El contacto intenso con la realidad regional es requisito para la mejora de la calidad de formación de los profesionales. |
Una
de las consecuencias más importantes que ha tenido la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, realizada por la UNESCO en París, en 1998, es el reforzamiento de
la toma de conciencia acerca de la importancia fundamental que tiene la
educación superior para el desarrollo sociocultural y económico y para la
construcción del futuro de cualquier sociedad; logro que se expresa en los
documentos que fueran elaborados en dicho foro: la “Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI:
Visión y Acción” y el “Marco de
Acción Prioritaria para el Cambio y el Desarrollo de la Educación Superior”.
Dicha toma de conciencia se ratifica
en la reciente realización de la Conferencia
Regional de la Educación Superior en América Latina y El Caribe – CRES 2008 –, realizada
en Cartagena de Indias, Colombia, en junio de dicho año, en la que también se ha hecho una
declaración, luego del análisis de la situación de la educación superior en
América Latina y El Caribe.
En dicha declaración
se afirma que los retos y las oportunidades de la educación superior en América
Latina y El Caribe deben plantearse a la luz de la integración regional y de
los cambios en el contexto global; es decir, respecto a la dinámica interna de
los países de la región y respecto al entorno mundial; los mismos que son los
siguientes: reforzar el compromiso o responsabilidad social de la universidad,
mejorar su calidad y pertinencia y consolidar su autonomía, teniendo como
referente el logro de una educación superior para todos y todas, y como meta el
logro de una mayor cobertura social con calidad, equidad y
compromiso con nuestros pueblos.
Es decir, una
educación superior en contacto intenso y extenso con su entorno interno y
externo.
Es bajo esta
percepción que vamos a analizar los desafíos y perspectivas de la educación
superior en la Amazonía Peruana, teniendo como propósitos centrales los
referidos al logro de su calidad y la construcción de su pertinencia, en el
marco de la premisa de que la educación
superior tiene valor esencial para la
construcción de un futuro mejor para nuestros pueblos amazónicos.
En la formación de profesionales el conoci- miento científico debe abrirse paso entre la selva de fantasías y falacias creadas acerca de lo que somos como región. |
Y es que hasta hoy la educación
superior, así como toda la educación en desarrollo en la Amazonía Peruana, no
han sido pensadas desde y para esta realidad, pues el trasfondo ideológico
sobre el cual se sustentaran las decisiones para su diseño se ha nutrido de una
percepción fundamentada en prejuicios y carencias; por lo tanto, equívoca y
tergiversada. Trasfondo cuyo componente fundamental es la visión de la amazonía
como tierra de conquista para todo efecto.
En el documento “Amazonía Peruana: investigación para el
desarrollo sostenible”, publicado por el Instituto de Investigaciones de la Amazonía
Peruana –IIAP, el Proyecto FAO y el Tratado
de Cooperación Amazónica, en 1998 (1) al hacer el
análisis de la percepción que la sociedad civil y científica han venido
teniendo de nuestra región, estas instituciones expresan“ ...la falta de categorías epistemológicas para interpretar la diversidad
con criterios de diferencia han atribuido a este esplendoroso universo
fantasías y falacias que carga a cuestas hasta hoy y que hacen se la ignore en
su verdad esencial, en la potencialidad de sus recursos singulares y en las
decenas de culturas que mantienen aún, a pesar de la permanente voluntad
integradora de la sociedad envolvente, sus raíces milenarias en un armónico
diálogo con el hábitat.
El contacto vivencial con la realidad regional es el mejor recurso para destruir los mitos ideológicos acerca de ella. |
Fantasías y falacias que han
funcionado y vienen funcionando como un
conjunto de velos encubridores y deformantes de la realidad amazónica, que han
impedido verla a plenitud y en su certeza.
Por cierto que, en la conformación de
estas imágenes mentales, interesadas y falsas, el elemento que ha tenido un rol
preponderante, aunque no exclusivamente, ha sido el conjunto de mitos
ideológicos que circulan en todas las esferas sociales, induciendo una falsa
realidad que, sin embargo, ha sido el referente inspirador de tales decisiones.
