Gabel Daniel Sotil García
EN EL SUR ORIENTE AMAZÓNICO PERUANO
Escenario de las acciones de resistencia desplegadas por HUARAYOS (Esse' eja), MASHCOS, AMAHUACAS y MACHIGUENGAS. |
Garcilaso de la Vega en su “Comentarios
Reales”, libro IV, Cap. XVI, relata la expedición enviada por Inca Roca a la conquista
del Antisuyo. Diez mil hombres avanzaron por el río Carbón al Alto Madre de
Dios, en embarcaciones con 30 a 50 hombres cada una. Todos los indígenas se
unieron y los atacaron con arcos y flechas rechazando la conquista. Sucumbieron
9,000 hombres.
La leyenda del Paititi, un lugar en
donde existía cuantiosas riquezas, motivó a muchos aventureros a internarse en
esta zona de Selva Alta y Baja, que es actualmente el departamento de Madre de
Dios; allí perdieron la vida muchos de ellos a manos de los Mashcos y Huarayos,
que desde siempre defendieron sus territorios con bravura y decisión.
En 1840, el Sur Oriente Amazónico había
sido invadido por numerosos colonos que establecieron haciendas para el cultivo
de varios productos, que en aquel tiempo tenían demanda en el mercado como el
cacao y la castaña.
El trayecto de los colonos fue desde
las cabeceras del Madre de Dios, el valle Paucartambo, hacia las bajadas de la
Selva Alta y Baja, la mayoría de ellos provenientes del Cusco, y teniendo siempre
la oposición de los indígenas que defendían sus territorios desde tiempos inmemoriales.
Fueron 300 las haciendas destruidas
principalmente por los guerreros Mashcos,
destrucción que no pudo ser entendida por la opinión de muchos, incluso
por personalidades como el sabio Antonio
Raimondi que, incomprensiblemente calificó de invasores a los indígenas cuando
dijo “teatro de sangrientas luchas por la invasión de los salvajes Huachipairis
y Fuyeneris” (que destruyeron en pocos días el trabajo de 2 o 3 siglos). “Aquí
la barbarie ha invadido la civilización”. “Los operarios que trabajan en los
cocales están siempre acompañados de hombres armados...planté mi campamento de
exploración en la hacienda Ccosñipata, la única que ha escapado a la acción
devastadora de los salvajes”. Estas afirmaciones del erudito causan pavor, dice
el antropólogo Dávila Herrera, en su trabajo sobre rebeliones indígenas.
Nosotros, además, afirmamos que muchas personalidades han tenido una equivocada
posición frente a la problemática indígena; no han podido salir de sus esquemas
etnocentristas, según los cuales todas
las naciones indígenas eran consideradas como “salvajes a quienes hay que
civilizar”, sin comprender que sus culturas tienen valiosos elementos que deben
ser parte de un auténtico desarrollo de nuestra región, pues muchos aspectos
del futuro amazónico los tendremos que buscar en el pasado indígena.
Los sucesos en 1840 dejaron en pie nada
más que dos haciendas de un total de trescientas iniciales. Imperó un ambiente
caótico, pues los patrones armaron a otros indígenas para que guerreen entre
ellos; incluso entre los mismo colonos hubo
rencillas que terminaron en dolorosas contiendas.
Un hecho lamentable fue cuando tomaron
prisionero a un indígena Huachipaire, lo amarraron a un árbol y lo acribillaron
con 25 balazos, cerca de la misión de Ccosñipata. Curiosamente, se hicieron
informes en los que se expresaba que los hacendados eran pacíficos moradores;
pero, cuando se recogió algunas declaraciones de los indígenas, éstos dijeron
que luchaban en defensa de su patrimonio territorial que pasaría a poder de sus
descendientes, que luchaban por el honor de sus mujeres y rechazaban la
desmesurada ambición de los hacendados que les obligaban a hacer trabajos
forzados, injustos y excesivos.
En 1873 una expedición por el Madre de
Dios fue atacada por los Sirineiris, en el que fue víctima de un flechazo
Baltazar La Torre (Jorge Von Hassel. Expedición al Madre de Dios).
