Prof. Gabel
Daniel Sotil García
LA EDUCACIÓN FORESTAL, ¿QUÉ ES?
El BOSQUE, con toda su diversidad, es el escenario de nuestra vida, tanto individual como social. |
Pero, es el caso que, para ser
coherentes con nuestras características regionales, y superando estrecheces
conceptuales tradicionales, en nuestra región debe denominarse EDUCACIÓN
FORESTAL, pues el referente formativo es nuestro BOSQUE, esa unidad ecológica denominada BOSQUE HÚMEDO TROPICAL, y que es una de nuestras peculiaridades.
Educarnos forestalmente, entonces, no es sino promover el
más puro, fuerte y concreto amor a nuestro suelo patrio partiendo del amor a
nuestro suelo familiar, vecinal y comunal.
¿Por qué es necesaria?
Con sus recursos satisfacemos nuestras diversas necesidades. |
Pues porque nuestro ambiente, NUESTRO BOSQUE, viene
siendo agredido,
destruido, indeteniblemente desde que la cultura nuestra, la cultura mestiza,
cambiara los patrones que tradicionalmente establecían los pueblos originarios
con la naturaleza.
Después de casi cinco siglos
de una práctica depredatoria de nuestros recursos naturales y de una
sistemática destrucción de nuestras riquezas espirituales, ya tenemos
suficientes evidencias de que el modelo extractivo-mercantilista, de
carácter exportador, que nos fuera impuesto “para lograr nuestro desarrollo regional”, es absolutamente negativo
para nuestros intereses regionales.
Los “mejores” productos que de dicho modelo hemos
obtenido son:
- la
sobre-explotación de algunos recursos forestales,
-
la
deforestación y la consiguiente degradación de nuestro suelo,
-
la
contaminación de ríos, quebradas y cochas,
-
la
extinción de algunas especies faunísticas y florísticas,
-
la
degradación de algunos ecosistemas particulares.
- etc.
Estos, en lo
ecológico.
En lo social,
sus consecuencias son:
- la
lenta, pero indetenible, destrucción de nuestra grandiosa riqueza espiritual
constituida por la diversidad étnica y lingüística,
- la
malnutrición, que en nuestra niñez avanza como un monstruo devorador, dejando
terribles secuelas, orgánicas y psíquicas,
-
la
morbi-mortalidad materno-infantil, que se sigue incrementando,
Es en la íntima relación con el bosque en donde se sustenta el afecto y respeto que los pueblos originarios sintieron por el bosque. |
-
en
general, la pobreza que, en una especie de círculo vicioso, es causa de mayor
pobreza.
Estas
consecuencias no son sino el producto natural de la lógica cultural que ha venido
imponiéndose en nuestra región en dicho lapso.
Lógica dentro
de la cual el bosque, y cuanto recurso provenga de él, es pasible de extracción
y exportación.
Es ésta, precisamente, la práctica predominante y característica de estos
últimos cinco siglos.
¿Qué hacer?
Por todo ello es que se hace impostergable la vigencia de
un nuevo modelo de desarrollo: el
desarrollo sustentable, que tiene que ser el fruto de una nueva ética que
se ponga en vigencia en las relaciones con nuestro bosque: una relación armónica
entre el hombre y la naturaleza.
En el marco de este MODELO DE DESARROLLO SUSTENTABLE,
inspirado en lo más lúcido de la creación indígena, el énfasis tiene que ser
puesto en el valor de nuestras fuerzas psicosociales internas, cuya
movilización tiene que ser promovida para buscar mejores condiciones de vida
social.
En este nuevo modelo de desarrollo, debemos enfatizar el
rol del hombre, como individuo y como grupo organizado, en cuyas fuerzas
psicosociales radican las posibilidades de lograr mejores niveles de
satisfacción de nuestras necesidades.
Es a esto a lo que llamamos auto desarrollo, en cuyo marco conceptual la ayuda
externa, el capital foráneo y transnacional, NO es la condición sine qua non para lograr nuestros propósitos
sociales.
Con la vigencia del modelo de desarrollo sustentable o
sostenible, será posible:
-
el
uso racional de nuestros recursos naturales,
-
la
protección de nuestro ambiente ecológico,
-
el
respeto a nuestros Pueblos y Culturas Indígenas y Mestizas,
-
el
fortalecimiento de nuestra identidad cultural,
-
la
práctica del dialogo intercultural,
-
nuestro
protagonismo en las decisiones y acciones de trascendencia social,
-
el
fortalecimiento de nuestras fuerzas psicosociales,
-
etc.
Pero, poner en
vigencia este modelo de desarrollo requiere no sólo de buenas intenciones, como
las que expresamos en este documento, sino, fundamentalmente, acertadas
decisiones que, a nuestro entender, tienen que comenzar en el campo
educacional.
Y tienen que comenzar, precisamente, con una educación forestal bien planteada.
En este sentido, las actuales instituciones educativas tienen que ser consciente de que hay problemas en el ambiente, de
que hay malos olores en la ciudad, provenientes de los basurales y desechos
sociales. Tiene que aprender a escuchar los ayes lastimeros de las avecillas,
que reclaman por la pérdida de sus árboles. Tiene que preocuparse por la
deforestación, la sobre-explotación de nuestros recursos, la contaminación de
los ríos y cochas, las especies en peligro de extinción por la voracidad
mercantilista de un sector (poderoso económicamente) de nuestra sociedad.
La conservación de la prodigiosa provisión de recursos para vivir debe ser enseñada a las nuevas generaciones. |
Estas instituciones, que son fundamentales para la formación de
actitudes y valores ecologistas, tienen que asumir un férreo compromiso para
superar su marginalidad, su lejanía, su indiferencia.
Para que en ellas nuestros niños no aprenden a salvar al
mundo sin preocuparse de su entorno inmediato.
Esta indiferencia por nuestro presente
y futuro de una institución tan importante tiene que terminar.
Es en la intimidad de las escuelas en donde nuestra niñez
tiene que sensibilizarse a los problemas de su entorno ambiental. A tomar
posición frente a ellos.
Es allí en donde tiene que comenzar a comprometerse en la
práctica de comportamientos individuales y grupales que no dañen a su entorno.
El no brindar a nuestra niñez
una fuerte y profunda educación forestal sólo beneficia a los grupos de
poder económico que quieren seguir teniendo a nuestra región como la "gran
despensa", en donde está guardado todo aquello que puedan extraer y
exportar para seguir enriqueciéndose destruyendo nuestro ambiente.
La educación forestal garantiza el desarrollo de actitudes de defensa y preservación de nuestro ambiente. |
Porque la ausencia de
sensibilidad ante la explotación irracional de nuestros recursos permite y
permitirá su indiferencia frente al saqueo de nuestras riquezas materiales y
la destrucción de nuestra riqueza espiritual.
Es, entonces, de la mayor urgencia, para los más altos y
trascendentales intereses regionales, que brindemos una adecuada educación forestal con propósitos no sólo cognoscitivos, sino, fundamentalmente, para
formar personalidades decididamente defensoras de nuestro entorno ecológico y
socio-cultural. Es decir, nuestro ambiente, integralmente considerado.
Nuestros centros educacionales,
si quieren ser educativos, tienen que dejar su indiferencia y transformarse en
agencias de formación de la estructura psíquica básica para que en nuestra niñez germinen la sensibilidad, el deseo de
conocimiento y el compromiso con nuestro entorno ambiental.
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