Prof. Gabel Daniel Sotil García
EL CLAMOR DE LAS AGUAS
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Octubre es la conjugación de mitos y realidades, de azules y verdores, de sueños y esperanzas. |
Octubre tiene su propia manera de ser en nuestra región forestal, reino de las aguas, de los árboles, de la vida diversa, del calor y de la lluvia.
Ámbito de la naturaleza pletórica de vida y
energía.
Conjugación de mitos y realidades, de azules
y verdores, de sueños y esperanzas, de pasados que siguen vigentes y de futuros que se avizoran en cada
fresco y fulgente amanecer.
De realidades que debemos descifrar.
Las aguas confinadas al fondo de los lechos sólo esperan el impulso de nuevas aguas para escalar las riberas. |
A estas alturas del
año, la dinámica de la naturaleza ha posibilitado que las playas estén rindiendo sus frutos, transformando sus nutrientes
en sandías, choclos, chiclayos, melones,
yucas, arroz, con los que generosamente han retribuido al esfuerzo creador
y laborioso de los hombres y mujeres de
nuestras riberas.
Hombres y mujeres que
aún saben mirar al cielo para hacerle mil
preguntas o elevarse a las alturas y volar con los gavilanes, las
garzas, los tibes y las golondrinas vesperales, suspirar con la brisa
del río y soñar con el cantar de las aves matinales.
Las extensas playas han rendido ya sus frutos y se preparan para sumergirse bajo el impulso de nuevas aguas que han de llegar desde las entrañas de los Andes. |
Esperan ahora, el
impulso de nuevas aguas que pronto han de llegar desde
las entrañas mismas de nuestro país, pues hoy, confinadas a las honduras, discurren
sofocadas por estrechos senderos, preparándose para volver a sus dominios
naturales y enseñarnos que sin ellas, no es posible la vida a plenitud.
Octubre es pues, un mes de expectativas.
Es así cómo, río y
tiempo, corren al mutuo encuentro para fundirse a plenitud en cada muyuna,
en cada meandro, en cada estirón de nuestras vidas, impulsándonos
a construir con optimismo nuestro futuro en las costas bravas de la existencia cotidiana.
El bosquesino asegura una buena provisión de peces extraídos de ríos y cochas. |
Foto Javier Del Águila Ch.
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Es por ello que las
lluvias, los amaneceres, el sopor, las
sombras de los árboles, el rumor de las quebradas, el estallido de los truenos
son portadores de una súplica desde lo más profundo del bosque.
Un mensaje a nuestra conciencia, que nos pide deponer nuestra arrogancia y reconocer con humildad que somos, también, hijos del bosque como lo son la sachamama, el yanapuma, la yara y el chullachaqui, dioses, hadas y gnomos selváticos que aún sobreviven reclamándonos su derecho a la vida en los cielos forestales.
En octubre, pues, una
plegaria se eleva a nuestras conciencias para hacernos más humanos.
Un brillante sol matutino anuncia un nuevo y caluroso día. |
Él se lleva parte de
nuestras vidas, pero nos ha dejado en las puertas de nuestro futuro.
Generoso, cuando
vuelva ya habremos caminado acompañando a nuestros ríos, por las sendas que se
abren en el bosque de nuestras existencias.
¡Adiós octubre!
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