En
1891, se realizó la más dura batalla entre caucheros e indígenas. Fue en la
zona del Madre de Dios y el Manú. El cauchero Fitzcarrald (ver capítulo del
caucho) armó a centenares de mestizos, Piros y Campas para poder entrar en la
zona y combatir a los Mashcos y Huarayos que se oponían tenazmente a la
presencia de extraños y mucho menos de colonos y caucheros. El autor Reyna, en
su libro “Fitzcarrald, el Rey del Caucho”, Lima 1942, narra que después de la
batalla el río se tiñó de sangre, tanto de Mashcos y Huarayos como de mestizos
y caucheros; los cadáveres flotaban llevados por la corriente a tal punto que
el agua no se podía beber. Esa vez nuevamente se dió la desigualdad de una
lucha entre escopetas y flechas. Los Mashcos dieron ejemplo de heroísmo, aunque
muchos apologistas de Fitzcarrald, dicen que los héroes fueron los caucheros. La guerra contra los invasores
se extendió por seis años hasta 1897.
En
1894 en la búsqueda de una nueva ruta para la exportación del caucho en la zona
del Madre de Dios, frente a la oposición de los Mashcos, Fitzcarrald avanzó
hacia su territorio e hizo todo lo
posible para llegar a un acuerdo pacífico con los indígenas, para lo cual, les
mandó muchos obsequios, pero a la brevedad posible estos presentes fueron
devueltos en las puntas de las lanzas, como un signo negativo a la intromisión.
Entonces, Fitzcarrald organizó una acción genocida en la que participaron sus
subordinados e indígenas adictos. Natividad
Maldonado liquidó a los Mashcos del Shahuinta; Sánchez a los de Sotilije; y
Mariano Galdós a los de la Quebrada de Fierro. Fueron terribles masacres con la
destrucción de casas y pillaje de las chacras. En el Manu sometieron a “juicio”
y mataron a 30 Mashcos rebeldes (Marcel D´Ans 1976).
En 1895-96, mientras que en Iquitos se
realizaba el movimiento federalista dirigido por el coronel Ricardo Seminario y
Aramburú, en la zona del Madre de Dios, los Exe-Exa (Huarayos) se levantaron y
atacaron diferentes poblados y haciendas. Asimismo, obstaculizaron las
expediciones que querían entrar en esa región, algunas por razones de exploración,
otras en busca de cauchales. En Maridi, los Huarayos cometieron una matanza,
pero fueron alcanzados y muertos en número de ochenta.
Estos alzamientos realizados al mismo
tiempo, el de Seminario y el de los Huarayos, no tuvieron relación alguna. El
primero fue una protesta contra el centralismo limeño, que no cumplió con promulgar la Constitución federalista
prometida por Piérola, anhelo de la población urbana, cuyas necesidades y
formas de ver la realidad de aquel tiempo, eran muy distintas a las de los
grupos indígenas del Sur Oriente. Esto significa que no solamente en la Amazonía
sino en todo el Perú ha habido y hay dos historias: una la gobiernista y oficial;
la otra, es la historia del pueblo, de aquello que entendemos como Perú
profundo que, poco a poco, se irá definiendo con mayor claridad.
En 1898, los Amahuacas atacaron a los
caucheros del río Piedras, después de la muerte de Fitzcarrald. Más adelante
veremos que el llamado período del caucho tuvo dos fases entre 1880 a 1914, representadas la primera, por Fitzcarrald en el sur y la
segunda, por Julio C. Arana en el norte.
En las primeras décadas del siglo
veinte, el sur oriente, que abarca las
actuales provincias del Manu, Tambopata y Tahuamanú del actual departamento de
Madre de Dios, fue el escenario de sucesos dramáticos y trágicos,
principalmente en la segunda fase del período cauchero, en los primeros años de
mil novecientos. Se realizaron correrías, mejor dicho, cacerías y secuestros,
de nativos para utilizarlos como esclavos en la extracción del caucho. Además,
los colonos unos a otros se compraban y se vendían indígenas, como si fueran
herramientas de ferretería.
Los ríos de Madre de Dios, el Manu, las
Piedras, Carbón, Inambari, se tiñeron de sangre indígena y también de sangre de
caucheros.
De 1902 a 1920, el proceso de
penetración en el sur oriente se fue consolidando sobre la base de empresas que
se fueron creando una tras otra, como la Minning Co. y la Inca Ruber Co. por la
vía Tiripata. Luego, por la trocha abierta por la Forga & Hnos. al río Tambopata.
