Prof. Gabel Daniel Sotil García
Local central de la UNAP, plaza Serafín Filomeno. |
Son estas ideas, germinadas al calor de las
necesidades sociales de una época, las que luego veremos expresarse en obras
concretas cuando responden a necesidades nacidas en las constataciones de las
carencias compartidas.
Un aspecto del local de la Facultad de Odontología |
Desde el punto de vista político-administrativo,
nuestra región amazónica siempre fue, y aún lo es, el gran escenario incoloro,
deslucido, minusvalorado y casi desconocido por quienes tienen los poderes
político y económico en el centro hegemónico de nuestro país desde los tiempos
virreinales.
A partir del siglo XVI, en que se produce la
invasión de la cultura europea, nuestra Amazonía, comprendida bajo la
denominación de la Comandancia General de Maynas, esa inmensidad territorial
portentosa pero ignota, pasa a incorporarse en condición de colonia al dominio
virreinal español, en primer lugar como ámbito de búsqueda de más oro y
especias (canela); luego, ámbito de conquista cultural (evangelización,
castellanización); finalmente, ya en la época republicana, fuente de recursos
naturales, cuya abundancia y diversidad ha dado origen al más exacerbado
extractivismo mercantilista, fundamentalmente de carácter exportador, que hoy
signa nuestra dinámica socioeconómica, pese a las consecuencias destructivas
que tiene sobre la diversidad sociocultural y geo-eco-biológica
Ambiente interno de un sector de la Facultad de Medicina Humana. |
Pese a haber sido puesta en relieve por decisión del
presidente Dn. Ramón Castilla y Marquesado, quien con visión geopolítica decide
consolidar a Iquitos en su condición de puerto fluvial en el comercio con
Europa, vía Amazonas y el océano Atlántico desde la mitad del siglo XIX, sin
embargo, nunca fue objeto de una
política de estado específica y diferencial que, desbordando dichos límites
mercantilistas, tomara en cuenta sus peculiaridades ecológicas, biológicas,
sociales, culturales, lingüísticas y psico-espirituales.
Bien sabemos que, pasada la época del boom del
caucho y terminada la Segunda Guerra Mundial, nuestro país se vio comprometido
con el bloque triunfador y, por lo tanto, en condición de subordinado de
quienes fijaban los parámetros de acción durante el lapso de la denominada
Guerra Fría y luego en el conflicto coreano,
acontecimientos totalmente ajenos a nuestros intereses nacionales y
regionales. Sin embargo, por decisiones de política nacional, a nuestra región
se le asignó el rol de despensa de materias primas; es decir, el depósito de la
riqueza con la que el Perú pagaba por ser considerado parte de dicho bloque.
Hacia inicios
de la mitad del Siglo XX, seguía tan olvidada como en el Siglo XVI. Para esa época ya se habían consolidados
algunos paradigmas comportamentales en la sociedad iquiteña iniciados desde la
época del extractivismo cauchero, durante la cual las familias de mayores
recursos económicos provenientes de dicha actividad, establecieron un lazo
umbilical de dependencia con el continente europeo, de donde procedían, tanto
para fines de satisfacción de las necesidades socio-económicas como para la
educación de sus hijos, por las facilidades en la comunicación y el transporte
brindado por la frecuencia de itinerario
de los barcos que se desplazaban por el río Amazonas y el Atlántico
hacia Europa. En realidad, la clase poseedora de recursos económicos había
hecho de Europa su centro de referencia económica, social y cultural; y, por
ende, psicológica, que la llevaba a visualizar a dicho continente como su
centro de atracción.
Todo ello en el marco objetivo de la desconexión de
nuestra región, especialmente de Iquitos, con el resto del país. Recordemos
que, antes de que se estableciera la aviación comercial entre la costa y
nuestra ciudad, sólo existían dos vías terrestres para trasladarse entre ambos
puntos: la vía del Pichis por la selva central, incluso usada para las acciones
de evangelización, ruta que serviría de referente para la construcción de la
carretera central, hoy denominada Federico Basadre, y la ruta de Moyobamba, muy
posterior. Ambas insumían alrededor de un mes a los viajeros que se resignaban
a hacer su recorrido, sorteando innumerables dificultades y los consiguientes
peligros.
La década de los años 40s encuentra a Iquitos,
denominada ciudad capital del Departamento de Loreto desde 1897, y la selva en
su conjunto considerados como objetos de percepciones equívocas de parte de los
gobiernos nacionales de turno. Es así cómo, hacia inicios de dicha década las
opciones asumidas eran la colonización, a través de programas dirigidos por el
propio estado, bajo el supuesto de que nuestra región carecía del necesario
contingente poblacional para explotar sus recursos y, también, como objeto de
una política de integración de las comunidades indígenas a la dinámica de la
cultura dominante, a través de un proceso de mestizaje u homogeneización
cultural.
Ya en la década de los años 50s, y como consecuencia
de la acción de muy diversos factores, la comunidad iquiteña, con alrededor de
cincuenta mil integrantes, asume un rol activo en el reclamo de la atención de
sus necesidades por parte de las autoridades del gobierno central.
Frontis del local de la Facultad de Ciencias Económicas y Negocios. |
La progresiva
toma de conciencia social acerca de la necesidad de contar con una institución
que forme los profesionales que requiere la dinámica socio-económica regional,
pues la lejanía de la ciudad capital
nacional, la pérdida de la capacidad económica de las familias que
imposibilitaba sufragar gastos en Europa y las dificultades y restricciones que
ofrecía el limitado transporte aéreo, y otros factores más, hicieron que
surgiera con la espontaneidad con la que nace la vida en nuestra región, un
movimiento que, en la medida que se difundía, lograría mayor fuerza social: la
creación de una institución de educación superior.
Este movimiento, si bien se inició en Iquitos, tuvo
su germinación simultánea en las ciudades capitales de las provincias
loretanas, en donde también se organizaron movimientos reivindicativos en dicho
sentido.
El fruto de ello ya lo conocemos. Tiene un nombre
con mayúsculas: UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA AMAZONÍA PERUANA, o simplemente
UNAP, y su historia ya la conocemos pues ha sido escrita por todos quienes,
desde dentro y desde afuera, hemos hecho nuestra vida teniéndola como referente
cultural, de producción de conocimientos, de generación de actitudes, de
propuestas de cambio, de sueños colectivos, de búsquedas incansables de nuevos
horizontes en el verdor de nuestra selva.
El teatro y diversas expresiones artísticas conforman el universo formativo de los estudiantes. |
Y es que, desde antes de nacer, la UNAP ya estaba signada por la necesidad de
construirse de la mejor forma para responder con coherencia, tanto interna como
externa, a las demandas que nos vienen planteando nuestros entornos
geoecológico y sociocultural, pues es
nuestra vocación devenir una institución instrumental al servicio permanente del
desarrollo humano, al que aspiran las colectividades regional, nacional y
mundial, dando respuestas a los desafíos que viene planteándonos, renovadamente, la humanidad en
búsqueda de su plena realización.
Sólo así seguiremos construyéndonos con respuestas
coherentes y comprometidas con los nuevos tiempos, para seguir siendo la
institución con significatividad social en la formación de los profesionales
que demanda el desarrollo humano, sustentable e intercultural de nuestra
región.
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