Mitos que han sido y siguen siendo causa y efecto en este círculo vicioso que
hoy tiene manifestaciones contundentes en nuestra región.
Algunas de esas manifestaciones no
son sino el extractivismo - mercantilista, de predominante carácter exportador,
producto de la supuesta inagotabilidad de nuestros recursos naturales, que hoy
destruye nuestra riqueza ecológica y sociocultural; los solapados, unas veces y
abiertos otras, enfrentamientos interculturales productos del racismo,
construido sobre el supuesto falso de la inferioridad de las culturas nativas,
que nos corroe a todos e impide el logro de los necesarios consensos para
lograr nuestro desarrollo, destruyendo nuestra riqueza espiritual; nuestra
progresiva despersonalización cultural producida por una persistente y sólida
campaña de penetración ideológica mediática, de libre ejercicio destructor y al
servicio de intereses transnacionales; la persistencia de una férrea condición colonial en los
paradigmas predominantes que guían nuestra actuación social, esquemas mentales que
nutren y sustentan el universo de
decisiones equivocadas al servicio de la consolidación del estatus de
dominación en el que hemos caído y del que nos cuesta escapar, por cierto.
Es esta
muyuna conceptual la que nos viene proporcionando los criterios con los cuales
enfrentamos los diversos problemas que deseamos resolver tanto en el campo
educacional como en los demás de importancia social. Por lo tanto, no debe llamarnos
la atención el hecho de que la consecuencia más trascendente de esas decisiones
sea la pobreza que hoy nos aflige tan dura, tan despiadadamente, a pesar de ser
una de las regiones con mayores recursos
naturales y culturales, recursos que significan riqueza potencial para
satisfacer nuestras necesidades sociales a condición de aprender a utilizarlos
racionalmente, pero que, sin embargo, vienen siendo mal utilizados,
desperdiciados, en su finalidad social.
Desde su postulación, el potencial humano debe sentirse inspirado en nuevas motivaciones. |
El haber considerado a nuestra región
como un escenario de exclusivo cumplimiento de las decisiones que se toman
fuera de ella; el habernos percibido como la gran despensa de inagotables
recursos; el no valorarnos como sujetos agentes de historia; el ignorar nuestra
complejidad y peculiaridad situacionales, no son sino las consecuencias lógicas
y las expresiones de esa falsa percepción que ha inspirado, entre otros, todo
el proceso de formación del potencial humano en
esta región y que continúa siendo la plataforma de sustento
incuestionada de dicha formación.
Tengo la impresión vivencial de que
las instituciones de educación superior, universitarias y no universitarias, de
formación técnica o profesional, no han brindado mayor importancia a dicho
entorno ideológico, permitiéndole la más plena libertad de acción para
condicionar nuestras decisiones en dicho campo. Es decir, hasta hoy, tales
instituciones no han hecho objeto de análisis y reflexión dicho sustrato
psicosocial, dándole así, libre curso de acción para ejercer sus influencias.
Entonces, el desbrozamiento de esa
tupida maraña o floresta mental, que hemos construido los peruanos, y en
especial los mismos amazónicos, desde la invasión de la cultura europea, constituye el primer reto de la educación superior, pues
el mismo viene inspirando, desde lo más profundo de nuestra estructura
psiquica, las decisiones que se toman respecto
a la formación de nuestros profesionales.
Sólo una nueva estructura axiológica de los estudiantes posibilitará la superación del extractivismo mercantilista de carácter exportador en el ejercicio de su profesión. |
Consideramos prioritario el inducir,
en este proceso formativo del potencial técnico y profesional, una estructura
axiológica que posibilite la superación del extractivismo mercantilista que hoy
nos agobia, y la vigencia de un proceso de elevación de la calidad de nuestra
vida social a partir de un uso racional de nuestros recursos y manteniendo el
equilibrio ecológico, tal y como se viene planteando formalmente, por acuerdo
de foros del más alto nivel mundial, en
el marco doctrinal del desarrollo sostenible; que posibilite la superación de
mecanismos de imposición ideológico-política sobre las culturas indígenas y la
vigencia de relaciones armónicas con miras a lograr una auténtica democracia
intercultural; que posibilite la actuación transformadora sobre nuestros
recursos naturales en el marco de una sostenibilidad económica, social y
ecológica; que promueva el fortalecimiento de los mecanismos psíquicos que
posibiliten asumir a plenitud el protagonismo en nuestras propias decisiones,
única forma de hacer frente al centralismo, enseñoreado por nuestra propia
desidia.
