Debemos entender que entregar nuestro poder de
decisión política personal a un representante que no garantice una gestión a
favor de los intereses de nuestra región, en la diversidad de aspectos que comprende
su compleja realidad, es echar a perder un bien moral concedido por la sociedad
para vivir humanamente. Es un acto de tremenda irresponsabilidad votar
alegremente por quienes actuarán en contra de nuestros intereses amazónicos.
El comportamiento que normalmente viene mostrando el
alcalde, el gobernador y el congresista, elegidos por el voto popular, es el de
ponerse al servicio de intereses muy ajenos a los de quienes los eligieron. Porque,
luego de elegidos, tomarán decisiones que solo satisfarán a quienes tienen el
poder político y económico, marginando, para todo efecto, los intereses de sus
electores.
Hasta ahora, ese es el proceder normal: una
permanente burla a los electores, que verán que las promesas que les hicieron
simplemente pasan al olvido, hasta que se reaviven en el próximo proceso
eleccionario.
Por ello es que necesitamos educarnos en una nueva
manera de ejercer los derechos políticos-sociales para dar paso a un nuevo tipo
de democracia, en el cual nuestros representantes antepongan los intereses
regionales, de mayor trascendencia, a los personales o de sus movimientos y
partidos políticos.
Bien sabemos que, desde los más altos niveles del
poder político, se viene permitiendo y favoreciendo profundas inequidades
entre lo rural y lo urbano, una acentuada desnutrición de la niñez, la pobreza
y extrema pobreza de un amplio sector social, un indetenible proceso de
depredación de nuestra región: la irracional tala de los bosques primarios, el
cambio de uso del suelo amazónico, la contaminación de ríos y cochas por la
ineficiente aplicación de la tecnología de explotación del petróleo, el dragado
de los lechos de los ríos para la extracción de oro, el uso de plaguicidas para
imponer los monocultivos, el vertido de los residuos sólidos en áreas cada vez
más extensas de bosque aledañas a las ciudades, el vertido de las aguas
servidas citadinas directamente a los flujos acuáticos, el arrojo de
grandes cantidades de productos químicos derivados de las actividades del
narcotráfico, la carencia de programas de uso sostenible de nuestros recursos,
el deterioro indetenible de las condiciones de vida en las unidades
demográficas de la región, etc. Es decir, todo un universo de agresiones que,
por lo general, pasa desapercibido para los aspirantes a políticos.
Políticos cuya única meta es hacerse del poder para
sus propios beneficios, haciendo ofertas sin mayor trascendencia.
Con una labor complaciente con los grandes capitales
y poder político, una vez elegidos, actúan con una proverbial indiferencia
frente a dichos problemas y agresiones a nuestra Amazonía, aunque en el acto de
conquista de las simpatías ciudadanas hayan hecho las más demagógicas ofertas
de solución y atención de las necesidades sociales.
Entonces, se hace necesario educarnos para elegir a
representantes que tengan sensibilidad y
compromiso, más allá de los límites partidarios, para luchar por mejores
condiciones en las decisiones que se tomen respecto a nuestra región.
La visión mercantilista que se ha cernido sobre la
Amazonía desde los ojos de quienes tienen los poderes económico y político en
nuestro país, viene, de una u otra manera, condicionando acentuadas actitudes
de indiferencia, distanciamiento, frialdad frente a las diversas agresiones que
se nos infiere en nuestra diversidad cultural, lingüística, económica,
geográfica, biológica y ecológica, sin que nuestros sucesivos representantes en
el poder político se hayan dado por enterados de las mismas.
Por ello es necesario que votemos por quien nos
dé la oportunidad de contribuir con el engrandecimiento de nuestra Amazonía. Por
quien valore nuestra diversidad cultural, lingüística y biológica. Por quien
trate a los Pueblos Indígenas con respeto, con equidad, valorando sus formas de
vida y dándoles la oportunidad de poner al servicio nacional toda su sabiduría
ancestral. Por quien vea en Loreto su enorme potencial rural con toda su
riqueza para nuestro bienestar. Por quien posibilite la búsqueda de dar a
nuestros recursos el mejor beneficio para quienes vivimos en esta región.
Es necesario, por lo tanto, que los actuales
postulantes, más allá de sus grandes deseos por ser representantes
político-sociales, transmitan claridad de valores y actitudes que garanticen
luchar por nuestros intereses amazónicos.
Por lo menos exijámosles conocimientos sobre
nuestra realidad, pues serán necesarios cuando tengan que tomar decisiones.
Esta, que es una desesperante deficiencia personal
y partidaria, debería ser subsanada por la institución política que los
promueve como condición para que puedan actuar en representación de sus
partidos o movimientos.
En verdad, este descuido refleja que la praxis
política en nuestra región no es seria, responsable, comprometida.
Estando a las
puertas de un nuevo ciclo político electoral, considero que debemos
afrontarlo de una nueva manera.
NO OLVIDEMOS:
NUESTRA AMAZONÍA MERECE SER REPRESENTADA POR
PERSONAS POLÍTICAS QUE ENCARNEN LOS MÁS GRANDES IDEALES ÉTICO-MORALES E
INTERESES SUPERIORES DE NUESTRA REGIÓN CON SENSIBILIDAD, COMPROMISO Y VISIÓN DE
FUTURO.
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