A propósito de la
semana forestal
Prof.
Gabel D. Sotil García, FCEH - UNAP
Atardecer en carretera Iquitos- Nauta Foto: G. Sotil Flores |
Se hace necesario que escenarios
celebratorios como la presente “Semana forestal”, sean dedicados tanto para la
descripción y el festejo como para la reflexión comprometida, en este caso
concreto, acerca de nuestra forestalidad.
En este sentido, deseamos contribuir
con este propósito, abordando un aspecto de la problemática ambiental regional
que lo consideramos de primerísima importancia: el componente psicológico.
Para muchos de los que vivimos en
esta pródiga región nos es familiar el universo de problemas que vienen
afectando al ambiente, al bosque, en el que hacemos nuestra vida:
deforestación, contaminación en sus diversas formas y agentes, destrucción de
hábitats naturales, sobreexplotación de especies florísticas y faunísticas,
degradación de los suelos, etc.
Sin embargo, hasta el momento no
estamos enfatizando suficientemente el componente psicológico que, a nuestro
entender, es el causante más decisivo en el origen de esta problemática; es
decir, estamos dejando de lado el aspecto formativo de las personas en su
relación con nuestro bosque.
Pareciera que no damos importancia al
conjunto de imágenes mentales que, en cada uno de nosotros se construye a lo largo de la vida, por efectos de la
confluencia de variados factores, que es el que determina la percepción de nuestro
entorno ambiental, por parte de cada persona.
La construcción de un imaginario coherente con el entorno forestal debe tener la máxima prioridad educativa. |
Es
de la calidad de este imaginario que depende, también, la calidad de la
actuación de cada persona respecto a su ambiente. Por ello es que es de suma
importancia dar una mirada a esas imágenes colectivas que hoy rondan en
nuestras mentes, si queremos detener o morigerar los efectos destructivos que
venimos generando en nuestro ambiente amazónico.
En el nivel nacional, es evidente, la palabra selva
tiene connotaciones muy diversas, que nos llevan a imaginar o representarnos un
espacio sin mayor importancia para nuestro país (pensemos en los 777 000km2 de
territorio selvático que hemos cedido a
los vecinos como consecuencia de diversos tratados), sumamente despoblado o un
“inmenso vacío demográfico” (pensemos en los diversos proyectos de colonización
agraria de esta región promovidos por las esferas oficiales o espontáneos, para
poblarla con personas nacionales o extranjeras o la subasta de los bosques, sin
conocimiento ni participación de las poblaciones afectadas, etc.), con recursos
inagotables que sólo deben ser extraídos para
exportarlos (la selva “es la despensa del Perú”), un espacio aún
disponible para la conquista o que es el infierno verde, etc. En suma, no se ha
aprendido a percibir a nuestra región como lo que es: un espacio también
peruano, esencialmente forestal, ocupado por poblaciones que manejan criterios
muy propios, con enormes potencialidades ecológicas y socioculturales,
diferente al resto del país, que requiere una política promotora, coherente con
sus características.
Tenemos que aprender a percibir al bosque tal y como es, no como quisiéramos que sea. |
En el nivel interno, regional, pero sólo en el ámbito de
la cultura mestiza, que es la que tiene excluyentemente el poder político,
falsas imágenes mentales gobiernan la
actuación de quienes la conforman (con mayor peligrosidad aún en las esferas
del poder administrativo, una de las caras del poder político). Se sigue viendo
a nuestra región “carente de bosque” (el bosque real no hemos aprendido a
percibirlo pues ni en los libros escolares está presente; en todo caso, hay que
destruirlo para hacer grandes extensiones agrícolas, ganaderas o grandes
ciudades), una futura región agraria
(tenemos Ministerio de Agricultura, no Forestal), que requiere de innumerables
carreteras (aún no vemos los ríos, que hacen que ésta sea la región más
intercomunicada de todas en nuestro país),
de exclusivo dominio de las sociedades mestizas (ni en las decisiones para
planificar nuestro desarrollo regional tomamos en cuenta a quienes mejor
conocen al bosque: los indígenas), etc.
Es decir, un imaginario impuesto, artificial, falso,
destructivo, etc. es el que hoy rige nuestros comportamientos sociales, con las
consecuencias que fácilmente podemos constatar en la actualidad.
En fin, por la importancia que tiene en la cotidianeidad
de nuestra actuación como ciudadanos comunes y corrientes, como en el diseño de
políticas coherentes con nuestras características regionales, por parte de las
personas con la respectiva autoridad, consideramos necesario poner un especial
esmero en la sustitución de tales imágenes, tanto a nivel nacional como regional
y fortalecer la construcción, tanto desde la educación formal como de los
medios de comunicación social, de un imaginario propicio para una acción social
que garantice la defensa y preservación de las riquezas ecológicas,
paisajísticas, sociales y culturales de esta hermosa región, tal y como lo
tienen los Pueblos Indígenas .
Imágenes que correspondan a lo que realmente somos como
unidad diversa, con potencialidades que tenemos que aprender a descubrir, valorar y aprovechar constructivamente, para
beneficio de todos quienes habitamos en ella.
Pletórico de mensajes estéticos, nuestro bosque hoy sólo sirve para extraer sus riquezas materiales. Foto: IIAP |
De ese imaginario va a depender que sigamos contando o
no indefinidamente con nuestra región como un emporio forestal, propicio
para una vida humana superior de todos los Pueblos y Culturas que la habitan.
Pero, dicho imaginario, en el marco de la cultura
mestiza, predominante en estos momentos en nuestra región, no se construirá
solo. Tenemos que hacer esfuerzos sociales, a partir de una educación forestal
pertinente, para lograr dicho propósito.
Es éste, así lo consideramos, un aspecto justificatorio
de la celebración de esta SEMANA FORESTAL.
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