La casa más importante fue la “Máximo Rodríguez”. Con mucha estrategia salvando los lugares
peligrosos, se fueron constituyendo empresas como Balta en Maldonado, Santa
Rosa en el Manuripe, Fortaleza en el Mayumanu, Iberia y San Lorenzo en el
Tahuamanu, Yaverija en un afluente del Acre, y la casa central en Iñapari,
puesto fronterizo con Brasil y Bolivia. Otras casas fueron : Paucartambo Ruber,
en el alto Madre de Dios; Casa Comercial Bernardino Perdiz, en el Manu; Inca
Rubber, en el Tambopata; Braillard de Francia; Paulse de Alemania;
Hidalgo-Hidalgo; Ipinza-Vargas; Rivero; Carlos Scharf; Bartra; Izurieta, etc.
En 1895, los Exe-Exa o Ese Ejja
(Huarayos), pertenecientes a la familia lingüística Tacana, del río Madre de
Dios y Tambopata, se dedicaron durante dos años a obstaculizar y atacar a los
expedicionarios que se atrevían a entrar en el río Madre de Dios. En un lugar
llamado Maridi una de las comunidades Huarayo hizo una horrible carnicería con
los grupos de caucheros, principalmente bolivianos, que se asentaron allí para
extraer el jebe, motivados los indígenas por las informaciones que recibían
sobre el maltrato criminal que los caucheros daban a los nativos como ellos.
Esa vez, los caucheros mataron a cien Huarayos.
En 1898, Wara Compa, jefe Amahuaca,
organizó una fuerza guerrera para combatir a los colonos caucheros del río
Piedras. Mataron a diez hombres de la compañía extractora de caucho de Carlos
Scharf. En aquel año muchos indígenas poseían carabinas Winchester que les
habían entregado los mismos colonos con el fin de que combatan a otros
guerreros indígenas, a favor de ellos; pero esa vez, voltearían las armas en
contra de los que se las otorgaron.
En
1902, se encuentran muchos informes sobre el tráfico de indígenas. No todos los
indígenas defendían sus territorios; algunos grupos eran demasiado dóciles y
pacíficos, por lo que eran fáciles de
reclutar por los caucheros para llevarlos al Alto Madre de Dios y otros lugares
en donde eran vendidos como pagos de deudas. También eran vendidos como si fueran
bestias de carga en sumas que iban de los 200 a 400 soles cada uno. Este cruel
tráfico que se hizo con el grupo Machiguenga, hizo que estos huyeran a lugares
inaccesibles de los ríos Tambopata e Inambari.
En 1908 otros grupos de Machiguengas,
más decididos, asaltaron la Misión de San Luis del río Manu, en la
desembocadura del Pantiacolla. Las víctimas fueron un gran número de indígenas
conversos, originando que los misioneros se retiraran para siempre de aquel lugar.
En 1909, en la misma zona del Madre de Dios, los Piros
se sublevaron debido a los maltratos de que eran víctimas por parte de los
caucheros. En los campamentos del río Piedras dieron muerte a 13 colonos.
En 1915, los Exe-Exa (Huarayos) mataron
al explorador norteamericano Nelson y sus tres compañeros, por el temor que
desde hacía ya mucho tiempo tenían los indígenas a la costumbre criminal de los
caucheros de secuestrar a sus niños para convertirlos en sirvientes. En muchas
ocasiones, al enterarse de la cercanía de alguna expedición exploradora, el pánico
cundía en los nativos. Esa vez, el mencionado explorador y sus tres compañeros
no pudieron realizar su execrable cacería humana.
En 1920, se sentía en toda la región de
la selva los efectos de la caída del caucho; desde hacía unos cinco años los
ingleses no compraban ni un kilo de caucho, porque éstos lo habían conseguido
en forma agrícola en sus colonias de Malasia, cuyo costo de producción le daba
un precio menor al caucho del Perú y Brasil.
Los caucheros se retiraban en su
mayoría, otros pocos se quedaban como dueños de fundos para dedicarse a las
actividades agropecuarias propias de la zona.
En un informe de las Misiones
dominicanas del Perú, se destaca que en el año de 1920 hubo una fuerte
persecución de misioneros en Maldonado, Madre de Dios, causada
por las “calumnias de un desgraciado cobijado y luego despedido de las
misiones”. A este se juntó un célebre anarquista Nicolás Gutarra, desterrado de
Lima a ese lugar (Madre de Dios), desde el paro general de los últimos días del
gobierno de Pardo. En un mitin y enardecidos por el alcohol, atacaron los
colegios (de las misiones). No lo permitió la Fuerza Armada, por más que lo
intentaron varias veces y en varios días consecutivos.