Pero, también es necesario enfatizar la capacitación operativa del nuevo
potencial técnico y profesional, en el marco de un fuerte énfasis en la
estimulación de la creatividad que posibilite la búsqueda de diversas formas de
innovación de los procesos de transformación de nuestros recursos, para un
óptimo aprovechamiento de los mismos. Debemos tener muy en cuenta que en los
momentos actuales, el proceso de desarrollo y modernización en que está
empeñado el gobierno central se basa no sólo en la introducción de conquistas
culturales sino en la priorización de la atención a las demandas foráneas
(mercado internacional), que no son el producto de nuestra creatividad ni de
nuestras necesidades y que, por lo tanto, van a significar la perpetuación de
nuestra condición de país subdesarrollado y región con los más altos índices de
deficiencias estructurales: pobreza, desnutrición, agresión ambiental,
enfrentamientos interculturales, inequidades, etc., todo ello enmascarado por un crecimiento económico excluyente, que sólo favorece a quienes tienen el poder.
Como consecuencia
de nuestra maduración social, todo este trasfondo ideológico, debemos someterlo,
pues, a los más profundos, serios cuestionamientos y generar nuevos comportamientos sociales e
institucionales para que nuestra realidad regional comience a ser percibida
desde nuevos parámetros, desde su esencia interior: su forestalidad y su
pluriculturalidad.
Son, entonces, las
instituciones de educación superior las que deben asumir este reto, para que devengan en instituciones socialmente
significativas, en concordancia con un nuevo universo conceptual para dar
nuevas respuestas, orgánicamente planteadas.
Un segundo reto para la educación superior en
nuestra región lo constituye la promoción de la construcción de un nuevo proyecto sociopolítico
y cultural, dado que los proyectos
colonial y criollo hasta hoy desarrollados en el lapso de casi medio milenio de
historia ajena, sólo han tenido consecuencias socioculturales, psicológicas,
ideológicas, económicas y ecológicas negativas para nuestra región.
Son dichas
consecuencias las que nos tienen que llevar a asumir la responsabilidad social
de plantear un nuevo proyecto político-social que nos posibilite el desarrollo
integral de nuestra región con características cualitativamente distintas.
La comprensible alegría en las ceremonias de graduación debe, también, significar una férrea decisión para superar el paradigma centralista que nos agobia. |
Tener un
gobierno regional, como que ya los tenemos, no garantiza que “ya somos una
región”, si es que en el fuero íntimo de cada uno de nosotros no está bien
definida esa imagen. La entidad “región”,
desde el punto de vista político, se constituye fundamentalmente por el
reconocimiento genérico de que tenemos características diferenciales, respecto
al resto de nuestro país, que ameritan compartir una dinámica administrativa
conducida por un gobierno reconocido jurídicamente como regional. Pero, eso es lo formal, pues el fondo
esencial y sustento trascendente de nuestra
región debe ser la praxis social
que desarrollemos, individual y colectivamente, teniéndola como referente cognoscitivo,
axiológico-actitudinal y espiritual.
Debemos
tener muy en cuenta que este estatus jurídico de región, hoy logrado, se está concretando luego de una larguísima
experiencia nacional de sojuzgamiento por las fuerzas de un centralismo que
conformó en cada uno de nosotros una estructura psicológica propia de una
situación de dominación y exclusión total respecto a un centro de poder
subyugante, deslumbrante, omnipresente e impositivo, que actuó algunas veces
burdamente y otras sutilmente, como hasta hoy lo viene haciendo.
