cualitativa como cuantitativamente, que se expresa en el entorno ambiental y en la dinámica sociocultural que se da en ellos.
Fortalecer la dinámica sociocultural
en el área rural nos es prioritario
para promover nuestro desarrollo endógeno.
Estamos, entonces, en lo que llamamos área rural, área ribereña, de bosques continuos, de silencios plácidos, de amaneceres canoros, de brisas forestales, de atardeceres anonadantes por su belleza, de lunas esplendentes, de tempestades estremecedoras y de olores naturales procedentes de la fronda cercana. Es decir, de expresión plena de la naturaleza, en donde se siente el respirar telúrico del bosque.
Pero, también, sin ruidos motorizados, sin trepidares mecánicos, aunque a veces sin corriente eléctrica, sin servicios básicos (agua, desagüe, postas), sin sueños interrumpidos…
Habitada por gente tempranera, laboriosa, obsequiosa dentro de su pobreza, amable por naturaleza. Personas dialogantes con las plantas, los animales, el río, la cocha, el cielo, las nubes, las tempestades, los silencios.
Toda una riqueza espiritual que se expresa en el marco de una naturaleza pródiga, dadivosa, que solo espera un gesto, una señal del ribereño para entregarle sus bondades.
Gestos que deben expresarse en planes de desarrollo, en proyectos de vida superior, de satisfacción mejor de sus necesidades, de respeto a su idiosincrasia cultural, a sus sueños, a sus aspiraciones.
Gestos en los que ellos mismos sean sus protagonistas para preservar su esencia cultural-espiritual transformando sus potencialidades naturales en riqueza social.
Sin embargo justo es reconocer que, hasta el presente no hemos dado mayor importancia en nuestra región a la formación de un consenso regional en cuanto a nuestro futuro social.

La problemática indígena tiene que ser
tomada en cuenta en las prioridades de
política regional.
Hemos dejado que, por generación espontánea, sucedan los eventos sociales y culturales, fuera de nuestro control o bajo el control exógeno, como si consideráramos que la historia sucede por inspiración divina o por voluntad de otros pueblos y no por la nuestra.

Hasta hoy no es evidente la necesidad de poner bajo control determinado tipo de acontecimientos que expresen las preocupaciones por nuestro futuro colectivo; que nos lleven a plantearnos una visión racional de la sociedad o sociedades que queremos construir con nuestro esfuerzo de hoy, dado y considerando que somos una región de prodigiosa multiculturalidad.

La consecuencia de todo ese esfuerzo omitido es la ausencia de una clara visión de lo que queremos ser socialmente, lo cual por cierto nos impide coordinar nuestros esfuerzos, hacer sinergias sociales, para dirigirnos hacia un futuro deseable y compartido por todos los que vivimos en esta región.

Por todo ello es que nuestros congresistas no han sido conscientes de esta necesidad, pues, o han trabajado para sus partidos  y movimientos o nunca buscaron la articulación de sus esfuerzos en favor de nuestra Amazonía.

Aislados, enfrentados, una vez en la capital nacional, olvidaron sus raíces y sus compromisos. Restringieron su accionar a formalidades que nunca llegaron a los problemas raíces. Solo se preocuparon por mantener un cierto perfil incoloro, desapercibido, esperando la nueva oportunidad que llegaría con las siguientes elecciones, en que intentarían renovar sus promesas a los pueblos loretanos.

Enfatizar programas de capacitación
del poblador rural tiene que ser
componente fundamental de las propuestas
que dinamicen nuestros congresistas.
Pero, de cambios sociales, políticos, culturales, económicos  trascendentes, NADA.

Y es que el menú partidario que portan nuestros congresistas no representa nuestros intereses regionales.
Con una labor complaciente con los grandes capitales y poder político o por sus compromisos partidarios, actúan con una proverbial indiferencia frente a los problemas de nuestra Amazonía.
No olvidemos, entonces:
Nuestra Amazonía merece ser representada por personas políticas que encarnen los más grandes ideales ético-morales e intereses superiores de nuestra región con sensibilidad, compromiso y visión de futuro.

Nota: Publicado en KANATARI, 28 -02- 16





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