Queremos hacer notar, aparte del tema
del fin de la Misión de Maldonado, que
la presencia del líder Nicolás Gutarra, nos da una imagen distinta de la que
nos pinta el informe de las Misiones dominicanas del Perú, porque hay que
destacar positivamente a Gutarra, pues él fue un luchador del Grupo “La
Protesta” de Lima que, junto con otros líderes de los trabajadores lograron
arrancar del gobierno de don José Pardo el dispositivo que consagró la jornada
de las ocho horas diarias para los obreros del Perú, por la presión del Paro
General del 15 de enero de 1919.
El ataque se produjo el 19 de octubre
de 1920. Fue un momento muy dramático para la región del Madre de Dios, era el
momento de la caída y el final del período económico de bonanza que para muchos
ilusos iba a durar siempre. El impacto fue duro y originó una total recesión en
toda la región amazónica. En este escenario se originaron en Madre de Dios
incidentes y convulsiones sociales. Los indígenas habían quedado golpeados por
la ambición e insensibilidad de los caucheros y resentidos también contra un
estado que nunca supo defenderlos. Los Mashcos atacaron en muchos lugares,
logrando que la provincia estuviera un buen tiempo sin autoridades oficiales.
En 1925, en el primer cuarto del siglo,
los indígenas del llano amazónico, que no habían olvidado los abusos, no habían
olvidado a sus muertos víctimas de la esclavitud y el genocidio, que conservaban
en su memoria, transmitida por medio de la oralidad, las secuelas de la
injusticia cometida por peruanos como ellos, nuevamente se enfrentaron contra
otros invasores: los madereros, empeñados en un afán de lucro ilimitado, sin
importar que en su satisfacción podrían convertir a la selva en un futuro
desierto. Hay que tener en cuenta que nuestros hermanos nativos tienen una
vocación ecológica heredada desde hace siglos para conservar la naturaleza que
les ha permitido vivir milenios sin afectarla significativamente
La
población mestiza, con sangre indígena por su parte, es un contingente humano
que tiene en su conciencia colectiva una reserva de rebeldía que aflora cuando
las situaciones de injusticia social empeoran
En 1926, los ecos de la sublevación de trescientos
años se repiten cuando los Huarayos (Esse-Eja), asaltan y matan a Fr. Manuel
Marina que cumplía su labor misional en el río La Torre, afluente del Tambopata.
En
ese mismo año aparece un rebelde, el jefe y líder Huarayo, Shajao, que para
algunos viene a ser el último de los rebeldes indígenas. Shajao se movía por
las zonas del Tambopata y sus afluentes como el río La Torre, pero su centro de
operaciones se encontraba en el Alto Bauaja.
Desde allí atacó a otros pueblos indígenas. Ataques que generalmente
tenían su origen en la necesidad de
dominio del hábitat de donde extraían los recursos que la naturaleza
ofrece para la supervivencia. Igualmente Shajao tenía un profundo rencor contra
los indígenas que habían sido dóciles con los caucheros.
Atacó
a los misioneros que se dirigían en expedición por el río La Torre, encabezados
por el Hno. Manuel García, para entrar en contacto casualmente con los
Huarayos, cosa que Shajao no aceptó porque veía que nuevamente se trataba de
aculturar a su pueblo, tal como lo quisieron hacer unos trescientos años atrás.
El curaca mató con su carabina al Hno.
Manuel García y lo remató a flechazos. El gobierno hizo gestiones para disolver
ese foco de rebelión pero sin ningún resultado. En 1933 se estableció la misión
del lago Valencia, organizada por el P. Alvarez. Los PP. Gerardo y Alvarez, en
1933, se dirigen al lugar en donde fue muerto el Hno. Manuel García, no
pudiendo contactar con Shajao, quien huyó a las profundidades de la selva, para
después seguir atacando a varias agrupaciones de su etnia y otras.
En
1941, después de muchas andanzas, llenas de incidentes a lo largo de muchos años, Shajao, el
rebelde, fue víctima de una trampa tendida por un reaccionario llamado José Alvarez , por lo que
fue tomado preso, muriendo después de 20 años de lucha, torturado en la cárcel
de Puno.
Shajao
cierra la epopeya del mundo indígena que luchó 400 años por su libertad.
1 comentario:
Estimado Gabel, que articulo tan informativo e interesante! Una pregunta: estoy investigando la vida de Gutarra y quisiera saber si hay forma de consultar el informe de las misiones dominicales donde critican su actuación, o si existen otros fuentes sobre la presencia de Gutarra en la región. Mi correo es jacobin88@hotmail.com Mil gracias de antemano. Jacob Lagnado, Londres.
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