Prof. Gabel Daniel Sotil García
Las carabelas en las que llegaran los mensajes de una cultura diferente. |
En el proceso educativo formal, por el que la mayoría de peruanos hemos pasado, la fecha 12 DE OCTUBRE tuvo una especial relevancia.
Recuerdo que en cada institución educativa se ponía un notorio esmero en la celebración de esta efeméride: el DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA.
En los libros de historia y en las enciclopedias se le dedicaba significativos espacios para destacar la importancia del suceso histórico de dicha fecha.
Todos los niños peruanos nos alegrábamos hasta el delirio con aquella frase del marino, acompañante del Gran Almirante Cristóbal Colón, que gritara “¡Tierra a la vista!”, cuando ya los ánimos de toda la tripulación estaban al borde del colapso. Y, también, nos hemos apenado hasta las lágrimas cuando nuestro profesor nos narraba el encadenamiento y prisión de nuestro héroe.
Esas alegrías y pesares ya no los podemos evitar. Sucedieron en nuestras almas infantiles y posiblemente dejaron profundas huellas en cada uno de nosotros.
Si bien esa forma de enseñarnos la Historia era coherente con los propósitos sociales de la educación de aquellas épocas, hoy, en las actuales circunstancias, tenemos (es una obligación moral) que meditar profundamente tanto respecto al suceso mismo como con respecto a sus consecuencias.
El continente ABYA YALA de los pueblos indígenas originarios, que hoy conocemos como América. |
No cabe duda de que la interpretación de los acontecimientos socio-históricos varía de época a época, sea por los criterios que se pongan en juego o por los intereses que se interpongan. No hay acontecimientos con valor absoluto.
En la educación nacional y regional le dimos el valor que nos enseñaron a darle desde la perspectiva de quienes decidían lo que debíamos aprender, por tener el poder económico y político, como hasta ahora sucede.
Por ello es que nos es necesario enfatizar los cuestionamientos que desde hace algunos años se viene haciendo a esa interpretación que, de alguna manera, sigue vigente por la omisión del énfasis en el rol de las diversas culturas indígenas americanas y de las consecuencias destructivas socioculturales y biológicas que ellas sufrieran hasta el presente.
En nuestras instituciones educativas debemos dar vida a una explícita re-interpretación del suceso en las mentes de nuestros educandos, desde la perspectiva de los pueblos originarios de este continente. Pueblos que fueran y siguen siendo sus mayores víctimas.
Variados y consistentes argumentos han sido expuestos en el marco de este cuestionamiento raigal por parte de pensadores peruanos y extranjeros, dedicados a reflexionar sobre nuestra historia americana, formulados en el sentido de generar en nosotros una profunda autocrítica de nuestro rol en este último medio milenio. Rol que ha consistido fundamentalmente en imitar todo cuanto era y es producido por la cultura de quienes impusieron sus dominios en este Continente desde 1492, bajo el supuesto de que los logros culturales de los pueblos originarios no tenían mayor valor, prejuicio que aún tiene plena vigencia en las sociedades mestizas y se evidencia en la mente de nuestros gobernantes.
El pleno uso de los propios recursos forestales es una de las características de las culturas amazónicas originarias. |
La arrogancia etnocéntrica de quienes se hicieron de los mecanismos del poder condicionó en la mente de sus descendientes mestizos un profundo desprecio por todo aquello que hubiera tenido origen en estas tierras, hoy llamadas Americanas, pero que en el momento de ser descubiertas por los ojos de los europeos, se llamaba ABYA YALA (“Tierra pronta a dar sus frutos”, “Madre en preñez”, en idioma kuna, Panamá).
Como consecuencia de ello, nuestros ojos nunca se dieron cuenta del valor de todo cuanto había sido creado por el esfuerzo de los múltiples Pueblos originarios de este Continente.
Envenenados por el desprecio y minusvaloración, fuimos incapaces de ver la potencialidad creadora, los grandiosos logros culturales de los que habían sido capaces estos Pueblos.
Hoy, y en la medida en que una nueva actitud frente a los Pueblos Indígenas de todo el mundo está logrando alcanzar mayores consensos, tenemos que aprender y enseñar a mirarnos hacia nuestra interioridad, para saber y valorar aquello de lo que fuimos capaces y para conocer nuestras potencialidades desde las cuales podemos y debemos contribuir con la humanización de nuestra especie.
Todo ello con miras a construir nuestro propio futuro, propio en la medida en que éste debe partir y ser construido desde nuestra peculiaridad histórica y actual situacionalidad.
Tenemos la obligación moral de enriquecer la cultura humana con nuestros propios aportes, utilizando esa capacidad que nuestros antepasados, nuestros ancestros, ya demostraron en su relación con su entorno ambiental: su creatividad.
Es preciso que hagamos de América un Continente con su propia personalidad construida desde sus propios valores milenarios, cuya validez ha sido demostrada plenamente, para dar respuestas coherentes con nuestras diversas realidades ecológicas y socio-culturales particulares. Sólo así superaremos la actual situación de la gran mayoría de países latinoamericanos, caracterizada por la desorientación axiológica, la pobreza, la desorganización socio-política, la injusticia social, la dependencia psíquica, las mutuas desconfianzas, la pérdida de fe en nosotros mismos, etc.
Manto con ideogramas de la cosmovisión de la cultura Shipibo. |
Que sea, pues, este y cada 12 DE OCTUBRE, una oportunidad propicia para nuestra reflexión colectiva sobre todos estos temas que nos atañen, superando para siempre, celebraciones y homenajes superficiales, que sólo han significado para nosotros el consolidar en nuestras mentes valores y actitudes que han hecho muchísimo daño a nuestros intereses continentales.
No nos parece conveniente que sobredimensionemos ni tergiversemos el suceso histórico, porque ello ha implicado para nosotros, un secular enceguecimiento respecto al valor de nuestras culturas originarias, en cuya potencialidades radican los fundamentos para construir un futuro propio, con la impronta de nuestro ser histórico original.
Habiendo sido una de las características de todas estas culturas el profundo conocimiento y coherencia con su entorno y la praxis de un universo axiológico que posibilitaba un sólido respeto por su escenario existencial, hoy nos urge retomar todo ello y darle vigencia social para recuperar los tiempos perdidos en Latinoamérica.
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