Es decir
que, por una parte, hemos sido condicionados psicológicamente para obedecer,
para acatar decisiones tomadas por quienes han venido usufructuando del poder
en las sucesivas épocas de nuestra historia regional. Tenemos hoy, por lo
tanto, un substrato psicológico propicio para la espera de las soluciones, no
para crearlas, en este marco psicológico de dependencia neo-colonial. De aquí
que nos resulte más cómodo esperar que nos digan qué hacer que buscar y
construir, con esfuerzo creativo, las soluciones a nuestros problemas.
Por otra
parte, el paradigma centralista, dentro del cual venimos actuando en los
últimos cinco siglos, ha condicionado a quienes ejercen el poder no sólo para
seguir viéndonos en el rol de simples cumplidores de sus órdenes, sino para
poner en juego mecanismos que perpetúen dicha situación. Es decir, mandante y
mandado compaginan perfectamente en sus respectivos roles para complementarse,
de manera que desde Lima se nos sigue viendo como los que debemos obedecer sus
diversas decisiones y nosotros nos percibimos como quienes las debemos obedecer.
Esto es hoy
uno de los mayores obstáculos para construir un gobierno regional
cualitativamente diferente al gobierno nacional, que se nutrió (y sigue
nutriéndose) de nuestra marginación, de nuestra obediencia impuesta, de nuestra
lejanía, valiéndose tanto de sutiles como de burdos mecanismos de
centralización política, ideológica, social y cultural y, entre ésta, la
educacional.
Uno de los propósitos de mayor trascendencia de los estudios de posgrado debe ser la capacitación cognoscitiva y actitudinal para la construcción de un nuevo proyecto político-social en nuestra región |
En este
proceso de construcción social de un nuevo proyecto político – social regional,
la educación debe jugar un rol de
primera importancia. Educación planteada exprofesamente con dicho fin; la misma
que debe ser asumida y actuante en cada uno de los profesionales que egresen de
las aulas de formación con un referente nítido en su mente, que les permita
identificarse con la historia común, con la realidad actual que nos desafía por
igual en el deber moral de modificarla respetuosamente, sin violentarla, para bien de todos, y con un futuro compartido en cuya construcción
tenemos todos, personas y pueblos, iguales responsabilidades.
Por todo
ello es que nos es ineludible introducir
profundos cambios estructurales en las instituciones de educación superior para plantear una mejor inserción en nuestra
realidad amazónica.
En este sentido, un primer criterio que debe tenerse en cuenta es su
funcionalidad con nuestras características; es decir que, para modernizar a
nuestra institución universitaria tenemos que hacerla funcional con las
características propias y diferenciales de nuestra región, a través de la
formación de los diversos profesionales para el fortalecimiento de nuestra
diversidad sociocultural y la preservación de nuestra diversidad ecológica, en
sus componentes biológico y paisajístico. Por otro, deben ser instrumentos para
el fortalecimiento de nuestra idiosincrasia sociocultural, de la manera de ser
que cada uno de los pueblos ha construido, algunos en un lapso multimilenario
(indígenas) y otros en un lapso multisecular (mestizos).
En segundo lugar, la
modernización de la formación de los profesionales es hacerla funcional con
nuestras necesidades. Y la primera necesidad surge de la diversidad cultural
que nos caracteriza, en el sentido de construir una formación profesional que
propicie la comunicación intercultural, como ya no puede ser de otra manera. Es
decir, que sea instrumento de interculturalidad; para las relaciones armónicas
entre las culturas asentadas en esta inmensa región. Una segunda necesidad es
la preservación de nuestras riquezas regionales: la diversidad biológica y
diversidad cultural. Ambas constituyen para nosotros dos tesoros que debemos
conocer y preservar, a partir de una formación profesional y una actuación
institucional pensadas ex - profesamente para dicho fin, formando a todos los
nuevos profesionales con los conocimientos, actitudes y valores que hagan
posible una actuación individual y social que propicie la defensa y preservación
de tales riquezas. Una tercera necesidad que tenemos en nuestra región es la
puesta en vigencia del desarrollo sustentable, partiendo de la constatación de
que el extractivismo mercantilista, hoy vigente, es totalmente nocivo para la preservación de
las riquezas ya mencionadas. En el logro de este propósito social, la formación
que reciban los futuros profesionales tiene que jugar un papel de primera
importancia, pues sólo ella posibilita la inducción de los contenidos
psicológicos propicios tanto para superar el extractivismo mercantilista como
para reemplazarlo por el sistema de uso racional de nuestros recursos
naturales. Finalmente, una cuarta necesidad que tenemos en nuestra región es la
de promover la vigencia de capacidades psicosociales caracterizadas por la
autonomía decisional de las personas; es decir, que superen la dependencia, la
pasividad y el conformismo, que hoy impiden a las comunidades asumir un rol
protagónico en la solución de sus problemas y la construcción de proyectos sociales
endógenos, que nazcan desde su propia interioridad. En este propósito, de la
mayor importancia, la UNAP tiene una enorme responsabilidad.
