Reflexiones sobre nuestra educación
Prof.
Gabel Daniel Sotil García
A estar por las recientes informaciones que emanan de
las autoridades educacionales regionales, a partir del presente año escolar se
pondrá en vigencia, en condición experimental o de prueba, el denominado
CALENDARIO ALTERNO PARA EL ÁREA RURAL de nuestra región, entre los meses de
junio a febrero.
Si bien se puede decir que esta decisión es una
respuesta tardía, dado que hace más de treinta años fue planteada como una
necesidad para el desarrollo de nuestra región entre los planteamientos de
“Escuela Árbol, una propuesta de educación para la selva”, sin embargo su
necesidad es más perentoria en estos momentos por muy diversas razones.
Al respecto debemos recordar que ya anteriormente se
había intentado poner en vigencia este calendario, pero la rigidez de las
disposiciones del MINEDU (Ministerio de Educación) y su actitud
intervencionista en cuanta decisión educacional se tome en las provincias,
hicieron imposible tal propósito.
Ahora se dice que se aplicará, experimentalmente, en
la jurisdicción del distrito de Sargento Lores (el año anterior iba a ser en
Indiana y Nauta).
Las razones no las conocemos, pues es muy poco lo que
se ha informado al respecto. Seguramente que los especialistas del MINEDU, GORE
LORETO y DREL han hecho las coordinaciones necesarias para dar la
fundamentación pertinente.
Esperamos que se hayan tomado todas las previsiones
para que esta medida tenga el mejor significado para nuestra educación rural,
pues como ya dijéramos en artículo anterior, la calidad y cantidad del
aprendizaje de los educandos del sistema formal de educación dependen de muy
diversos factores. Algunos de esos factores son condiciones que se dan dentro
de la propia institución educativa. Otros provienen de las condiciones
personales, familiares y comunales en las que hacen su vida los educandos.
Pero, hay otras, que se generan en características más generales, que están
fuera del dominio de las decisiones del profesor y que afectan grandemente el
nivel de logros de aprendizaje de los educandos, por cuanto influyen en el
tiempo dedicado a la realización de clases.
Este último factor tiene que ver, en el caso nuestro,
con el aspecto climático, pues tiene una gran influencia en lo que se refiere
al calendario académico o de clases vigente en el sistema educativo de nuestra
región.
Ahora bien, siendo nuestra región predominantemente
rural, el fenómeno de la creciente, inevitable por las características
climáticas de nuestra región y la baja altitud de los suelos de la denominada
Selva Baja, Llano Amazónico o Región Omagua, tiene grandes consecuencias en las
actividades escolares (no solo en ellas, por cierto) de las comunidades
rurales, las cuales, asentadas por patrones tradicionales en las cercanías de
cochas, quebradas y ríos, se ven afectadas en el aspecto físico de la escuela o
institución educativa. Si bien es verdad que no impiden el trabajo escolar, sí
lo dificultan, obligando, en determinadas circunstancias, a suspender dichas
actividades, con la consecuente pérdida de clases para los niños, por cuatro o
más meses, en algunos casos.
A consecuencia de esta situación, no solo se producía
suspensión de labores educativas, sino también destrucción de enseres, deterioro del local
escolar y equipamiento, peligro en el desplazamiento de los educandos, etc.
En consecuencia, esta medida, de entrar en vigencia,
no será sino una respuesta realista y objetiva a las condiciones
geográfico-climáticas de nuestra región. Pero no suficiente.
Ojalá que esto redunde en la calidad de la educación
rural, pues para que así sea se requiere hacer ajustes y adaptaciones
necesarios en muy diversos factores que están presentes en la dinámica
educacional, a fin de que los aprendizajes de los estudiantes les posibilite
desempeñar un rol actuante y aportante a la dinámica de sus respectivas comunidades,
tributarias de nuestro desarrollo regional.
Nuestra propuesta es que el Calendario Escolar Alterno, para el área rural loretana, debe ser
percibido en su exacta dimensión, pues es sólo
un componente de una política educativa
integral que debe elaborarse diferenciadamente para el área rural, en el
marco de una política educativa
específica para nuestra región amazónica.
Por lo tanto, se hace necesario fijar: normas y
procedimientos para elaborar un currículo diferenciado, que permita que los estudiantes
no sólo “aprendan más” (cantidad) sino que aprendan lo que deben aprender
(calidad) en el marco de nuestras
circunstancias regionales; una estructura administrativo-organizativa
diferencial; una política de infraestructura y elaboración de material
didáctico pertinente; la formación y capacitación del magisterio y una política
específica de incentivos para su desarrollo, una logística de servicios
específicos y diferenciales, entre otros.
En todo caso, lo del calendario diferenciado para el
área rural es un buen comienzo que debe ser continuado con otras decisiones
dirigidas a mejorar la educación de ese gran sector, marginado hasta hoy, que
es el área rural amazónica, pues lo
del calendario alterno con ser necesario, no es suficiente.
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