Más reflexiones sobre la huelga magisterial
Prof. Gabel Daniel Sotil García
Al parecer, ya se agotaron los
argumentos racionales para enfrentar a la huelga magisterial.
De aquí en
adelante, seguramente que predominarán las amenazas con calificativos
político-ideológicos y no habrá nada en
discusión.
Ceguera, miopía del Gobierno
para enfrentar un acto de protesta legítima de parte del magisterio nacional y
regional.
¿Cómo no darse cuenta de la
magnitud y gravedad del problema? ¿Y de sus características?
¿Se necesita, acaso, que haya
muertes para que las autoridades redimensionen sus actitudes frente a las
tremendas injusticias, históricas, por lo demás, que aquejan a los profesores
de nuestro país?
Esperé un mejor mensaje, el
cual se redujo a oficializar, en boca del señor presidente, las argucias con
las que se ha venido tratando de deslegitimar la protesta de casi todo el
magisterio nacional.
Me pregunto, ¿y ahora qué?
Tengo la remota esperanza de que alguien, de
su costoso equipo de asesores tanto presidenciales como ministeriales, le diga
al Presidente y Ministra, de los graves errores de percepción en los que están
incurriendo. Y de las más graves respuestas con las que están enfrentando esta situación.
El magisterio está reclamando
la oportunidad de contribuir, de mejor manera, con el desarrollo de nuestro
país y región, lo cual no puede hacer precisamente por las grandes
limitaciones, injusticias, precariedades que le impiden hacer un trabajo de
alta eficiencia profesional, con compromiso con la construcción de un Perú como
lo queremos todos los peruanos que lo amamos.
Sus injustos sueldos, que no
les permite ni siquiera autocapacitarse para elevar su estatus profesional; la carencia
de una política de incentivos psico-profesionales, económico-culturales, etc.
todo ello incide en condenar al magisterio, muy a su pesar, a restringir su
desempeño profesional a logros deficientes, con los cuales no están satisfechos.
He, allí, la razón de sus exigencias.
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