Un tercer
criterio que debemos tener en cuenta para la modernización de la educación
superior, es que tenga potencialidad prospectiva. Con ello queremos decir que
la formación de los nuevos profesionales debe ser pensada para que posibilite
la búsqueda de mejores niveles de vida social. Que les provea de actitudes y
habilidades analíticas, cuestionadoras, reflexivas, creativas y propositivas
frente a nuestra realidad y con compromiso social y solidaridad. Además, debe
proveerles de una visión a largo plazo, para superar el cortoplacismo que hoy
signa nuestra percepción de la dinámica social. Con ello ganaríamos en
capacidad previsora para elaborar proyectos sociales que involucren nuestro
futuro y el uso racional de nuestros esfuerzos comunales para la búsqueda de
nuestro bienestar social.
Es decir, pretendemos una universidad actuante en el proceso de cambios
que viene operándose en nuestra interioridad regional; para reforzarlos, para
consolidarlos; cambios tales como la
conciencia de nuestra peculiaridad regional, es decir, la conciencia de que
somos una región que tiene sus propias características ecológicas,
socioculturales, históricas, etc., debido a diversos factores que vienen
actuando desde campos diferentes; conciencia del valor individual y social de nuestro ambiente, que nos está haciendo
sentir, cada vez con mayor urgencia la necesidad de una educación ambiental
planteada para la defensa de nuestro entorno amazónico, a partir de una
relación armoniosa con nuestra naturaleza; la conciencia de nuestra diversidad
cultural, que cada vez es más evidente, pues somos más conscientes de que en
nuestra región existen otras culturas diferentes a la mestiza, hoy hegemónica,
lo cual exige una orientación intercultural, como ya fuera dicho. Otro cambio
que se viene operando en nuestra sociedad, aunque no tan nítida y extensamente
como sería deseable, es la percepción de nuestra diversidad cultural asumida
como un potencial para nuestro desarrollo, con lo cual estamos superando el
tradicional prejuicio de que nuestro atraso o subdesarrollo nacional y regional
es causado por la presencia de los pueblos indígenas. Al anterior, debe
agregarse el reconocimiento del derecho de los pueblos indígenas a ser
protagonistas de su propio desarrollo, actitud que la vienen conquistando los
propios pueblos indígenas con sus luchas reivindicativas, lucha que debe tener
en nuestra universidad una institución plenamente comprometida; todo lo cual
nos lleva al necesario debilitamiento de nuestro racismo y la necesidad de
educar a las nuevas generaciones de profesionales en una nueva ética y valores
concordantes con esta nueva actitud de respeto entre culturas. Finalmente,
diremos que ya se hace evidente que requerimos de la sociedad nacional,
gobierno central incluido, de un trato coherente con nuestras características
regionales propias, reconocimiento en el que las instituciones de educación
superior deben jugar un papel de suma importancia.
Todos estos
cambios, que vienen operándose en la sociedad amazónica, deben merecer una respuesta
de nuestra universidad e institutos superiores, desarrollando un proceso
formativo de los nuevos profesionales con plena coherencia teleológica, con lo
cual lograremos la más absoluta significatividad social.
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