Gabel Daniel Sotil García
Grandiosa inmensidad que ha servido de inspiración a quienes han tenido la oportunidad de contemplarla |
Sin
embargo, con mucha anterioridad, las naciones aborìgenes que poblaban sus
orillas, le conocían con los nombres tupí-guaraníes de Paranaguassú,
Paranatinga y Tungurahua, que, en buen romance y respectivamente quieren decir “Gran
Río”, “Río Blanco” y “Rey de las Aguas”.
El
12 de febrero de 1542, Dn. Francisco de Orellana, conduciendo un improvisado
bergantín con 57 soldados y en busca del “País de los Omagua”, territorio de “El
Dorado” y del aurífero lago de Parimé, se dio con un río que parecía mar. Lo
llamó Amazonas. A partir de entonces las
poblaciones hispanas le llamaron “Río Mar”, “Mediterráneo que anda” y “Río de
Orellana”, conforme da cuenta en “La Amazonía Peruana” el escritor Ricardo
Cavero Egúsquiza.
Durante
el período de la Colonia se da una inusitada acción exploradora en la que participan tanto el
clero, que la hace dual a su labor evangelizadora, como la soldadesca del Virreynato
español en América, ávidos de tesoros y de pueblos de riquezas
alucinantes. Tal penetración, sin
embargo, a la gran región del Antisuyo, se vuelve provechosa en descubrimientos fluviales y así es cómo el
ya legendario Amazonas también va convirtiendose en una inagotable fuente de
estudios, exploraciones y recorridos a través de su más variada longitud.
La prodigiosa confluencia de miles de afluentes hace posible la inmensidad acuática del Amazonas.. |
Cuando
Juan de Salinas Loyola surca sus aguas en 1557 y descubre el 29 de setiembre de
ese mismo año el río Ucayali, al que pone por nombre “San Miguel”, sabe que el
nuevo canal tiene que conducirlo a los orígenes del Amazonas. Y cuando en 1559,
Lope de Aguirre, integrante de la expediciòn de Pedro de Ursúa, a quien
posteriormente asesinó, lo recorre sobre un regero de muertes, no sólo pasa a
la historia como el jefe de los marañones;
es decir, de haber recorrido y haber estado en el Marañón, que es el nombre con
el cual se conocía entonces al Amazonas, sino porque la expedición comandada
por Pedro de Ursúa, hizo posible que se rectificara la creencia y el error
geográfico de que el río Napo daba origen al Amazonas.
El
padre franciscano Narciso Girbal, que trabajó la última década de 1700 para
comunicar Sarayacu, del río Ucayali, con el río Cumbaza, en la región del
Huallaga, señala que el Amazonas era llamado “Gran Pará”.
El prodigio de su belleza puede ser disfrutado desde cualquier perspectiva. |
En
la siguiente década, el Padre Samuel Fritz, que vivió explorando 40 años la
Amazonía Peruana y que fue el más firme defensor ante la voracidad portuguesa
de nuestra territorialidad, se refería al Amazonas como Marañón.
Por
otra parte, los brasileros dan tres nombres al Amazonas: desde el inicio en
Perú, hasta Tabatinga, zona fronteriza del Trapecio Amazónico, lo llaman Marañón; desde este lugar hasta la
confluencia con el río Negro, Solimoes.
A partir de aquí ya lleva la denominación de Amazonas.
La
litertura y el sentimiento popular del pueblo han contribuido por igual a
enriquecer los muchos nombres del
Amazonas. El contemporàneo explorador francés Cousteau, que debe haber leído el
famoso poema (de homenaje al Brasil), de Carlos G. Amézaga, lo llama “Monarca
de los Ríos”; otros, “Río Mar”, el poeta
Thiago de Melo: “Patria del Agua”; Pablo Neruda lo denominó “Camino de Planetas”
y nuestro compositor loretano Julio “Chispa” Elgegren: “Majestad Infinita”
Y
para no quedarse atrás, los Shipibos: “Parón Euá”: “Madre de los Ríos”, que es
lo más sabio y más hermoso que se le ha podido llamar.
(*) Tomado de : EL OMAGUA, suplemento
estudiantil de Kanatari, Año I, 28-10-90, No. 2.
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